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Al cornudo putito que llevas adentro...

Hola, comunidad, aca volviendo a compartir otrorelato de mi pequeña biblioteca. Espero que lo disfruten. Dedicado a todos loscornudos que desean acompañar a su mujer chupandose una buena pija!... Ja





Una de las noches que me había quedado hastatarde a trabajar salí de mi despacho a coger un café de la máquina. Al pasarpor delante de uno de los cubículos que ocupaba la gente de mi departamento vique había una persona trabajando. Me acerqué por detrás y vi que se trataba deAna (en realidad se llama de otra forma). Ella estaba absorta delante delordenador y no se
apercibió de que me acercaba. Cuando se diocuenta de mi presencia y quiso reaccionar cambiando la pantalla rápidamente yoya me había apercibido de que estaba navegando por internet.

Estaba tan nerviosa que fue incapaz de cerrarla pantalla. De esta forma fue cuando me di cuenta que estaba conectada aMorboCornudos.com. Fue gracias a ella que conocí vuestra página web. Ana sepuso toda colorada, no sabía que decir, apenas era capaz de articular palabra,creo que estaba esperando que le cayese una buena bronca.

En lugar de eso a mi me dio por reírme ydecirle que no pasaba nada, que estaba fuera de su horario de trabajo y que yono iba a decir nada sobre las páginas que visitaba. Ana respiró aliviada y medio las gracias. Le dije que estuviese tranquila que no iba a comentar nadasobre sus visitas de internet. Aunque me picaba la curiosidad y le pregunté queestaba viendo. Ella me comentó que estaba leyendo los relatos de cornudos.

Bueno, pues nada, le dije. Te dejo con lalectura de los relatos que me voy a por mi café.

Dicho esto me fui a la máquina, saqué mi caféy me fui de nuevo a mi despacho a trabajar. En ello estaba cuando al cabo deuna media hora apareció Ana por mi despacho para decirme que se marchaba y quelamentaba mucho todo lo ocurrido, se notaba que todavía estaba avergonzada yque se encontraba en una situación incomodísima. Le volví a reiterar que nopasaba nada y que se podía ir a casa sin ningún tipo de preocupación.

Cuando se fue de mi despacho me fije que erauna mujer bastante atractiva, de unos 35 años, con el pelo moreno, deaproximadamente 1,75 cms y de unos 55 kilos. Sus pechos no eran excesivamentegrandes, más bien todo lo contrario. Al salir de mi despacho y verla caminar medi cuenta que irradiaba sensualidad por todos los poros de su cuerpo. Eso y quea través del pantalón blanco que llevaba se podía vislumbrar la marca de untanga.

Al día siguiente actué como si nada hubiesepasado, estuve todo el día trabajando sin acordarme del asunto del díaanterior. Esa noche tuve que volver a quedarme a trabajar. En un momento dadome vino a la mente lo que había ocurrido la noche anterior y picado por lacuriosidad entre en la web a echar un vistazo y a leer uno de los relatos, queestaba bastante bien, todo hay que decirlo.

Cuando acabé de leer el relato me levanté parair a por un café y encontré de nuevo a Ana en su puesto de trabajo. Me acerquéa ella, está vez haciendo ruido para que pudiese apercibirse de mi presencia.Cuando llegué hasta ella le dije:

 - ¿Qué? ¿Trabajando o navegando?
 - Navegando, me dijo ella.
 - ¿En la misma web que anoche?
 - Sí, respondió.
 - Jajaja, veo que eres una asidua, ledije
 - Un poco, es que me gustan ese tipo derelatos.
 - Bueno te dejo que voy a por mi café ya seguir trabajando.

