si antes mi cola era el objeto del deseo, , mis tetas pasaron a ser el centro de las miradas.
Entendiendo esto, es que comencé a lucirlas de manera más llamativa. Ya sea con un escote, un botón desabrochado en la camisa, un buen corpiño de encaje, etc. La verdad es que me siento muy cómoda y, si bien no me gusta ser grosera, me gusta provocar. Si hay alguna mujer leyendo esto me va a entender. Que mejor que ser deseada por los demás.
Por lo general voy a trabajar con camisas, ya que uno mucho pantalón de vestir y la camisa da una imagen más gerencial. Al usar camisas claras y corpiños de encaje, muchas veces se me transparentan demasiado los pezones. Por lo general usaba una camiseta debajo para evitar esto, pero un día, y creo que acá fue un poco mi marido el que me incentivo, decidí dejar de usarlas. Las reacciones fueron diversas. Desde guarangadas por la calle hasta piropos de lo más graciosos. Pero lo mejor fue en la oficina. Al principio nadie me decía nada, pero me daba cuenta como me miraban.
Con las chicas de la oficina tengo muy buena relación, sobre todo con dos ya que al tener un puesto gerencial trato de mantener distancia con el personal. De todos modos después de tantos años se me dificulta, sobre todo con aquellos/as que me acompañan desde hace tiempo en la empresa. Una de las chicas siempre me halaga por cómo me visto o arreglo. Es más, más de una vez fantasee con que era lesbiana por cómo me mira, me habla y hasta me toca. Llego a decirme que le gustaría tener mi cuerpo. Con la otra tengo la mejor, pero es menos lanzada.
El tema es que un día mi compañera, la más lanzada, me dice, “che guacha, tus tetas ya las conocen todos aca, podes venir sin corpiño que es lo mismo”. Y entre risas la cosa quedó ahí.
Otro día viene y me dice, “en la cocina estábamos hablando con los chicos y de pronto salió el tema de tus tetas. Los tenes a todos locos, pero Juan (por ponerle un nombre), dijo que lo que más le calienta es cuando se te marca la tanga”. Al principio me quede helada, pero una vez digerido el tema, me empezó a gustar. La verdad es que había entrado en el juego de calentar a todos, y me estaba gustando.
A partir de ese día empecé a prestar atención en las miradas. Así note como uno de mis jefes me miraba el culo cada vez que me daba vuelta. Más de una vez pesque a algún compañero mirándomelo. Mirarme las gomas sin que me diera cuenta se les dificultaba más, pero siempre a alguno enganchaba. Hasta ahí no pasaba de un juego.
Pero todo cambio el día que me “olvide” de ponerme corpiño. Muchas veces suelo usar musculosas sin corpiño, pero si son blancas o muy claras siempre me las pongo con una remerita suelta arriba para que no se note tanto. Como dije antes me gusta provocar sin pecar de zarpada. Ese día me puse la musculosa blanca sin corpiño y en el apuro salí a la calle así. Me subi al auto y llegue a la oficina como si nada.
Entro a la oficina y me pongo a trabajar. Hasta ese momento las miradas de mis compañeros eran como siempre. Lo tome como un día más. A eso de las 10de la mañana, estoy en la máquina de café y se me acerca mi compañera. Aprovechando que estábamos solas me dice, “sos una hija de p…, están todos hablando de cómo te viniste hoy. Se te ve todo. Te envidio por lo atrevida que sos”. Termina de decirme esto y caigo en la cuenta de que me había olvidado la remerita que siempre me ponía. Le comento esto y entre las dos nos empezamos a reír. Le digo, “me quiero morir, fue sin querer. Estoy en bolas y hace ya hora y media que estoy dando vueltas por la oficina. No tengo nada para ponerme. Es un papelón.”. Salgo de ahí, me voy al auto ya que siempre algo tengo y lo único que había era un buzo GAP que estaba en el baúl desde hacía meses (invierno). Sinceramente entre en pánico. No sabía si entrar a la oficina de nuevo, ir a mi casa, ponerme el buzo. De pronto me sentí vulgar. Que había pasado el límite de la seducción para transformarme en guarra. En otras circunstancias creo que hubiese agarrado el auto y me hubiese ido a mi casa. Por lo menos a cambiarme. Pero ese día estaba complicada. Era cierre y en un rato iban a llegar los jefes para empezar a preguntarme cosas sobre el mismo.
