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Luna de miel en Cuba

Este va a ser el primer relato de nuestra vida sexual. Somos una pareja de recién casados un poco atípicos para esta web ya que ambos somos musulmanes y por consiguiente somos la primera y única experiencia sexual de ambos. Mi niña se llama Emmary; mide 1,60, un cuerpo lleno de curvas, o como lo llaman los yankees hourglass, quiere decir que tiene una espalda finita que termina en un culo espectacular, unas piernas de infarto, unas tetitas sabrosas, unos labios esponjosos, una mirada lasciva, una mujer extremadamente sexy y sensual, muy sensual. Lo que más morbo me da que no es muy fogosa, excepto cuando está caliente, entonces es un putovolcán. Y cuando tiene unas copas encima; ¡una puta diosa del sexo!

Bueno, ahora me toca. Mido 1,93, cuerpo más bien atlético, me mide 19 cm y 15 de grosor, me encantan los culos como los de mi mujer, me encantan las mamadas que me da y lo mucho que le gusta tragar, soy súper fogoso, siempre estoy ardiendo, y más alrededor de mi niña, también soy apasionado. Me gusta que mujer quede satisfecha y no paro hasta conseguirlo. Pero también tengo mis puntos flacos; como por ejemplo que soy muy celoso. No me gusta que mi mujer vista de forma “provocativa”, ni de forma justada. Siempre hemos tenido discusiones por temas de ropa. ¡¡¡Siempre!!!

El caso es que después de 17 años intentando casarnos, recuerdo que somos musulmanes y de distintos países, lo cual no era del agrado de su padre, y mucho dolor, rabia, impotencia, y muchas experiencias perdidas, nos casamos. La verdad es que fue una boda triste. Nuestra relación había sufrido un desgaste considerable y yo con mis celos no estaba ayudando para nada. Estaba ahogando la relación aún más. Así que, por el bien de mi niña preciosa, decidí cambiar y relajar mi forma de ser. La dije que ya no me importaba que llevase ropa ajustada y demás, pero que todavía debía recordar mis límites.

La tenía una sorpresa reservada. Mi mujer siempre tuvo la ilusión de viajar a Cuba. Le encanta Cuba y, aunque nunca me lo dijo a la cara, pero que yo supe intuírselo, le encanta los cubanos, especialmente los negros. La sorpresa era doble ya que había planeado pasar la luna de miel en Cuba y que tras la boda algo extraño había empezado a crecer en mí. Siempre había estado orgulloso de mi mujer. De su forma de ser, de su fuerza, honestidad, lealtad, humildad, pero nunca la había visto con los ojos de hombre orgulloso de la sexualidad de su mujer. La verdad es que sí, pero lo quería todo para mí. Entonces, tras la boda, lo único que pensaba era lo enormemente afortunado que me sentía al tener a una diosa como mi mujer al lado. Quería, quería fardar de ella. Mostrar al mundo entero la diosa con la que yo me acostaba y levantaba todas noches y mañanas, y quería COMPARTIR esa sensación también. Ahí estaba ese cambio que no me podía creer que estaba teniendo.

Por bien de “la sorpresa” no le di muestras de mi cambio. Al contrario, me seguía comportando como antaño. El día antes de partir hacia Cuba, y estando preparando las maletas, mi mujer me pido consejo de que llevarse y que por favor no me enojase con las ropas que quería llevarse. Una vez más, me hice el duro y la dije que haría todo lo que pudiese para controlarme y no enojarme.

El día había llegado; por fin estábamos listos para irnos al aeropuerto. Ella llevaba un top normalito, nada especial, unos vaqueros y sandalias. Salimos desde Madrid y alrededor de nueve horas más tarde aterrizamos en Cuba. Al llegar al hotel, y siendo muy tarde ya para salir por ahí, nos fuimos directos a la cama. Al día siguiente queríamos aprovechar el tiempo al máximo, y yo ya no podía esperar más. Yo siempre había sabido, y entendido, que a mi mujer le gusta que la admirasen. No solamente su hombre, sino otros hombres también. Así que sabía que el cambio que estaba experimentando le iba gustar.

