Soy una señora de unos cuarenta y pocos años y para mi cumpleaños me regalaron una tarde de spa, en un lugar aparentemente muy reputado del centro de la ciudad. Como trabajo todo el dÃa, finalmente saqué turno para un Jueves a las 19 hs. que incluÃa circuito hÃdrico, masaje descontracturante de 30 minutos, sauna, jugos e infusiones. Recomendaban llevar malla, ya que hay piletas.
Llegué muy contenta, después de un dÃa largo de trabajo. Le entrada al lugar era un lujo. Me anuncié en recepción y la chica de la puerta me pidió mil disculpas y me informó que la masajista habÃa tenido un problema personal y que no estaba, que pase la tarde ahÃ, que me daban otro voucher para otro dÃa y 500 pesos en productos de spa. Contenta, subà al cuarto piso, vestuario de damas. Ahà me puse la malla, me abroche la bata, guardé mis cosas en el locker y me dirigà al spa, en el quinto piso.
Tomé té, me metà al hidromasaje, hice un poco de sauna y luego subà al 6to piso, donde hay una sala de relax. Ahà me di cuenta de que el lugar tenÃa los vestuarios (hombres y mujeres) en el 4to piso, dos spa separados en el 5to piso (damas y caballeros) y la sala de relax, mixta, en el 6to piso.
Sin embargo, veÃa que algunas personas, en situación de spa, digo, en mallas o toallas, entraban a una puerta que no tenÃa una señalización.
Después de un rato, pasó un flaco, muy fachero, morocho, musculoso, menos de 35 pero más de 30 años, que estaba encarando para esa puerta y le digo:
- Disculpame, esa puerta, a dónde va?
- Hola - me dice - va a al 7mo piso
- Ah? - le dije poniendo cara de "obvio"
- Es un piso un poco más exclusivo, solo para miembros, querés subir? - siguió - Tiene entrada restringida pero si subis conmigo nadie te va a decir nada
Por supuesto que subÃ, a ver que era. Y el lugar estaba increible. HabÃa lugares privados, una pileta hermosa y re poca gente. La luz medio tenue y un montón de cosas que en el piso de abajo no habÃa.
El flaco, Manuel según me dijo, me sirvió una copa de champagne y me contó que tenÃa unas empresas afuera y que estaba en Buenos Aires una semana por mes y no se cuantas cosas más. Yo le dije que trabaja en el centro y que este era un regalo de cumpleaños y que era una pena porque los masajes se me habÃan cancelado.
- A ver, sentate acá - me dice cede la esquina de una reposera - en mi juventud habÃa hecho masajes para pagar mis estudios
Me senté y me empezó a masajear un poco a la altura de la columna. Iba subiendo hasta que llegó a la nuca:
- Uy! Tenés re duro - me dijo como asombrado
- Si, terrible - susurré
Me inclinó la cabeza hacia adelante y me empezó a masajear. Se ve que el nudo de la malla le molestaba, porque en momento medio que me levanta la cabeza y antes de que me de cuenta, me saco la parte de la malla que se enrosca en el cuello por encima de la cabeza y me la volvió a bajar.
Yo me quedé como estaba, aunque ahora, con mis manos, me tenÃa el corpiño de la malla con las manos sobre mi busto. El flaco tenÃa manos de oro!
Apenas un ratiro después, Manuel me agarra un brazo y me lo ubica detrás de mi cabeza, como estirado para arriba y luego girado detras del cuello, como para tener acceso al homóplato. Y me dice que estire el brazo izquierdo. que lo deje caer.
Me masajea un poco los hombros, y lentamente me desanuda el soutién, solo atado en la espalda. Me estaba a punto de horrorizar, pero tampoco habÃa pasado nada super grave. Y veo que del otro lado de la pileta, una chica rubia y con muy buen fÃsico salta a la pileta en topless (para mi que estaba operada). Miro hacia los lados y veo dos cosas en las que no habÃa reparado antes: una chica masturbando a otro muchacho por adentro de la malla y más lejos dos muchachos medio haciendlo sanguichito a otra chica joven.