Al día siguiente, viernes, a mitad de mañanaAna se acercó a mi despacho y me dijo que como estaba sólo en la ciudad y queya que me había portado también con ella, quería invitarme a su casa a cenarjunto a su marido. Aquella invitación me sorprendió, pero como no tenía ningúnplan para aquella noche decidí aceptarla. Me dio las señas de su casa yquedamos sobre las 21:30. Para la cena me puse unos vaqueros desgastados, unosmocasines y una camisa, ya que en cuanto llega el viernes cuelgo el traje y laropa formal y me gusta vestir de sport. Llegué a casa de Ana puntual con dosbotellas de vino de rioja de reserva.

Cuando toque el timbre abrió la puerta el quesupuse era el marido de Ana. La primera impresión que me dio es que no pegaban.Juan, así se llama él (en realidad se llama de otra forma) me invitó a entrar yme dijo que Ana salía en un par de minutos. Juan es un hombre más bajo que Ana,tremendamente delgado, de espaldas caídas y de unos 40 años.

Ana apareció al instante. Llevaba una falda detubo blanca y una camisa del mismo color que contrastaban con su pelo negro.Estaba bastante sexy aquella noche. Después de tomar una cerveza y mientrashablábamos de temas triviales mientras se terminaba de preparar la cena pasamosa la mesa.

prácticamente nos habíamos bebido. Después delos postres Juan sacó unas bebidas y continuamos con nuestra velada. Fue eneste instante cuando la conversación empezó a entrar en temas más picantes.

Ana le confesó a su marido que yo le habíasorprendido en el trabajo navegando por internet y leyendo relatos eróticos deinfidelidades. Y que ya que no había dicho nada y me había portado tambiénhabía decidido invitarme a cenar. Juan asintió con la cabeza y me agradeció midiscreción.

Creo que influenciado por el alcohol y por lacuriosidad les pregunté si les atraía ese tipo de situaciones.

Ana me contestó. Como veo que eres una personade confianza...... te contaré que como puedes ver Juan es muy poquita cosa, éles muy buen amo de casa y muy servicial, además de muy sumiso. Es muy buenapersona pero no puede darme todo lo que yo quiero y necesito. Y como es tanservicial, me quiere tanto y sabe que necesito “algo más” pues, él no ponereparos en que lo tenga. Así siempre me ve feliz. ¿Verdad cariño? Dijo Anamirando a Juan. Así es mi amor dijo él.

Yo estaba perplejo, era la primera vez que meencontraba en una situación así. Mi curiosidad iba incrementándose.

 - ¿Quieres decir que le eres infiel conotros hombres? Le pregunté.
 - Sí, le pongo los cuernos, pero siemprese lo cuento, nunca lo hago a sus espaldas. En ocasiones le permito que él lovea. Ya te he dicho que él es muy servicial y quiere lo mejor para mí. Éldisfruta con esta situación tanto como yo, incluso adora que le trate como unesclavo. Es su forma de someterse a mí y tenerme contenta y feliz.

Apenas era incapaz de articular palabra, deello Ana se dio cuenta y optó por seguir con el mando de la conversación.

 - ¿Te veo extrañado me dijo?
 - Un poco, contesté. Nunca habíaconocido a nadie con estos gustos.
 - Espera un momento, ahora verás como escierto lo que te cuento, dijo Ana.
 - Juan, para ti ya ha acabado estavelada. Desde este momento vas a hacernos de mayordomo. Así que vete a tuhabitación y prepárate adecuadamente, le ordenó Ana.

Acto seguido Juan se levanto y salió delcomedor sin pronunciar palabra.

Yo me quedé sorprendido, de nuevo, y Ana medijo que nos lo íbamos a pasar muy bien y que nos íbamos a reír muchísimo. Enaquel instante yo ya estaba excitado con la situación. Cuando apareció Juanvestido de sirvienta con cofia incluida y vistiendo un vestido minúsculo en elque se podía apreciar claramente que no llevaba nada debajo de la cortísimafaldita.

Debo reconocer que ver a Juan en aquellasituación y con esa vestimenta me provocó una carcajada. Carcajada que fueacompañada por otra de Ana. 

