Nosconocimos en el club. Compartíamos rondas de mates, juegos y largas horas decharlas, pero ninguno de los dos daba el primer paso.
Si bienambos estábamos interesados en el otro, quien de los dos se atrevería aencarar?
Después deunos tres o cuatro meses de conocernos, tome coraje, la pase a buscar por micuenta a la puerta del club y le dije que necesitaba hablar con ella.
La lleve aun lugar tranquilo, no sentamos en un banco y sin decirle nada le comí la bocade un beso.
Si bien sesorprendió, era lo que estaba esperando.
A los tresdías la paso a buscar nuevamente, en el auto de mi viejo, fuimos por una pizzay encaramos a la costa del río.
Comimosalgunas porciones y empezó el franeleo.
La noche eraoscura pero había una luz tenue, podíamos vernos claramente.
Ella llevabapuesta una remera blanca, cortita a la altura del ombligo. Un pantalón deejercicios color gris ajustadito que le resaltaba su lindo culito.
Yo estabasentado del lado del conductor, con la espalda apoyada sobre la puerta. Mipierna derecha estirada en la butaca del acompañante.
Ellarecostada sobre mi pecho.
Tras unoslargos minutos de besos y caricias, le pido permiso para colocar mi mano en lacintura por debajo del pantalón, a lo que ella me autoriza. Como era obvio dela cintura pase a la cola.
Le bajo elpantalón y dejo al descubierto un culo descomunal, con una tanga negra que lohacía aún más vistoso. Qué manera de tocar ese culo!. La pija me explotaba.
Metia mismanos por debajo de los elásticos de la tanga llevando los dedos hacia elcentro y tomaba sus nalgas llenando las palmas de la mano con esos cachetesfirmes como roca.
Calienteslos dos, le desabrocho el corpiño por debajo de la remera y acaricio suspechos, no eran grandes pero cabían justo en mis manos.
La recuestoen el asiento del acompañante, tiro el respaldo para atrás, tomo sus tetas unacon cada mano y la beso hasta casi dejarla sin respiración.
Sentía en surespiración que quería que la coja. Yo también se la quería poner. Pero todavíano. Había que seguir jugando un rato más.
Le quito laremera, la tomo por la cintura y juego con sus pezones.
La punta de mi lengua rozaba suavemente suspezones y estos se ponían cada vez más tiesos. Pequeños mordiscos y lamidas, bajobesando su panza, su ombligo y me detengo ahí, entre el ombligo y la zonadelbajo vientre.
Ella con susgestos me hacia entender que ya estaba ahí, que ya deseaba ser penetrada. Perono. Volví a su boca, mi lengua se enredaba con la suya. Ya los besos suaveseran brutos y las caricias rasguños.
Meto mi manoen su entre piernas y noto su vagina húmeda, busco su clítoris acariciándolocon el dedo índice, introduzco mis dedos mayor y anular empujando hacia adentro hasta hacerlaretorcer de placer. Su concha paso en solo algunos segundo de estar húmeda aestar empapada mis dedos estaban completamente mojados. Mi verga que yaexplotaba debajo del pantalón la tenía tan dura que empezó a dolerme.
Le baje lospantalones con su diminuta tanga, todo a la vez. Baje los míos, me puse elforro y la puerteé.
Primero lacabeza, suave, entraba y salía. Tres o cuatro veces hasta que se la mande hastael fondo. Le encantaba, mordía sus labios y me tomaba con sus manos por mi colatratando de evitar que la saque.
Me hice elcanchero, la saque y comencé a frotar la cabeza en su clítoris, hacía que sus labios vaginales abrazaran mi verga, pero noaguante más, se la volví a meter hasta el fondo y con movimientos fuerte yodiría más bien brutos la cogí de arremetida, mandándole verga sin dejar nadaafuera. En solo unos minutos acabamos a la vez.