Aún siendo la mayor del lugar sigo pensando que era de las más lindas. Soy alta, flaca, buen busto y para mi edad, me mantengo super bien.
No se cuanto tiempo estuve hasta que hice mi composición de lugar, pero para cuando me di cuenta, estaba semi desnuda, ya no tenÃa corpiño, que estaba tirado al lado de la reposera. Con la espalda erguida, los pechos se me salÃan hacia afuera y entre el humedo y la brisa, mis pezones estabam bastante erectos.
Manuel hizo como que me masajeaba los dorsales y de pronto me agarro, con firmeza, las tetas, una con cada mano. Yo, sin proponermelo, solté un mini gemidito.
Él se vino de frente a mÃ, muy buen mozo, y me besó el cuello, para ir luego bajando hacia la nuez, al hueco entre mis pechos y luego si, sobre mis tetas. Me las besó y luego me recostó hacia atrás, tiró de una cortina y medio que nos encerró en una carpa más privada. Yo quedé acostada en la reposera, asà que me beso la panza hasta que llegó al borde de mi bombachita y con, paciencia y super lento, me la bajó hasta que quedé desnuda, con la tanguita a la altura de los tobillos. Por suerte, mi polÃtica es siempre depilarme antes de ir a una pileta asà que estaba muy prolijita en mis partes.
Se ve que no era la primera vez que lo hacÃa, porque me la chupó como nunca, casà que acabé ahà mismo. Se paró y asà como estaba se quitó su traje de baño y se quedó desnudo.Â
TenÃa una pija grande y bien dura. Me dio curiosidad asà que me incorporé un poco y se la agarré para pajearlo un poquito, se la toque un poco y también le hice mimos en los testÃculos.
Luego me tiré otra vez para atrás y ahà él agarró un forro de un tarro lleno de forros que habÃa ahà mismo, se lo puso y me empezó a bombear mientras me besaba. Me garchó bien cogida durante unos minutos hasta que, juntos, acabamos los dos.
Se salió de mi, se quitó el forro, me sirvió más champán y se sentó al lado mio, abriendo parcialmente la cortina. Yo, me vestÃ, me envolvà en la toalla y me volvÃa al cuarto piso a bañarame, ya era tarde, asà que me fui a mi casa, sabiendo que todavÃa un voucher para volver en otro momento.
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Llegué muy contenta, después de un dÃa largo de trabajo. Le entrada al lugar era un lujo. Me anuncié en recepción y la chica de la puerta me pidió mil disculpas y me informó que la masajista habÃa tenido un problema personal y que no estaba, que pase la tarde ahÃ, que me daban otro voucher para otro dÃa y 500 pesos en productos de spa. Contenta, subà al cuarto piso, vestuario de damas. Ahà me puse la malla, me abroche la bata, guardé mis cosas en el locker y me dirigà al spa, en el quinto piso.
Tomé té, me metà al hidromasaje, hice un poco de sauna y luego subà al 6to piso, donde hay una sala de relax. Ahà me di cuenta de que el lugar tenÃa los vestuarios (hombres y mujeres) en el 4to piso, dos spa separados en el 5to piso (damas y caballeros) y la sala de relax, mixta, en el 6to piso.
Sin embargo, veÃa que algunas personas, en situación de spa, digo, en mallas o toallas, entraban a una puerta que no tenÃa una señalización.
Después de un rato, pasó un flaco, muy fachero, morocho, musculoso, menos de 35 pero más de 30 años, que estaba encarando para esa puerta y le digo:
- Disculpame, esa puerta, a dónde va?
- Hola - me dice - va a al 7mo piso
- Ah? - le dije poniendo cara de "obvio"
- Es un piso un poco más exclusivo, solo para miembros, querés subir? - siguió - Tiene entrada restringida pero si subis conmigo nadie te va a decir nada
Por supuesto que subÃ, a ver que era. Y el lugar estaba increible. HabÃa lugares privados, una pileta hermosa y re poca gente. La luz medio tenue y un montón de cosas que en el piso de abajo no habÃa.
