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Mi timidez y mis tías 13

 
Volví al restaurante justo a la hora de comer, nos sentamos a la mesa, yo pregunté por Raquel, me Volví al restaurante justo a la hora de comer, nos dijeron que este día libraba por la tarde, no les demostré más interés.
Después de comer mi prima Lisa me preguntó si tenía algún plan por la tarde, lógicamente no sabía dónde ir pues el trabajo empezaba por la noche en las cenas, y me fui a acompañarla, me dijo que iba a hacer un recado, pero al pasar dos manzanas me dijo que había quedado con unas amigas y que me querían conocer, a Elena ya la conocía, pero habían dos más que también salían siempre juntas.
Fuimos a una cafetería de moda, había una luz tenue y bastante gente joven para la hora que era, en la mesa del fondo vi a tres chicas, una era morena, le reconocí en seguida era Elena, las otras dos me hicieron un efecto en la vista que tuve que concentrarme en distinguirlas, eran gemelas, pero una con el pelo moreno casi negro y rizado y la otra una melena rubia que le llegaba a los hombros, pensé que sería para distinguirse, pues de cara y tipo parecían iguales por lo menos sentadas.
Lisa me presentó y las chicas me saludaron efusivamente sobre todo Elena, estuvimos hablando de temas intrascendentes hasta que Elena se centró y contó que yo no conocía apenas nada de la comarca y que ella nos había invitado a una excursión a su casa de campo, donde pasamos la tarde, las gemelas casi al unísono, tomaron la idea como suya y dijeron que nos invitaban a su chalet que estaba en una urbanización de lujo a las afueras del pueblo, Lisa también coreó la idea y a mí no me tocó más que consentir.
Lo organizamos para el domingo siguiente que ya no había tanto trabajo en el restaurante, las chicas aunque bastante jóvenes, les calculé los 18 años bastante justos, ya tenían carnet y coche, luego me enteré que su padre tenía un concesionario de coches a la entrada del pueblo.
Cuando pasaron a recogernos Elena había venido andando a por nosotros, estaba con Lisa en su habitación eligiendo indumentaria, las oí cuchichear pero no me atreví a entrar, al bajar me encantaron las dos, iban casi iguales, con unos pantalones cortos y una camisa anudada a la cintura, nos sentamos en una mesa a esperar a Mónica y Andrea, las gemelas, mi madre me miraba y me decía con los ojos que tuviera cuidado, mientras Ricardo me animaba con el dedo pulgar hacia arriba.
Cuando aparcaron el coche las gemelas, Lisa y Elena saltaron como un muelle, me cogieron de la mano y apenas pude despedirme, el coche era bastante grande aunque de dos puertas, Mónica que era la que conducía abrió su puerta y nos dejó subir detrás, Elena se coló primero, mientras que Lisa me dejaba en el medio y luego entraba ella, Andrea al lado de su hermana.
Salimos del pueblo bastante calmados, pero ya fuera cuando enfilamos la carretera Lisa y Elena se desataron las camisas y se sacaron los sujetadores y los echaron en el salpicadero del coche, las cuatro chicas chillaban enardecidas, las gemelas eran las que más gritaban, Andrea se volvió a nosotros y encogiendo los hombros dijo que ella no podía quitarse el sujetador, se levantó la camiseta y nos demostró que no lo llevaba de casa, a su vez le metió la mano bajo el top que llevaba su hermana conduciendo y le apretó la teta para que viéramos que ella tampoco llevaba, siguieron chillando alocadas, yo en el medio tenía a las dos cogidas de los hombros y con las manos caídas les apretaba una teta, sobre todo cuando alguna de las hermanas se volvía hacia atrás.
Andrea me informó que la urbanización estaba pegada a una colina y tenía mucha arboleda, con una fuente cerca y con varios chalets ajardinados como vecinos, también me dijo que sus padres estarían allí ya, yo me quedé un poco frío, me había imaginado otra cosa, pero mi prima me animó…
-       No te preocupes, son una familia fenomenal.