Así que apreté los dientes y le puse, literalmente, el pecho a las balas.
Trate de quedarme lo más quieta posible. Si necesitaba una fotocopia o quería un café se lo pedía a mi compañera (Jime), quien sabiendo lo que pasaba me dio una mano tremenda.
A eso del medio día llegan los jefes, y como era de esperar al rato me llama uno de ellos. Cuando entro a su oficina literalmente me comió con los ojos. Si bien no me dijo nada, me di cuenta como me miro. Encima como estamos en verano, el aire esta al mango, lo que en mi circunstancias no me favorecía para nada. En un momento mientras le leia un informe, al levantar la vista veo como me estaba mirando los pechos. Me quedo mirándolo sin saber si decirle algo, se hace un silencio de 2 o 3 segundos, y cuando vuelve en si me pide disculpas. Con esas disculpas blanqueo la situación.
Les cuento que mi nuevo jefe tiene 42 años. No es una persona fea, es más, tiene cierto atractivo, pero jamás me insinúo nada. ya que hace un mes que lo tengo como jefe Por eso, si bien alguna vez fantasee con él, no fue más que una fantasía como la puedo tener con el de sistemas o el de seguridad…
Ese día habíamos roto esa barrera y al pedirme disculpas estaba asumiendo que me estaba mirando las tetas. No sé por qué, pero en lugar de no decir nada automáticamente le conteste “discúlpame vos a mí por venir así, es que salía a las apuradas y es evidente de que me olvide de algo”. Termino de decir esto y automáticamente quise tirarme por la ventana. Pero no quedo ahí, mi jefe me contesta, “no, no te disculpes, siempre sos una motivación extra y hoy más que nunca”. No sabía que decirle, no sabía si reírme, llorar, hacerme la boluda. Automáticamente me empecé a reír. Como que esa corta charla me saco cualquier remanente de vergüenza que pudiese llegar a tener.
Pero no quedo ahí, enseguida contraataco. “desde que te conoci que no paro de mirarte las gomas, en realidad todos no paramos de mirártelas. Siempre que me visita algún cliente o colega, me hacen algún comentario sobre vos. Me encanta que seas así de desinhibida. Solo te falta salir con tu jefe para ser la empleada ideal”. Listo, se la había jugado, y yo no iba a dar un paso para atrás. Le digo jodiendo “yo soy la empleada perfecta”. Di por terminada la conversación y me volví a mi escritorio.
Pasaron los días y mi jefe no volvió a decirme nada. Todo estaba como antes.
Por un lado me sentía aliviada, pero por el otro el morbo del juego me estaba matando.
Asi pasaron los días y llego el dia de la fiesta. Ese dia dejamos que todos los empleados se fueran antes para prepararse ya que muchos viven lejos.
Llegue a casa medio tarde asi que tuve que cambiarme a las corridas. Me puse un vestido straples floreado, obviamente sin corpiño, una linda tanga, y unas sandalias. El vestido, si bien era straples, era bastante conservador. Resaltaba mis curvas porque es ajustado, pero nada más. Salude a mi marido, a mi nena, y salí a la calle. Llego al auto y me doy cuenta de que las llaves me habían quedado en la otra cartera. La verdad es que no tenía ganas de volver a buscarlas, así que pare un taxi y me fui.
La fiesta era en un boliche de Palermo, esos en los que primero se puede cenar, y después corren las mesas para hacerlo bailable. La cena fue normal, y al no tener el auto aproveche para tomar unas cervezas. Cuando arranco la música para bailar me compre un fernet y me puse a bailar con las chicas. En ese momento el boliche se llenó, porque dejan entrar a gente que no estuvo cenando. Así que perdimos a la mitad de la gente del trabajo. Muchos aprovecharon y en ese momento se fueron. Yo me quede con las chicas bailando y en un momento se nos acerco un grupo de chicos a bailar. Como me gustan esos jueguitos, acepte al que se puso al lado mio y bailamos un rato. El chico aprovechaba para rozarme cuando podía y yo me hacia la distraída y le apoyaba las tetas. En un momento me agarra de la cintura, pero la mano va un poco mas abajo de lo normal por lo que doy por terminada la sesión de baile y me voy para el baño.
Cuando estoy volviendo del baño me cruza en el camino mi jefe. Media sorprenda, porque pensé que ya se había ido le digo, “pensé que te habias ido”.- “no, estaba aca tomando algo. Te invito una cerveza o algo?, porque vi que al final tomando estas”. – “jajajaj, si al final no vine con el auto, asi que puedo tomar tranquila”.- “que queres tomar?” me dice. – “un fernet”.