El flaco, Manuel según me dijo, me sirvió una copa de champagne y me contó que tenÃa unas empresas afuera y que estaba en Buenos Aires una semana por mes y no se cuantas cosas más. Yo le dije que trabaja en el centro y que este era un regalo de cumpleaños y que era una pena porque los masajes se me habÃan cancelado.
- A ver, sentate acá - me dice cede la esquina de una reposera - en mi juventud habÃa hecho masajes para pagar mis estudios
Me senté y me empezó a masajear un poco a la altura de la columna. Iba subiendo hasta que llegó a la nuca:
- Uy! Tenés re duro - me dijo como asombrado
- Si, terrible - susurré
Me inclinó la cabeza hacia adelante y me empezó a masajear. Se ve que el nudo de la malla le molestaba, porque en momento medio que me levanta la cabeza y antes de que me de cuenta, me saco la parte de la malla que se enrosca en el cuello por encima de la cabeza y me la volvió a bajar.
Yo me quedé como estaba, aunque ahora, con mis manos, me tenÃa el corpiño de la malla con las manos sobre mi busto. El flaco tenÃa manos de oro!
Apenas un ratiro después, Manuel me agarra un brazo y me lo ubica detrás de mi cabeza, como estirado para arriba y luego girado detras del cuello, como para tener acceso al homóplato. Y me dice que estire el brazo izquierdo. que lo deje caer.
Me masajea un poco los hombros, y lentamente me desanuda el soutién, solo atado en la espalda. Me estaba a punto de horrorizar, pero tampoco habÃa pasado nada super grave. Y veo que del otro lado de la pileta, una chica rubia y con muy buen fÃsico salta a la pileta en topless (para mi que estaba operada). Miro hacia los lados y veo dos cosas en las que no habÃa reparado antes: una chica masturbando a otro muchacho por adentro de la malla y más lejos dos muchachos medio haciendlo sanguichito a otra chica joven.
Aún siendo la mayor del lugar sigo pensando que era de las más lindas. Soy alta, flaca, buen busto y para mi edad, me mantengo super bien.
No se cuanto tiempo estuve hasta que hice mi composición de lugar, pero para cuando me di cuenta, estaba semi desnuda, ya no tenÃa corpiño, que estaba tirado al lado de la reposera. Con la espalda erguida, los pechos se me salÃan hacia afuera y entre el humedo y la brisa, mis pezones estabam bastante erectos.
Manuel hizo como que me masajeaba los dorsales y de pronto me agarro, con firmeza, las tetas, una con cada mano. Yo, sin proponermelo, solté un mini gemidito.
Él se vino de frente a mÃ, muy buen mozo, y me besó el cuello, para ir luego bajando hacia la nuez, al hueco entre mis pechos y luego si, sobre mis tetas. Me las besó y luego me recostó hacia atrás, tiró de una cortina y medio que nos encerró en una carpa más privada. Yo quedé acostada en la reposera, asà que me beso la panza hasta que llegó al borde de mi bombachita y con, paciencia y super lento, me la bajó hasta que quedé desnuda, con la tanguita a la altura de los tobillos. Por suerte, mi polÃtica es siempre depilarme antes de ir a una pileta asà que estaba muy prolijita en mis partes.
Se ve que no era la primera vez que lo hacÃa, porque me la chupó como nunca, casà que acabé ahà mismo. Se paró y asà como estaba se quitó su traje de baño y se quedó desnudo.Â
TenÃa una pija grande y bien dura. Me dio curiosidad asà que me incorporé un poco y se la agarré para pajearlo un poquito, se la toque un poco y también le hice mimos en los testÃculos.
Luego me tiré otra vez para atrás y ahà él agarró un forro de un tarro lleno de forros que habÃa ahà mismo, se lo puso y me empezó a bombear mientras me besaba. Me garchó bien cogida durante unos minutos hasta que, juntos, acabamos los dos.
Se salió de mi, se quitó el forro, me sirvió más champán y se sentó al lado mio, abriendo parcialmente la cortina. Yo, me vestÃ, me envolvà en la toalla y me volvÃa al cuarto piso a bañarame, ya era tarde, asà que me fui a mi casa, sabiendo que todavÃa un voucher para volver en otro momento.
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4 comentarios - Mi tarde de spa
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