Por el cambio brusco de temperatura por el que habíamos pasado al llegar a Cuba, mi mujer decidido dormir desnuda. Lo cual me permitió una visión celestial al verla incorporarse de la cama en dirección a la ducha a la mañana siguiente. Yo me duché tras ella. Salí de la ducha y ahí estaba ella vistiéndose con, una vez más, un top normalito y unos janes ajustados. Inmediatamente la pregunte que si era eso lo que se iba a poner para salir por primera vez en un lugar que para ella era un paraíso tropical. Se me quedo mirando como si no entendiese el sentido de la pregunta y la dije que no quería que en nuestra luna de miel no se vistiese como ella realmente quisiese.

Entonces me acerque a ella y la dije que quería que no solamente quería que se sintiera feliz y se comportar como le diese la ganar, sino que además quería pavonearme con ella. Sus ojos se abrieron como platos y dijo, con esa voz de ángel que nunca ha roto un plato, que no entendía muy bien lo que quería decir. Así que me acerque más todavía, estaba tan cerca de ella que podía sentir el calor que se desprendía de mí, y la dije con voz grave y baja que quería que se exhibiese todos los cubanos. Que quería que los cubanos, con los que ella fantaseaba, disfrutaran de la diosa de la que yo disfrutaba. Atónita todavía por los que le estaba diciendo, recuerdo que somos musulmanes y este tipo de comportamiento está prohibido en nuestra religión, dijo que todavía no entendía exactamente lo que le estaba pidiendo que hiciera, me imagine que temiera que en algún punto de la aventura mis celos tomaron el control de mi otra vez y se fuera todo la emoción y excitación al garete. Así que la cogí de la mano, se la bese, y le dije que se pusiese un short, lo más corto y ajustado posible.

Pero claro, ella no tenía nada de eso. Entonces se le ocurrió que podía cortar los jeans que llevaba puestos, que le daba igual si iba en serio. “Perfecto” dije. Yo tenía unas tijeras para la barba y las utilizo. La dije que los corta los más cortos posibles. Que quería que el principio de sus ¡carios asomasen! Notaba que se estaba poniendo súper caliente… Su respiración se estaba acelerando, estaba acelerada. Cogió los jeans y frenéticamente se puso a cortar. Tardo un rato debido a las tijeras. Se los puso ¡¡¡y casi se me sale el corazón por la polla!!! “Joder, que rica qué estas” solté. Sabiendo que adoro su culo, se dio la media vuelta despacito para provocar todo lo que sabe que puede provocar.

“Ahora toca el top” la dije. “¿Que tienes en mente?” me pregunto. “Ponte uno de esos top-tanks que tanto te gusta ponerte en casa” le conteste. Un top tank es una camisa de tirantes ajustada. La verdad es que note que le dio un bajón. Intuí ese momento que esperaba algo más guarro. De todas formas, yo acababa de empezar. Le dije inmediatamente que se quitase el sujetador. Que saliese con las tetas al aire. ¡Madre mía la cara que puso! Como si le hubiese llegado un orgasmo. En cuanto se quitó el sujetador pude ver lo tieso que tenía los pezones. Para terminar, la pedí que se pusiese unas sandalias de plataforma, quela había comprado antes de viajar y que eran azules con un toque tropical, y que realzaban bastante su figura.

Salimos de la habitación. Estaba completamente excitada. Se notaba en el aire, se olía las feromonas que desprendía. Sobra decir que el servicio masculino del hotel no la quitaron la vista de encima. No sé qué hubiese pasado de no estar con ella. Ella se dio cuenta enseguida de la atención que estaba generando. Nos fuimos por ahí para conocer el lugar. De vez en cuando nos parábamos para tomar algo y entonces aprovechaba para pedirla que se abriese de piernas, o que las cruzase y se pusiese de lado, dejando al descubierto sus nalgas más aún. Pasamos unas cuantas horas dando vueltas, experimentando esta nueva sensación en nuestra pareja. Sobre las 7 de la tarde decidimos regresar de vuelta al hotel.

Al llegar se tumbó sobre la cama pensando que para nosotros el día había acabado. Pero para nada. La dije que teníamos que salir por ahí. Que se vistiese lo más sexy posible para salir. Que la había visto poner en la maleta unos cuantos vestidos jodidamente sexys y que era el momento de hacer uso de ellos. Una vez más con una cara de incredulidad por el cambio radical que estaba viendo en mí.

