Mi timidez y las mujeres de mi familia 31
RELATO ANTERIOR:
Mi timidez y las mujeres de mi familia 30
http://www.poringa.net/posts/relatos/3127542/Mi-timidez-y-las-mujeres-de-mi-familia-30.html
Mi timidez y mi responsabilidad guiaron mi juventud, hasta que mis tías, mi madre y mi prima y otras chicas me hicieron despertar, pero las circunstancias me abrieron los horizontes.
Fuimos a comer a casa de Ana, mi tía nos miró disimuladamente, el semblante de Clara era descaradamente el de una mujer plenamente satisfecha sexualmente, además de las atenciones que me procuraba mi madre.
Por la tarde después de una agradable sobremesa mi tío Jorge se ofreció a llevarnos a la estación, por la ventanilla del vagón mi madre me dedicó un beso pegado al cristal.
Al llegar a casa nos esperaba una sorpresa, en el salón estaban sentadas mi tía Ana y su hermana pequeña, Cris.
Se levantó rápida y beso a Jorge, a mí solo me dijo un escueto…
- Hola sobrino.
Me quedé parado, no me esperaba un saludo tan frío, mi tía Ana también se extrañó, al mirarle a la cara noté como tenía los ojos un poco enrojecidos, parecía que había llorado.
Estuvieron hablando de todo, especialmente sobre el embarazo, después de mucho insistirle se quedó a cenar, parecía que tenía ganas de hablar, aunque no conmigo.
Ya tarde se levantó y dijo que ya se marchaba, mi tío se ofreció a llevarla a casa, pero
Ana le hizo una señal y dijo…
- Manu me podrías hacer un favor? Puedes acompañar a casa a Cris? Es que Jorge tiene que madrugar mañana.
- Claro no faltaría más, le contesté.
Aunque no estaba muy convencido de que fuera buena idea, salimos y nada más llegar a la calle detuvimos a un taxi, Cris le dio la dirección y salimos raudos, íbamos cada uno sentados pegados a las ventanillas del coche, no hablamos en todo el trayecto, llegando a su casa Cris empezó a sollozar calladamente.
Mi intención era despedirla en el portal y volverme en el mismo taxi, pero me preocupó y decidí acompañarla hasta arriba, despedí al taxi y le puse el brazo en el hombro, ella me esquivó.
Más por educación que por convicción me invitó a entrar, yo no sabía qué hacer, estaba cohibido, al fin me invitó a sentarme, lo hice en un lado del sofá, ella en el otro, el ambiente era tenso y yo no sabía que decir y solo miraba la puerta buscando cualquier excusa para volver a casa, de momento Cris volvió a llorar, me tenía descolocado, no sabía si consolarla o preguntarle claramente si tenía algo contra mí.
Opté por acercarme a ella y con aire conciliador le cogí la mano, ella en un primer momento la retiró, se la volví a coger y le dije…
- Tía Cris, que te pasa?
- A mi no me llames tía, me haces vieja.
- Perdona Cris, pero dime qué te pasa, si es que estás enfadada conmigo por algo, desde ahora te pido disculpas, pero no te pongas así.
- No estoy enfadada contigo, bueno… sí, estoy pero, ya no se si no será culpa mía también!
- Pues que he hecho mal?
- Es que soy un desastre, todo me pasa a mí y casualmente tú siempre tienes algo que ver.
- No te entiendo Cris, apenas nos hemos visto dos días que yo recuerde y no he hecho nada malo, por lo menos intencionadamente.
- No? Pues mira sí, te acuerdas de Sofía?, por tu culpa la perdí, era una chica estupenda..
- Y estaba muy buena, lo reconozco.
- Eso, y estaba muy buena, pero me abandonó y ahora mi otra pareja también me ha dejado con la excusa de tomarse un tiempo para pensar, estoy desolada.
- Y te ha dejado por mi culpa?
- Sí, porque ha pillado dos veces a su hija follando con dos chicos en su propia cama y eso para ella es lo último que acepta, y la niña dijo que las habías convencido tú.
