Les traigo la segunda parte del Fanfiction: La Lujuria de Hermione:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3144848/Fanfiction-de-Harry-Potter-La-lujuria-de-Hermione-Granger.html.
Aclaración: Todos los personajes son mayores de 18 años, y esta historia no respeta ni el canon de los libros y/o películas. Sucede en una versión alternativa.
Por último, les dejo algunas imágenes fake de las protagonistas de esta entrega, Hermione Granger y de Ginny Weasley, que hará una pequeña pero intensa aparicón para quienes llegan al final 😉 Como dije antes, espero que fans de la saga y casuales amantes de los relatos morbosos lo encuentren atractivo. Que disfruten! ;)
Ese año el Hogwarts era un total hervidero con todo el asunto del heredero de Slytherin. Hermione y Harry casi no tenían tiempo de llevar a cabo la deuda pendiente. Habían encontrado a Colin Creevey paralizado como una estatua, de la misma forma que encontraron a la Señora Filch lo que tenía a cada profesor alerta y alumno horrorizado. También se corrió el acontecimiento de Harry hablando parsel en su duelo con Malfoy, por lo que las cabezas de los jóvenes estaban convulsionadas. El hecho de que muchos pensaran que era el “Heredero de Slytherin” no ayudaba en nada a tener un año en paz.
- No puedo concentrarme, esto es bastante avanzado ¿Qué demonios es un Erkling? No dicen como son y no encuentro nada que pueda moverse por las paredes. – Expresó Harry, tan frustrado como agotado de leer en libros antiguos sobre criaturas mágicas en la biblioteca del 4to piso, a la luz de un candelabro.- Ni siquiera mencionan una cámara de los secretos, o a Hogwarts, así que no encontraremos nada relacionado.
- Estos volúmenes son avanzados Harry, no tienen Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos, lamentablemente. Y no creo lo mismo, basta con encontrar una criatura capaz de paralizar, de dejar como estatua y moverse silenciosa, sin dejar rastro.- Contestó Hermione. Por su parte, Ron estaba con Ginny dado que recibió una carta que pedía, expresamente, que la cuide (se comportaba raro)
Quizás por ser su primer año, quizás por el terror de los ataques, quizás Hogwarts no era lo que esperaba, pero Ginny estaba peor que nunca y Ron, debido a su culpabilidad destruyendo el auto familiar, pasaba tiempo con ella para que se sintiera mejor.
- Claro, entiendo.- Dijo sarcástico Harry cerrando su libro.- De todas formas es hora de irse, Madame Pince nos está observando cada vez más seguido.
- Es verdad, Harry, faltan pocos minutos para las 8.- Su amiga lo observó a los ojos y tomó su mano, algo muy inusual.- Descubriremos de qué se trata, deja de preocuparte. Solo debemos encontrar un libro de nuestro nivel.
- Para mí nivel. Tú no tienes problemas con ningún libro, soy yo el que no está a tu nivel.- La elogió Harry. Al momento su amiga también cerró sus libros y le dedicó una mirada extraña.
Madame Pince se les acercó diciendo que era hora de cerrar, por lo tanto cargaron los libros y se dispusieron a llevarlos a su estante. Hermione le dio todos los libros a Harry, que apenas pudo sostenerlos, y movió la escalera deslizante para llevarlos a los estantes correspondientes.
- Alcánzamelos de a uno…- Harry, obediente le alcanzó el libro y quedo maravillado con el paisaje. Es que su amiga estaba más hermosa y exuberante que nunca.
Había dejado su túnica en el perchero, por lo que desde abajo, Harry se deleitaba con su minúscula pollera, que en definitiva, le revelaba el trasero, cada vez más redondeado y prominente, un trasero que con la túnica reglamentaria pasó desapercibido y que jamás nadie hubiera pensado que cubría con una pequeña braguita con volados.
- Harry… ¡El otro!- Le pidió sin poder contener una risita, obviamente había notado las miradas lascivas.
La muchacha se tomaba su tiempo, relojeando desde lo alto la mirada obnubilada de su amigo.
- Harry, sostén la escalera, está un poco floja.
- Sí, claro.- Aceptó, poniéndose totalmente debajo de su amiga, con su pollera a unos cincuenta centímetros por sobre la altura de su frente.- Creo que ese va más alto.- Mintió, notando que su bombacha tenía los colores de Gryffindor.
- Si tú lo dices…- Y subió dos escalones más, e incluso se sostuvo con una sola pierna para hacer equilibrio en un borde, estrategia sin igual para revelar sus curvas más ocultas.- No, te equivocaste, estaba abajo.- Bajó sacando esa cola hipnótica, parándola a propósito, sabiendo que su amigo no le sacaba la mirada de ella. Harry se quedó quieto y Hermione, mientras bajaba, lo rozaba con sus posaderas incluso en la entrepierna.
Fue una acción erótica de pocos minutos, aunque para el hombre se sintió de veinte. Al parecer para la bibliotecaria también.
- Si ya acomodaron los libros pueden retirarse.- Los primoreó Madame Pince, marchándose a “echar” a otros grupos de alumnos en diferentes secciones.
Hermione bajo de frente, quedando entrelazada en los brazos de su amigo, y muy risueña, se acercó su oído.
- No creas que no sé lo que te pasa, Harry. Sé porque no te puedes concentrar, y es por mí.
- ¿Por ti?- Expresó consternado, casi llamando la atención de la bibliotecaria. No esperaba discutir de eso en la biblioteca, creía al asunto olvidado.- ¿Qué quieres decir?
La joven no retiraba la sonrisa picarona mientras iban rumbo a sus asientos, a recoger sus cosas.
- Estás nervioso por “mi deuda” Hace días que no tenemos un tiempo solos, ni intentaste llegar a mí, tampoco lo mencionaste, no hace falta ser inteligente, creo que tienes miedo. Que te acobardaste.
- ¿Qué? Nada de eso, es que están pasando cosas, demasiadas cosas, Hermione. Además ¿Crees que puedo obligarte a hacer algo que no quieras? Pensé que habías preferido ignorarlo, olvidarlo.
- Estás equivocado, siempre espere el momento, pero no tocaste el tema.
- ¿Sigues viéndote con Gilderoy?- Susurró, sin saber porqué preguntó eso, después de todo, no le incumbía.
- No quiero hablar de Gilderoy ¿Ese era el problema? ¿No quieres compartirme?
