La escena mas soñada y más esperada por ellos. Ellos que buscan su primer encuentro fogoso donde la imaginación estuvo volando durante mucho tiempo…
Él, deseando por mucho el cuerpo de esa hermosa mujer, pensando todo el tiempo en besar cada centímetro de ella, desde la boca hasta sus piernas.
Ella, siempre soñando desde el día en que se conocieron, con sentir sus manos sobre su cuerpo; su piel, cálida y suave sentía la necesidad de tenerlo cerca…
Ambos imaginaban cómo sería rozar sus cuerpos sintiendo que la ropa empieza a ser un peso y que de a poco ese peso disminuye sacando sus prendas levemente el uno al otro hasta llegar al momento en que sus deseos cobren vida.
Ese encuentro llegó el día menos esperado. Una noche después de mucho trabajo en el bar donde Camila era la encargada del local y Rodrigo, el barman. Luego de tantas miradas provocadoras, llenas de deseo y pasión, que con solo verse se desnudaban.
Rodrigo sabía que hoy podía ser su oportunidad, su jefe le había dicho a Camila que se quedara haciendo los números de la caja de esa noche, y como buen caballero que era, iba a esperar a que todos se vayan para ayudarla a cerrar la persiana.
Camila también estaba ansiosa, sabia que cuando Rodrigo se ofreció a ayudarla no fue por simple caballerosidad, la tensión sexual entre ellos se notaba desde lejos, tenían un encuentro pendiente.
El día de trabajo había terminado, solo restaba acomodar unas mesas y cerrar el local. Camila le pidió ayuda para mover una que se encontraba en el rincón, cuando él se acercó notó que solo colocandose detras de ella podría ayudarla a tirar de la mesa que estaba encerrada entre los demás muebles, sin saber bien qué hacer se colocó detrás de Camila casi sin tocarla, pero para su sorpres ella se acerco bien apoyando su cola, que solo estaba cubierta por la fina capa de tela de su vestido, sobre su jeans y girando el rostro lo miró con una mirada sensual que daba a entender todo lo que ella quería que sucediera esa noche. Rodrigo se dejó llevar y la agarró fuertemente de la cintura, apoyando con más intensidad sus cuerpos, besando de manera muy fogoza su cuello, y Camila desmostrandole que quería más, movió su cabello hacia un lado dejando su piel al descubierto mientras gemía levemente en respuesta a esos besos tan esperados. Él tímidamente la seguía agarrando de la cintura, pero ella tomó las riendas, se giró completamente y guió las manos de rodrigo hacia sus pechos, diciéndole de manera seductora, mientras lo miraba a los ojos: -como me gustas rodrigo, te deseo tanto, quiero sentirte dentro mio-
Camila metió sus manos por dentro de la camisa del barman, que ya se la había desabrochado y tiró de ella para poder sentir todo el calor de su torso sobre sí. Rodrigo bajó los breteles de su vestido haciendo que queden sus senos totalmente desnudos, los miro y empezo a besar sus pezones que ya estaban duros, disfrutando a cada beso la textura de esos pechos que tanto había anhelado.
Con cada caricia ella se sentía en las nubes y lo demostraba en los gemidos que resonaban en el bar. Él no aguantó más y se saco lo poco que tenía puesto, quedando su erección totalmente al descubierto. La sentó sobre la mesa del bar, subió su vestido, y como lo sospechaba ella no llevaba ropa interior, abrió sus piernas suavemente y empezó a penetrarla muy lento, al ver el rostro de placer que le provocaba, se excitaba cada vez más, lo que lo alentaba a tocar y besar sus pechos con más vigor al momento que la iba penetrando. Los gemidos de Camila se escuchaban más y más fuertes, ambos se encontraban extasiados porque el momento que tanto habian imaginado por fin había llegado, y era mucho más excitante de lo que hubieran podido pensar.
La encargada quería su momento de dominar, lo tenía todo para ella y no lo iba a desaprovechar, lo llevó a una silla y sin pensarlo se sentó encima de él y empezó a moverse más y más rápido sobre su pene, mientras él no se quedaba atrás y la agarraba con lujuria de su culo, siguiendo el movimiento de ella, estaban los dos desenfrenados. Camila agarrándose del cuello de él, se tira levemente para atrás sintiendo aún más profunda cada penetración, dejándole otra vez sus pechos a disposición de Rodrigo, que sin pensarlo, se tiró con su boca sobre su pezón mordiéndoselo muy despacio haciéndola gemir. Los gemidos resonaban en todo el salon.
La encargada ya sin ningún descuido ni vergüenza diciéndolo en voz alta entre el placer y el desenfreno: - mmm si asi rodrigo dale termina por favor-
Sin titubear la levanta, la acuesta en el piso, se pone encima de ella y empieza sin pausa a penetrarla con vigor, subiendo la pierna derecha de ella sobre su hombro, su vagina muy humeda hacia que entre y salga como él quería, el sonido de esa humedad se escuchaba casi tanto como sus gemidos.
La excitación de ambos había llegado al punto culmine donde sin esperarlo acabaron a la vez, unidos en un placer absoluto.
