Nuevo relato. Espero que sea de su agrado. Comenta y comparte. Si te sobran algunos puntitos, son bienvenidos. Tengo otros relatos. Si te interesan acá están. Muchas Gracias.
http://m.poringa.net/posts/relatos/3187249/Clases-Particulares.html
http://m.poringa.net/posts/relatos/3180489/Problemas-en-el-trabajo-I.html
http://m.poringa.net/posts/relatos/3188747/Vacaciones-Permanentes-I.html
Compañera de Facultad.
El profesor nos pidió un trabajo práctico. Nos permitió hacerlo de a dos, aunque él armaría los grupos. Me tocó con Romina. Nunca le había prestado atención. Era rubia, de piel blanca, de baja estatura y rellenita. No hablaba demasiado y usaba gafas. Creo que fue la primera vez que hablé con ella. Si te parece -me dijo- nos juntamos en mi departamento.
Su edificio quedaba cerca del centro, de camino a la terminal. El Viernes por la tarde nos reunimos. Era muy inteligente, aunque bastante tímida. El trabajo avanzaba de maravilla, así que decidimos tomarnos un recreo. Hablamos bastante. De la familia, los amigos y el futuro. Noté que tenía unos enormes senos. En la Facultad los ocultaba con la ropa. Aunque esta vez, su escote se robaba mi atención.
Nunca te ví en ninguna disco -le dije- ¿no sos de salir?. No salgo nunca -respondió- no me gusta. ¿Porqué? -le pregunté-. Me contó que muchas veces la habían discriminado por ser gordita. Me sentí mal por ella. Era una linda chica, más allá de sus kilos de más. No tenés nada de malo -le dije sinceramente- la sociedad es la que está mal. Sonrió y me agradeció. ¿Te parezco linda? -me preguntó-. Sos muy linda -le respondí-. Quedamos en silencio. Ella acomodaba su pelo nerviosa. Me acerqué a ella y la besé. Su boca era dulce y suave. Me miró con sus enormes ojos azules.
Realmente era hermosa. Nos sentamos en su sillón. La besé y acaricié su piel. Me quité la remera y ella besó mi pecho. Desprendí su blusa y empecé a besar sus tetas. Sus pezones rosados eran deliciosos. Se sentó sobre mí. Seguí besando su boca, su cuello y sus senos. Mi pene presionaba mi pantalón para salir. Ella notó mi erección y liberó mi pija. Se arrodilló frente a mí y comenzó a chuparmela. Lamió mi pene y mis huevos. Su lengua caliente recorría mi glande. Estaba enloquecido con esa suave boca.
Luego sus tetas atraparon mi pene y empezaron a masturbarlo. La vista era única, la sensación indescriptible. Es mi turno -le dije-. Asintió complacida. Se recostó sobre el sillón y la desnudé por completo. Estaba completamente depilada. Me enamoré de su vagina. Recorrí sus piernas dándole pequeños besos. Ella respiraba agitada. Lamí sus labios y su clítoris. Recorrí su dulce concha con mi boca. Sus jugos eran una delicia. Mi lengua, mis labios y mis dedos la hacían gozar. Sus gemidos eran cada vez más intensos.
Quería penetrarla de inmediato. Quiero que me cojas -me dijo-. Me puse de pie y acaricié su vagina con mi pene. Ella rogaba para que se la metiera y lo hice. Comencé a follar esa concha caliente con ganas. Recostado sobre ella, aprovechaba para seguir comiendo sus tetas. Mordía sus pezones y succionaba sus senos. Mi pene dentro de su húmeda concha estaba a punto de estallar. Me senté y ella empezó a cabalgarme. Sus mamas saltaban sin control. Mis manos en su cola, mi boca en sus tetas y mi pene en su concha. Era perfecto. Se movía encantada sobre mí. Después se inclinó delante mío. La tomé de la cintura y embestí su cuerpo con el mío. Mi ritmo aumentaba y ella me pedía más. Eyaculé dentro de ella. Sintió mi semen caliente bien adentro. Estábamos fatigados. ¿Qué hacemos ahora? -le pregunté-. Nos duchamos y seguimos con el trabajo -respondió-. El recreo había terminado.