Mientras estábamos tomando en la barra me di cuenta de que se me acercaba para hablarme bien cerca. Si bien la música estaba fuerte, era evidente de que aprovechaba esa situación para acercarse. Como a mi me gusta calentar, yo aprovechaba y cuando le contestaba le apoyaba las tetas en el brazo. Se que al no tener corpiño las podía sentir de maravillas.
En un momento me pone la mano en la espalda, pero lo tome como algo normal. Aunque la verdad es que me incomodaba un poco porque tenía miedo de que nos viera alguien. De esa forma seguimos charlando un rato hasta que en un momento noto como su mano iba bajando. Al rato ya la tenía en la cintura, a la altura de la tanga. Me quede porque quería ver si iba a seguir, hasta que en un momento noto que tenia la palma de la mano a la altura de donde comienza la cola, pero los dedos ya apoyados sobre un cachete. Me hago la disimulada y aprovechando que se me había terminado el fernet le digo, “me voy a buscar a las chicas”. Se ve que se dio cuenta lo que pasaba y me dice, “pensé que no te molestaba que te agarrara de la cintura, perdón”. Y saca la mano. Me rio, y con mi mejor cara de boluda le digo, “no, no me molesta para nada, hay confianza, ya te dije que soy la empleada perfecta”, y nos reimos juntos. Como se nos habían terminado los tragos me dice de ir a comprar otro. Cuando nos acercamos a la caja había una cola de por lo menos 6 o 7 personas, y el lugar explotaba de gente. Hacia por lo menos 2 horas que había terminado la cena, y una desde que estaba hablando con mi jefe. Me pongo en la hilera, y enseguida mi jefe detrás. Lo tenia pegado, pero casi no me tocaba. En un momento se ve que lo empujaron y me pego una leve apoyada. No dije nada. Al ratito pone una mano en mi cintura, muy tímidamente. No digo nada. Y siento como se acerca mas. En una o dos oportunidades sentí como me rozo. Me deje. Pero se ve que no daba mas, y en un momento aprovecho un movimiento de la gente y se me pego. Podia sentir su pene duro apoyándose en mi cola. La verdad es que me calentaba y me dejaba. Me hice la distraída y aprovechando la música empecé a moverme. Mi cola se refregaba sobre su pija y la podía sentir a la perfección. En ese momento llegamos a la caja. Pagamos, y nos fuimos a pedir los tragos. Logro acomodarme en la barra y mi jefe detrás mío seguía apoyándome. Era obvio que no quería perder oportunidad. Me dan los tragos y cuando me doy vuelta quedo enfrente a el. En un momento pensé que me besaba y la verdad es que me aterro la idea. Tenía miedo de que alguien nos viera. Quise terminar la situación y le dije que me iba a buscar a las chicas, que tenía miedo de que alguien nos viera y que el lunes fuese el comentario de la oficina. Me dijo que entendía, que era una lástima pero que era verdad. En ese momento no sé que se me paso por la cabeza., pero le dije algo asi, “igual me podes llevar a mi casa. Podes?.”, a lo que me responde, “obvio, avísame que te alcanzo”. Y sin dudarlo un momento le digo, “busco a las chicas, les digo que me voy y nos vamos. Te encuentro afuera”.
Me voy a buscar a Jimena y despues de dar un par de vueltas la encuentro hablando con un chico. Le pregunto por el resto y me dice que se habían ido. Es mas, ella pensaba que yo ya me había ido. Eso me alivio, porque quería decir que no me había visto con mi jefe. Le digo que me iba, con lo cual nos saludamos y encare para la calle.
Una vez en la calle me doy cuenta que no sabia donde tenia el auto mi jefe, asi que lo tuve que llamar. Mientras lo estaba llamando veo su auto parado en la esquina. Los 40 mts desde la puerta al auto fueron eternos. Sentía que se me salía el corazón por la boca porque tenía en claro que algo iba a pasar. El control lo tenía yo, pero no podía no hacer nada después de haberlo dejado apoyarme y tocarme el culo a mi jefe, y pedirle que me llevara a casa. La realidad es que el alcohol había hecho efecto. Estaba bastante desinhibida y note que estaba un poco mojada. La situación me había calentado.