Tenía buenos motivos para no hablar de Gilderoy Lockarth. Las cosas se tornaron tal como había pensado que se tornarían, cuando descubrió a su profesor predilecto, a la hora acordada en su despacho, con Levander Brown, que le había ganado de mano, emergiendo con semen en sus labios de debajo de su escritorio, dedicándole un gesto burlón al limpiarse la leche de sus labios con la lengua.
- ¿Se te perdió un libro Hermione?
- Oh, Hermione, hola, lo siento… es qué, olvide, quiero decir… - Expresó nervioso. Estaba despeinado, con labial por todo el rostro y en el pecho desnudo. Hacía tiempo que Levander estaba allí. – Es que pensé que ambas… ya sabes.
Para la orgullosa amiga de Harry Potter había sido una imprudente selección de palabras. La furia se plasmó en su rostro, dio media vuelta y se fue. Tras eso, no volvió a visitar a su profesor, ignorando sus continuas cartas, sus indirectas en clase. No volvió a defenderlo, ni a hacerle ojitos o vestirse para él en clase. No había vuelta atrás, no era una ramera cualquiera como para ser reemplazada de esa forma.
- ¡No es eso! Es que creí que si seguías viéndote con él no tendías tiempo para… tú sabes.
- Nunca di a entender nada de eso, amigo.- Le remató cortante y tenía razón. Era lógico que él tuviera algo de iniciativa y no debía echar por tierra su oportunidad de intimar por sus dudas. La discusión continuaba con cada vez menos sentido y estaban llegando a la puerta cuando Harry vio una chance de zanjar ese asunto y dejar a su amiga cumplir con su “pago” de una vez para todas.
Sin pensarlo, sin escuchar lo que su amiga le decía, sacó su capa de invisibilidad oculta e su mochila, y antes de que Madame Pince llegue a junto a ellos, la tomó del brazo y se cubrieron bajo una de las ventanas, tras una mesa. Hermione quedó sobre él, bien apoyada sobre su entrepierna de frente y no entendía bien lo que ocurría. Harry puso un dedo en sus labios.
- Si es lo que quieres, lo tendrás.- Le susurró al oído, mientras la bibliotecaria emergía de atrás de un estante y se acercaba peligrosamente. Algo andaba mal, quizás se veía un pie…
- Estos insolentes, siempre olvidan las velas.- Soplando el candelabro sobre la mesa.- Aunque esa castaña, mmmm que culo. Me hubiera gustado verla irse.
Ambos se taparon las bocas para silenciar sus carcajadas, sorprendidísimos de ese comentario de últimos segundo de la mujer pronta a cerrar todo y retirarse. Eran las ocho y cinco.
- Quien lo diría, Madame Pine es lesbiana…- Dijo muy cerca de sus labios Hermione, una vez que la enorme biblioteca quedó a oscuras, sin una vela encendida y su puerta principal cerrada.- ¿Has pensado como saldremos de aquí? ¿O qué haremos si empiezan a buscarnos? ¿Y si nos expulsan?
- Para nada, solo pensé en una cosa.
Harry retiró la capa de invisibilidad y notó lo hermosa que se veía a la luz de la noche, de la ventana sobre ellos, que los iluminaba. Esos cabellos castaños tan característicos que corrió de su rostro con una caricia, sus ojos penetrantes, esa mirada y labios expectantes. No pudo más que tomarla del rostro y besarla. Besarla de la mejor manera que pudo.
Entrelazados, sus labios se encontraron suavemente, con mucha ternura en un principio y de a poco, Harry fue tomando confianza y la besó con fervorosa intensidad, aunque no tardó en notar que no sería como Lockarth, para su suerte. Era ella la que metía lengua lo más profundo que podía en la boca de su amigo y hurgaba por cada resquicio, mientras él quedaba sorprendido.
- ¿Lo hiciste antes con alguien, Harry?- Le preguntó muy comprensiva, al ver que su amigo estaba algo tenso, más bien aferrado a ella, en vez de abrazado a ella.
- No, la verdad no… lo siento, espero que no sea un problema.
- Para nada, bobo.- Le reprimió.- ¿Porqué te disculpas? De haber sabido te habría ayudado hace tiempo.- Volviendo a besarlo, aunque esta vez ella le acariciaba los cabellos y el cuerpo. Harry puso su mano en su cuello animándose a explorar la boca de su amiga, entrelazando ambas lenguas en unos besos muy ruidosos. La saliva de su amiga era deliciosa, como una droga del mundo mágico que le encendía las venas con fuego– Ven, tengo una idea.
La jovencita se levantó y le indicó que se sentará en la silla, ella en cambio, se sentó sobre la mesa frente a él, muy risueña.
- Estoy a tu disposición, Harry. ¿Qué quieres ver primero?- Lo sedujo invocando un fuego mágico que encerró en un frasco, uno de sus hechizos característicos. Ahora podía admirarla en toda su gloria a todo color. Sus piernas cruzadas expectantes se movían perdiendo los zapatos reglamentarios. Usaba medias hasta las rodillas con los colores de la casa del león.
Aunque querría verla toda, hizo esfuerzos denodados para articular su primer deseo: “enséñame los pechos”
- Muy bien. Un buen comienzo.- Hermione desabrochó la camisa dejando tan solo un botón, inclinándose hacia atrás en la mesa, abriendo las piernas.- Todas tuyas, termina el trabajo.
Harry se inclinó, con las entrepiernas muy pegadas, y desabrochó el botón restante, haciendo que ambos lados de la camisa caigan a los lados, rebelando sus deliciosas tetas. No tardó en masajearlas y jugar con sus pezones, sintiendo la textura de ellos, estirándolos, probándolos pasándoles la lengua y succionándolos.
- Ohhh siii, eso me gusta Harry, chupa de mis tetas…- Expresó tomándolo de los pelos, dirigiéndolo de un pecho al otro. Con cada succión se endurecían los pezones en su boca y no era lo único que se endurecía. Acompañando la degustación de mamas, empezó a frotarse contra su amiga, que con una mano habilidosa, acariciaba su varita de carne por sobre el pantalón. Su mano ardiente no tardo en meterse por dentro para masajear su tronco, cada vez más elevado.
- Harry, me sorprendes, no tardaste nada en alzar tu varita.- Expresó en una risita, antes de que su amigo le comiera la boquita mientras que su pantalón se deslizaba por sus piernas.