FIN.
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Compañera de Facultad.
El profesor nos pidió un trabajo práctico. Nos permitió hacerlo de a dos, aunque él armaría los grupos. Me tocó con Romina. Nunca le había prestado atención. Era rubia, de piel blanca, de baja estatura y rellenita. No hablaba demasiado y usaba gafas. Creo que fue la primera vez que hablé con ella. Si te parece -me dijo- nos juntamos en mi departamento.
Su edificio quedaba cerca del centro, de camino a la terminal. El Viernes por la tarde nos reunimos. Era muy inteligente, aunque bastante tímida. El trabajo avanzaba de maravilla, así que decidimos tomarnos un recreo. Hablamos bastante. De la familia, los amigos y el futuro. Noté que tenía unos enormes senos. En la Facultad los ocultaba con la ropa. Aunque esta vez, su escote se robaba mi atención.
Nunca te ví en ninguna disco -le dije- ¿no sos de salir?. No salgo nunca -respondió- no me gusta. ¿Porqué? -le pregunté-. Me contó que muchas veces la habían discriminado por ser gordita. Me sentí mal por ella. Era una linda chica, más allá de sus kilos de más. No tenés nada de malo -le dije sinceramente- la sociedad es la que está mal. Sonrió y me agradeció. ¿Te parezco linda? -me preguntó-. Sos muy linda -le respondí-. Quedamos en silencio. Ella acomodaba su pelo nerviosa. Me acerqué a ella y la besé. Su boca era dulce y suave. Me miró con sus enormes ojos azules.
Realmente era hermosa. Nos sentamos en su sillón. La besé y acaricié su piel. Me quité la remera y ella besó mi pecho. Desprendí su blusa y empecé a besar sus tetas. Sus pezones rosados eran deliciosos. Se sentó sobre mí. Seguí besando su boca, su cuello y sus senos. Mi pene presionaba mi pantalón para salir. Ella notó mi erección y liberó mi pija. Se arrodilló frente a mí y comenzó a chuparmela. Lamió mi pene y mis huevos. Su lengua caliente recorría mi glande. Estaba enloquecido con esa suave boca.
Luego sus tetas atraparon mi pene y empezaron a masturbarlo. La vista era única, la sensación indescriptible. Es mi turno -le dije-. Asintió complacida. Se recostó sobre el sillón y la desnudé por completo. Estaba completamente depilada. Me enamoré de su vagina. Recorrí sus piernas dándole pequeños besos. Ella respiraba agitada. Lamí sus labios y su clítoris. Recorrí su dulce concha con mi boca. Sus jugos eran una delicia. Mi lengua, mis labios y mis dedos la hacían gozar. Sus gemidos eran cada vez más intensos.
Quería penetrarla de inmediato. Quiero que me cojas -me dijo-. Me puse de pie y acaricié su vagina con mi pene. Ella rogaba para que se la metiera y lo hice. Comencé a follar esa concha caliente con ganas. Recostado sobre ella, aprovechaba para seguir comiendo sus tetas. Mordía sus pezones y succionaba sus senos. Mi pene dentro de su húmeda concha estaba a punto de estallar. Me senté y ella empezó a cabalgarme. Sus mamas saltaban sin control. Mis manos en su cola, mi boca en sus tetas y mi pene en su concha. Era perfecto. Se movía encantada sobre mí. Después se inclinó delante mío. La tomé de la cintura y embestí su cuerpo con el mío. Mi ritmo aumentaba y ella me pedía más. Eyaculé dentro de ella. Sintió mi semen caliente bien adentro. Estábamos fatigados. ¿Qué hacemos ahora? -le pregunté-. Nos duchamos y seguimos con el trabajo -respondió-. El recreo había terminado.
FIN.
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