Subo al auto y enseguida mi jefe me ataco verbalmente. “la verdad es que estoy caliente con vos. Tenes un lomazo, cada vez que me apoyabas las gomas me prendías fuego. Me tenes loco desde hace tiempo”. Yo no sabia que decirle. Hubiese preferido que se me abalanzara directamente antes de tener que contestarle algo. A lo que le media nerviosa le respondo, “a mi me encantan estos juegos, y me gusta saber que a los hombres les gusto”. En eso paramos en un semáforo, y mi jefe se da vuelta y me estampa un beso. Empezamos a besarnos hasta que la bocina del auto de atrás nos interrumpio. Y en eso me dice, “vamos a un hotel, o a mi casa”. La verdad es que lo pensé. Pero ya era tarde. No quería llegar a cualquier hora a casa. No supe que decir. En el siguiente semáforo volvimos a repetir, pero esta vez me empezó a tocar y yo hice lo mismo. Su verga estaba dura como un mástil. Volvio a insistir con el hotel, y le tuve que decir que no. Que ya era tarde. Repetimos en cada semáforo que nos paro. En un momento yo tenia el straples por el ombligo, y si el auto no hubiese tenido vidrios polarizados, probablemente mas de un auto o colectivo hubiese visto me tetas.
Llegamos a casa y le indique que parara un poco mas adelante, justo en un lugar donde no hay luz. Ahí empezamos a matarnos. Yo sabía que no podía dejar a ese hombre asi, por lo que en un momento le desabroche el pantalón y deje su verga al aire. Era normal. Ni muy grande ni muy chica, pero estaba dura y mojada. Se la empecé a chupar de una manera que creo, lo ayudo a convencerse de que soy la mejor empleada, al ratito me doy cuenta de que esta por acabar y termina acabando dentro de mi boca. Segui chupando hasta que me asegure de que no quedara nada. Mi jefe parecía exhausto. Me acomode el vestido y le agradeci por haberme acercado como si nada hubiese pasado. Me dijo si íbamos a poder repetir, a lo que le respondi que “solo el tiempo dira”. Entendio el mensaje y me dijo, “quédate tranquila que esto no cambia para nada la relación laboral. Nos vemos el lunes”. Me baje del auto. Y cuando entre vi como se iba.
Entendiendo esto, es que comencé a lucirlas de manera más llamativa. Ya sea con un escote, un botón desabrochado en la camisa, un buen corpiño de encaje, etc. La verdad es que me siento muy cómoda y, si bien no me gusta ser grosera, me gusta provocar. Si hay alguna mujer leyendo esto me va a entender. Que mejor que ser deseada por los demás.
Por lo general voy a trabajar con camisas, ya que uno mucho pantalón de vestir y la camisa da una imagen más gerencial. Al usar camisas claras y corpiños de encaje, muchas veces se me transparentan demasiado los pezones. Por lo general usaba una camiseta debajo para evitar esto, pero un día, y creo que acá fue un poco mi marido el que me incentivo, decidí dejar de usarlas. Las reacciones fueron diversas. Desde guarangadas por la calle hasta piropos de lo más graciosos. Pero lo mejor fue en la oficina. Al principio nadie me decía nada, pero me daba cuenta como me miraban.
Con las chicas de la oficina tengo muy buena relación, sobre todo con dos ya que al tener un puesto gerencial trato de mantener distancia con el personal. De todos modos después de tantos años se me dificulta, sobre todo con aquellos/as que me acompañan desde hace tiempo en la empresa. Una de las chicas siempre me halaga por cómo me visto o arreglo. Es más, más de una vez fantasee con que era lesbiana por cómo me mira, me habla y hasta me toca. Llego a decirme que le gustaría tener mi cuerpo. Con la otra tengo la mejor, pero es menos lanzada.
El tema es que un día mi compañera, la más lanzada, me dice, “che guacha, tus tetas ya las conocen todos aca, podes venir sin corpiño que es lo mismo”. Y entre risas la cosa quedó ahí.
Otro día viene y me dice, “en la cocina estábamos hablando con los chicos y de pronto salió el tema de tus tetas. Los tenes a todos locos, pero Juan (por ponerle un nombre), dijo que lo que más le calienta es cuando se te marca la tanga”. Al principio me quede helada, pero una vez digerido el tema, me empezó a gustar. La verdad es que había entrado en el juego de calentar a todos, y me estaba gustando.