Hermione se agitaba como si quisiera encender un fuego con su entrepierna, extasiada con la boca de su amigo invadiendo sus senos, dejándolos colorados de tanta succión.
-¿Te gustan mucho no? Tengo un truco para que te gusten aún más.- Le expresó cachonda, y dejo caer varios hilillos de saliva sobre sus tetas, para que Harry lamiera allí, como si fuera caramelo fundido.- La saliva siempre hace de todo mejor… - Admitió al ver a su amigo sorber la babita que chorreaba por el contorno de un pezón.
- Ya lo creo, me encanta.- Viajando por su pecho a su cuello y llegando a sus labios nuevamente, pasando su lengua obscenamente por ellos.
- Quiero que bajes, te tengo una sorpresa.- Llevando sus piernas al costado, se retiró la diminuta braguita para volver envolverlo con sus piernas, abrazándolo, pasando los pies por su torso hasta llegar a sus hombros. Obediente su amigo bajo hasta encontrarse con la vagina, la primera que veía en su vida, a su disposición, servida como un plato de lujo ante él.
Harry nunca había tenido éxito con las chicas (ni con nadie) Ni siquiera había dado su primer beso por culpa de su primo muggle Dudley y su pandilla. Aquellos que intentaban acercarse a él o lo trataban bien se ganaban la enemistad de su detestable primo. Por ello ni las chicas se le acercaban, aunque al menos lo ignoraban. Toda esa falta de experiencia se notó a leguas cuando arribó a Hogwarts, sin embargo como todos decían, en la biblioteca era donde se aprendían las cosas…
Se zambulló con suma inexperiencia pero mucha voluntad, dando bocanadas fuertes y profundas en su sexo entero, respirando a través de él, como si quisiera tragarla toda. Ni siquiera sus bellos (del mismo color de su exuberante cabello) se salvaron de su boca, dejándolos empapados con sus empellones de arriba hacia abajo, la degustó toda volviéndole loca la lengua y labios con el sabor y olor de su vulva, aunque sin concentrarse en un foco erógeno en particular, tan solo emborrachándose a lo bruto con su sexo.
- No puedo creerlo, es mejor que ganarle a Slytherin en el Quiditch.
- Si tu lo dices, vamos, chupa aquí.- Abriendo los labios revelando el clítoris entre los bellos.- Recuerda, este es el punto clave, donde más gusta…
Obediente, Harry masajeo con su lengua el pequeño botón rosado de su amiga, y los gemidos y caricias indicaban que lo estaba haciendo bien. Envalentonado, le dio masajes circulares con la lengua y succionó con delicadeza y precisión, demostrando que era de rápido aprendizaje.
- Mmmm… Haaarrryy… lo haces bien, sigue así.- La joven tenía los ojos cerrados, con una mano masajeaba sus tetas y con la mano restante lo tomaba de los cabellos frotando todo su sexo contra su cara.-ahh, ahh, ahhh, ahhh… mmmm sí, sí… sí…
Harry no podía creerlo, ese sería su recuerdo más feliz en años, sin dudas. Estar devorando la vagina de su mejor amiga, de Hermione, a la que en un principio en primer año no soportaba, la que con Ron detestaban por entrometerse, ser respondona y sabelotodo. Ahora lo estaban haciendo, lo haría, sin dudas luego de conocerla en su totalidad.
- Oh Harry ¿Seguro que quieres eso?- Expresó consternada cuando Harry bajó con la lengua a dónde terminaba la vagina y más abajo, el pequeño anillito de la amiga fue invadido por su boca, probando su centro, sus bordes, cada pliegue del ano fue degustado por Harry, que lo abrió las nalgas para comerlo con mayor comodidad.
- Veo que te gusta, no me lo esperaba… mmmmse siente rico. Muuuuy rico.- Admitió con el rostro rojo como un tomate. No esperaba que su amigo Harry, a la primera, abordara con tanta comodidad su asterisco.
- Más rico es para mí, créeme. – Dijo dándola vuelta para abordarlo de otra forma. Culo para arriba, pudo hundir su rostro al completo entre las nalgas de Hermione, dando lengüetazos sonoros y profundos, como si quisiera ensanchar su hendidura, llegando más hondo con cada lamida. Hermione estaba fuera de sí, en especial cuando pegaba su nariz y aspiraba como un ahogado, ni Gilderoy había tenido tanta devoción a su cuerpo en todos sus encuentros con él.
- Ooohh… mmmm sí, sí, come mi culo, vamos, cómelo… mmm Ahhhah…- En un momento tomó a su amigo de los pelos con salvajismo para frotarlo por toda su raya, desde el final de su espalda hasta su vulva, empapadísima, dejando flujo en la mesa.
Hermione se fue crismando empujando su culo contra su boca y sin previo aviso, gateando en la mesa, se dio vuelta para besarlo con pasión.
- Ahora me toca a mí, “niño que vivió”, veamos tus atributos.- Descendiendo por primera vez hacia el falo, y sin pausa ni descanso, lo mamó, con cabeceadas profundas y bruscas, muy sonoras.
- Aggk… aggk… aggkkk… mmm.- Se escuchó por toda la biblioteca cada vez que el glande llegaba al fondo de su garganta. Harry, aprovechando que ella estaba arrodilladla he inclinada se estiró para masajear la vagina de su amiga mientras seguía degustándole el pene.
Luego Harry se sentó en la mesa y su amiga continuó con el sexo oral de costado, ahora viéndole la cara, disfrutando al saborearle el pene, dedicándole miradas lascivas al pasar el glande por el interior de sus mejillas y golpeteándolo contra su lengua.
- No puedo creerlo, eres una maravilla Hermione.- Dijo y su amiga soltó una risita antes de ingerir sus bolas y pasar su lengua de principio a fin por el rabo, complacida de que reconozcan su habilidad con toda clase de varas.
Harry tenía que sacarle los cabellos del rostro a cada rato, eran tan abundantes que siempre una cortina de ellos se le pegoteaba al pene. Al final terminó tomándola de los pelos de forma desprolija y bombeando con su cadera con fuerza, pronto a correrse.
- No… puedo… contenerme más.- Dijo, y su amiga, gustosa, le clavo una mirada sumisa esperando que vaciara su carga en su boquita, aceptando el regalo que le daba.
Harry eyaculó en otro cuerpo por primera vez en su vida y se sintió mejor que la primera vez que atrapó la snitch dorada en su primer partido. La sensación de succión al liberar la carga, el semen agolpándose en la boca y su amiga saboreándolo antes de tragarlo era incomparable. Luego le enseño la boca y estaba reluciente, no había desperdiciado una gota.