Cuando salimos a un camino callejeamos entre varias cercas que escondían jardines y casa de gran lujo, Mónica pulsó un mando distancia y a lo lejos se abrió lentamente una puerta metálica, entró sin detenerse y se metió dentro de una cochera, era grande aunque solo había otro coche pequeño.
-       Ah! Pues el coche de mi padre no está, habrá ido al concesionario.
Salimos del coche, entonces vi a las gemelas por primera vez de pié, eran altas y delgadas y aunque sin demasiado pecho tenían una cintura estrecha y bastante caderas, la cuatro me rodearon antes de entrar en la casa, se pusieron como un desfile y movieron sus cuerpos para que sus tetas se agitaran bajo de la ropa, parecía que había una riña de gatos en cada una, se burlaron de mí ante la cara de tonto que puse, cuando vi la casa por dentro me quedé sorprendido, estaba amueblada con un gusto exquisito, los mueble, los cuadros, alfombras, todo parecía una casa de gente muy acomodada, no creí que un concesionario en un pueblo diera para tanto, pero luego me lo explicaron.
Al momento Mónica llamó a su madre y una señora aparentemente muy joven salió de la cocina, me presentaron, la señora se mostró muy amable conmigo y colgándose a mi brazo quiso enseñarme la casa, mientras las chicas se fueron corriendo a cambiarse.
La cocina era muy espaciosa, con electrodomésticos de última generación y el resto de la casa estaba en la misma línea, salimos al jardín era inmenso, una cortina de cipreses aislaba del exterior tanto las miradas como los ruidos.
Me acercó a la piscina con forma de oreja que estaba en un ángulo del jardín, el agua llegaba al mismo borde de la pileta y el césped terminaba a pocos centímetros también, el agua era cristalina.
Mientras Elisa me enseñaba las dependencias de dentro me fijé más en ella, debía haber tenido las gemelas siendo muy joven, pues ella apenas les doblaría la edad y le gustaba vestir muy elegante, llevaba una blusa estampada con un gran escote, y una falda larga muy fina hasta los pies, bajo se adivinaba un conjunto de lencería muy escueto, el sujetador negro de encaje guardaba unas tetas seguramente fabulosas y el tanga que apenas se notaba le ensalzaba las nalgas bajo el ligero tejido de la falda.
Al momento bajaron como una tromba las chicas ya con los bikinis puestos, me rodearon y me preguntaron por qué estaba aún así, lo cierto es que no habíamos hablado nada de piscina y no iba preparado, Elisa salió rápidamente en mi defensa y me sacó del atolladero.
-       Tranquilas chicas, Manu no lo había previsto, seguro que no le habíais informado, ahora buscamos solución mientras, vosotras iros a tomar el sol.
Me cogió de la mano, las cuatro alborotadoras corrían hacia la piscina.
-       Como mi marido no está, bueno casi nunca está, siempre metido en el negocio hasta los domingos, te voy a dejar un bañador de los suyos, ni él sabe los que tiene, yo se los compro y ni los estrena.
Entramos en la habitación de matrimonio, era muy espaciosa, un gran ventanal que daba a la piscina, era suntuoso, pero lo que más me llamó la atención es que había dos camas, muy anchas, pero las dos separadas, sobre un mueble la foto de su marido y la de ella con sus hijas.
-       Ah! Mira éste en Juan, mi marido, ya lo conocerás, espero, pues siempre está fuera, es un poco mayor que yo.
Miré con más atención a la foto, no era un poco mayor que Elisa, sino mucho más mayor.
Entramos en un vestidor al lado y del armario correspondiente a su marido descorrió las puertas, en un orden perfecto estaba alineados un montón de trajes y en los cajones toda clase de prendas, de uno de ellos sacó varios bañadores, los había de todos los tipos, desde ceñidos hasta con camal largo tipo bermudas, sacó varios y me los fue poniendo delante de mí para ver el efecto, al final se decidió por uno, volviéndose un poco me dijo.