A partir de ese día empecé a prestar atención en las miradas. Así note como uno de mis jefes me miraba el culo cada vez que me daba vuelta. Más de una vez pesque a algún compañero mirándomelo. Mirarme las gomas sin que me diera cuenta se les dificultaba más, pero siempre a alguno enganchaba. Hasta ahí no pasaba de un juego.
Pero todo cambio el día que me “olvide” de ponerme corpiño. Muchas veces suelo usar musculosas sin corpiño, pero si son blancas o muy claras siempre me las pongo con una remerita suelta arriba para que no se note tanto. Como dije antes me gusta provocar sin pecar de zarpada. Ese día me puse la musculosa blanca sin corpiño y en el apuro salí a la calle así. Me subi al auto y llegue a la oficina como si nada.
Entro a la oficina y me pongo a trabajar. Hasta ese momento las miradas de mis compañeros eran como siempre. Lo tome como un día más. A eso de las 10de la mañana, estoy en la máquina de café y se me acerca mi compañera. Aprovechando que estábamos solas me dice, “sos una hija de p…, están todos hablando de cómo te viniste hoy. Se te ve todo. Te envidio por lo atrevida que sos”. Termina de decirme esto y caigo en la cuenta de que me había olvidado la remerita que siempre me ponía. Le comento esto y entre las dos nos empezamos a reír. Le digo, “me quiero morir, fue sin querer. Estoy en bolas y hace ya hora y media que estoy dando vueltas por la oficina. No tengo nada para ponerme. Es un papelón.”. Salgo de ahí, me voy al auto ya que siempre algo tengo y lo único que había era un buzo GAP que estaba en el baúl desde hacía meses (invierno). Sinceramente entre en pánico. No sabía si entrar a la oficina de nuevo, ir a mi casa, ponerme el buzo. De pronto me sentí vulgar. Que había pasado el límite de la seducción para transformarme en guarra. En otras circunstancias creo que hubiese agarrado el auto y me hubiese ido a mi casa. Por lo menos a cambiarme. Pero ese día estaba complicada. Era cierre y en un rato iban a llegar los jefes para empezar a preguntarme cosas sobre el mismo.
Así que apreté los dientes y le puse, literalmente, el pecho a las balas.
Trate de quedarme lo más quieta posible. Si necesitaba una fotocopia o quería un café se lo pedía a mi compañera (Jime), quien sabiendo lo que pasaba me dio una mano tremenda.
A eso del medio día llegan los jefes, y como era de esperar al rato me llama uno de ellos. Cuando entro a su oficina literalmente me comió con los ojos. Si bien no me dijo nada, me di cuenta como me miro. Encima como estamos en verano, el aire esta al mango, lo que en mi circunstancias no me favorecía para nada. En un momento mientras le leia un informe, al levantar la vista veo como me estaba mirando los pechos. Me quedo mirándolo sin saber si decirle algo, se hace un silencio de 2 o 3 segundos, y cuando vuelve en si me pide disculpas. Con esas disculpas blanqueo la situación.
Les cuento que mi nuevo jefe tiene 42 años. No es una persona fea, es más, tiene cierto atractivo, pero jamás me insinúo nada. ya que hace un mes que lo tengo como jefe Por eso, si bien alguna vez fantasee con él, no fue más que una fantasía como la puedo tener con el de sistemas o el de seguridad…
Ese día habíamos roto esa barrera y al pedirme disculpas estaba asumiendo que me estaba mirando las tetas. No sé por qué, pero en lugar de no decir nada automáticamente le conteste “discúlpame vos a mí por venir así, es que salía a las apuradas y es evidente de que me olvide de algo”. Termino de decir esto y automáticamente quise tirarme por la ventana. Pero no quedo ahí, mi jefe me contesta, “no, no te disculpes, siempre sos una motivación extra y hoy más que nunca”. No sabía que decirle, no sabía si reírme, llorar, hacerme la boluda. Automáticamente me empecé a reír. Como que esa corta charla me saco cualquier remanente de vergüenza que pudiese llegar a tener.
Pero no quedo ahí, enseguida contraataco. “desde que te conoci que no paro de mirarte las gomas, en realidad todos no paramos de mirártelas. Siempre que me visita algún cliente o colega, me hacen algún comentario sobre vos. Me encanta que seas así de desinhibida. Solo te falta salir con tu jefe para ser la empleada ideal”. Listo, se la había jugado, y yo no iba a dar un paso para atrás. Le digo jodiendo “yo soy la empleada perfecta”. Di por terminada la conversación y me volví a mi escritorio.