- Yo?, si solo le expliqué que habían otras opciones que la de su madre y que ella podía decidir, y que las dos eran buenas.
- Pues a ella le ha gustado la que le aconsejaste y al parecer muy bien explicada, no es cierto?
- Bueno… la verdad es que algo le explique, sí.
- Y a mí que me den, nadie quiere estar conmigo, ni hombres ni mujeres, soy un desastre.
- Cris no te pongas así, tu eres una chica preciosa, encantadora, con mala suerte de momento, pero seguro que encontraras a la persona ideal.
No había forma de calmarle el llanto, yo por una parte ya estaba más tranquilo, pues sabía la causa del enfado, pero no tenía ni idea de cómo convencerla, la abracé mientras ella seguía llorando, yo le acariciaba el pelo, y las manos, le dejé caer un beso en el cuello, detrás en la nuca, parece que el llanto cambió a hipo, por lo menos era un avance, seguí por el mismo camino y le iba rozando con mis labios el cuello y los hombros, temiendo en cualquier momento una reacción airada, pero ella se relajó, ya no lloraba y con mis manos la abrazaba mientas le decía cosas tiernas al oído, se recostó sobre mi pecho, aún estaba agitada, me dijo…
- Mira, como me va el corazón, lo debo tener roto de tanto llorar.
Me cogió la mano y la puso sobre su corazón, palpitaba fuertemente, en la palma de la mano sentía los golpes de sus latidos, pero mis dedos rozaban la pequeña protuberancia de su leve pecho, me recordó al de su hermana Ana, sin querer, busqué el pezón, fue un acto reflejo, lo encontré y Cris suspiró, lo tenía duro pero todavía no había salido erguido, lo fue haciendo entre mis dedos, cuando lo rodee varias veces ya estaba en su máxima cota, no era como el de Ana pero no le tenía nada que envidiar.
No me soltaba la mano, yo seguía acariciando el pezón y abarcando la teta con la mano, ella con la otra mano desabrocho la camisa y en dos estirones se la sacó de la falda, la abrió y dejó sus dos tetas frente a mí, me agaché y las besé, Cris, soltó toda la tensión que llevaba acumulada desde días, me cogió la cabeza y me besó en la boca, era un beso desesperado, me comía literalmente los labios metiéndome la lengua a la fuerza, sus manos ya no me sostenían las mías sobre sus tetas sino que me soltaba el cinturón torpemente, tuve que ayudarle y lo hice yo, ella bajó la cremallera, no tuvo paciencia ni para quitarse la falda, simplemente se la subió hasta los riñones y ladeándose las bragas se sentó sobre mí, cuando ya la tenía dentro volvió a coger mis manos y se las puso otra vez en las tetas, rodeó con sus brazos mi cuello y empezó a saltar sobre mí gimiendo cada vez que bajaba y se metía mi polla hasta los huevos.
- No sé si quererte u odiarte, pero la verdad es que te necesitaba, tienes una polla que me vuelve loca, ahora comprendo mucho mejor a Sofía y la niña.
Cris, estuvo saltando sobre mí el rato que quiso, primero con rabia, después con urgencia, fue suavizando su cabalgada hasta que se derritió en un orgasmo salvaje, me mordió el cuello, me clavó las uñas en la espalda y con los tacones de los zapatos que aún no se había quitado, araño mis piernas.
Cuando cayó desmadejada sobre mí disimuladamente miré el reloj, ella acercó sus labios a mi oreja y me dijo entre amenazante y suplicante.
- No se te ocurra dejarme sola esta noche.
Mi polla aun sin correrse fue bajando de dureza, dejé que estuviera abrazada sobre mí hasta parecer dormida, la abrace y la dejé suavemente tendida en el sofá.
Salí del salón y con el teléfono llamé a Ana, nada más descolgar me dijo antes de que yo pudiera hablar.
- Ya sé lo que me vas a decir, que te quedas esta noche acompañando a Cris, es justo lo que necesita, ya hablamos mañana, un beso.