-       Anda, pruébatelo, no sea que te siente mal.
Me lo dijo de forma que no daba lugar a replica, me daba vergüenza quitarme los pantalones aunque estaba vuelta de espalda, pero lo hice, cuando me los quité los sostuve con una mano hasta que me bajé el bóxer, no sabía donde dejarlos pues no había ni una silla y los dejé en el suelo, la hebilla del cinturón sonó al caer y Elisa se volvió.
-       Oh! Perdona creí que ya te lo había puesto, bueno me vuelvo otra vez.
En efecto lo hizo, pero ya me había visto y bien vista la polla que me colgaba semidura entre las piernas, por el espejo vi como me seguía espiando, me puse el bañador de pié con dificultad. Cuando ya solo me faltaba subirlo por el culo hasta la cintura se volvió otra vez, todavía tenía la polla y los huevos fuera, presionados por la cintura del bañador que los empujaba hacia arriba, ella se abalanzo para ayudarme, en un principio me cogió la cintura del bañador, pero después me agarró la polla con una mano y los huevos con la otra y los sostuvo un momento mirándolos como hipnotizada, luego lentamente me los fue dejando dentro del bañador.
No contenta con eso, pasó la mano por el camal y volviéndome a coger la polla por la punta intentó arreglármela dentro del la redecilla interior, a esas alturas lo que se encontró era mi polla ya dura, desistió en el intento al ver que ya no se amoldaba dentro y optó por sacarla por bajo del camal, le descubrió el glande y mirándome a los ojos le dio dos lamidas, cerré los ojos, cuando los abrí ya tenía el capullo dentro de la boca y casi la mitad del tronco detrás.
Seguramente no le pareció bastante pues se la sacó de la boca y tirando de los camales del bañador me los bajó hasta los tobillos, la polla me saltó casi pegada a mi vientre, ella se elevó hasta alcanzarla y se la metió otra vez, mientras la tragaba y la chupaba se soltó la blusa y siguió chupando, me seguía mirando a los ojos, y yo por debajo de ellos descubrí el minúsculo sujetador sin tirantes que llevaba, el cuerpo bronceado por muchas horas de sol, mi mano bajó por su hombro hasta alcanzar la teta, siguió su contorno hasta pasar bajo el sujetador y forzándolo levemente se deslizó prestándome a mi mano una maravilla coronada por un pezón rosado, todo era del mismo tono de color, el moreno abarcaba toda la piel, no había marca del bikini, ella se inclinó para facilitar que con la otra mano le sacara la otra teta, así lo hice y fui tirando de ellas para que se levantara, cuando estaba de pié a mi altura se soltó la falda, cayó al suelo sin ruido, cuando rodee sus caderas apenas noté el hilo del tanga, ya me disponía a bajárselo cuando desde la piscina su hija Andrea la llamaba,
-       Mamá, ya viene Manu?, ven tú también, porfa!
Me miró con cara de fastidio, me rodeo el cuello con los brazos y pegando su pubis contra mí polla me dio un beso hasta que nos faltó el aire.
Cuando bajé a la piscina las cuatro chicas estaban tumbadas en el césped, al ver el bañador les gustó, Mónica dijo…
-       Muy bien por mi madre, siempre tiene buen gusto, te sienta muy bien.
Al llegar ya se me había bajado la calentura y me tumbé junto a mi prima, pero Andrea se puso al otro lado y me dijo…
-       Manu nos tienes abandonadas, ven con nosotras.
Las cuatro me rodearon, empezaron a tirarse briznas de césped y con la excusa de quitárselo de encima Elena se quitó el sujetador, mi prima le dijo…
-       Elena, ten cuidado que te va a ver alguien.