- Eres mucho, pero mucho más rico que Gilderoy, Harry, te aviso.
Harry pensó que no era decir mucho, pero le agradeció, mientras le indicaba que se sentara en uno de las sillas.
- Es hora de pagar, no tienes que hacer nada, deja que tu amiga haga la “magia”
- No puedo estar más complacido.- Admitió Harry. Hermione le dio la espalda y fue presentando su vagina húmeda contra el glande, frotándolo contra él, luego, se acostó contra su amigo, espala contra pecho para dejarse caer lentamente con su peso en el pene.
Harry no podía creer lo que sentía. Esa humedad ardiente que envolvía su miembro, la fricción suave, el bamboleo de los senos y el traqueteo de las nalgas al golpear sus piernas, tantas sensaciones placenteras y todas al mismo tiempo. Su pene no perdió ni un milímetro de grosor ante tal despliegue de placer, y la vista ayudaba también. Su amiga se inclinaba al frente, dándole la espalda para que viera el pequeño asterisco, brillante por su lamida intensa de ante él. Viéndolo tan indefenso como tentador, le abrió las nalgas y sin que ella replicara le metió un dedo.
Hermione, una vez que tuvo el pene y el dedo travieso de su amigo en posición, aumentó la velocidad y el volumen de sus gemidos hasta que se vino chorreando sus jugos por todo el sillón. Harry sintió que se vino no solo por la humedad que aumentaba, también porque todo su asterisco se cerraba con fuerza, envolviéndole el dedo.
- ¿Te gusta, Harry? ¿Te gusta cojerte a tu amiga?- Cachondeó entre gemidos.
- Me encanta… - Le susurró jadeando, metiendo otro dedo en su culo, haciendo ganchitos en su interior sin que ella pareciera molestarle o gustarle, solo se dejaba explorar en cada resquicio de su humanidad.
La chica se dejó caer contra él nuevamente para besarlo y él masajeó sus tetas antes de venirse copiosamente, dejando su segunda carga en la vagina de su mejor amiga que goteó semen gustosa, repleta con las últimas contracciones.
- Creo que violamos más reglas con esto que en la realización de la poción multijugos.- Admitió contra el Hermione, agotada. A pesar de que la iluminación era pobre e notaba su rostro brillante de sudor.
- Deja de fingir, Hermione, amas romper las reglas, como yo…
Harry la tomó del rostro para estamparle unos besos de despedida, profundos y húmedos, como si su lengua buscara sumergirse en su boca. Sus dedos se deslizaron hacia abajo para introducirse en la vagina pegajosa y aceitosa de tanta mezcla de sustancias, sin importarle nada, la masturbó ruidosamente para hacerla acabar una vez más, sabiendo que su estadía en Hogwarts era tan problemática, que quizás no tendría otra oportunidad, después de todo Hermione no le debería nada, su deuda estaría pagada ni bien abandonaran ese lugar.
Una vez que estuvieron vestidos y arreglados (se horrorizaron por la hora), apagaron toda luz y se ocultaron bajo la capa para emprender el viaje de regreso a la Sala Común de Gryffindor. Sin embargo, para sorpresa de ambos, alguien a paso firme abrió la puerta de la biblioteca antes que ellos lo hicieran, derribándolos por poco, lo cual hubiera sido un desastre de proporciones bíblicas debido a que se trataba de Snape.
Sincronizados, se hicieron a un lado, sin poder ver con quien ingresaba Snape al lugar, sin dudas acompañado de alguien que nadie quería que vieran, lo llevaba tomado de una mano internándose en la oscuridad.
Hermione balbuceo algo al ver perderse al profesor de pociones al fondo de la biblioteca. Harry le dijo que no la había entendido.
- ¡Síguelo! No puedo creer lo que vi, si es que lo vi.- Le susurró conteniendo la respiración.Obediente, se dejo conducir cuidando cada paso, milímetro a milímetro, hasta que encontraron a Snape, de pie, mirando hacia abajo contra una de las paredes. Arrodillada ante él, una figura que reconocieron al instante realizaba movimientos repetitivos con la cabeza, con sus manos apoyadas en las rodilla del profesor, sin dudas le hacía sexo oral sumamente concentrada.
Tras echar un vistazo y confirmar las sospechas de Hermione, sin poder creerle a los ojos, se leyeron la mente y decidieron que lo mejor era estar lo más lejos posible de allí, no necesitaban ver más. Escabulliéndose como sombras dejaron la biblioteca atrás, llegaron a la Sala Común, dónde sintieron que pudieron respirar por primera vez en años. El viaje se había hecho sentido como bucear en las profundidades, tenían tal nudo en la garganta que no pasaba un hilo de aire.
Por suerte, no había nadie despierto y Hermione pudo hablar sin rodeos.
- Cuando me dijo que Snape la trataba bien no le creí, hasta reí cuando admitió que no le parecía tan malo. ¡Diablos! Hasta me admitió que su rostro serio le parecía fuerte y varonil. Ahora entiendo porque Ginny dijo que le gustaban las pelirrojas.
- Lo descubrió en carne propia, no fue una elucubración.- susurró Harry sin poder procesar tantas cosas juntas. Sentía que su mente trabajaba en piloto automático como el auto de Ron… y hablando de Ron.- ¿Crees que Ron debería… saberlo?
Hermione lo miro mordiéndose el labio, sin encontrar respuesta. Antes de irse a dormir despidiéndose con la mano, le dejó en claro que lo mejor era esperar, manejarse con cuidado. No debían decidir en caliente (como Harry tenía la mala costumbre de hacer)
Para él la respuesta era obvia, lo sentía por su amigo, pero quería llevarse a la tumba lo que había visto, o incluso, borrarlo de su mente si eso no significara olvidarse también, del increíble revolcón que había tenido… era más que un revolcón, ese término era casi un insulto, había sido su primera vez, una maravillosa primera vez que rivalizaba con su primer partido de Quidditch y el suceso con Snape no se lo había permitido apreciar en su totalidad. Habían ocurrido tantas cosas en un breve lapso de tiempo…
Esa noche Harry no pegó un ojo, y tuvo que ponerse de costado cuando sus compañeros se levantaron. No quería que se burlaran por la enorme tienda de campaña que había armado.