Fui directamente a la habitación de Cris, aunque ya la había visitado me pareció cambiada, destapé la cama y volví al salón, agradecí el reducido tamaño de las hermanas pues no tuve mucha dificultad en cogerla y llevarla a su cama, estaba dormida profundamente, la tensión pasada le había pasado factura.
Le quité los zapatos y los dejé al lado de la cama, las medias las fui enrollando desde los muslos hacia los pies, me di cuenta de que me gustaban las piernas con medias, aunque estas eran de verano, la camisa era lo único que se había quitado ella, pero la falda tuve que soltarla y levantándole el culo se la saqué por las piernas, le iba a dejar las bragas, pero vi el brillo que tenía entre las piernas y noté que estaban empapadas de jugos, las saqué también, pude admirar el cuerpo juvenil de Cris, era la más joven de las cuatro hermanas y se notaba.
La tape con la sabana y me tumbé a su lado, en un principio, sobre la cama pero recordando lo que me había dicho Ana, me desnudé y me acosté a su lado.
Se le notaba nerviosa, me desperté cuando noté que se movía, estaba soñando y nombraba entre dientes a Sofía y a su última compañera, pasaba sus brazos sobre mí y me apretaba contra ella, me acariciaba mi pecho, rozándome las tetillas, se pegaba y se acoplaba contra mi pecho, no quise despertarla pero mi mano pasó entre sus piernas y ella solo las separó, la acaricié, en su sueño, murmuraba que le comiera el coño, acerque la boca y le lamí de arriba abajo todos los labios, ella gimió y me cogió la cabeza, le fue guiando hasta que la entrepierna era un mar de jugos, tiró de mi hacia arriba y le mordí los pezones, cuando me llevo a su boca, me mordió los labios, abrió los ojos de asombro y los cerró despacio, siguió tirando de mí hasta notar mi polla entre sus labios y me susurró…
- Manu me alegro de tenerte conmigo esta noche, fóllame como solo tú sabes follarme.
Cris se dejó hacer, todo el furor que demostró en el sofá se había extinguido, ahora era una débil chica necesitada de cariño y atención.
No movió ni un músculo cuando le fui metiendo despacio la polla por la vagina súper lubricada, estaba con los brazos en cruz y las piernas separadas, apoyé mis manos al lado de sus tetas y fui dejándome caer sobre ella, los pezones los notaba presionando los míos, solo movía mi cadera, la polla entraba y salía lentamente, ella suspiraba y gemía suavemente, apenas ondulaba su pelvis acompañándome, estaba como en una nube, estuve un rato, no tenía prisa y la visión de Cris flotando me mantenía sereno, pero cuando la respiración de mi tía empezó a profundizarse, cerró sus brazos sobre mí y me dijo…
- Manu, vamos a corrernos los dos juntos, lo necesito.
Aceleré los empujones, y casi llego tarde, mi tía estaba corriéndose ya cuando yo eyacule dentro de ella, con sus piernas enlazó las mías y no me dejó salir hasta que su orgasmo acabó, superando ampliamente el mío.
Cuando al otro día llegué a casa, mi tía Ana me agradeció con un beso de que hubiera apoyado a Cris en el estado de agitación en que estaba.
Me contó confidencialmente que le había abierto su corazón y que le había confesado sus problemas, me hizo prometer que no se lo diría a nadie pero le había contado que era lesbiana y que tenía muchos problemas con sus parejas.
Ana me miraba atentamente a la cara para ver mi reacción al decirme que Cris era lesbiana, pero yo no hice ningún gesto, ella me cogió del brazo y me agitó.
- Manu, te estoy diciendo que Cris me ha dicho que es lesbiana y tú te quedas igual?
- Porque no es verdad, en todo caso será bisexual.
- Que quieres decir Manu?, cómo lo sabes?, que tú y ella?, esta noche?, en su cama? No me lo puedo creer.
Yo solamente me encogí de hombros haciendo una sonrisa entre ingenua y tonta.
Mi tía me estampó un beso en la boca que casi me asfixia.
- Eres el colmo, Manu.
Continuará.
