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Encuentro Profundo (2)

Ahí estaba yo, con una deliciosa veterana, y una veinteañera besándose en frente mío y yo con la pija dura acostado en la cama mirádolas. Para quienes quieran saber como llegamos acá, pueden recapitular en el relato anterior.

“Me llamo Laura” dijo la veinteañera, y la otra se recostó sobre ella, poniendo su pierna entre las de Laurita, un delicioso movimiento las mojaba y comenzaron a gemir pesadamente. 


Encuentro Profundo (2)


Mirándolas bien, no eran madre e hija, no parecían parientes, importa tres carajos, seguían como anguilas húmedas rodando en la cama, yo todavía hipnotizado, sentía el calor artificial del cialis que me había hecho tomar la veterana.  La mano de ésta bajo hasta la vagina de Laurita, suavemente, luego en deliciosos círculos y finalmente uno y dos dedos hacia adentro, con una abundante recompensa de gemidos y fluidos.  Eran una hermosa comunicación no verbal, no hacia falta nada, solo verlas ondular, casi sentir como se tocaban, sus pieles rozándose, pezon con pezon y el eco en estéreo de sus ahogados gemidos entre las lenguas compartidas de sus bocas.  

En un violento y hasta podría jurar que practicado movimiento estaban en una posición de 69, la veterana estaba arriba de la otra con su culo bien abierto hacia mí y empecé a acariciárcelo con una mano mientras me tocaba el miembro para insertarlo, pero su mirada me indicó que vaya hacia el otro extremo para meterselo a la pendeja. Casi de forma sigilosa me bajé de la cama con mi escopeta cargada buscando el nuevo objetivo, y otro movimiento de la veterana dejó a la pendeja culo para arriba mirando hacia mí, y asintió con una sonrisa. Hasta ese momento, había mil preguntas que hacer, pero tenía un fuego y la pija más dura de lo habitual. Decidí jugar y hacersela sentir entre los cachetes, debajo de mi pija la otra le chupaba la concha, y presenté la punta para encontrar un calor abrazador que me invitaba entre sus labios vaginales. Puse mis manos sobre la espalda de Laurita y lentamente comencé a insertarme dentro de ella, pero sentía que estaba rígida, dura casi hasta con miedo. Cuando sentí un temblor en ella, la saqué un poco, pero la veterana empezó a darle duro en el clítoris con su lengua y labios. En ése momento me sentí un poco raro, hasta con miedo que Laurita fuera virgen, pero unos ojos desde abajo de mi pija me indicaba a seguir, así que de a poco volví a meterla, esta vez siguiendo el movimiento de ambas, sincronizando mi respirar al de ellas. Esta vez la vagina me recibió distinto, había calor, jugo de pasión y los muslos se relajaron para abrirse bien. Me quedé inmóvil disfrutando el vaivén de ellas, fuera virgen o no, quería darle su tiempo, su disfrute y algo de control sobre cuanto pasaba hasta que se volvieron más violentas en su contorneo. La pendeja estaba llegando a lo mejor, mientras la otra le chupaba la concha y yo le hacía sentir mi pija hasta la mitad, y cuando llegaron a cierto punto empecé yo a dar mas empuje, a escocarme hacia adentro de ella. Era un hermoso Sanguche de Laurita, estaba atrapada por su clítoris que explotaba y el calor de su entrañas donde yo empecé a latir con la pija. Este es un mínimo detalle, pero me dicen que en  mi casi es bastante notorio, mi corazón late en mi miembro con fuerza y ella seguía gozándola y más aún hasta que la explosión de sus interiores me indicaban que estaba acabando en mí… yo todavía con el semen adentro quería seguir cojiendo, así que lentamente la saqué, y ella iba temblando cuando cada parte de mi salía de ella, cada vena, cada textura de mi carne la hacían gemir a la salida.