Pasaron los días y mi jefe no volvió a decirme nada. Todo estaba como antes.
Por un lado me sentía aliviada, pero por el otro el morbo del juego me estaba matando.
Asi pasaron los días y llego el dia de la fiesta. Ese dia dejamos que todos los empleados se fueran antes para prepararse ya que muchos viven lejos.
Llegue a casa medio tarde asi que tuve que cambiarme a las corridas. Me puse un vestido straples floreado, obviamente sin corpiño, una linda tanga, y unas sandalias. El vestido, si bien era straples, era bastante conservador. Resaltaba mis curvas porque es ajustado, pero nada más. Salude a mi marido, a mi nena, y salí a la calle. Llego al auto y me doy cuenta de que las llaves me habían quedado en la otra cartera. La verdad es que no tenía ganas de volver a buscarlas, así que pare un taxi y me fui.
La fiesta era en un boliche de Palermo, esos en los que primero se puede cenar, y después corren las mesas para hacerlo bailable. La cena fue normal, y al no tener el auto aproveche para tomar unas cervezas. Cuando arranco la música para bailar me compre un fernet y me puse a bailar con las chicas. En ese momento el boliche se llenó, porque dejan entrar a gente que no estuvo cenando. Así que perdimos a la mitad de la gente del trabajo. Muchos aprovecharon y en ese momento se fueron. Yo me quede con las chicas bailando y en un momento se nos acerco un grupo de chicos a bailar. Como me gustan esos jueguitos, acepte al que se puso al lado mio y bailamos un rato. El chico aprovechaba para rozarme cuando podía y yo me hacia la distraída y le apoyaba las tetas. En un momento me agarra de la cintura, pero la mano va un poco mas abajo de lo normal por lo que doy por terminada la sesión de baile y me voy para el baño.
Cuando estoy volviendo del baño me cruza en el camino mi jefe. Media sorprenda, porque pensé que ya se había ido le digo, “pensé que te habias ido”.- “no, estaba aca tomando algo. Te invito una cerveza o algo?, porque vi que al final tomando estas”. – “jajajaj, si al final no vine con el auto, asi que puedo tomar tranquila”.- “que queres tomar?” me dice. – “un fernet”.
Mientras estábamos tomando en la barra me di cuenta de que se me acercaba para hablarme bien cerca. Si bien la música estaba fuerte, era evidente de que aprovechaba esa situación para acercarse. Como a mi me gusta calentar, yo aprovechaba y cuando le contestaba le apoyaba las tetas en el brazo. Se que al no tener corpiño las podía sentir de maravillas.
En un momento me pone la mano en la espalda, pero lo tome como algo normal. Aunque la verdad es que me incomodaba un poco porque tenía miedo de que nos viera alguien. De esa forma seguimos charlando un rato hasta que en un momento noto como su mano iba bajando. Al rato ya la tenía en la cintura, a la altura de la tanga. Me quede porque quería ver si iba a seguir, hasta que en un momento noto que tenia la palma de la mano a la altura de donde comienza la cola, pero los dedos ya apoyados sobre un cachete. Me hago la disimulada y aprovechando que se me había terminado el fernet le digo, “me voy a buscar a las chicas”. Se ve que se dio cuenta lo que pasaba y me dice, “pensé que no te molestaba que te agarrara de la cintura, perdón”. Y saca la mano. Me rio, y con mi mejor cara de boluda le digo, “no, no me molesta para nada, hay confianza, ya te dije que soy la empleada perfecta”, y nos reimos juntos. Como se nos habían terminado los tragos me dice de ir a comprar otro. Cuando nos acercamos a la caja había una cola de por lo menos 6 o 7 personas, y el lugar explotaba de gente. Hacia por lo menos 2 horas que había terminado la cena, y una desde que estaba hablando con mi jefe. Me pongo en la hilera, y enseguida mi jefe detrás. Lo tenia pegado, pero casi no me tocaba. En un momento se ve que lo empujaron y me pego una leve apoyada. No dije nada. Al ratito pone una mano en mi cintura, muy tímidamente. No digo nada. Y siento como se acerca mas. En una o dos oportunidades sentí como me rozo. Me deje. Pero se ve que no daba mas, y en un momento aprovecho un movimiento de la gente y se me pego. Podia sentir su pene duro apoyándose en mi cola. La verdad es que me calentaba y me dejaba. Me hice la distraída y aprovechando la música empecé a moverme. Mi cola se refregaba sobre su pija y la podía sentir a la perfección. En ese momento llegamos a la caja. Pagamos, y nos fuimos a pedir los tragos. Logro acomodarme en la barra y mi jefe detrás mío seguía apoyándome. Era obvio que no quería perder oportunidad. Me dan los tragos y cuando me doy vuelta quedo enfrente a el. En un momento pensé que me besaba y la verdad es que me aterro la idea. Tenía miedo de que alguien nos viera. Quise terminar la situación y le dije que me iba a buscar a las chicas, que tenía miedo de que alguien nos viera y que el lunes fuese el comentario de la oficina. Me dijo que entendía, que era una lástima pero que era verdad. En ese momento no sé que se me paso por la cabeza., pero le dije algo asi, “igual me podes llevar a mi casa. Podes?.”, a lo que me responde, “obvio, avísame que te alcanzo”. Y sin dudarlo un momento le digo, “busco a las chicas, les digo que me voy y nos vamos. Te encuentro afuera”.