Muchas gracias por leer! Recuerden que puntuar y comentar es agradecer, será hasta el próximo capítulo! ;)
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Aclaración: Todos los personajes son mayores de 18 años, y esta historia no respeta ni el canon de los libros y/o películas. Sucede en una versión alternativa.
Por último, les dejo algunas imágenes fake de las protagonistas de esta entrega, Hermione Granger y de Ginny Weasley, que hará una pequeña pero intensa aparicón para quienes llegan al final 😉 Como dije antes, espero que fans de la saga y casuales amantes de los relatos morbosos lo encuentren atractivo. Que disfruten! ;)
Ese año el Hogwarts era un total hervidero con todo el asunto del heredero de Slytherin. Hermione y Harry casi no tenían tiempo de llevar a cabo la deuda pendiente. Habían encontrado a Colin Creevey paralizado como una estatua, de la misma forma que encontraron a la Señora Filch lo que tenía a cada profesor alerta y alumno horrorizado. También se corrió el acontecimiento de Harry hablando parsel en su duelo con Malfoy, por lo que las cabezas de los jóvenes estaban convulsionadas. El hecho de que muchos pensaran que era el “Heredero de Slytherin” no ayudaba en nada a tener un año en paz.
- No puedo concentrarme, esto es bastante avanzado ¿Qué demonios es un Erkling? No dicen como son y no encuentro nada que pueda moverse por las paredes. – Expresó Harry, tan frustrado como agotado de leer en libros antiguos sobre criaturas mágicas en la biblioteca del 4to piso, a la luz de un candelabro.- Ni siquiera mencionan una cámara de los secretos, o a Hogwarts, así que no encontraremos nada relacionado.
- Estos volúmenes son avanzados Harry, no tienen Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos, lamentablemente. Y no creo lo mismo, basta con encontrar una criatura capaz de paralizar, de dejar como estatua y moverse silenciosa, sin dejar rastro.- Contestó Hermione. Por su parte, Ron estaba con Ginny dado que recibió una carta que pedía, expresamente, que la cuide (se comportaba raro)
Quizás por ser su primer año, quizás por el terror de los ataques, quizás Hogwarts no era lo que esperaba, pero Ginny estaba peor que nunca y Ron, debido a su culpabilidad destruyendo el auto familiar, pasaba tiempo con ella para que se sintiera mejor.
- Claro, entiendo.- Dijo sarcástico Harry cerrando su libro.- De todas formas es hora de irse, Madame Pince nos está observando cada vez más seguido.
- Es verdad, Harry, faltan pocos minutos para las 8.- Su amiga lo observó a los ojos y tomó su mano, algo muy inusual.- Descubriremos de qué se trata, deja de preocuparte. Solo debemos encontrar un libro de nuestro nivel.
- Para mí nivel. Tú no tienes problemas con ningún libro, soy yo el que no está a tu nivel.- La elogió Harry. Al momento su amiga también cerró sus libros y le dedicó una mirada extraña.
Madame Pince se les acercó diciendo que era hora de cerrar, por lo tanto cargaron los libros y se dispusieron a llevarlos a su estante. Hermione le dio todos los libros a Harry, que apenas pudo sostenerlos, y movió la escalera deslizante para llevarlos a los estantes correspondientes.
- Alcánzamelos de a uno…- Harry, obediente le alcanzó el libro y quedo maravillado con el paisaje. Es que su amiga estaba más hermosa y exuberante que nunca.
Había dejado su túnica en el perchero, por lo que desde abajo, Harry se deleitaba con su minúscula pollera, que en definitiva, le revelaba el trasero, cada vez más redondeado y prominente, un trasero que con la túnica reglamentaria pasó desapercibido y que jamás nadie hubiera pensado que cubría con una pequeña braguita con volados.
- Harry… ¡El otro!- Le pidió sin poder contener una risita, obviamente había notado las miradas lascivas.
La muchacha se tomaba su tiempo, relojeando desde lo alto la mirada obnubilada de su amigo.
- Harry, sostén la escalera, está un poco floja.
- Sí, claro.- Aceptó, poniéndose totalmente debajo de su amiga, con su pollera a unos cincuenta centímetros por sobre la altura de su frente.- Creo que ese va más alto.- Mintió, notando que su bombacha tenía los colores de Gryffindor.
- Si tú lo dices…- Y subió dos escalones más, e incluso se sostuvo con una sola pierna para hacer equilibrio en un borde, estrategia sin igual para revelar sus curvas más ocultas.- No, te equivocaste, estaba abajo.- Bajó sacando esa cola hipnótica, parándola a propósito, sabiendo que su amigo no le sacaba la mirada de ella. Harry se quedó quieto y Hermione, mientras bajaba, lo rozaba con sus posaderas incluso en la entrepierna.
Fue una acción erótica de pocos minutos, aunque para el hombre se sintió de veinte. Al parecer para la bibliotecaria también.
- Si ya acomodaron los libros pueden retirarse.- Los primoreó Madame Pince, marchándose a “echar” a otros grupos de alumnos en diferentes secciones.
Hermione bajo de frente, quedando entrelazada en los brazos de su amigo, y muy risueña, se acercó su oído.
- No creas que no sé lo que te pasa, Harry. Sé porque no te puedes concentrar, y es por mí.
- ¿Por ti?- Expresó consternado, casi llamando la atención de la bibliotecaria. No esperaba discutir de eso en la biblioteca, creía al asunto olvidado.- ¿Qué quieres decir?
La joven no retiraba la sonrisa picarona mientras iban rumbo a sus asientos, a recoger sus cosas.
- Estás nervioso por “mi deuda” Hace días que no tenemos un tiempo solos, ni intentaste llegar a mí, tampoco lo mencionaste, no hace falta ser inteligente, creo que tienes miedo. Que te acobardaste.
- ¿Qué? Nada de eso, es que están pasando cosas, demasiadas cosas, Hermione. Además ¿Crees que puedo obligarte a hacer algo que no quieras? Pensé que habías preferido ignorarlo, olvidarlo.
- Estás equivocado, siempre espere el momento, pero no tocaste el tema.
- ¿Sigues viéndote con Gilderoy?- Susurró, sin saber porqué preguntó eso, después de todo, no le incumbía.
- No quiero hablar de Gilderoy ¿Ese era el problema? ¿No quieres compartirme?