Mi pija se veía con la cabeza morada de sangre, dura como para partir un ladrillo, entonces la mayor salió debajo de la otra para poner sus labios en el miembro y chuparlo dulcemente como lo había hecho antes.  Luego se sentó en mí y lo introdujo en sí, cada parte de ella era un río, cada pasión en mí la penetró y metí mi cara en sus pechos para chuparlos mientras la abrazaba y la atraía más hacia mi poste. Entonces empezó su vaivén hacia adelante y hacia atrás, trabajando mi pene, durante un rato Laurita nos miraba como si fuéramos seres de otro mundo. Luego la veterana con su mano atrajo el rostro para besarla mientras seguía jineteando mi pene, entonces empezó el movimiento circular. Si han visto bailar zumba, han visto ese movimiento que esta perra hacía en mi, cada músculo se endurecía y buscaba más y más pasión, recompensada por sus gemidos, entre besos que podían darse las dos.
Luego de 20 o 30 minutos, ya me dolía la pija, pero esta perra no paraba, parecía que se me iba a quebrar en varias partes. Pero la otra seguía, y seguía, cuando empezó a gritar: 
“la tengo, la tengo, la tengo mi amooorrr, si , si , si , si”.  Mi pija estaba siendo drenada, y me convertí en la fuente de sus entrañas, con placer, agitación, dolor, tensión, y muchas otras cosas, nuestra respiración se fué desacelerando juntos, mirándonos a los ojos en un momento cósmico eterno. Me dolía la cabeza, y estábamos bañados en sudor, y de a poco volvimos al mundo para darnos cuenta que Laurita estaba también en la cama, con su mano entre las piernas, ondulando la pelvis, con sus deditos jugando en sí misma para placeres únicos. Me dejé caer hacia atrás y la veterana se recostó en mi pecho. Casi ajenos al mundo, escuchamos el orgasmo que la piba se daba sola, pero no la miramos, sólo la escuchábamos más y más fuerte, hasta que de repente 3 gritos “ya, así , mmmmfff!!” era el único testimonio de la tercera que se hacía acabar sola mirándonos ahí, tendidos, compartiendo piel húmeda. La escuchamos levantarse y lentamente ir hacia el baño, un ruido de ducha luego, pero estábamos tan reventados que no podíamos ni movernos.

“Ella no es virgen, es que le gustan las chicas, y nunca había estado con un chico… menos con un hombre, así como vos, con pelo en el pecho y una pija como esa” Lo dijo casi como un chiste, mientras tocaba mi pecho y me arrancaba un pelito y arruiné todo lo masculino que dijo de mí al decir sin querer en el tono más pelotudo y maricón “auch!!”. Ambos nos reímos.
Un dedo empezó a acariciarme los huevos, en la parte baja, ahí donde lo hacen cuando te quieren excitar… yo estaba dolorido, roto, pero mi pija se endureció de nuevo.
“dejala que te conozca, hacete amigo, andá” y con su cabeza me indicó la puerta del baño.

No puedo empezar a explicar como me dolían las piernas al caminar, mi espalda parecía que me había pisado un bisonte, y el cuello estaba un poco duro si giraba a la izquierda. El tiempo pasa para todos supongo, pero a medida que entro al baño, veo a través del vidrio ahumado la figura dócil del angelito que se contorneaba y se pasaba el jabón. Me quedé unos segundos, mirándola, o adivinándola en esa difusa imagen, y silenciosamente me moví hacia la puerta que estaba abierta, ella estaba mirado hacia la pared así que sintió mis manos en sus hombros antes de verme, y el aliento en su nuca antes que poder responder. 

Hubo un sobresalto, como un cortocircuito mental que la dejó inmóvil, tal vez procesando algo nuevo, tal vez esperaba solo lo que había pasado y nada más. ¿Esto era demasiado tal vez? 
Yo mido 1,87, soy grandote, y ella es bajita y muy delgadita pero con una cola que ahora podía apreciar de otra forma, deliciosa y virgen a manos peludas como las mías. Gotas recorriendo sus curvas, la hacían ver como una creatura de vidrio y vapor, mi pene estaba a la altura de su espalda, en las cervicales. Tal vez sintiendo que el momento se venía y decidiendo si estaba lista. Podía ahora ver, o imaginar las dudas en su mente, lo raro de verse fuera de lo normal. ¿Tal vez se habrá imaginado que lo viril o lo masculino era algo malo? O tal vez indeseable, pero ahora todo contexto estaba perdido, la respiración animal de ambos y la piel siendo tocada por un hombre.




