Hola P! Hoy les traigo un pequeño relato. Disfruten el rato con este fetiche que a mucha gente le gustaría experimentar.
Una postura suelta y erguida, con su caminar de princesa deja a todos boquiabiertos. Cabellos largos y negros, sedosos denotan limpieza reciente. Ojos de color castaño, nariz respingada y labios finos pintados de rojo pasión. Sus largas piernas esbeltas dejan demasiado a la imaginación por culpa de una falda negra, apretada al cuerpo que llegaba hasta las rodillas. Ni qué decir de esos imponentes senos que cualquier mujer desea tenerlos y que solo lo consiguen con intervención quirúrgica. Están cubiertos por una elegante camisa amarilla con escote pronunciado y un chaleco negro. Su identificativo dice que su nombre es Betty. Oh, qué dulce nombre de la muchacha que al parecer no pasa ni los treinta de edad. Se sienta frente a su escritorio para pedirme referencias ante el crédito que estoy interesado en pedir. La entrevista había comenzado en su despacho con paredes de cristal.
En medio de las preguntas, la ardiente mujer cruza las piernas. Ella trata de acomodarse sin éxito alguno. Algo la inquieta mucho. Al disimulo, se frota la concha con sus piernas. Lo disfruta demasiado, su rostro la delata . Interrumpe la entrevista para ir al baño, yo mientras tanto, me quedo idiotizado al verla caminar, es cuando pierdo la batalla contra mis ímpetus que me controlan y me obligan a hacer cosas estúpidas. Mientras espero, me bajo la cremallera, retiro hacia abajo el elástico de mi ropa interior para sacar mi hambriento miembro a tomar aire. Con mi dedo índice doy un masaje al glande que dentro de poco, se llena de líquido seminal, suficiente para lubricar y sentir más placer, todo eso, con sumo cuidado de que nadie se dé cuenta. La señorita sale del baño y continúa con la entrevista. La noto un poco más relajada. Ella me pide confirmar todos los datos ingresados al sistema, pero por desgracia soy medio ciego y no veo claramente lo que se manifiesta en el monitor, así que ella me pide ponerme a su lado para tener mejor visión. Me deslizo con el asiento de rueditas, mientras cubro mi entrepierna y mi verga salida del pantalón. Comencé a leer con dificultad la información. En un descuido, mi pene es visto por la muchacha fuera del escondite. Se queda muda mirando esa zona. Estira su brazo izquierdo con el que empezó a masturbarme. Yo por mi parte meto mis dedos en su agujero, el cual está húmedo. La gente sigue con lo suyo sin darse cuenta del hecho. Ya en este punto, la información es lo de menos, solo importa jugar a un juego que la gente ignora y disfrutar de la adrenalina que eso implica.
La chica conoce del arte manual. Abro la boca varias veces por lo delicioso que se siente esa mano sobre mi paquete. La lujuriosa profesional, alza un poco la pelvis, su intención es liberar el ano para que yo lo toque con mis dedos, pero no solo eso, prácticamente se sienta sobre ellos; logra que entren lo suficiente para enterrar las ganas en el olvido. No puedo más, mi verga está punto de ser ordeñada por completo. Betty se agacha sin importar nada para recibir en su boca esa bebida blanca. Su cavidad no es suficiente para tanta lefa, lo que la obliga a tragarse el semen. Ella cree que es suficiente, pero no, yo sigo corriéndome. La leche me manchó el pantalón del terno negro, sin embargo, había valido la pena. Rápidamente me desplazo hasta el baño para limpiarme el pantalón. Mis dedos que estaban en su sexo aún estaban húmedos. Los chupo con deseo: su olor y su sabor son característicos, saben a ella.
De regreso a mi asiento, ya en su posición, Betty me asegura el crédito aprobado dentro de las próximas 48 horas. Añade que si deseo otro crédito, no dude en avisarle (guiño).
Una postura suelta y erguida, con su caminar de princesa deja a todos boquiabiertos. Cabellos largos y negros, sedosos denotan limpieza reciente. Ojos de color castaño, nariz respingada y labios finos pintados de rojo pasión. Sus largas piernas esbeltas dejan demasiado a la imaginación por culpa de una falda negra, apretada al cuerpo que llegaba hasta las rodillas. Ni qué decir de esos imponentes senos que cualquier mujer desea tenerlos y que solo lo consiguen con intervención quirúrgica. Están cubiertos por una elegante camisa amarilla con escote pronunciado y un chaleco negro. Su identificativo dice que su nombre es Betty. Oh, qué dulce nombre de la muchacha que al parecer no pasa ni los treinta de edad. Se sienta frente a su escritorio para pedirme referencias ante el crédito que estoy interesado en pedir. La entrevista había comenzado en su despacho con paredes de cristal.
En medio de las preguntas, la ardiente mujer cruza las piernas. Ella trata de acomodarse sin éxito alguno. Algo la inquieta mucho. Al disimulo, se frota la concha con sus piernas. Lo disfruta demasiado, su rostro la delata . Interrumpe la entrevista para ir al baño, yo mientras tanto, me quedo idiotizado al verla caminar, es cuando pierdo la batalla contra mis ímpetus que me controlan y me obligan a hacer cosas estúpidas. Mientras espero, me bajo la cremallera, retiro hacia abajo el elástico de mi ropa interior para sacar mi hambriento miembro a tomar aire. Con mi dedo índice doy un masaje al glande que dentro de poco, se llena de líquido seminal, suficiente para lubricar y sentir más placer, todo eso, con sumo cuidado de que nadie se dé cuenta. La señorita sale del baño y continúa con la entrevista. La noto un poco más relajada. Ella me pide confirmar todos los datos ingresados al sistema, pero por desgracia soy medio ciego y no veo claramente lo que se manifiesta en el monitor, así que ella me pide ponerme a su lado para tener mejor visión. Me deslizo con el asiento de rueditas, mientras cubro mi entrepierna y mi verga salida del pantalón. Comencé a leer con dificultad la información. En un descuido, mi pene es visto por la muchacha fuera del escondite. Se queda muda mirando esa zona. Estira su brazo izquierdo con el que empezó a masturbarme. Yo por mi parte meto mis dedos en su agujero, el cual está húmedo. La gente sigue con lo suyo sin darse cuenta del hecho. Ya en este punto, la información es lo de menos, solo importa jugar a un juego que la gente ignora y disfrutar de la adrenalina que eso implica.
La chica conoce del arte manual. Abro la boca varias veces por lo delicioso que se siente esa mano sobre mi paquete. La lujuriosa profesional, alza un poco la pelvis, su intención es liberar el ano para que yo lo toque con mis dedos, pero no solo eso, prácticamente se sienta sobre ellos; logra que entren lo suficiente para enterrar las ganas en el olvido. No puedo más, mi verga está punto de ser ordeñada por completo. Betty se agacha sin importar nada para recibir en su boca esa bebida blanca. Su cavidad no es suficiente para tanta lefa, lo que la obliga a tragarse el semen. Ella cree que es suficiente, pero no, yo sigo corriéndome. La leche me manchó el pantalón del terno negro, sin embargo, había valido la pena. Rápidamente me desplazo hasta el baño para limpiarme el pantalón. Mis dedos que estaban en su sexo aún estaban húmedos. Los chupo con deseo: su olor y su sabor son característicos, saben a ella.
De regreso a mi asiento, ya en su posición, Betty me asegura el crédito aprobado dentro de las próximas 48 horas. Añade que si deseo otro crédito, no dude en avisarle (guiño).
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