Él, deseando por mucho el cuerpo de esa hermosa mujer, pensando todo el tiempo en besar cada centímetro de ella, desde la boca hasta sus piernas.
Ella, siempre soñando desde el día en que se conocieron, con sentir sus manos sobre su cuerpo; su piel, cálida y suave sentía la necesidad de tenerlo cerca…
Ambos imaginaban cómo sería rozar sus cuerpos sintiendo que la ropa empieza a ser un peso y que de a poco ese peso disminuye sacando sus prendas levemente el uno al otro hasta llegar al momento en que sus deseos cobren vida.
Ese encuentro llegó el día menos esperado. Una noche después de mucho trabajo en el bar donde Camila era la encargada del local y Rodrigo, el barman. Luego de tantas miradas provocadoras, llenas de deseo y pasión, que con solo verse se desnudaban.
Rodrigo sabía que hoy podía ser su oportunidad, su jefe le había dicho a Camila que se quedara haciendo los números de la caja de esa noche, y como buen caballero que era, iba a esperar a que todos se vayan para ayudarla a cerrar la persiana.
Camila también estaba ansiosa, sabia que cuando Rodrigo se ofreció a ayudarla no fue por simple caballerosidad, la tensión sexual entre ellos se notaba desde lejos, tenían un encuentro pendiente.
El día de trabajo había terminado, solo restaba acomodar unas mesas y cerrar el local. Camila le pidió ayuda para mover una que se encontraba en el rincón, cuando él se acercó notó que solo colocandose detras de ella podría ayudarla a tirar de la mesa que estaba encerrada entre los demás muebles, sin saber bien qué hacer se colocó detrás de Camila casi sin tocarla, pero para su sorpres ella se acerco bien apoyando su cola, que solo estaba cubierta por la fina capa de tela de su vestido, sobre su jeans y girando el rostro lo miró con una mirada sensual que daba a entender todo lo que ella quería que sucediera esa noche. Rodrigo se dejó llevar y la agarró fuertemente de la cintura, apoyando con más intensidad sus cuerpos, besando de manera muy fogoza su cuello, y Camila desmostrandole que quería más, movió su cabello hacia un lado dejando su piel al descubierto mientras gemía levemente en respuesta a esos besos tan esperados. Él tímidamente la seguía agarrando de la cintura, pero ella tomó las riendas, se giró completamente y guió las manos de rodrigo hacia sus pechos, diciéndole de manera seductora, mientras lo miraba a los ojos: -como me gustas rodrigo, te deseo tanto, quiero sentirte dentro mio-
Camila metió sus manos por dentro de la camisa del barman, que ya se la había desabrochado y tiró de ella para poder sentir todo el calor de su torso sobre sí. Rodrigo bajó los breteles de su vestido haciendo que queden sus senos totalmente desnudos, los miro y empezo a besar sus pezones que ya estaban duros, disfrutando a cada beso la textura de esos pechos que tanto había anhelado.
Con cada caricia ella se sentía en las nubes y lo demostraba en los gemidos que resonaban en el bar. Él no aguantó más y se saco lo poco que tenía puesto, quedando su erección totalmente al descubierto. La sentó sobre la mesa del bar, subió su vestido, y como lo sospechaba ella no llevaba ropa interior, abrió sus piernas suavemente y empezó a penetrarla muy lento, al ver el rostro de placer que le provocaba, se excitaba cada vez más, lo que lo alentaba a tocar y besar sus pechos con más vigor al momento que la iba penetrando. Los gemidos de Camila se escuchaban más y más fuertes, ambos se encontraban extasiados porque el momento que tanto habian imaginado por fin había llegado, y era mucho más excitante de lo que hubieran podido pensar.
La encargada quería su momento de dominar, lo tenía todo para ella y no lo iba a desaprovechar, lo llevó a una silla y sin pensarlo se sentó encima de él y empezó a moverse más y más rápido sobre su pene, mientras él no se quedaba atrás y la agarraba con lujuria de su culo, siguiendo el movimiento de ella, estaban los dos desenfrenados. Camila agarrándose del cuello de él, se tira levemente para atrás sintiendo aún más profunda cada penetración, dejándole otra vez sus pechos a disposición de Rodrigo, que sin pensarlo, se tiró con su boca sobre su pezón mordiéndoselo muy despacio haciéndola gemir. Los gemidos resonaban en todo el salon.
La encargada ya sin ningún descuido ni vergüenza diciéndolo en voz alta entre el placer y el desenfreno: - mmm si asi rodrigo dale termina por favor-
Sin titubear la levanta, la acuesta en el piso, se pone encima de ella y empieza sin pausa a penetrarla con vigor, subiendo la pierna derecha de ella sobre su hombro, su vagina muy humeda hacia que entre y salga como él quería, el sonido de esa humedad se escuchaba casi tanto como sus gemidos.
La excitación de ambos había llegado al punto culmine donde sin esperarlo acabaron a la vez, unidos en un placer absoluto.
5 comentarios - La noche más esperada