Tenía buenos motivos para no hablar de Gilderoy Lockarth. Las cosas se tornaron tal como había pensado que se tornarían, cuando descubrió a su profesor predilecto, a la hora acordada en su despacho, con Levander Brown, que le había ganado de mano, emergiendo con semen en sus labios de debajo de su escritorio, dedicándole un gesto burlón al limpiarse la leche de sus labios con la lengua.
- ¿Se te perdió un libro Hermione?
- Oh, Hermione, hola, lo siento… es qué, olvide, quiero decir… - Expresó nervioso. Estaba despeinado, con labial por todo el rostro y en el pecho desnudo. Hacía tiempo que Levander estaba allí. – Es que pensé que ambas… ya sabes.
Para la orgullosa amiga de Harry Potter había sido una imprudente selección de palabras. La furia se plasmó en su rostro, dio media vuelta y se fue. Tras eso, no volvió a visitar a su profesor, ignorando sus continuas cartas, sus indirectas en clase. No volvió a defenderlo, ni a hacerle ojitos o vestirse para él en clase. No había vuelta atrás, no era una ramera cualquiera como para ser reemplazada de esa forma.
- ¡No es eso! Es que creí que si seguías viéndote con él no tendías tiempo para… tú sabes.
- Nunca di a entender nada de eso, amigo.- Le remató cortante y tenía razón. Era lógico que él tuviera algo de iniciativa y no debía echar por tierra su oportunidad de intimar por sus dudas. La discusión continuaba con cada vez menos sentido y estaban llegando a la puerta cuando Harry vio una chance de zanjar ese asunto y dejar a su amiga cumplir con su “pago” de una vez para todas.
Sin pensarlo, sin escuchar lo que su amiga le decía, sacó su capa de invisibilidad oculta e su mochila, y antes de que Madame Pince llegue a junto a ellos, la tomó del brazo y se cubrieron bajo una de las ventanas, tras una mesa. Hermione quedó sobre él, bien apoyada sobre su entrepierna de frente y no entendía bien lo que ocurría. Harry puso un dedo en sus labios.
- Si es lo que quieres, lo tendrás.- Le susurró al oído, mientras la bibliotecaria emergía de atrás de un estante y se acercaba peligrosamente. Algo andaba mal, quizás se veía un pie…
- Estos insolentes, siempre olvidan las velas.- Soplando el candelabro sobre la mesa.- Aunque esa castaña, mmmm que culo. Me hubiera gustado verla irse.
Ambos se taparon las bocas para silenciar sus carcajadas, sorprendidísimos de ese comentario de últimos segundo de la mujer pronta a cerrar todo y retirarse. Eran las ocho y cinco.
- Quien lo diría, Madame Pine es lesbiana…- Dijo muy cerca de sus labios Hermione, una vez que la enorme biblioteca quedó a oscuras, sin una vela encendida y su puerta principal cerrada.- ¿Has pensado como saldremos de aquí? ¿O qué haremos si empiezan a buscarnos? ¿Y si nos expulsan?
- Para nada, solo pensé en una cosa.
Harry retiró la capa de invisibilidad y notó lo hermosa que se veía a la luz de la noche, de la ventana sobre ellos, que los iluminaba. Esos cabellos castaños tan característicos que corrió de su rostro con una caricia, sus ojos penetrantes, esa mirada y labios expectantes. No pudo más que tomarla del rostro y besarla. Besarla de la mejor manera que pudo.
Entrelazados, sus labios se encontraron suavemente, con mucha ternura en un principio y de a poco, Harry fue tomando confianza y la besó con fervorosa intensidad, aunque no tardó en notar que no sería como Lockarth, para su suerte. Era ella la que metía lengua lo más profundo que podía en la boca de su amigo y hurgaba por cada resquicio, mientras él quedaba sorprendido.
- ¿Lo hiciste antes con alguien, Harry?- Le preguntó muy comprensiva, al ver que su amigo estaba algo tenso, más bien aferrado a ella, en vez de abrazado a ella.
- No, la verdad no… lo siento, espero que no sea un problema.
- Para nada, bobo.- Le reprimió.- ¿Porqué te disculpas? De haber sabido te habría ayudado hace tiempo.- Volviendo a besarlo, aunque esta vez ella le acariciaba los cabellos y el cuerpo. Harry puso su mano en su cuello animándose a explorar la boca de su amiga, entrelazando ambas lenguas en unos besos muy ruidosos. La saliva de su amiga era deliciosa, como una droga del mundo mágico que le encendía las venas con fuego– Ven, tengo una idea.
La jovencita se levantó y le indicó que se sentará en la silla, ella en cambio, se sentó sobre la mesa frente a él, muy risueña.
- Estoy a tu disposición, Harry. ¿Qué quieres ver primero?- Lo sedujo invocando un fuego mágico que encerró en un frasco, uno de sus hechizos característicos. Ahora podía admirarla en toda su gloria a todo color. Sus piernas cruzadas expectantes se movían perdiendo los zapatos reglamentarios. Usaba medias hasta las rodillas con los colores de la casa del león.
Aunque querría verla toda, hizo esfuerzos denodados para articular su primer deseo: “enséñame los pechos”
- Muy bien. Un buen comienzo.- Hermione desabrochó la camisa dejando tan solo un botón, inclinándose hacia atrás en la mesa, abriendo las piernas.- Todas tuyas, termina el trabajo.
Harry se inclinó, con las entrepiernas muy pegadas, y desabrochó el botón restante, haciendo que ambos lados de la camisa caigan a los lados, rebelando sus deliciosas tetas. No tardó en masajearlas y jugar con sus pezones, sintiendo la textura de ellos, estirándolos, probándolos pasándoles la lengua y succionándolos.
- Ohhh siii, eso me gusta Harry, chupa de mis tetas…- Expresó tomándolo de los pelos, dirigiéndolo de un pecho al otro. Con cada succión se endurecían los pezones en su boca y no era lo único que se endurecía. Acompañando la degustación de mamas, empezó a frotarse contra su amiga, que con una mano habilidosa, acariciaba su varita de carne por sobre el pantalón. Su mano ardiente no tardo en meterse por dentro para masajear su tronco, cada vez más elevado.
- Harry, me sorprendes, no tardaste nada en alzar tu varita.- Expresó en una risita, antes de que su amigo le comiera la boquita mientras que su pantalón se deslizaba por sus piernas.
Hermione se agitaba como si quisiera encender un fuego con su entrepierna, extasiada con la boca de su amigo invadiendo sus senos, dejándolos colorados de tanta succión.