Mónica le corrigió…
-       No te preocupes, aquí no nos ve nadie, nosotras siempre tomamos el sol sin nada, si vieras a mi madre que es más morena que nosotras, no tiene ni una marca…
Ya, las otras sin más imitaron a Elena, los sujetadores quedaron esparcidos por la hierba, mi prima me quiso poner caliente al ver que me tumbaba boca abajo para disimular la inmediata erección y me retó a que les dijera cuál de ellas tenía las tetas más bonitas, yo sin levantarme les fui dando opiniones más o menos satisfactorias paras todas, una que las tenía más puntiagudas , otra que eran redondas, otras más morenas o más separadas, pero Lisa quería más y me dijo que les dijera cual las tenían más duras, miré a mi prima fulminándola, ella se reía burlonamente.
Me tuve que sentar, cuando me levanté se descubrió el bulto que el bañador, ya no podía disimular, Elena se puso voluntaria la primera, se sentó frente a mi ofreciéndome sus tetas para que las calificara, las cogí desde abajo hacia arriba hasta apretarle los pezones, ella con los ojos cerrados suspiraba silenciosamente, mi prima se puso la siguiente, su táctica fue diferente, se mojó con saliva los pezones, se los puso duros y se puso frente a mí, cuando le cogí las tetas se los pellizqué en venganza, ella gimió primero de dolor y luego de gusto, esto animó a las gemelas que se disputaron el siguiente puesto, a mi me era igual porque las tenían duras como melones las dos, a Mónica las recogí desde los lados hacia el centro juntándole los pezones en una sola mano y a Andrea se las separé apretándolas hacia arriba todo lo que pude.
Lisa ya no pudo esperar más y saltando sobre mí gritaba…
-       Mira como se ha puesto Manu, como tiene la polla, no le cabe en el bañador, vamos a liberarla.
Las otras le siguieron, en un momento el bañador desapareció por mis tobillos y mi polla apuntando al cielo azul, ellas se miraron y sin hablar se pusieron de acuerdo.
-       Quien será la primera?
Elena, la más lanzada se preparó, pero mi prima la apartó diciendo que era mi prima, y Mónica dijo que ella era la anfitriona, pero Andrea mientras discutían se sentó sobre mí y se metió la polla en el coño ladeándose la braguita.
-       Pero la idea de venir ha sido mía, yo la primera.
Las demás se quedaron sorprendidas por la rápida reacción de Andrea y se echaron a reír.
Se sentaron en corro, mientras miraban como mi polla entraba y salía en Andrea al compás de sus saltos, se acariciaban los pezones.
Cuando se hartaron de esperar, Mónica se quitó las bragas y apartando a su hermana ocupó su puesto, estaba un poco seca aún pero como yo estaba lubricado por Andrea casi no lo notó.
Elena y mi prima esperaban ansiosas con las bragas quitadas, Elena fue la siguiente en subirse sobre mí, sus saltos eran muy peligrosos ya para mí y mi prima lo notó, con un empujón la quitó y se subió, lo hizo suavemente y cuando le entró la polla yo podía contar los pliegues de su vagina, apenas se movió pero con sus músculos me hacía como una paja vaginal, eso me hizo reponerme y aguantar más sin correrme, no sé a que gemela se le ocurrió la idea, pero quisieron jugar a la ruleta rusa o eso me pareció a mí, se sentaban sobre mi y tenían que metérsela seis veces y salir, luego la otra y la otra, todas saltaban y se la clavaban seis veces, el premio era dentro de quien me iba a correr, yo estaba ya muy apurado, los huevos me hervían de leche, no quería saber a quién llenaría y me tapé los ojos, pero el juego se interrumpió al oírse la llamada de Elisa desde la casa.
-       Vamos chicos, venir ya, la comida está lista, no tardéis ni un minuto!
Las chicas contrariadas se levantaron y poniéndose los bikinis se dirigieron a la casa, yo con la polla roja y dura me tapé con el bañador y fui tras ellas, cuando entré en la casa Elisa me cogió del brazo…
-       Un momento jovencito, tú no puedes seguir así, acompáñame.
Me llevó a una habitación pequeña, se tumbó en la cama y se quitó las bragas, era la primera vez que veía un coño con unos labios tan desarrollados, cubrían toda la entrada de la vagina, abrió las piernas separándolas con sus manos cogidas de sus tobillos.