puta

Un movimiento suave, casi imperceptible al principio, pero pronunciado al final la dejó con la mejilla apollada al acrílico, sin mirarme, pero la colita hacia atrás con su piernas separadas. Ahora la ducha caía sobre la parte de su cadera donde están esos hermosos hoyuelos sobre la cola, como indicando “poner dedos aquí”. El triángulo de sus piernas y la cola era delicioso, era único, y su ano comenzó a dilatarse, más y más como invitándome, mientras mis manos acariciaban su espalda.

Para este momento estoy seguro que en su mente ella estaba viajando, allá lejos con el vapor de la ducha, su cuerpo así rendido a lo que viniera, su respiración empañaban en azulejo de costado y sus manos abiertas y apoyadas… ¿sus espectativas serían algo de fantasía?

Ante a diferencia de altura, mi pene estaba muy alto, así que flexioné mis rodillas hasta que mi pene quedara a la altura de su cola y le apoyé el cono frontal en el ano. Se estremeció, podía ver la piel de gallina, y me quedé ahí quieto para que me diga que me detenga o que siga… luego de unos segundos, el ano se relajó y empezó a jadear, mi pene entró la punta, una nueva pausa, y mis labios llegaron a su nuca, mordisqueandole suavemente la piel, hasta llegar a la oreja (en serio me dolía el cuello, yo era claramente muy alto para agacharme tanto), y finalmente enderecé mis rodillas y de un empujón mi pene entró completo en ella y con mis manos en su cadera la levanté, mis piernas estaban doloridas pero el peso de ella no era un gran problema. Ahora estaba contra la pared pero sus pies no tocaban el piso, por mas que intentaban, yo empujaba hacia arriba. Sus manos se agarraron del ventiluz para no sentir que se caía y empezó a hacer fuerza para subir y bajar, mientras yo la empujaba hacia los cielos con la fuerza de mis piernas y mi pene.

Un culito delicioso, piel tan blanca y suave, era redondito y tierno… pero ahora eran dos gajos con mi negra estaca adentrándose en sus fantasías, en lo que ella pensaba de los masculino, en cuantas veces había imaginado esto con asco. Sus gemidos eran entrecortados, temblando, sobresaltada en cada empuje de mis piernas, mientras arqueaba la cadera y abría más los cantos. Empecé a escuchar que gemía más fuerte y decía: “papi, papi, ahí, ahí ahí papi, si papi...” llevé la mano a su boca y empezó a chuparme los dedos (no quería escuchar que me digan papi, no importa el contexto, es raro. Si les gusta disfrutenlo, a mi me parece creepy), ahora sentía el hermos:  “mmmhm! Mmmmgggápi mmmm m...ah..mmm” lo cual me calentaba mucho más y empecé a pegarle con la otra mano en la cola. Ahora estaba suspendida en el aire con mi pija, pero rápidamente se sostuvo de la ventana para permitirme hacerlo. Le daba fuerte en el cachete, y se ponía más y más excitada, saqué mi otro dedo de su boca y con las dos manos le daba nalgadas en esa piel perfecta: “así, dale guacha, ¿te gusta rudo? ¿te gustan las pijas negritas copito de nieve?” y el movimiento de ella flexionando su cuerpo era más fuerte, así que la abracé así como estábamos y con la pija en el culo la saqué del baño… y caminé con ella, cargándola, hasta la cama donde la recosté boca abajo y seguí explorándole la cola, más y más a fondo con explosiones mas y más fuertes. La base del pene empezaba a doler, mucho pero mucho, pero no podía detenerme. Ella gozó y empezó a acabar y a gritar: “pará papi, pará!!! paráaa! Ah! si, ahí ahí, seguí ,seguí!!!” y puso sus manos como garras en la sábana y la sentí, vi sus poros abrirse, su piel erizada y mi pene comenzó a dar ondas de semen, y más semen, hasta que ella lentamente se quedó inmóvil, respirando más lento. Y luego comenzó a sollozar, como un angelito y la saqué… me sentí mal, culpable, tal vez. Ella decía “está bien, es… áh, bien” mientras seguía sollozando. Me detuve un segundo a mirar mi pija, morada y venosa. Todavía había jugo en ella y los espasmos sacaban gotitas tímidas. Unos labios aparecieron para chuparla de nuevo “¿Cuanta leche querés sacarme puta?” y me dejó desprovisto de todo semen, exhausto.

