Con una monja.

Hice muchas cosas locas en mi vida, pero jamás pensé que iba a llegar a esta situación.

Me crié católico y aunque nunca tuve la costumbre de ir a misa ni hacer nada relacionado con la Iglesia siempre le tuve mucho respeto a la institución.


En todo el conjunto de fantasías locas que mi mente fue capaz de crear durante tanto años, nunca pero nunca se me cruzó la idea de hacerlo con una monja.

Sin embargo ahí estaba ella, limpiándose la leche que le escurría entre la piernas. Habían pasado varios días desde que no hacía nada, estaba re cargado y no aguanté la tentación de explotarle todo adentro.

Su cara curiosamente no expresaba preocupación, sino una satisfacción tremenda.

-No puedo creer que me acabaras adentro...
-Perdón... estaba demasiado cargado... era mucha tentación...
-Bueno, no importa... la verdad... me encantó... Ahora tenés que conseguirme la pastilla.
-Sí, ahora voy a buscar una.

Su sonrisa era tan dulce, tan inocente, tan llena de... ese no sé que, pero que enamora...

Me fui a buscar una farmacia mientras pensaba en lo que había pasado.

Estas vacaciones quedaron en el puesto número uno en el ranking de la más sorprendentes.

¿Quién podría imaginar alguna vez que íbamos a encontrarnos luego de tantos años en este pueblo? 

Y además terminar cojiendo de esa manera...

Fuimos amigos desde que empezamos el jardín, íbamos juntos a todas partes, nos cargaban mucho con que parecíamos novios...

Recién el último año de secundaria nos animamos a aceptar lo que sentíamos y nos dimos un beso.

Teníamos tantas ganas de estar juntos... pero mucho miedo también... Decidimos que íbamos a esperar un poco, hasta luego de terminar el colegio.

Pero ella se mudó con su familia al interior del país 3 días luego de terminar la secundaria.

Nunca supe a dónde fueron, no sabía por dónde empezar a buscar... no había Internet en esa época... y ahora entiendo porqué nunca la encontré en Facebook.

¿Cómo llegué a este pueblo? De todos los que podría haber elegido, ¿Por qué terminé acá? Había algo que llamaba... una sensación tan rara... como si de alguna forma supiera...


Vi esa iglesia y algo me decía que entre.

No había estado en una iglesia en muchos años.

Avancé hasta los primeros bancos, me senté y vi la figura de Cristo unos momentos, luego de unos minutos escuché unos pasos que venían hacia mí, giré la cabeza y la vi.

No podía creerlo, era ella y estaba parada frente mí, con la misma cara de sorpresa que la mía.

-Anahí?
-Julián?

Nos quedamos tiesos unos segundos , luego nos dimos un abrazo y volví a sentir todas esas hermosas cosas de la adolescencia que vivimos juntos, aunque combinadas con la confusión de verla vestida de monja.

Nos sentamos y empezamos a hablar. Me contó toda su historia, cómo sus padres querían obligarla a estudiar algo que no quería y terminó metiéndose a un convento, los días que pensaba en mí pero no se animaba a escaparse, la cantidad de rezos que hizo para un día volver a verme.

Mientras me hablaba yo estaba perdido en sus ojos verdes, esos que tanto me gustaban... y de su mirada pasé a sus labios, esos que no había besado por última vez cuando nos separaron.

Sin pensarlo puse mi mano en su mejilla y la besé. 

Ella me correspondió con mucha pasión y me cuerpo empezó a reaccionar.

Sentía el olor de su piel y mi pene completamente duro apoyado en su cuerpo.

Sus brazos me tomaron de la cintura y me presionó más contra ella, frotándose con mi entrepierna mientras su respiración se aceleraba.

Le toqué un pecho por encima del hábito y se le escapó un gemido que me puso completamente loco.

Había olvidado que tenía un par de tetas únicos que sólo pude tocar algunas veces. Grandes, suaves, perfectos.

La temperatura subió muchísimo, me tomó de la mano y me llevó a un cuarto, cerró la puerta con llave y se sacó toda la ropa.

Mi boca se hizo agua al verla completamente desnuda, sólo podía pensar en chupar esos pezones que ya estaban muy duros.

Me saqué la camisa, me acerque a ella y empecé a disfrutar del sabor de sus tetas, a recorrerlas con mi boca y lengua... sus pezones tenían un sabor exquisito y lo prohibido lo hacía aún mejor.

Sus gemidos me ponían como un animal salvaje, quería sentir su interior ya mismo, ese que estaba esperando conocer desde hace años.

Le toqué la entrepierna y al sentirla toda mojada mi cabeza explotó, me saqué toda la ropa y nos acostamos en la cama.

La besé mientras me subía encima y ella separaba sus piernas, empezamos a frotarnos y pene se metió en su concha, estaba muy caliente y mojada, se fue hasta el fondo sin hacer esfuerzo.

Sus tetas moviéndose mientras la cogía me ponían muy loco, empecé a sentir que ya no podía más cuando ella me abrazó con sus piernas, llevó mi cabeza hacia sus tetas y empezó a moverse muy rápido.

Luego de unos segundos soltó un gemido muy fuerte y se retorció toda por mucho tiempo, había acabado y ese orgasmo duró muchísimo.

Luego de eso no pude soportarlo y le exploté todo adentro.

Me salió leche como nunca, mi cuerpo tembló mucho y me desvanecí sobre ella.

Nos quedamos abrazados un rato así hasta que recuperamos el aliento.

Ella se levantó y empezó limpiarse mientras yo la miraba atónito. Un cuerpo tan hermoso no debería estar tapado por un hábito de monja...

Una cruz verde me trajo a la realidad nuevamente, era la farmacia que estaba buscando. 

Compré lo que tenía que comprar y volví a la iglesia. Anahí me esperaba en la puerta con un vaso de agua.

-Dale, dame la pastilla, llevate la caja y la bolsa.
-Tomá...
-Menos mal que venía practicando con mi juguete, con ese pedazo que tenés me hubiera dolido mucho.
-¿Fue tu primera vez?
-Con uno de verdad sí. 
-¿Qué vas a hacer?
-Ahora tengo que rezar varios Padre Nuestro para limpiar el pecado y arrepentirme de lo hicimos.
-¿Te vas a arrepentir?
-No, la verdad que no.
-¿Qué vamos a hacer con esto?
-Vení mañana y hablamos.
-Ok...

Nos dimos un beso y me volví al auto.

¿Será que puedo convencerla de hacer un trío con mi mujer?

CONTINUARÁ...

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