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Mi timidez y las mujeres de mi familia 37

Mi timidez y las mujeres de mi familia 37




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Mi  timidez y las mujeres de mi familia 36

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Mi timidez y mi responsabilidad guiaron mi juventud, hasta que mis tías, mi madre y mi prima y otras chicas me hicieron despertar, pero las circunstancias me abrieron los horizontes.




Cuando salí de la habitación de Lisa estaba sorprendido por la historia y a la vez liberado de cierto remordimiento, me duché y más contento baje al restaurante, mi madre me miró de lejos y sonrió, cuando llegué a su lado me dijo…


-        Qué, Manu? La tarde movidita, no?


Le empecé a contar que habíamos jugado mucho, que las chicas eran como chiquillas incansables, en fin, historias que mi madre aunque asentía no se creía ni palabra, al final me interrumpió y me dijo…


-        Te voy a preparar una buena cena, creo que la necesitas.


Recordé el dicho de “Te conozco más que tu madre”, en este caso mi madre me conocía más que yo mismo.


Subí a mi habitación nada más cenar, mi madre me aconsejó que me acostara pronto, ella me dijo que “también” estaba muy cansada, se lo agradecí, sabía que esta noche no íbamos a compartir cama.


Pasé una mala noche, no paraba de dar vueltas, hasta tenía agujetas en los riñones de la posturita del coche, casi amaneciendo salí al baño a desaguar, me crucé con mi tía Julia, con pasos silenciosos bajaba en ese momento del piso de arriba, supuse que habría estado arreglando algo.


Por la mañana noté como mi madre me besaba en la frente y después de ponerse el uniforme, salía de la habitación en silencio.
Ya era tarde cuando salí de mi habitación, mi intención era ayudar en los almuerzos, el bar debía estar lleno.


Al pasar por la puerta de la habitación de Lisa me llamó, a esas horas los únicos que acostumbrábamos estar en el piso éramos nosotros, también se estaba terminando de arreglar, me hizo pasar y me senté en la cama, ella aún iba en pijama pero ya estaba maquillada, se sentó a mi lado y me cogió la mano.


-        Como has pasado la noche primo?, yo fatal, aun no puedo sentarme bien, ayer me jodiste bien, aunque no te lo reprocho, me subiste a la gloria, no tienes ni idea los mensajes que me han mandado mis amigas, me han quemado el teléfono casi, se creían de vuelta de todo, pero la serie de mamadas que nos diste no las olvidaremos nunca.


-        Me alegro mucho que lo pasarais bien ayer, yo también lo pasé especial, aunque tampoco he dormido bien, no he parado de moverme, los riñones hechos polvo y la boca casi desencajada, tuve que ir al baño de buena mañana. Ah! Y me cruce con tu madre.


-        Con mi madre? Y donde estaba?


-        Pues no sé, pasaba por el pasillo, aún era de noche, me pareció que bajaba del piso de arriba.


-        Vaya con mi madre…, ahora empiezo a comprender algunas cositas… mira.


Sacó del cajón de la mesita el consolador que ya le había visto antes, era de su madre, lo sacó del envoltorio.


-        Fíjate, está sin usar desde hace mucho, se lo cogí ayer, estaba como lo había dejado yo, seguro que ya no lo usa y antes era casi a diario, algo quiere decir, me imagino lo que pasa… mi madre aseó la habitación de arriba por la insistencia mía para que estuvieras solo cuando vinieras y así poderte acompañar muchas noches sin que estuvieras con tu madre, cuando ya lo había hecho, contrató a Ricardo el camarero, al principio se hospedaba en una habitación alquilada en el pueblo, pero ella le propuso dejarle la de arriba y desde entonces… no usa el consolador, creo que Ricardo le ha solucionado el tema de una polla y esta vez caliente.


Nos echamos a reír los dos, era una buena deducción y un buen descubrimiento, nos comprometimos a seguirles la pista y controlarlos.


Se levantó y en un momento se puso un sujetador cómodo y una camisa oscura con un pantalón, no pude más que recordar la tarde anterior, todo aquello me lo había comido yo.


La mañana fue como todas, mucho trabajo, Raquel estaba agobiada como siempre, me acerque y le pregunté si le ayudaba, se alegró y me dejó servir a mí también, a los de la mesa de mirones los servía ella, pero ya no se agachaba por no enseñarles las tetas.