 - Ves Juan, eres el hazmerreír de todoel mundo. Resultas cómico, dijo Ana.
 - Vete a por más hielo y prepáranos doscopas más y nos las sirves en el sofá, le ordenó Ana.

Juan se dirigió hacia la cocina mientras Ana yyo nos levantábamos de la mesa para sentarnos en el sofá. Cuando llegó Juan conlas copas Ana me preguntó si estaba cómodo o si necesitaba alguna cosa. Lecontesté que me dolían un poco los pies, a lo que Ana ordenó a Juan que mequitase los zapatos y me diese un masaje para aliviar mi dolor.

Mientras Juan me masajeaba los pies ensilencio y de rodillas Ana, cada vez estaba más desinhibida y eufórica. En unmomento dado empezó a desabrocharse algunos botones de la camisa. Lo hizo deforma que pudiese observar sin ningún tipo de problemas que no llevabasujetador. Aquella imagen de Ana estaba excitándome enormemente y no pudereprimir el decirle que tenía unos pechos muy bonitos.

 - ¿Si, te gustan? Preguntó ella.
 - Sí contesté. Me parecen muy bonitos.

 Entonces Ana se levanto y se desabrochótoda la camisa dejando completamente al aire sus pechos.

 - Sí que son bonitos, dije yo, hasta danganas de tocarlos.
 - Pues no te cortes y toca todo lo quequieras. A mí no me va a molestar lo más mínimo, al contrario, dijo ella.

Empecé a acariciar suavemente los pechos deAna deteniéndome en sus pezones pellizcándolos ligeramente. Aquello provocó másde un gemido de Ana y que se retorciese ligeramente en el sofá.

 - Juan deja ya de masajearle los pies ysiéntate en el suelo, le ordenó Ana.

Juan obedeció mientras que Ana se levantó y sefue hacia él y dándole un beso en la cabeza le dijo:

 - Cornudo mío. No eres más que unabasura impotente y sumisa que no sirve para follar. Tiene que venir mi jefepara darme una buena ración de sexo del que me gusta. Abre bien los ojos y miralo que vamos a hacer, y ni se te ocurra tocarte tu minipolla hasta que no te depermiso.
 - Juan asintió con la cabeza mientrassusurraba: Lo que usted diga mi ama, estoy aquí para servirles y hacerles lavida más agradable.

Ana se volvió hacia mí y mientras se acercabase quitó la falda dejándose puesto el tanga que llevaba. Al llegar a mi alturase agachó para darme un beso lascivo en la boca, mientras me desabrochaba lacamisa. Luego siguió besándome el pecho y fue bajando poco a poco hasta que medesabrochó el cinturón y los botones de los pantalones. Mientras me sacaba lapolla ella
decía:

 - Seguro que tienes una polla deliciosa,voy a metérmela enterita en la boca y te voy a hacer la mejor mamada que te hanhecho en tu vida.

Ana empezó a mordisquear y a chupar mi pollade forma maestra, realmente era una experta y ponía toda su atención,dedicación y buen hacer. Mientras pude ver como Juan seguía sentado en unrincón. La polla se le había puesto erecta y aún así no debería de medirle másde 9 cm.

 - Juan, que bien la chupa tu mujer. Dagusto tener una puta así en casa, aunque tú no la puedas disfrutar, le dije.Aunque con esa minipolla no creo que fueses capaz de satisfacerla.
 - Por supuesto, contesto Juan, mi ama semerece algo mejor que yo. Por eso deseo que usted le haga disfrutar como nunca.
 - Ummm dijo Ana. Esto si que es unapolla rica de verdad y no lo que tú tienes marica cornudo.
 - ¿Marica? Dije yo.
 - Sí es un marica que le encanta que leden por el culo y comer pollas, respondió Ana.