-¿Te gustan mucho no? Tengo un truco para que te gusten aún más.- Le expresó cachonda, y dejo caer varios hilillos de saliva sobre sus tetas, para que Harry lamiera allí, como si fuera caramelo fundido.- La saliva siempre hace de todo mejor… - Admitió al ver a su amigo sorber la babita que chorreaba por el contorno de un pezón.
- Ya lo creo, me encanta.- Viajando por su pecho a su cuello y llegando a sus labios nuevamente, pasando su lengua obscenamente por ellos.
- Quiero que bajes, te tengo una sorpresa.- Llevando sus piernas al costado, se retiró la diminuta braguita para volver envolverlo con sus piernas, abrazándolo, pasando los pies por su torso hasta llegar a sus hombros. Obediente su amigo bajo hasta encontrarse con la vagina, la primera que veía en su vida, a su disposición, servida como un plato de lujo ante él.
Harry nunca había tenido éxito con las chicas (ni con nadie) Ni siquiera había dado su primer beso por culpa de su primo muggle Dudley y su pandilla. Aquellos que intentaban acercarse a él o lo trataban bien se ganaban la enemistad de su detestable primo. Por ello ni las chicas se le acercaban, aunque al menos lo ignoraban. Toda esa falta de experiencia se notó a leguas cuando arribó a Hogwarts, sin embargo como todos decían, en la biblioteca era donde se aprendían las cosas…
Se zambulló con suma inexperiencia pero mucha voluntad, dando bocanadas fuertes y profundas en su sexo entero, respirando a través de él, como si quisiera tragarla toda. Ni siquiera sus bellos (del mismo color de su exuberante cabello) se salvaron de su boca, dejándolos empapados con sus empellones de arriba hacia abajo, la degustó toda volviéndole loca la lengua y labios con el sabor y olor de su vulva, aunque sin concentrarse en un foco erógeno en particular, tan solo emborrachándose a lo bruto con su sexo.
- No puedo creerlo, es mejor que ganarle a Slytherin en el Quiditch.
- Si tu lo dices, vamos, chupa aquí.- Abriendo los labios revelando el clítoris entre los bellos.- Recuerda, este es el punto clave, donde más gusta…
Obediente, Harry masajeo con su lengua el pequeño botón rosado de su amiga, y los gemidos y caricias indicaban que lo estaba haciendo bien. Envalentonado, le dio masajes circulares con la lengua y succionó con delicadeza y precisión, demostrando que era de rápido aprendizaje.
- Mmmm… Haaarrryy… lo haces bien, sigue así.- La joven tenía los ojos cerrados, con una mano masajeaba sus tetas y con la mano restante lo tomaba de los cabellos frotando todo su sexo contra su cara.-ahh, ahh, ahhh, ahhh… mmmm sí, sí… sí…
Harry no podía creerlo, ese sería su recuerdo más feliz en años, sin dudas. Estar devorando la vagina de su mejor amiga, de Hermione, a la que en un principio en primer año no soportaba, la que con Ron detestaban por entrometerse, ser respondona y sabelotodo. Ahora lo estaban haciendo, lo haría, sin dudas luego de conocerla en su totalidad.
- Oh Harry ¿Seguro que quieres eso?- Expresó consternada cuando Harry bajó con la lengua a dónde terminaba la vagina y más abajo, el pequeño anillito de la amiga fue invadido por su boca, probando su centro, sus bordes, cada pliegue del ano fue degustado por Harry, que lo abrió las nalgas para comerlo con mayor comodidad.
- Veo que te gusta, no me lo esperaba… mmmmse siente rico. Muuuuy rico.- Admitió con el rostro rojo como un tomate. No esperaba que su amigo Harry, a la primera, abordara con tanta comodidad su asterisco.
- Más rico es para mí, créeme. – Dijo dándola vuelta para abordarlo de otra forma. Culo para arriba, pudo hundir su rostro al completo entre las nalgas de Hermione, dando lengüetazos sonoros y profundos, como si quisiera ensanchar su hendidura, llegando más hondo con cada lamida. Hermione estaba fuera de sí, en especial cuando pegaba su nariz y aspiraba como un ahogado, ni Gilderoy había tenido tanta devoción a su cuerpo en todos sus encuentros con él.
- Ooohh… mmmm sí, sí, come mi culo, vamos, cómelo… mmm Ahhhah…- En un momento tomó a su amigo de los pelos con salvajismo para frotarlo por toda su raya, desde el final de su espalda hasta su vulva, empapadísima, dejando flujo en la mesa.
Hermione se fue crismando empujando su culo contra su boca y sin previo aviso, gateando en la mesa, se dio vuelta para besarlo con pasión.
- Ahora me toca a mí, “niño que vivió”, veamos tus atributos.- Descendiendo por primera vez hacia el falo, y sin pausa ni descanso, lo mamó, con cabeceadas profundas y bruscas, muy sonoras.
- Aggk… aggk… aggkkk… mmm.- Se escuchó por toda la biblioteca cada vez que el glande llegaba al fondo de su garganta. Harry, aprovechando que ella estaba arrodilladla he inclinada se estiró para masajear la vagina de su amiga mientras seguía degustándole el pene.
Luego Harry se sentó en la mesa y su amiga continuó con el sexo oral de costado, ahora viéndole la cara, disfrutando al saborearle el pene, dedicándole miradas lascivas al pasar el glande por el interior de sus mejillas y golpeteándolo contra su lengua.
- No puedo creerlo, eres una maravilla Hermione.- Dijo y su amiga soltó una risita antes de ingerir sus bolas y pasar su lengua de principio a fin por el rabo, complacida de que reconozcan su habilidad con toda clase de varas.
Harry tenía que sacarle los cabellos del rostro a cada rato, eran tan abundantes que siempre una cortina de ellos se le pegoteaba al pene. Al final terminó tomándola de los pelos de forma desprolija y bombeando con su cadera con fuerza, pronto a correrse.
- No… puedo… contenerme más.- Dijo, y su amiga, gustosa, le clavo una mirada sumisa esperando que vaciara su carga en su boquita, aceptando el regalo que le daba.
Harry eyaculó en otro cuerpo por primera vez en su vida y se sintió mejor que la primera vez que atrapó la snitch dorada en su primer partido. La sensación de succión al liberar la carga, el semen agolpándose en la boca y su amiga saboreándolo antes de tragarlo era incomparable. Luego le enseño la boca y estaba reluciente, no había desperdiciado una gota.
