Mi ex Gina (Femdom Milf) Cap.02: Objeto de placer
La mayoría de las veces cuando cogíamos con Gina, ella empezaba subiéndose arriba de mi pija. Para mi era genial, porque en esa posición yo tenía mucho más aguante, por no mencionar lo cómodo que era, je. Además, ver a Gina acabando una vez tras otra, con sus tetitas moviéndose bruscamente, era un espectáculo hermoso. Me gritaba: “Ahhh!!! Tomá la lechita hijo de puta!” (increíblemente, desde el principio de la relación, cuando ella acababa me decía que me daba “su lechita”) 🙂
Había una razón más por la que amaba que Gina cabalgue arriba mío: ella dominaba la situación. Se apoyaba con todo su peso contra mi pecho. Tenía fuerza y debo admitir que había momentos en los que me dolía. Pero no podía dejar de ver cómo, con mi pija dentro de su concha, se movía a su gusto y acababa las veces que quería hasta que se cansaba. Parecía que me usaba como un objeto de placer. Y eso, secretamente, me encantaba.
Cuando empezamos la aventura de cambiar nuestros roles sexuales, también cambiamos nuestros lados en la cama. “La cama” en realidad es “su cama” de dos plazas, la de su departamento, donde transcurrió casi toda nuestra relación. Ella dormía en el lugar de al lado de la ventana, pero por el frío se pasó al lado en el que solía dormir yo. Y yo naturalmente ocupé el otro. Y estábamos muy a gusto.
Recuerdo una mañana, 6 am, ponía el reloj temprano para ir al laburo, pero posponía siempre la alarma. Ella se despierta y me agarra con los dos brazos por atrás. Empieza a pasarme la lengua por el cuello, me apoya con su concha en mi culo, como queriendo cogerme. Me respira en el oído:
- No vas a ir al trabajo – me dice con voz suave, pero decidida. Yo atino a reírme, pero me gusta su fantasía. – Te vas a quedar acá, vos sos mi objeto de placer… Decime, qué sos?
Se me paró mal, me volvió loco. Por un lado tenía ganas de decir con fuerza que era de su propiedad y que hiciera conmigo lo que se le plazca, por otro lado sentía vergüenza y humillación.
- Soy tu objeto de placer, y no voy a ir al trabajo. – dije tímidamente.
- Jajaja obvio! Te vas a quedar acá en casa hasta que yo vuelva de trabajar. Vas a ordenar y a lavar los platos de ayer. Cuando vuelva, te quiero en la cama con la colita parada así juego un poco. – y recalcó: - Porque sos mi objeto de placer.
- Ay sii me encanta! – dije y le movía el culo como si fuera una puta. Ella no aguantó y me bajó el bóxer y se puso a chuparme el culo, no sin antes pegarme una buena nalgada.
Yo gemía como una chica. Me gustaba mucho perder el control así a manos de Gina. Iba a ponerme un dedo, pero se quedó un rato, y de repente se sube arriba mío. Empieza a refregar su concha contra mi culo. Me encantaba sentir cómo se mojaba sobre mí. Ahí me acordé de cuando se subía sobre mi pija y me usaba como su… objeto de placer. De repente ella empezó a moverse bruscamente, como si me estuviera penetrando, pero frotándose contra mi cola. Me sentía cogido, no sé cómo explicarlo. Sentía sus tetitas en mi espalda, su respiración en mi nuca. En un momento me tiró para atrás del pelo. Era hermoso sentirse así de dominado por una mujer.
- Querés la lechita, Maxi? Mmm?
- Ay sii quiero toda la lechita!!
- Aaaahh! Tomá hijo de puta!
- Aaaahhh..!
Yo había acabado como un condenado también. Nos quedamos un ratito así, y ella me acaricia y me dice al oido:
- Algún día te voy a romper el culito… Si te portás bien.
Ese día llegué muy tarde al laburo.