Ana volvió a dedicarse de lleno a mi polla.Cada vez chupaba con más energía, produciendo sonidos guturales, hasta que enun momento dado le dije:

 - ¡Que bien lo haces! Vas a hacer que mecorra y te llene la boquita de mamona que tienes de lechita calentita.

Ana intensificó su ritmo hasta que me corrícopiosamente en su boca. Ella trataba de no dejar escapar ni una gota, pero aúnasí el semen le chorreaba por las comisuras. Me quedé extasiado con el trabajorealizado por Ana. Ella se levantó y se dirigió a Juan y le dijo:

 - Ahora puedes limpiarme los restos deleche de un verdadero macho. Prueba su sabor y comprueba a que sabe unverdadero hombre. Un hombre al que tu querida mujercita acaba de chuparle lapolla.

Juan se relamía chupando los restos quegoteaban de la boca de Ana.

 - Ves como es un puto maricón. Mira elmarica como disfruta bebiéndose la leche que ha sobrado.
 - ¿Te gustaría chuparle la polla,verdad? Le preguntó Ana.
 - Sí, mi ama, me encantaría, respondióJuan.
 - Por ahora es todo mío, luego si sobraalgo igual te dejo unas migajas, puto esclavo de mierda.

Y dicho esto Ana le pisó el minipene, dejandoa Juan revolcándose de dolor en el suelo mientras se volvía hacia mí.

 - Ves como es un marica flojucho. Seestá revolcando de dolor y casi ni lo he tocado. Dijo Ana riéndose.
 - Me has dejado hecho un rey, hacíatiempo que no me pegaban una mamada tan rica, le dije.
 - ¡Que bien que te haya gustado! Me heesmerado, no quería defraudar a mi jefe.
 - No lo has hecho, le dije, Has estadosublime.
 - Espera un momento Ana, tengo que ir alaseo.
 - ¿Vas a mear? Me preguntó ella
 - Sí, por?
 - Juan te acompañará y muy gustosamentete la sostendrá mientras meas, dijo ella.
 - Juan, acompaña al aseo al señor yayúdale en sus necesidades. Ponte los guantes y no aproveches la ocasión parameneársela, que tu eres muy maricón.
 - Sí señora, lo que usted mande,respondió Juan

Juan se levantó, me acompañó hasta el aseo yme sostuvo la polla mientras meaba.

Al volver al salón ya había recuperado toda mienergía, mi polla empezaba de nuevo a entonarse, ante la alegría de Ana.

 - Umm, veo que vuelves a la carga, no?
 - Sí, ya me he rehecho y estoy dispuestoa follarte como a la puta perra que eres, le dije.
 - Me encanta lo macho y dominador queeres. Haces que se me humedezca el coño sólo de verte.

Levanté a Ana del sofá y la llevé junto a lamesa del comedor apoyándole las manos en ella.
 - Ahora te voy a pegar una buenafollada, voy a hacer que te corras como una loca, le dije.
 - Juan, mira bien como hago que tu mujerse vuelva loca de placer.
Aparte ligeramente el tanga de Ana y leintroduje lentamente mi polla por su empapado coño. Ana estaba tremendamentelubrificada, mi polla entraba sin resistencia, mientras ella suspiraba yjadeaba.

 - ¡Que bien me follas! ¡Cómo me gusta tupolla! ¡Sigue así, jefe,! ¡Fóllame, soy tu puta!
 - Juan, marica, mira como me folla unhombre de verdad. Él sí que sabe follarme.
 - ¿Te gusta, verdad? Le pregunté
 - Sí, follas de maravilla, jefe. Si melo permites seré siempre tu putita particular y servicial
 - Así me gusta, puta, que te entreguessin remisión.

Ana cada vez gemía con mayor fuerza y se movíamás frenéticamente cuando saque la polla de su encharcado coño.