RELATO ANTERIOR:
Mi timidez y las mujeres de mi familia 30
http://www.poringa.net/posts/relatos/3127542/Mi-timidez-y-las-mujeres-de-mi-familia-30.html
Mi timidez y mi responsabilidad guiaron mi juventud, hasta que mis tías, mi madre y mi prima y otras chicas me hicieron despertar, pero las circunstancias me abrieron los horizontes.
Fuimos a comer a casa de Ana, mi tía nos miró disimuladamente, el semblante de Clara era descaradamente el de una mujer plenamente satisfecha sexualmente, además de las atenciones que me procuraba mi madre.
Por la tarde después de una agradable sobremesa mi tío Jorge se ofreció a llevarnos a la estación, por la ventanilla del vagón mi madre me dedicó un beso pegado al cristal.
Al llegar a casa nos esperaba una sorpresa, en el salón estaban sentadas mi tía Ana y su hermana pequeña, Cris.
Se levantó rápida y beso a Jorge, a mí solo me dijo un escueto…
- Hola sobrino.
Me quedé parado, no me esperaba un saludo tan frío, mi tía Ana también se extrañó, al mirarle a la cara noté como tenía los ojos un poco enrojecidos, parecía que había llorado.
Estuvieron hablando de todo, especialmente sobre el embarazo, después de mucho insistirle se quedó a cenar, parecía que tenía ganas de hablar, aunque no conmigo.
Ya tarde se levantó y dijo que ya se marchaba, mi tío se ofreció a llevarla a casa, pero
Ana le hizo una señal y dijo…
- Manu me podrías hacer un favor? Puedes acompañar a casa a Cris? Es que Jorge tiene que madrugar mañana.
- Claro no faltaría más, le contesté.
Aunque no estaba muy convencido de que fuera buena idea, salimos y nada más llegar a la calle detuvimos a un taxi, Cris le dio la dirección y salimos raudos, íbamos cada uno sentados pegados a las ventanillas del coche, no hablamos en todo el trayecto, llegando a su casa Cris empezó a sollozar calladamente.
Mi intención era despedirla en el portal y volverme en el mismo taxi, pero me preocupó y decidí acompañarla hasta arriba, despedí al taxi y le puse el brazo en el hombro, ella me esquivó.
Más por educación que por convicción me invitó a entrar, yo no sabía qué hacer, estaba cohibido, al fin me invitó a sentarme, lo hice en un lado del sofá, ella en el otro, el ambiente era tenso y yo no sabía que decir y solo miraba la puerta buscando cualquier excusa para volver a casa, de momento Cris volvió a llorar, me tenía descolocado, no sabía si consolarla o preguntarle claramente si tenía algo contra mí.
Opté por acercarme a ella y con aire conciliador le cogí la mano, ella en un primer momento la retiró, se la volví a coger y le dije…
- Tía Cris, que te pasa?
- A mi no me llames tía, me haces vieja.
- Perdona Cris, pero dime qué te pasa, si es que estás enfadada conmigo por algo, desde ahora te pido disculpas, pero no te pongas así.
- No estoy enfadada contigo, bueno… sí, estoy pero, ya no se si no será culpa mía también!
- Pues que he hecho mal?
- Es que soy un desastre, todo me pasa a mí y casualmente tú siempre tienes algo que ver.
- No te entiendo Cris, apenas nos hemos visto dos días que yo recuerde y no he hecho nada malo, por lo menos intencionadamente.
- No? Pues mira sí, te acuerdas de Sofía?, por tu culpa la perdí, era una chica estupenda..
- Y estaba muy buena, lo reconozco.
- Eso, y estaba muy buena, pero me abandonó y ahora mi otra pareja también me ha dejado con la excusa de tomarse un tiempo para pensar, estoy desolada.
- Y te ha dejado por mi culpa?
- Sí, porque ha pillado dos veces a su hija follando con dos chicos en su propia cama y eso para ella es lo último que acepta, y la niña dijo que las habías convencido tú.
- Yo?, si solo le expliqué que habían otras opciones que la de su madre y que ella podía decidir, y que las dos eran buenas.