- Eres mucho, pero mucho más rico que Gilderoy, Harry, te aviso.
Harry pensó que no era decir mucho, pero le agradeció, mientras le indicaba que se sentara en uno de las sillas.
- Es hora de pagar, no tienes que hacer nada, deja que tu amiga haga la “magia”
- No puedo estar más complacido.- Admitió Harry. Hermione le dio la espalda y fue presentando su vagina húmeda contra el glande, frotándolo contra él, luego, se acostó contra su amigo, espala contra pecho para dejarse caer lentamente con su peso en el pene.
Harry no podía creer lo que sentía. Esa humedad ardiente que envolvía su miembro, la fricción suave, el bamboleo de los senos y el traqueteo de las nalgas al golpear sus piernas, tantas sensaciones placenteras y todas al mismo tiempo. Su pene no perdió ni un milímetro de grosor ante tal despliegue de placer, y la vista ayudaba también. Su amiga se inclinaba al frente, dándole la espalda para que viera el pequeño asterisco, brillante por su lamida intensa de ante él. Viéndolo tan indefenso como tentador, le abrió las nalgas y sin que ella replicara le metió un dedo.
Hermione, una vez que tuvo el pene y el dedo travieso de su amigo en posición, aumentó la velocidad y el volumen de sus gemidos hasta que se vino chorreando sus jugos por todo el sillón. Harry sintió que se vino no solo por la humedad que aumentaba, también porque todo su asterisco se cerraba con fuerza, envolviéndole el dedo.
- ¿Te gusta, Harry? ¿Te gusta cojerte a tu amiga?- Cachondeó entre gemidos.
- Me encanta… - Le susurró jadeando, metiendo otro dedo en su culo, haciendo ganchitos en su interior sin que ella pareciera molestarle o gustarle, solo se dejaba explorar en cada resquicio de su humanidad.
La chica se dejó caer contra él nuevamente para besarlo y él masajeó sus tetas antes de venirse copiosamente, dejando su segunda carga en la vagina de su mejor amiga que goteó semen gustosa, repleta con las últimas contracciones.
- Creo que violamos más reglas con esto que en la realización de la poción multijugos.- Admitió contra el Hermione, agotada. A pesar de que la iluminación era pobre e notaba su rostro brillante de sudor.
- Deja de fingir, Hermione, amas romper las reglas, como yo…
Harry la tomó del rostro para estamparle unos besos de despedida, profundos y húmedos, como si su lengua buscara sumergirse en su boca. Sus dedos se deslizaron hacia abajo para introducirse en la vagina pegajosa y aceitosa de tanta mezcla de sustancias, sin importarle nada, la masturbó ruidosamente para hacerla acabar una vez más, sabiendo que su estadía en Hogwarts era tan problemática, que quizás no tendría otra oportunidad, después de todo Hermione no le debería nada, su deuda estaría pagada ni bien abandonaran ese lugar.
Una vez que estuvieron vestidos y arreglados (se horrorizaron por la hora), apagaron toda luz y se ocultaron bajo la capa para emprender el viaje de regreso a la Sala Común de Gryffindor. Sin embargo, para sorpresa de ambos, alguien a paso firme abrió la puerta de la biblioteca antes que ellos lo hicieran, derribándolos por poco, lo cual hubiera sido un desastre de proporciones bíblicas debido a que se trataba de Snape.
Sincronizados, se hicieron a un lado, sin poder ver con quien ingresaba Snape al lugar, sin dudas acompañado de alguien que nadie quería que vieran, lo llevaba tomado de una mano internándose en la oscuridad.
Hermione balbuceo algo al ver perderse al profesor de pociones al fondo de la biblioteca. Harry le dijo que no la había entendido.
- ¡Síguelo! No puedo creer lo que vi, si es que lo vi.- Le susurró conteniendo la respiración.Obediente, se dejo conducir cuidando cada paso, milímetro a milímetro, hasta que encontraron a Snape, de pie, mirando hacia abajo contra una de las paredes. Arrodillada ante él, una figura que reconocieron al instante realizaba movimientos repetitivos con la cabeza, con sus manos apoyadas en las rodilla del profesor, sin dudas le hacía sexo oral sumamente concentrada.
Tras echar un vistazo y confirmar las sospechas de Hermione, sin poder creerle a los ojos, se leyeron la mente y decidieron que lo mejor era estar lo más lejos posible de allí, no necesitaban ver más. Escabulliéndose como sombras dejaron la biblioteca atrás, llegaron a la Sala Común, dónde sintieron que pudieron respirar por primera vez en años. El viaje se había hecho sentido como bucear en las profundidades, tenían tal nudo en la garganta que no pasaba un hilo de aire.
Por suerte, no había nadie despierto y Hermione pudo hablar sin rodeos.
- Cuando me dijo que Snape la trataba bien no le creí, hasta reí cuando admitió que no le parecía tan malo. ¡Diablos! Hasta me admitió que su rostro serio le parecía fuerte y varonil. Ahora entiendo porque Ginny dijo que le gustaban las pelirrojas.
- Lo descubrió en carne propia, no fue una elucubración.- susurró Harry sin poder procesar tantas cosas juntas. Sentía que su mente trabajaba en piloto automático como el auto de Ron… y hablando de Ron.- ¿Crees que Ron debería… saberlo?
Hermione lo miro mordiéndose el labio, sin encontrar respuesta. Antes de irse a dormir despidiéndose con la mano, le dejó en claro que lo mejor era esperar, manejarse con cuidado. No debían decidir en caliente (como Harry tenía la mala costumbre de hacer)
Para él la respuesta era obvia, lo sentía por su amigo, pero quería llevarse a la tumba lo que había visto, o incluso, borrarlo de su mente si eso no significara olvidarse también, del increíble revolcón que había tenido… era más que un revolcón, ese término era casi un insulto, había sido su primera vez, una maravillosa primera vez que rivalizaba con su primer partido de Quidditch y el suceso con Snape no se lo había permitido apreciar en su totalidad. Habían ocurrido tantas cosas en un breve lapso de tiempo…
Esa noche Harry no pegó un ojo, y tuvo que ponerse de costado cuando sus compañeros se levantaron. No quería que se burlaran por la enorme tienda de campaña que había armado.
Muchas gracias por leer! Recuerden que puntuar y comentar es agradecer, será hasta el próximo capítulo! ;)
1 comentarios - Fanfiction de Harry Potter. La deuda de Hermione
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