El primer trio de Mica (real)

La primera vez que la vi estaba apoyada en la barra de un bar enPalermo, de espaldas a mí, que estaba en una mesa. Pelo rubio, largo,una remerita negra que dejaba adivinar una cintura minúscula, y un jeanque parecía tatuado a ese culo perfecto. Hablaba con el barman. No séque le decía ni me importaba. Lo único que me importaba en ese momentoera su sonrisa. Hermosa. Impactante. Absolutamente deseable. Estabaidiotizado mirándola cuando sentí que alguien se sentaba en la sillavacía que quedaba en mi mesa.

-Linda rubia no? -me dijo.
-Hermosa... y vos sos... -contesté.
-El novio -devolvió mirándome a los ojos.
-Disculpá, no te vi con ella, no quise faltarte el respeto -dije sinceramente.
-Todo bien, soy Nacho, un gusto -me sorprendió.
-Esteban, el gusto es mío - solté mientras le daba la mano.

En pocas palabras me explicó la situación. Hacía rato venían madurando lafantasía de incluir un tercero en su cama. Tras varios intentosfallidos, esa noche estaban en ese bar con ganas de por fin cumplirla.Por eso Mica (así me dijo Nacho que se llamaba) estaba sola en la barra, para que la encaren.

-Sos grandote, cuánto medís? -me preguntó.
-1,90 -respondí con orgullo.
-Edad? -replicó.
-37 -dije sospechando que era mucho para ella.
-Mica tiene 24 y yo 26 - me dijo - Tenés el perfil de hombre que le gusta a ella. Ahora anda y ganatela. Ella es quien decide.

No necesité más incentivo. Encaré para la barra. Me presenté y la invité a tomar un champan. Vi de reojo que Mica miraba a Nacho, quien asintiócon la cabeza levemente. Una hora de charla y varias copas después Nacho se unía a nosotros en la barra.

-Molesto si me uno? -dijo con una gran sonrisa.
-Al contrario -contesté - Te estábamos por llamar.

Transcurrió otra hora y perdí la cuenta de las copas que tomamos. Todo era risas ybuena onda entre los tres. Muy buena onda. Las frases calientes y eldoble sentido no se hicieron esperar. Si bien yo era mayor y me sentíaen el rol de tomar la iniciativa en todo momento, ellos eran muy maduros e inteligentes. Les propuse llevar la fiesta a un lugar más tranquilo.Les di espacio para que hablaran entre ellos. A los pocos minutosvolvieron. Sonreían pero pude notar que estaban algo nerviosos.

-Nos caes muy bien -me confió Nacho - Vamos a ir a un telo aca cerca, peronos tenes que prometer que vamos a llegar hasta donde Mica quierallegar.
-Olvidate -lo tranquilicé- Soy un caballero, y la dama siempre es la que decide.

Dejé mi auto y fui en el de ellos. Nacho manejaba y nos "aconsejó" a Mica y a mí que vayamos en el asiento de atrás para irnos conociendo mejor. Ledije a Mica que era hermosa, que se relajara, que yo la iba a cuidar yque todo iba a salir perfecto. Ella me susurró algo al oído mientras yoempezaba a besarle muy despacio el cuello. El grado de alcohol en sangre sumado a su exquisito perfume hicieron que se me pare la pija alinstante. Llegué sin demora a su boca. Sus labios eran carnosos. Losmordí delicadamente. Su lengua y la mía se trenzaron en un caliente yapasionado beso. Con una mano la sostenía de la nuca, para comerle bienla boca, mientras que con la otra empecé a recorrer su cuerpo,manoseándola por encima de la ropa. Las tetas, la cola, sus largaspiernas. Hasta que llegue a su entrepierna y empecé a frotar su jean.Ella emitía pequeños gemiditos y arqueaba su espalda con cada roce de mi mano. Pude ver como los ojos de Nacho disfrutaban el espectáculo desdeel espejo retrovisor.
Llegamos al telo. Entré a Mica de la mano y la llevé hasta los pies de la cama. Nacho cerró la puerta y se quedóparado en la penumbra, sin emitir sonido. Me senté en la cama, con Micaparada delante mío. Le saque la remerita y el corpiño. Ante mis ojosquedaron paradas dos tetas majestuosas, increíbles. Sin demora comencé a besarlas, a recorrerlas con mi lengua. Tenía unos pezones preciosos,rosaditos, riquísimos. Se los lamí y bese con locura. Pude sentir comose ponían duros en mi boca. Sin dejar de chuparle las tetas ledesabroché el jean y se lo saqué. Ver que la tanguita de algodón blancaque traía puesta estaba completamente empapada hizo que la pija me duela de dura contra mi pantalón. La puse en cuatro en la cama y me arrodillé detrás. Besé y lamí cada cm de su cola perfecta y de su conchitacaliente con la tanga puesta. Sus gemidos se intensificaron y yo estabapor explotar de calentura. Finalmente le bajé la tanga. Mi lengua buscoel agujerito de su cola y se lo chupé sin miramientos. Lo besé pararelajarlo y se lo cogí con mi lengua. Acto seguido le comí la concha.Lamí todos sus jugos y me concentré en su clítoris, dibujando círculoscon mi lengua, sintiendo como se le paraba ante cada estímulo. Mientrasme sacaba la ropa invité a Nacho a unírsenos. No se movió de dondeestaba.

-Ahora vas a ser una nena obediente y me vas a chuparbien la pija - le dije a Mica al oído con la suficiente fuerza como para que Nacho escuchara.

Mica me lamió la verga con mucha cancha.Se metía la cabeza entera en la boca mientras me pajeaba suavemente eltronco. Después pasaba su lengua desde los huevos hasta la cabeza, sindejar de pajearme, poniéndome la pija bien gorda y dura. Por fin se nosunió Nacho. Se arrodillo completamente desnudo al lado mío, y le puso la pija en la boca a Mica, que ahora tenía dos vergas para alternar en sulengua. Después de unos minutos de esa hermosa doble mamada, dejé que lo chupara bien a su hombre, y yo volví a su entrepierna, a finalizar loque había empezado. La puse de espaldas en la cama, le separé bien laspiernas y le chupé la concha de manera descontrolada. Le lamí elclítoris y se lo masturbe con dos dedos en círculos mientras ella seguía chupándole desaforadamente la pija a Nacho. Sentí como todo su cuerpoempezó a temblar y tener pequeños espasmos hasta que finalmente acabó en mi boca. Mientras me ponía el forro, Mica y Nacho se besaron muyapasionadamente. Les pedí que no pararan de transarse, me calentabamucho. Le separé bien las piernas a Mica, que apuntaban al espejo deltecho de la habitación, y me hundí en ella. Su concha completamenteempapada recibía maravillosamente bien cada una de las embestidas de mipija durísima de calentura y leche. La cabalgué muy fuerte y profundohasta que toda mi calentura explotó dentro de ella.

- Sos realmente hermosa - fue todo lo que pude decirle mientras iba a ducharme.

Tardé más de la cuenta en la ducha para darles su espacio, su tiempo solos.Cuando volví a la cama estaban abrazados y sonriendo los dos. Hablamospoco y nos reímos mucho. Y casi sin darnos cuenta volvimos a besarnos yacariciarnos suavemente... pero esa... esa es otra historia.