-       Métela aquí y córrete a gusto, os he estado mirando desde el principio y he visto como se divertían a tu costa, me habría gustado ver a quien llenabas de leche, pero dos de ellas son mis hijas y no quiero arriesgarme a tener nietos tan joven, así es que mi coño es tuyo, fóllame hasta correrte.
No me costó mucho esfuerzo, mis espermatozoides estaban alerta y cuando entré se alegraron, aún hice un esfuerzo y pensando en otras cosas pude aguantar unos minutos más pero al final me dejé caer sobre ella, apreté a fondo y bombeé leche hasta vaciarme, quise quedarme sobre ella pero se dio la vuelta y cogiéndome la polla se la metió en la boca y dijo con dificultad…
-       Es una pena que se pierda esta leche tan joven, no te voy a dejar nada dentro.
Me estuvo chupando con ardor, no me dejó que la polla descansara, su lengua hizo que siguiera dura hasta que con las manos cogidas a sus tetas me volví a correr en la boca, ella cerro los labios alrededor de mi polla y no dejó salir ni una gota, por la garganta se notaba como iba tragando sin parar, cuando estuve vacio la lamió y se aseguró de que estaba brillante otra vez, luego me dio un cachete en el culo y dijo…
-       Y ahora vamos a comer.
Nada más empezar a comer vino Juan, el padre de las gemelas, lo cierto es que si, que era mucho más mayor que Elisa, y eso que la foto lo disimulaba, pero se veía jovial y después de presentarme, se sentó al lado de Elisa, me estuvo preguntando de todo, estudios, mi familia etc., se alegró al saber que era sobrino de Julia, el era un cliente asiduo del restaurante y la conocía bien, ya terminamos tarde de comer, las chicas habrían querido seguir con el jueguecito del jardín pero Juan no se separaba de nosotros, al final se rindieron y decidieron volver al pueblo.
Por el camino casi no hablábamos, el plan les había salido regular, pero de momento Mónica dio un volantazo y se adentró por un camino de tierra, al final había una mansión antigua, ahora abandonada, una gran verja cerraba el paso pero dos grandes sauces colgaban sus ramas sobre el camino.
Con gran habilidad aparcó el coche entre los dos grandes árboles, las ramas caían hasta el suelo y con la poca brisa que había apenas se movían, parecían grandes cortinas vegetales.
Mónica apenas apago el motor salió y plegando el asiento se sentó con nosotros tres, estábamos bastante apretados, pero con un poco de dificultad se bajó los pantalones y dijo…
-       Manu yo no me voy a casa sin que me comas el coño.
Las otras tres chicas inmediatamente la imitaron, las cuatro se quedaron sin bragas con los coños al aire y esperando su turno, me levanté y Andrea también se pasó al asiento de detrás ocupando mi sitio, yo adelanté al máximo los asientos delanteros y los plegué hacia delante y me acomodé como pude frente a los cuatro coños.
Mónica exigió ser la primera, bajó el cristal de la ventanilla y sacó una pierna, la otra la dejó sobre las otras chicas, aun en la estrechez, mi cabeza cabía perfectamente entre los muslos de Mónica, con mis manos en sus tetas le pegué la boca desde una ingle a la otra, ella se contorneaba buscando mi lengua pero yo la evitaba, la chica levantaba el culo casi un palmo del asiento ofreciéndome sus labios hasta que le lamí toda la raja de abajo arriba, al tocarle el clítoris se dejo caer en el asiento y ya solo se movió cuando entre suspiros y sollozos se corrió en mi boca, tan sensible tenía el clítoris que cerró la piernas dándose por vencida y satisfecha, me pasé a la siguiente, era Elena, ella ya me conocía y se dejó hacer, estaba entregada desde el primer momento, mis dedos no le tocaron las tetas, pero entraron en su coño mientras mi lengua le lamía el botón brillante, primero fue uno y lo acusó, al segundo lo agradeció, al tercero ya se removía gimiendo y cuando el cuarto lo metí por el ya lubricado ano empezó a gritar descontrolada, no se le entendía pero estalló abrazando a sus amigas, mis dedos no la abandonaron hasta que casi se durmió.