 - ¿Qué haces? Me preguntó. Por favor nopares ahora.
 - No quiero que te corras tan pronto, ledije.
 - Ella protestó, no por favor siguefollándome.
 - Esta bien le dije, pero ahora te voy afollar ese precioso culito que tienes.
 - Sí, grito ella, fóllame el culo,rómpemelo con tu polla, jefe.

Le humedecí el ano con saliva y poco a poco lefui introduciendo mi polla hasta conseguir que entrase por completo. Ella cadavez se movía más, gemía y gritaba. Estaba a punto de correrse.

 - Ella volvió la cabeza y le dijo aJuan: No veas que bien me está enculando, lo hace de vicio ¿Te gustaría que teenculase a ti también, verdad maricón?
 - Juan asintió con la cabeza
 - Jódete puto maricón, esta polla sólome encula a mí.
 - Me corro, me corro, vas a hacer que mecorra como una perra, gritaba Ana.

Incremente el ritmo de mis sacudidas hastahacer que Ana se corriese. Gritaba y jadeaba como una posesa suplicando que noparase de menearme. Entonces saqué mi polla, senté a Ana encima de la mesa yempecé a follarla de nuevo por el coño.

 - Me vas a matar de placer, cabrón.
 - Sigue así, no pares, vas a hacer queme corra de nuevo.

Yo seguía follando a Ana con toda la fuerza deque era capaz hasta que de tuvo un nuevo orgasmo. Se convulsionó y grito tantocomo en el primero, mientras me pedía que por favor le llenase el coño deleche.

No tarde ni un minuto en complacer sus deseosy descargue un nuevo cargamento de leche en su mojado coño. Vi como mi leche leresbalaba por los muslos y ella untándose los dedos se los llevaba a la boca,mientras con cara de auténtico vicio gemía. Nos sentamos de nuevo en el sofápara descansar.

 - Que gusto me has dado, me dijo
 - ¡Me alegro! Le contesté
 - ¿Te apetece algo fresquito? Mepreguntó
 - Ok, tanto ejercicio da sed, le dije
 - Juan vete a por más bebida, le ordenó
 - No te da pena el pobre Juan, le dije.Debe de llevar un recalentón de tres pares de narices.
 - Es verdad, con lo bien que se haportado.
 - Juan, trae las bebidas y un pepinobien grande.

Juan se levantó todavía con su pene erecto yfue a por las bebidas y el pepino que Ana le había ordenado. Cuando volvió Anacon una sonrisa en su rostro le dijo:

 - Cariño, por haber sido tan bueno voy adejar que te metas este pepino por el culo.
 - Gracias mi ama, es usted muycomprensiva conmigo.

Juan agarro el pepino y se lo introdujo por elano, mientras nosotros observábamos toda la escena.

 - ¿Ves? Ya te he dicho que es maricónperdido. Mira como disfruta metiéndose el nabo por el culo, dijo Ana
 - Sí, ya veo. Está disfrutando el muycabrón como un poseso, jajajaja.

Juan se corrió en un minuto, ante lascarcajadas de su mujer. Un minuto, ja ja ja, cada vez tardas menos en correrte.

El resto de la velada transcurrió porderroteros similares. Después de esa noche Ana fue mi trabajadora preferidahasta que abandoné la empresa.

5 comentarios - Al cornudo putito que llevas adentro...

mdqpablo
Muy buen relato .que experiencia! Van pts
qoqoliso
AAAAH, SI PUDIESE COGER. SOLO ME QUEDA SER CORNUDO Y TRAGAR LAS SOBRAS DE LECHE
qoqopelado +1
Que rico, chupar las las sobreas de leche!!!!!
Horacionqnnqn +1
Me encanta limpiar la concha de mi mujer y la pija de su macho...llenos de leche.....y a vees mi mujer le pide que me coja, mientrs le dice: "....cogételo bien duro, bien duro....además de tener un marido cornudo, tengo un marido puto...!!!!
gabydoc25
Hermoso cuando nuestras esposas nos hacen coger por sus machos!!