Entro en el baño para prepararse y salió vestida desplegando un aire de sensualidad, de salvajismo, y de erotismo, la habitación se hacía más pequeña a cada paso quedaba hacia me. Me noto cachondisimo. Estaba sentado sobre la mesa donde suelen poner el televisor y tenía las piernas entreabiertas. Llego hasta mí, y de pie, se puso entre una de mis piernas acercando su coño hasta mi muslo. ¡¡¡Dios mío, estaba ardiendo!!! ¡El muslo me quemaba! Me miro en silencio unos segundos. Yo no podía pronunciar palabra por la diosa que se encontraba delante de mí. Abrió sus labios lenta y muy sensualmente y pregunto finalmente, “¿Te gusto? ¿Qué te parece?” Le contesté como pude y solté “¿Qué rica que esta guapa?”

La agarre delas tetas, baje el vestido para descubrir las pedazo areolas que tiene, una vez más sus pezones estaban extrañamente tiesos, y los acaricie unos estantes, los bese, chupe la puntita de sus pezones para provocarla, soltó un suspiro de placer que provoco que todos los pelos de mi cuerpo se erizaran. La solté porque no quería que la noche terminase tan pronto. Bajé las manos por las curvas de su cuerpo hasta los muslos y ahí empecé a subir por su entrepierna. No dijo palabra, creyendo saber los que estaba a punto de pasar, pero en cuanto llegue a su precioso coño le pregunte que si llevaba ropa interior. A lo que respondió que por supuesto. “¡Quítatelo!” la dije. Me miro sorprendida y pregunto “¿Quieres que salga así?” “¿Y si alguien me ve el coño?” A lo que conteste, “Si notas que alguien te está observando quiero que en ese momento te abras de piernas y que le dejes disfrutar del show”. A cada palabra que salía de mi boca, siempre hablando lo más grave y lento posible, noté como su coño ¡subía de temperatura! Yo ya estaba empezando a sudar. Accedió. Dio un paso hacia atrás, se metió las manos por debajo del mini vestido, sin subirse la falda, y deslizo el tanga que llevaba puesto hacia abajo lentamente, sensualmente, muy provocativamente. El baile en que se iba a convertir la noche, acaba de empezar.

Llegamos a un club y nos acercamos al bar. Ella había solido beber alcohol antes de conocerme, pero a mí nunca me había gustado. Utilice ese hecho como excusa para pedir tres tequilas; uno para mí y los otros dos para ella. Quería que esa noche se despreocupase y disfrutara de forma desinhibida. Me miro pícaramente y me dijo que ya sabía a donde quiera llegar con aquello. “Tú quieres emborracharme para luego follarme como quieras. ¿No es así?” me dijo… “Por supuesto que sí “conteste. Me fije que en una esquina había un apartado que estaba más o menos en total oscuridad… La dije que nos sentáramos. El club está poniendo música salsa, un estilo que la encanta, y nada más sentarnos me pidió que fuéramos a bailar. Pero yo no bailo, hago el ridículo. Así que la dije que fuera ella y selo pasara bien. Me miro, me dio un beso y me dijo que me amaba. Se levantó y se puso al borde de la “pista central”. Unos segundos después se le acercó un cubano negro, de un metro 1,80, que parecía que dormía, cagaba, comía en un gimnasio, y la pedio bailar. Se giró brevemente, me miro con el rabio del ojo y la devolví la mirada, como diciendo que disfrutara. Se puso a bailar con el cubano, y nada más empezar la acerco contra uno de sus muslos y empezó brincarlo de arriba abajo. Sabiendo lo mucho que la ponen los negros y que estaba sin ropa interior, me dije que debía estar choreando como una cascada.

Terminada la canción, el cubano la despidió con un beso en la mejía, y ella empezó a caminar hacia mí. Me di cuenta que en los primeros pasos no andaba recta, y que casi se tropezó. En cuanto, se sentó puede ver lo roja que tenía la cara. La di de beber el segundo tequila que no se había tomado y la dije que iría a por otro. Llegue a la barra y me acerque a un tío que había visto desde donde estaba sentado. Me fije que había estado observando el baile de mi mujer. Se giró y empezamos a hablar. Bueno, la verdad es que solo preguntaba acerca de mi mujer. Yo siempre la había preguntado a mi mujer que me contase sus fantasías más oscuras, ya que solo me había dicho lo típico; fantasías con su cantante favorito y tal… Pero de tanto insistir durante años una noche, no sé cómo, por fin se abrió. ¡Un trio!!! La volvía local a idea de hacer un trio.