Después de comer montamos las mesas y las camareras se marcharon un rato hasta la cena, mi tía me dijo que le diera un recado a Lourdes la camarera antes de irse, ya era tarde y creí que ya no estaba y entré sin llamar al cuarto donde tenían las taquillas, detrás de la puerta abierta de una de ellas asomó Encarna, me quedé cortado, ni yo esperaba que hubiera alguien ni ella que entrara nadie, solo llevaba unas braguitas estampadas de florecitas, se cruzó los brazos sobre las tetas, pero enseguida se tapó la entrepierna, dejando las tetas frente a mí, yo no sabía dónde mirar, ella sofocada y yo rojo por la metedura de pata, al fin pude balbucear algo, o pregunté por Lourdes o me excusé saliendo enseguida.


Cuando salí mi tía y mi madre estaban detrás de la barra, me vieron sofocado y antes de que pudiera explicarles, salió del cuarto Encarna, arreglándose el pelo, les sonrió y se despidió.


-        Parece que has visto a un fantasma Manu!


-        Todo lo contrario, he visto a un ángel.


Julia miró a Clara y se echaron a reír.


Por la noche las camareras me miraban cuchicheando y se reían, la única que parecía defenderme era Raquel, me contó que Encarna les había contado que había entrado en el cuarto de cambiarnos y la había visto desnuda y que me había ruborizado mucho, yo le conté mi versión que tampoco difería tanto, simplemente me justifique diciéndole que no esperaba que estuviera sin vestir y menos ella.


-        Tampoco es para tanto, solo le he visto fugazmente las tetas mientras ella se 
intentaba tapar las bragas, aunque me habría gustado ver algo más, parece que tiene 
un tipo bonito.



-        Pues ella dice que se las viste bien vistas y que te quedaste mirando abobado. 


Pero yo creo que la verdad es que le habría gustado que la hubieras visto del todo desnuda, le caes muy bien, y teniendo un tipo tan bonito como dices tú…


-        Qué va! Para tipo bonito el tuyo, aunque tengo que reconocer que a primera vista me engañaste.


-        Cómo que te engañé?, si no me lo has visto.


-        No te he visto desnuda, pero con mi vista de rayos X te he examinado toda.


Ella se rió con ganas, las tetas le saltaban al reírse, yo las seguía disimuladamente.


-        Pues no se qué más quieres, me has visto con bikini y desde muy cerca, lástima que no tenga el tipo de Encarna…


-        Encarna?, ni sombra, tú tienes unas tetas que enamoran solo verlas, bueno… si las hubiera visto y de lo demás no quiero pensarlo porque me tendría que esconder detrás de la barra.


Entre risas me dijo que era un exagerado, yo hice mención de morderle una teta y ella se encogió como huyendo.


-        Lástima que aquí no haya playa, porque me gustaría invitarte un día a tomar el sol y ponerte morena.


Lo dije sin esperanza, la playa estaba lejos, de haber sido en mi ciudad, lo habría hecho directamente, pero aquí y sin vehículo…


-        Oye… que aquí no tendremos playa, pero tenemos río, qué te crees?


Yo creo que las orejas se me plantaron como a Thor cuando se ponía alerta, y recogí el guante…


-        A esto le llamáis rio? Si no lleva casi agua.


-        Eso te parece a ti, pero yo sé un sitio que hay una poza bastante profunda, está un poco lejos pero está muy bien.


-        Es una pena que no tenga coche ni permiso para llevarte…


-        Bueno, yo tengo un scooter, no corre casi pero para ir y venir sobra.


-        Ah! Pues es una buena idea, pero a saber cuándo podíamos ir…


-        Yo libro pasado mañana, aunque no sea fiesta el rio seguirá allí, supongo.


-        Muy bien se lo diré a mi tía y si no le hago falta nos vamos.


-        De acuerdo, yo revisaré la moto antes de salir.