- Pues a ella le ha gustado la que le aconsejaste y al parecer muy bien explicada, no es cierto?
- Bueno… la verdad es que algo le explique, sí.
- Y a mí que me den, nadie quiere estar conmigo, ni hombres ni mujeres, soy un desastre.
- Cris no te pongas así, tu eres una chica preciosa, encantadora, con mala suerte de momento, pero seguro que encontraras a la persona ideal.
No había forma de calmarle el llanto, yo por una parte ya estaba más tranquilo, pues sabía la causa del enfado, pero no tenía ni idea de cómo convencerla, la abracé mientras ella seguía llorando, yo le acariciaba el pelo, y las manos, le dejé caer un beso en el cuello, detrás en la nuca, parece que el llanto cambió a hipo, por lo menos era un avance, seguí por el mismo camino y le iba rozando con mis labios el cuello y los hombros, temiendo en cualquier momento una reacción airada, pero ella se relajó, ya no lloraba y con mis manos la abrazaba mientas le decía cosas tiernas al oído, se recostó sobre mi pecho, aún estaba agitada, me dijo…
- Mira, como me va el corazón, lo debo tener roto de tanto llorar.
Me cogió la mano y la puso sobre su corazón, palpitaba fuertemente, en la palma de la mano sentía los golpes de sus latidos, pero mis dedos rozaban la pequeña protuberancia de su leve pecho, me recordó al de su hermana Ana, sin querer, busqué el pezón, fue un acto reflejo, lo encontré y Cris suspiró, lo tenía duro pero todavía no había salido erguido, lo fue haciendo entre mis dedos, cuando lo rodee varias veces ya estaba en su máxima cota, no era como el de Ana pero no le tenía nada que envidiar.
No me soltaba la mano, yo seguía acariciando el pezón y abarcando la teta con la mano, ella con la otra mano desabrocho la camisa y en dos estirones se la sacó de la falda, la abrió y dejó sus dos tetas frente a mí, me agaché y las besé, Cris, soltó toda la tensión que llevaba acumulada desde días, me cogió la cabeza y me besó en la boca, era un beso desesperado, me comía literalmente los labios metiéndome la lengua a la fuerza, sus manos ya no me sostenían las mías sobre sus tetas sino que me soltaba el cinturón torpemente, tuve que ayudarle y lo hice yo, ella bajó la cremallera, no tuvo paciencia ni para quitarse la falda, simplemente se la subió hasta los riñones y ladeándose las bragas se sentó sobre mí, cuando ya la tenía dentro volvió a coger mis manos y se las puso otra vez en las tetas, rodeó con sus brazos mi cuello y empezó a saltar sobre mí gimiendo cada vez que bajaba y se metía mi polla hasta los huevos.
- No sé si quererte u odiarte, pero la verdad es que te necesitaba, tienes una polla que me vuelve loca, ahora comprendo mucho mejor a Sofía y la niña.
Cris, estuvo saltando sobre mí el rato que quiso, primero con rabia, después con urgencia, fue suavizando su cabalgada hasta que se derritió en un orgasmo salvaje, me mordió el cuello, me clavó las uñas en la espalda y con los tacones de los zapatos que aún no se había quitado, araño mis piernas.
Cuando cayó desmadejada sobre mí disimuladamente miré el reloj, ella acercó sus labios a mi oreja y me dijo entre amenazante y suplicante.
- No se te ocurra dejarme sola esta noche.
Mi polla aun sin correrse fue bajando de dureza, dejé que estuviera abrazada sobre mí hasta parecer dormida, la abrace y la dejé suavemente tendida en el sofá.
Salí del salón y con el teléfono llamé a Ana, nada más descolgar me dijo antes de que yo pudiera hablar.
- Ya sé lo que me vas a decir, que te quedas esta noche acompañando a Cris, es justo lo que necesita, ya hablamos mañana, un beso.