Hablando con este tío se me vino a la cabeza su fantasía. Se veía majo el chaval, cubano también y más moreno que negro. Así que le dije que estábamos de luna de miel y tal. Y como estaba tan cachondo le solté, sin miramientos, que le quería dar una sorpresa a mi mujer y que su fantasía más profunda había sido siempre un trio. Que que le parecía le pregunte. Me contesto que por el no habría ningún problema. Eso sí, le dije que actuara como si nada. Volvimos los dos a la mesa y pude ver a mi mujer alzar la mirada hacia nosotros como preguntándose quien era esa persona. Era una mesa redonda con una mesa central y un reposa espaldas anclado a la pared. Ella estaba en el centro y nosotros la flanqueamos, cada uno a un lado del suyo. Con total normalidad se la presente, Héctor creo recordar que se llamaba. Había pedido una ronda de tequila, una vez más para ella el doble que para nosotros.

Empezamos a hablar y a tenerla como centro de toda la atención. Quería que se sintiese especial. Que viese que tenía a dos hombres totalmente rendidos a sus pies. Se veía excitada. Se tocaba el pelo, miraba a los ojos, se reía por nada, acarcajada pura y dura, no paraba de cruza las piernas, cerraba su brazo sobre los laterales de sus tetas para empujarlas para adelante cada vez reía, etc. Tras un rato de parloteo y risas, Héctor me dijo que que con bonita chica mehabía casado. A lo que le conteste que era una maravilla de mujer. “Seguro que si” dijo. “Tiene todo lo que un hombre puede desear y más” continúe. “¿Enserio?” dijo pícaramente. Ella totalmente alagada con tanta atención no hizo más que desear que continuásemos con gestos de aceptación y coqueteo. “¡Y deberías ver lo suave que tiene la piel! Fíjate, fíjate.” Dije pasando la mano por encima de su muslo derecho que tenía encima del izquierdo. Con la mano izquierda, Héctor empezó a recorrer un camino desde la rodilla de mujer pasando por el muslo con destino hasta entonces desconocido. Mi mujer tenía dos manos ya acariciando su muslo derecho. Notaba como empezaba a transpirar más, como supuso subía, como su respiración se entrecortaba.

Con mi mano derecha hice fuerza, poca necesité, para desplazar la pierna hacia mí y dejarla abierta de piernas. Teníamos los dos la cabeza bastante cerca de su tronco, yambos pudimos sentir el calor que se desprendía de su entre pierna nada más abierta. Instantáneamente soltó un gemido. Me acerque para oler los humos que estaba soltando su entrepierna. La mano de Héctor seguía su camino y ya sabía el destino al que quería llegar. Los dos a la par metimos las manos entre su entrepierna. Los gemidos se repetían con más frecuencia. Levante la cabeza hasta sus tetas, baje el vestido lo suficiente para que su pezón derecho se quedara al descubierto. Empecé a besar, succionar y lamerle la teta. ¡Dios que rica que esta! La cosa se empezaba a poner caliente a cada segundo que pasa. Héctor la estaba masturbando el clítoris, nada de penetración, y también reanimó con la otra teta. Yo también me apunte a masturbarla. Gemía, me tiraba del pelo, aun con incomodidad por la idea de besar a otro hombre que no fuera yo, empezó a besar a Héctor.

De repente interrumpí todo aquello. Mi mujer sobresaltada me pregunto qué porque había hecho eso. Que que había pasado. La tranquilice diciendo que podíamos terminaren otro lugar, que es no era el lugar para disfrutar… Otra excusa para lo que tenía en mente. Bastante molesta me dijo que entendía lo que quería decir. Se disculpó diciendo que necesitaba ir al baño antes de irnos. Se levantó y se fue. En cuanto dio unos pasos me gire a Héctor y le dije que me siguiese. Pospusimos a seguirla hasta el lavabo. Yo rezaba para que estuviese vacío. Entró, la puerta se cerró detrás de ella, y despacito abrí la puerta tras dejar unos segundos pasar. Metí la cabeza para ver si había alguien y no; el sitio estaba vacío. Nos metimos en silencio y cerramos detrás de nosotros. Cuando mi mujer termino y salió y nos vio hay casi se le caen las bragas, que no llevaba. Memoro extrañada, asustada, que que hacia ahí. Nos acercamos a ella sin decir palabra. Nos abrimos la bragueta dejamos salir a lo que teníamos preparado para ella. Mi polla estaba a punto de reventar con mis 19 cm, pero tengo que admitir que los aproximadamente 23 cm de Héctor me impactaron. Los ojos de mi mujer se abrieron como soles. Como una niña sola en una tienda de dulces que puede comer todo lo que quiera. Descendió y empezó con mi polla… Unos segundos solamente yaqué tenía unas ganas locas de empezar ya con Héctor.