A los dos días habíamos quedado en encontrarnos bajo de casa de su abuela, yo llevaba una mochila con el bañador, una gorra y una toalla, a los diez minutos aún no había venido, yo estaba casi desengañado, todo era mirar a los dos lados de la calle, lo que no me esperaba es que saliera del portal de su abuela, me sonrió de oreja a oreja y me dijo con la cabeza que la siguiera, en una calle paralela tenía aparcada la moto, era bastante nueva y cómoda, yo creí que sería un velomotor cualquiera, de abajo del asiento sacó dos cascos, uno se lo puso ella y el otro me lo dio a mí, me lo puse, parecía un astronauta al verme en el espejo, ella se tronchaba de risa.


Me dio una bolsa que llevaba, pesaba bastante, no le hice mucho caso porque los bolsos de las mujeres, ya se sabe…


Se subió a la moto y me senté de paquete, cuando arrancó me pilló desprevenido y casi me caigo por detrás, me dijo…


-        Perdona, es que no tengo mucha práctica en llevar a gente, cógete fuerte.


Me puse la bolsa de ella a la espalda y pase los brazos por su cintura, me dijo que estaba a unos 15 Km.


Salimos del pueblo, era en otra dirección de la excursión anterior, apenas llevábamos 5 minutos se desvió por un camino sin asfaltar, iba bajando hacia un valle frondoso, el camino era malo, la moto iba lenta y ella con pericia esquivaba los baches, pero alguno no lo podía evitar y dábamos un salto, yo me cogía para estar seguro, mis manos en su estomago notaban el calor de su piel bajo la camiseta, de vez en cuando el salto era mayor y a la suspensión de la moto se añadía las suspensión del sujetador de Raquel, con la sobrecarga que llevaba varias veces se apoyaba en mis manos, yo iba subiéndolas poco a poco y con menos saltos y más frecuencia le iba rozando los bajos de las tetas que pese a su tamaño encontré duras, ella acercaba su culo sobre el asiento alargado y lo colocaba entre mis piernas echando la espalda hacia atrás, íbamos pegados literalmente.


Casi no nos dimos cuenta cuando llegamos, la moto nos había llevado hasta un bosquecillo de plátanos, me extrañe no ver el río pero me hizo bajar, a unos metros de distancia se acababa la hierba y seguía una losa de piedra, me llevó de la mano y cuando se termino la piedra me señaló hacia abajo.


A unos 5 o 6 metros debajo de nosotros estaba el rio, era estrecho pero justo debajo se ensanchaba en un pozo hondo, el agua aunque limpia se oscurecía bastante, luego el agua seguía entre una playita de arena.


Al lado de otro árbol había otra moto, y desde el río subían unas voces, era otra pareja que había llegado antes.


Raquel me mostró por donde se bajaba por una senda muy inclinada hasta la orilla, desde debajo aún parecía más alto, la pareja de jóvenes nos saludó y correspondimos, nos contaron que era muy divertido tirarse desde la piedra al rio, yo no lo creí pero el chico subió corriendo y desde arriba se lanzó de pié, entró como un clavo y al momento salió sin apenas levantar el agua, le aplaudimos, la chica también subió se cruzó los brazos sobre el pecho y saltó, aún lo hizo mejor, el chico quiso mejorarla y se volvió a tirar, pero esta vez se torció un poco y cayo de lado, el ruido sonó mal, cuando salió tuve que ayudarlo, tenía el lado rojo del planchazo que se había dado, la novia corrió hacia él y le ayudó a subir a los arboles, les perdimos de vista y a los pocos minutos oímos como su moto se alejaba.


Cuando nos quedamos solos Raquel me retó a tirarme, pero yo la verdad no lo tenía muy claro, quiso ser la primera, se quitó la camiseta y el pantalón corto, llevaba el bikini blanco que le arregló su madre, se dio una vuelta rápida para enseñármelo y le hice una señal de admiración que ella agradeció.


Subió por la senda y al momento se asomó sobre la piedra, desde abajo todavía se veía más escultural.


Se puso en la orilla y cruzando los brazos sobre el pecho se lanzó, estuvo unos segundos bajo el agua que me parecieron horas, salió tosiendo, le había entrado un poco de agua por la nariz, pero cuando salió quedé maravillado, a la alegría de verla sana se unía la de verle el bikini mojado pegado a su figura, su madre había hecho un buen trabajo, pero aún así era como una segunda piel.