La mayoría de las veces cuando cogíamos con Gina, ella empezaba subiéndose arriba de mi pija. Para mi era genial, porque en esa posición yo tenía mucho más aguante, por no mencionar lo cómodo que era, je. Además, ver a Gina acabando una vez tras otra, con sus tetitas moviéndose bruscamente, era un espectáculo hermoso. Me gritaba: “Ahhh!!! Tomá la lechita hijo de puta!” (increíblemente, desde el principio de la relación, cuando ella acababa me decía que me daba “su lechita”) 🙂
Había una razón más por la que amaba que Gina cabalgue arriba mío: ella dominaba la situación. Se apoyaba con todo su peso contra mi pecho. Tenía fuerza y debo admitir que había momentos en los que me dolía. Pero no podía dejar de ver cómo, con mi pija dentro de su concha, se movía a su gusto y acababa las veces que quería hasta que se cansaba. Parecía que me usaba como un objeto de placer. Y eso, secretamente, me encantaba.
Cuando empezamos la aventura de cambiar nuestros roles sexuales, también cambiamos nuestros lados en la cama. “La cama” en realidad es “su cama” de dos plazas, la de su departamento, donde transcurrió casi toda nuestra relación. Ella dormía en el lugar de al lado de la ventana, pero por el frío se pasó al lado en el que solía dormir yo. Y yo naturalmente ocupé el otro. Y estábamos muy a gusto.
Recuerdo una mañana, 6 am, ponía el reloj temprano para ir al laburo, pero posponía siempre la alarma. Ella se despierta y me agarra con los dos brazos por atrás. Empieza a pasarme la lengua por el cuello, me apoya con su concha en mi culo, como queriendo cogerme. Me respira en el oído:
- No vas a ir al trabajo – me dice con voz suave, pero decidida. Yo atino a reírme, pero me gusta su fantasía. – Te vas a quedar acá, vos sos mi objeto de placer… Decime, qué sos?
Se me paró mal, me volvió loco. Por un lado tenía ganas de decir con fuerza que era de su propiedad y que hiciera conmigo lo que se le plazca, por otro lado sentía vergüenza y humillación.
- Soy tu objeto de placer, y no voy a ir al trabajo. – dije tímidamente.
- Jajaja obvio! Te vas a quedar acá en casa hasta que yo vuelva de trabajar. Vas a ordenar y a lavar los platos de ayer. Cuando vuelva, te quiero en la cama con la colita parada así juego un poco. – y recalcó: - Porque sos mi objeto de placer.
- Ay sii me encanta! – dije y le movía el culo como si fuera una puta. Ella no aguantó y me bajó el bóxer y se puso a chuparme el culo, no sin antes pegarme una buena nalgada.
Yo gemía como una chica. Me gustaba mucho perder el control así a manos de Gina. Iba a ponerme un dedo, pero se quedó un rato, y de repente se sube arriba mío. Empieza a refregar su concha contra mi culo. Me encantaba sentir cómo se mojaba sobre mí. Ahí me acordé de cuando se subía sobre mi pija y me usaba como su… objeto de placer. De repente ella empezó a moverse bruscamente, como si me estuviera penetrando, pero frotándose contra mi cola. Me sentía cogido, no sé cómo explicarlo. Sentía sus tetitas en mi espalda, su respiración en mi nuca. En un momento me tiró para atrás del pelo. Era hermoso sentirse así de dominado por una mujer.
- Querés la lechita, Maxi? Mmm?
- Ay sii quiero toda la lechita!!
- Aaaahh! Tomá hijo de puta!
- Aaaahhh..!
Yo había acabado como un condenado también. Nos quedamos un ratito así, y ella me acaricia y me dice al oido:
- Algún día te voy a romper el culito… Si te portás bien.
Ese día llegué muy tarde al laburo.
3 comentarios - Mi ex Gina (Femdom Milf) Cap.02: Objeto de placer
Siempre es lindo conocer el porqué de otros en estos tan gustosos placeres