Chupando, lamiendo, acariciando las pollas con sus labios, abriendo su boca todo lo posible para acomodar tales pollas, especialmente la de Héctor por supuesto, absorbía la saliva que iba dejando sobre nuestras pollas, no quería dejar nada atrás. De repente, eché unos pasos para atrás, y la cogí de la cadera dándole la vuelta hacia mí. Todo esto y ella sin soltar la polla de 23 cm de Héctor. Ni que estuviese pegada con cola. La subí la cadera, y por mi altura tuve que flexionar las rodillas para poder llegar a ella. Al levantarle el culo tuve que separar los cachetes, repito que tiene un culazo, pude ver como estaba totalmente empapada de placer. Normalmente, por mi grosor, tenemos que hacer un buen rato de preámbulos, pero en esta ocasión entro a la primera y hasta el fondo… Soltó un gemido de placer que retumbo por todo el lavabo. Empecé despacio, no había prisas, y fui acelerando hasta llegar al ritmo de la mamada que le está dando a Héctor.

Sus gemidos, continuos y sin pausa, se veían ahogados por la polla de 23 cm que tenía en la boca. La empecé a penetrar con más fuerza, no paraba de gemir, más profundo, seguía gimiendo, más rápido, se agarraba al culo de Héctor de las envestidas. A Héctor se le salían los ojos de la órbita, parecía que estaba a punto. Le hice una señal como preguntando si ya estaba y me dijo que si con el pulgar derecho. Saque la polla de sopetón, cosa que la hizo dar un brinco, y posamos nuestras ollas sobre su cara, masturbándonos para corrernos sobre ella.

Estaba extasiada, tenía la boca abierta totalmente, preparada para chupar y tragar todo lo que la diésemos. Seguía gimiendo, nosotros también, cada vez nos masturbamos más deprisa, hasta que cortamos nuestra respiración y dos chorros de leche salieron disparados a la cara de mi mujer. Levanto la cabeza para asegurarse que todo le caía encima. Acabamos. Tenía la boca y la cara llena de leche. Nos la enseño y se la trago toda. Héctor y yo preparamos para irnos, pero ella todavía no había terminado de lamernos las pollas. Se estaba asegurando que no se iba a quedar sin una gota.

Nos vestimos, nos lavamos un poco, y salimos. La experiencia con Héctor se había terminado así que le despedimos y regresamos hasta nuestro asiento. Estaba caliente como la colegiala que acaba de ver su primera polla. Le latía el corazón a mil. El pecho no paraba de bajar y subir al ritmo de su respiración acelerada. La pregunte qué tal, me miro se tiró sobre mí para llenarme de besos toda la cara. Repito; como una niña que le acaban de hace el mayor regalo de su vida. Estaba tan excitada que no se dio cuenta que tenía las piernas sobre el sillón donde estábamos sentados y queestaba mostrando a todos su precioso y rosado coño. Lo cual, cosas de la vida,ya no me molestaba. Al contrario, me llenaba de orgullo saber que mi mujer estaba siendo deseada y que era mi mujer. ¡Joder que sensación tan poderosa!

La noche llegaba a su fin, así que pedí otra ronda, que con la anterior ya estaba bastante tocada, y con este estaría dispuesta a todo. De todas formas, ya era tarde y me dije que, por hoy, y siendo la primera vez que hacíamos algo así, era suficiente. Salimos y cogimos un taxi que nos llevara de vuelta al hotel. Nos recogió un hombre de unos 56 años, o por ahí. Yo todavía estaba a cien, y ella ¡aún más! Sentada en medio del taxi y pegada a mí, le metí la mano izquierda entre los muslos y abrí. Me paro diciendo que el taxista, o alguien paseando por la calle, podría verla. Me dio igual y la abrí. La metí la mano izquierda entre su entrepierna y estaba ardiendo. Estaba tan caliente que casi me derrite la mano. Y mojada. Extremadamente mojada. Empecé a masturbarla suavecito, como a ella le gusta. Se mordía el labio inferior intentando no dejar escapar ningún gemido. Contra más lo intentaba más intentaba yo que lo hiciese.