Me vi obligado a replicar y subí a la piedra, ella desde abajo me animaba porque yo no me atrevía todavía, al fin me armé de valor y me lancé, la luz se hizo oscuridad, al momento la claridad del agua y ya estaba fuera otra vez, había sido una experiencia excitante, Raquel me abrazó cuando salí chorreando, ella también mojada me apretó contra ella, sus pechos se apretaron contra mí.


Enseguida se animó a saltar otra vez ella, subió corriendo y apareció sobre la roca, esta vez se tapo con la mano la nariz para evitar el agua y se lanzó sin más, entró limpiamente, cuando asomó la cabeza sonreía feliz, había hecho un salto perfecto, al salir a la orilla me quedé petrificado, ella no se había percatado, pero al entrar en el agua le había subido el sujetador hasta el cuello y le había dejado las dos hermosas tetas exultantes frente a mí, no dije nada hasta que estuvo frente a mí, mis ojos no se podían apartar de ellas y siguiendo mi mirada llegó a sus pezones, rápidamente se tapó, pero había mucho que tapar y no consiguió su propósito, al final viendo que me tronchaba de risa, desistió y soltándose el sujetador de detrás lo lanzó lejos.


Se fue corriendo al agua y se metió hasta el cuello, yo la seguí y cuando la alcance me fui hacia ella, intentó alejarme echándome agua con las manos, pero yo iba ciego ya y cuando la abracé desistió de defenderse, me abrazó y me besó, no fue un beso de pasión pero lo suficiente para demostrarme que estaba a gusto conmigo y ahora, mis brazos rodearon su cuerpo y estuvimos un momento besándonos la cara, el cuello y la boca, nuestros cuerpos pegados no se movían hasta que Raquel me cogió el bañador y me lo bajó hasta las rodillas, yo en represalia buceé y le hice lo mismo pero hasta los tobillos, al momento vi sus bragas flotando a nuestro lado, con un pié me acabe de quitar el mío que también subió a la superficie, nos volvimos a abrazar, esta vez mi polla ya se pegó a su vientre, quedó aprisionada entre nuestros ombligos, le cogí de las nalgas para apretarla más contra mí, la dureza de la polla nos unía más que nos separaba.


Raquel se separó lo justo para cogerme el capullo y ponérselo en el comienzo de sus labios, recordé lo alto que le nacía la raja, ella se volvió a pegar a mí, el agua hizo de lubricante y mi polla fue resbalando entre sus labios, fue un largo paseo, apenas interrumpido por la escala en su clítoris que superé y seguí hasta que sus labios menores me recibieron, la chica solo separó las piernas lo justo para rodear mi polla con sus labios, el calor que me daban contrastaba con el frio del agua y me sentí abrigado, la cogí de las axilas y la levante, en el agua casi no pesaba y al bajarla Raquel abrió las piernas y se dejó penetrar por mi polla que apuntaba hacia arriba, entonces sí que me sentí como en casa, la chica al sentirme dentro de ella me abrazó otra vez quedándose quieta, estaba saboreando la sensación de mi polla caliente, colgada de mi cuello me rodeo la cintura con sus piernas y se dejó caer hasta que su coño se pegó a mí, con mis manos libres le cogía las tetas, no las abarcaba pero las amasaba y juntaba o separaba, podía hacer lo que quisiera con ellas, sus pezones me rozaban en los míos, nos dejamos llevar por la corriente hasta que embarrancamos en la orilla sobre la arena, con medio cuerpo fuera del agua Raquel me recibió entre sus piernas, mi polla chapoteaba al entrar y salir y sus tetas al agitarse con los empujones hacían olas, la noté temblar y no era de frío, las sacudidas que dio levantaron la arena del fondo y cuando yo me iba a correr estiró de mí y me puso la polla entre sus tetas, las cerró y la hizo desaparecer, aun moviéndome no aparecía mi glande por ningún sitio, me corrí de todas formas, cuando separó las tetas en todo el canalillo una masa blanquecina y viscosa con un fuerte olor a semen se escurría hasta el agua.


Sobre la arena húmeda estuvimos un rato, mi polla caída a un lado descansaba, ella con los dedos repartía mi leche entre sus tetas mojando con especial atención a sus pezones oscuros, luego se chupo los dedos.


continuara..............

1 comentarios - Mi timidez y las mujeres de mi familia 37

pornero67 +1
No seas rata y pásame la foto de la putita que aparece en la míniatura