Me deslicé en la cama junto a Laurita, y la veterana del otro lado que la abrazó, y le besaba las lágrimas de forma dulce.  Yo no sabía que hacer, estaba con culpa, me sentía para el orto, no sabía si le había hecho daño, o si era de esas que lloran en el orgasmo, mis músculos ya no respondían. Sentía que el gemelo derecho estaba por acalambrarse, y bajé la pierna hacia el costado para que toque la baldoza fría… el dolor fue desapareciendo de a poco. 
Laurita se quedó dormida, dócil como un gatito, yo estudiaba un pequeño tatuaje que  tenía en su pierna. Un detalle en el que no había tenido tiempo de ver, una marca de nacimiento en la cadera derecha, y sus finos cabellos rojizos, su colita tenía la palma de mi mano marcada en rojo pero el tamaño me sorprendió ¿el culo es muy chico o mi mano es muy grande? . 
La veterana me indicó que vaya con ella al living con algunas señas, y nos levantamos sigilosamente, sin alterar a la bella durmiente, desnudos por el pasillo.

“Es la hija de mi ex, antes que preguntes” dijo ella, “no soy una depravada incestuosa”.
“ah, ok. Supongo, sí. Como que no me diste tiempo a nada” dije, mientras aceptaba el largo vaso de agua que ella me daba. Curiosamente me lo bebí en un largo trago mientras ella hablaba.

“Es una piba muy sana, yo la quiero como si fuera mía. Le gustan las chicas, pero el padre es muy así” Hizo un gesto con la mano “como que está en el closet, por eso comparte cosas online pero no se atreve a probar mas alla de tocarse. Yo la vengo acompañando en su despertar sexual, la cosa es que nunca estuvo con un hombre. Tiene sus pitos de plástico, pero si no sabés de donde viene como que carece de contexto”.
“Che, pero estaba llorando…”.
“La experiencia fue mucho de una tal vez, nos tocamos juntas, nos masajeamos y compartimos humedales” sonrió al decirlo “pero supongo que sacarla revoleando así, como que es mucho. Estoy seguro que lo disfrutó, pero son las barreras mentales las que producen el llanto. Parecía una muñeca de trapo pobrecita”. 
“Bueno, yo me sentí re culpable, que se yo...”
“Y si le enterraste eso en el culo” Y se empezó a reír señalando mi miembro que por alguna razón estaba entumecido “si no le hubiera gustado te hubiera detenido, quedate tranquilo...Por cierto, me llamo Aldana” dijo mientras estrechaba mi pija y se reía, se puso de rodillas y le dijo a mi punta con tono de muñeco de trapo “mucho gusto en conocerlo señor” y con sus labios dulces volvió a sacarme jugo, esta vez con más violencia, más succión, me dolía la piel, y con su mano me agarraba la base con fuerza. Mil burbujas sentía que iban hacia abajo, miel placeres iban hacia arriba, y se llenó la boca de leche hasta la garganta, tosía pero no la sacaba…  y seguía hasta la última gota.

No me pregunten como llegué a mi casa, pero tuve calambres en las piernas toda la noche, y al otro día caminaba todavía convaleciente y con gruñidos de viejo en cada paso, o al sentarme y la pija me dolía como una rama que se estaba por cortar. Pero hey! ¿quien me quita lo bailao?… auch!




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