Así pasamos un rato hasta casi llegar al hotel. Le pedí al taxista que aparcase un poco más adelante. Mi mujer no sabía que pretendía. Me acerqué al oído del taxista y le hice una proposición. Mi mujer le haría un show si no nos cobraba la carrera, y si no aceptaba, le pagaría y le haría el show igualmente. Giro la cabeza para atrás y le echo una mira de inspección a mi mujer. Notó que esta juguetona. Aun así, ella todavía no sabía lo que acababa de proponerle. Obviamente, el taxista accedió, y obviamente eligió la segunda opción; dinero y premio. Me recosté y me acerqué a su oreja izquierda. Ella estaba hundida en el asiento trasero. La susurre la preposición. Giro bruscamente la cabeza hasta que sus ojos se encontraron con los míos. Me dijo que no. Que no quería hacerle un estriptis aun taxista del que no estaba atraída para nada. Se lo propuse como un ejercicio de caridad. Le dije que cuando creía ella que una tía como ella le iba dar tal espectáculo. Se lo pensó y le gustó la idea de servir de ayuda.

Me recosté contra la puerta izquierda para también disfrutar del show. Como dije antes, mi mujer es muy sensual. Cuando hace un estriptis o cuando se masturba delante de mí lo hace con sensualidad innata que da miedo. Hay mujeres que aprenden estas cosas, pero ella lo lleva dentro. Sabe cuánto me pone. Recostada, empieza por bajarse la parte superior del vestido exponiendo sus tetas. Empieza haciendo círculos alrededor de las areolas, continúa estrujándose las tetas, y pasa a lamerlas. Entonces empieza a gemir. Mira directamente a los ojos del taxista mientras gime. Sigue con las tetas un rato y de repente empieza a descalzarse. Empieza entonces a levantar las piernas hasta el borde del asiento, dejándolas completamente abiertas de par en par. Se ve como al abrirse las piernas las babas de sus jugos vaginales cuelgan de lado a lado. ¡Que deleite para la vista de un hombre! Gracias Dios por tu creación perfecta; ¡mi mujer! Se acerca la mano derecha al coño y empieza a remover. Despacito, en círculos, soltando unos cuantos gemidos cada vez que la punta de sus dedos pasa por el clítoris.

El taxista todo cachondo se saca la polla, 13 cm debía ser, y se empieza a masturbar. Al ver que otro hombre está gozando con ella, se excita aún más. Cierra los ojos mientras se adentra en un mundo de placer. Su mano derecha masturbando su coño, la izquierda acariciando sus tetas. Se vuelve a morder el labio. El placer y el morbo que está sintiendo la hacen hacer un gesto con los labios que solo hace cuando está realmente cachonda; que es estrujar los labios hacia adelante como si fuese a dar un beso y vuelta a morderse el labio inferior.

La veo que está punto de llegar al orgasmo y la paro. Lo sé, soy un cabrón. Pero la quiero tan caliente como estaba para mí. La saco bruscamente del paraíso en el que se encontraba y se gira hacia me. La miro y con una mueca le digo que por ahora ya. El taxista había terminado hacía rato. Se vea la baba caerle de la boca. ¡Estaba en shock! Mi mujer con una mirada de picara y de cachonda perdida, le da un beso de despedida con la mano y la ahogo salir. Su falda todavía está por encima de su coño, dándole al taxista un último obsequio de despedida; un vistazo de su culo desnudo.

Bueno chic@s, por ahora he terminado, pero hay más, mucho más. Fueron 7 días en Cuba y este relato es la que hicimos el primero. Si quieren más, ¡díganmelo! Gracias por la atención.

4 comentarios - Luna de miel en Cuba

LucasBom
muyyy bueno....una foto de ella=??
HurinCuesta
Ya me gustaría LucasBom, pero ahora no me deja. Ya convenceré.😉
ellocoamor33
+10 muy bueno
HurinCuesta
Gracias ellocoamor33. Me alegro que te haya gustado nuestra experiencia
maechiquito
Venga, relate las experiencias de los 7 días.
mirandopaso
excelente , re morboso....impresionante tu cambio y ni hablar del de ella , se desato completamente.!!