Me voy a buscar a Jimena y despues de dar un par de vueltas la encuentro hablando con un chico. Le pregunto por el resto y me dice que se habían ido. Es mas, ella pensaba que yo ya me había ido. Eso me alivio, porque quería decir que no me había visto con mi jefe. Le digo que me iba, con lo cual nos saludamos y encare para la calle.
Una vez en la calle me doy cuenta que no sabia donde tenia el auto mi jefe, asi que lo tuve que llamar. Mientras lo estaba llamando veo su auto parado en la esquina. Los 40 mts desde la puerta al auto fueron eternos. Sentía que se me salía el corazón por la boca porque tenía en claro que algo iba a pasar. El control lo tenía yo, pero no podía no hacer nada después de haberlo dejado apoyarme y tocarme el culo a mi jefe, y pedirle que me llevara a casa. La realidad es que el alcohol había hecho efecto. Estaba bastante desinhibida y note que estaba un poco mojada. La situación me había calentado.
Subo al auto y enseguida mi jefe me ataco verbalmente. “la verdad es que estoy caliente con vos. Tenes un lomazo, cada vez que me apoyabas las gomas me prendías fuego. Me tenes loco desde hace tiempo”. Yo no sabia que decirle. Hubiese preferido que se me abalanzara directamente antes de tener que contestarle algo. A lo que le media nerviosa le respondo, “a mi me encantan estos juegos, y me gusta saber que a los hombres les gusto”. En eso paramos en un semáforo, y mi jefe se da vuelta y me estampa un beso. Empezamos a besarnos hasta que la bocina del auto de atrás nos interrumpio. Y en eso me dice, “vamos a un hotel, o a mi casa”. La verdad es que lo pensé. Pero ya era tarde. No quería llegar a cualquier hora a casa. No supe que decir. En el siguiente semáforo volvimos a repetir, pero esta vez me empezó a tocar y yo hice lo mismo. Su verga estaba dura como un mástil. Volvio a insistir con el hotel, y le tuve que decir que no. Que ya era tarde. Repetimos en cada semáforo que nos paro. En un momento yo tenia el straples por el ombligo, y si el auto no hubiese tenido vidrios polarizados, probablemente mas de un auto o colectivo hubiese visto me tetas.
Llegamos a casa y le indique que parara un poco mas adelante, justo en un lugar donde no hay luz. Ahí empezamos a matarnos. Yo sabía que no podía dejar a ese hombre asi, por lo que en un momento le desabroche el pantalón y deje su verga al aire. Era normal. Ni muy grande ni muy chica, pero estaba dura y mojada. Se la empecé a chupar de una manera que creo, lo ayudo a convencerse de que soy la mejor empleada, al ratito me doy cuenta de que esta por acabar y termina acabando dentro de mi boca. Segui chupando hasta que me asegure de que no quedara nada. Mi jefe parecía exhausto. Me acomode el vestido y le agradeci por haberme acercado como si nada hubiese pasado. Me dijo si íbamos a poder repetir, a lo que le respondi que “solo el tiempo dira”. Entendio el mensaje y me dijo, “quédate tranquila que esto no cambia para nada la relación laboral. Nos vemos el lunes”. Me baje del auto. Y cuando entre vi como se iba.
15 comentarios - calentando en la oficina y chupada a mi nuevo jefe
Van los puntos
Buen relato, van ocho puntos