Su conchaera un placer verla empapada, el forro reventaba de leche. Unos besos, noscambiamos y cada uno a su casa.
Si bienambos estábamos interesados en el otro, quien de los dos se atrevería aencarar?
Después deunos tres o cuatro meses de conocernos, tome coraje, la pase a buscar por micuenta a la puerta del club y le dije que necesitaba hablar con ella.
La lleve aun lugar tranquilo, no sentamos en un banco y sin decirle nada le comí la bocade un beso.
Si bien sesorprendió, era lo que estaba esperando.
A los tresdías la paso a buscar nuevamente, en el auto de mi viejo, fuimos por una pizzay encaramos a la costa del río.
Comimosalgunas porciones y empezó el franeleo.
La noche eraoscura pero había una luz tenue, podíamos vernos claramente.
Ella llevabapuesta una remera blanca, cortita a la altura del ombligo. Un pantalón deejercicios color gris ajustadito que le resaltaba su lindo culito.
Yo estabasentado del lado del conductor, con la espalda apoyada sobre la puerta. Mipierna derecha estirada en la butaca del acompañante.
Ellarecostada sobre mi pecho.
Tras unoslargos minutos de besos y caricias, le pido permiso para colocar mi mano en lacintura por debajo del pantalón, a lo que ella me autoriza. Como era obvio dela cintura pase a la cola.
Le bajo elpantalón y dejo al descubierto un culo descomunal, con una tanga negra que lohacía aún más vistoso. Qué manera de tocar ese culo!. La pija me explotaba.
Metia mismanos por debajo de los elásticos de la tanga llevando los dedos hacia elcentro y tomaba sus nalgas llenando las palmas de la mano con esos cachetesfirmes como roca.
Calienteslos dos, le desabrocho el corpiño por debajo de la remera y acaricio suspechos, no eran grandes pero cabían justo en mis manos.
La recuestoen el asiento del acompañante, tiro el respaldo para atrás, tomo sus tetas unacon cada mano y la beso hasta casi dejarla sin respiración.
Sentía en surespiración que quería que la coja. Yo también se la quería poner. Pero todavíano. Había que seguir jugando un rato más.
Le quito laremera, la tomo por la cintura y juego con sus pezones.
La punta de mi lengua rozaba suavemente suspezones y estos se ponían cada vez más tiesos. Pequeños mordiscos y lamidas, bajobesando su panza, su ombligo y me detengo ahí, entre el ombligo y la zonadelbajo vientre.
Ella con susgestos me hacia entender que ya estaba ahí, que ya deseaba ser penetrada. Perono. Volví a su boca, mi lengua se enredaba con la suya. Ya los besos suaveseran brutos y las caricias rasguños.
Meto mi manoen su entre piernas y noto su vagina húmeda, busco su clítoris acariciándolocon el dedo índice, introduzco mis dedos mayor y anular empujando hacia adentro hasta hacerlaretorcer de placer. Su concha paso en solo algunos segundo de estar húmeda aestar empapada mis dedos estaban completamente mojados. Mi verga que yaexplotaba debajo del pantalón la tenía tan dura que empezó a dolerme.
Le baje lospantalones con su diminuta tanga, todo a la vez. Baje los míos, me puse elforro y la puerteé.
Primero lacabeza, suave, entraba y salía. Tres o cuatro veces hasta que se la mande hastael fondo. Le encantaba, mordía sus labios y me tomaba con sus manos por mi colatratando de evitar que la saque.
Me hice elcanchero, la saque y comencé a frotar la cabeza en su clítoris, hacía que sus labios vaginales abrazaran mi verga, pero noaguante más, se la volví a meter hasta el fondo y con movimientos fuerte yodiría más bien brutos la cogí de arremetida, mandándole verga sin dejar nadaafuera. En solo unos minutos acabamos a la vez.
Su conchaera un placer verla empapada, el forro reventaba de leche. Unos besos, noscambiamos y cada uno a su casa.
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