Aun no había acabado con Elena cuando Andrea ya se había puerto en la postura, una pierna en las chicas de su derecha y otra en la de su izquierda, los brazos cogiéndose en el reposacabezas del asiento y desnuda completamente, se había quitado la ropa para sentir todo el placer que pudiera darle, le bese desde los tobillos hasta las ingles, luego inesperadamente para ella le succioné las tetas, los pezones le dolían pero ella seguía pidiendo más y más, cuando le mordía las tetas mi polla se paseaba por sus labios abiertos de par en par, pero no se la metí ella gritaba, me insultaba, pero cuando tuvo el orgasmo se dejó caer plegada en el asiento.
Lisa estaba callada con los ojos muy abiertos viendo a sus amigas, otras veces tan peleonas y ahora agotadas, cuando llegué frente a ella cerró los ojos como dándome libertad total, ya empezaba a conocerme, le reservaba un trato especial, le pasé las manos por las tetas, ella mirando al techo se concentraba en sentir mi tacto, dediqué un buen rato a cada una de las tetas, tanto los globos como los pezones estaban duros de excitación, bajé por su estomago hasta el pubis, mi lengua lo recorrió por entero hasta entrar en el canal de sus labios, milímetro a milímetro fui vibrando con la lengua todos sus pliegues como la cola de una serpiente cascabel, Lisa apretaba las manos y la boca, no quería chillar ni gemir, al pasar por el clítoris casi estuvo a punto de romper su propósito, solo abrió la boca como si le faltara aire, al llegar a la vagina y abrirle los labios oscuros y meter la lengua lo más que podía sentí en ella como me aprisionaba con sus músculos para absorberla hacia dentro, con la lengua empapada de saliva y jugos, le unté el agujero rugoso y moreno, estaba palpitante y se abría y cerraba como una flor, volvía subir a sus tetas y mi polla se presiono en su culo, a la vez que le mordía un pezón le pellizcaba el otro y le metía el glande en el culo, quiso gritar pero no le salió ningún sonido, solo me abrazo la cabeza y me dijo…
-       Que cabrón eres Manu, pero no se te ocurra sacármela ahora, métela hasta dentro aunque me partas el culo.
No le hice caso del todo, se la fui metiendo pero lentamente y sin parar hasta que hice tome en sus nalgas, Mónica ya se había repuesto y nos miraba embelesada, se asomaba a las nalgas de Lisa sin creer lo que estaba viendo, zarandeó a Andrea que ya volvía a ser persona para que lo viera también, Elena empezó a moverse y se unió al espectáculo, Lisa, no les prestaba atención, cuando empezó su agonía orgásmica se cogió a las manos de sus amigas, apenas se las podían sujetar, cuando se calmo les dijo…
-       No sabéis lo que os habéis perdido, estoy en el cielo.
Cuando saqué la polla del culo de Lisa, aún salió un reguerito de semen, Elisa no me había vaciado del todo.
Cuando llegamos a casa Lisa con cogida de mi brazo subimos al piso, me contó sentada en su cama… 
-       Juan es uno de los hombres más ricos de la                                zona y siempre había vivido de rentas, tuvo una secretaria monísima, Elisa, no se sabe quien empezaría primero de los dos, pero el caso es que la preño con 18 años, se casaron, vinieron las gemelas y Elisa vivió como una reina, Juan que no le gusta ese ambiente, montó el concesionario de coches para tener un motivo para no ver ciertas cosas de Elisa, se comentaba que le gustaba mucho las pollas juveniles, tú no le habrás echado un polvo verdad?
-       No, ha sido ella quien me ha follado y no una sino dos veces.
-       Joder Manu, eres incorregibles.
Me encogí de hombros con cara de bobo.                        
Continuará

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