Fui directamente a la habitación de Cris, aunque ya la había visitado me pareció cambiada, destapé la cama y volví al salón, agradecí el reducido tamaño de las hermanas pues no tuve mucha dificultad en cogerla y llevarla a su cama, estaba dormida profundamente, la tensión pasada le había pasado factura.
Le quité los zapatos y los dejé al lado de la cama, las medias las fui enrollando desde los muslos hacia los pies, me di cuenta de que me gustaban las piernas con medias, aunque estas eran de verano, la camisa era lo único que se había quitado ella, pero la falda tuve que soltarla y levantándole el culo se la saqué por las piernas, le iba a dejar las bragas, pero vi el brillo que tenía entre las piernas y noté que estaban empapadas de jugos, las saqué también, pude admirar el cuerpo juvenil de Cris, era la más joven de las cuatro hermanas y se notaba.
La tape con la sabana y me tumbé a su lado, en un principio, sobre la cama pero recordando lo que me había dicho Ana, me desnudé y me acosté a su lado.
Se le notaba nerviosa, me desperté cuando noté que se movía, estaba soñando y nombraba entre dientes a Sofía y a su última compañera, pasaba sus brazos sobre mí y me apretaba contra ella, me acariciaba mi pecho, rozándome las tetillas, se pegaba y se acoplaba contra mi pecho, no quise despertarla pero mi mano pasó entre sus piernas y ella solo las separó, la acaricié, en su sueño, murmuraba que le comiera el coño, acerque la boca y le lamí de arriba abajo todos los labios, ella gimió y me cogió la cabeza, le fue guiando hasta que la entrepierna era un mar de jugos, tiró de mi hacia arriba y le mordí los pezones, cuando me llevo a su boca, me mordió los labios, abrió los ojos de asombro y los cerró despacio, siguió tirando de mí hasta notar mi polla entre sus labios y me susurró…
- Manu me alegro de tenerte conmigo esta noche, fóllame como solo tú sabes follarme.
Cris se dejó hacer, todo el furor que demostró en el sofá se había extinguido, ahora era una débil chica necesitada de cariño y atención.
No movió ni un músculo cuando le fui metiendo despacio la polla por la vagina súper lubricada, estaba con los brazos en cruz y las piernas separadas, apoyé mis manos al lado de sus tetas y fui dejándome caer sobre ella, los pezones los notaba presionando los míos, solo movía mi cadera, la polla entraba y salía lentamente, ella suspiraba y gemía suavemente, apenas ondulaba su pelvis acompañándome, estaba como en una nube, estuve un rato, no tenía prisa y la visión de Cris flotando me mantenía sereno, pero cuando la respiración de mi tía empezó a profundizarse, cerró sus brazos sobre mí y me dijo…
- Manu, vamos a corrernos los dos juntos, lo necesito.
Aceleré los empujones, y casi llego tarde, mi tía estaba corriéndose ya cuando yo eyacule dentro de ella, con sus piernas enlazó las mías y no me dejó salir hasta que su orgasmo acabó, superando ampliamente el mío.
Cuando al otro día llegué a casa, mi tía Ana me agradeció con un beso de que hubiera apoyado a Cris en el estado de agitación en que estaba.
Me contó confidencialmente que le había abierto su corazón y que le había confesado sus problemas, me hizo prometer que no se lo diría a nadie pero le había contado que era lesbiana y que tenía muchos problemas con sus parejas.
Ana me miraba atentamente a la cara para ver mi reacción al decirme que Cris era lesbiana, pero yo no hice ningún gesto, ella me cogió del brazo y me agitó.
- Manu, te estoy diciendo que Cris me ha dicho que es lesbiana y tú te quedas igual?
- Porque no es verdad, en todo caso será bisexual.
- Que quieres decir Manu?, cómo lo sabes?, que tú y ella?, esta noche?, en su cama? No me lo puedo creer.
Yo solamente me encogí de hombros haciendo una sonrisa entre ingenua y tonta.
Mi tía me estampó un beso en la boca que casi me asfixia.
- Eres el colmo, Manu.
Continuará.
0 comentarios - Mi timidez y las mujeres de mi familia 31