El jefazo, me hizo sentar y, sin anestesia, se despachó con:
-Ganamos la licitación de la red de la municipalidad. El plazo de entrega es extremadamente corto. Necesito que viajes a Estados Unidos, el sábado, para la capacitación sobre los nuevos equipos XXX, que son los que debemos entregar.-
-¿Este sábado ….?-
-Si Julio, no podemos arriesgarnos a perder tiempo. Con vos va Mabel –
-¿Mabelll? ¡Si está amamantando su hijito!!-
-Si, Pero no había opción. Es la más capacitada. Aceptó viajar, con la condición de que la acompañe su madre para cuidar el bebé, en las horas de curso. La empresa paga los pasajes y las estadías -
Así fue, de impensado e imprevisto, el modo que me encontré en un hotel de lujo, de la costa oeste de Estados Unidos, en una amplia habitación con doble cama grande. En otra, similar, casi contigua, se alojaron las otras dos compañeras de viaje y el vástago.
Mabel era, sin llegar a exquisita, bonita y apetecible. Tenía, entonces unos 32 años, más de 1,70 m. de estatura, cabello rubio largo, rostro delicado, cuerpo agraciado y piernas largas y sobresalientes (aptas para sustentar el universo).
En algunas ocasiones, a solas, le había expresado mi admiración, pero no me imaginé que había logrado interesarla – calentarla- y que sucedería lo que sucedió, por la circunstancia favorable, de encontrarnos lejos de nuestras parejas, compartiendo capacitación, comidas y algunos paseos – junto a su madre e hijito-, fuera de hora.
El curso, iniciado el lunes, era intensivo y de un apresuramiento deliberado. No eran raras las dudas y/o lagunas que nos llevábamos, de regreso al hotel. Las tratábamos y las lográbamos esclarecer, antes de la cena, consultando documentación e intercambiando pareceres. Eso los cinco primeros días.
Estando en mi habitación, el lunes siguiente, a más de hora y pico de paseo y cena terminados. sonó el teléfono:
-Julio, Mabel. Mamá y el nene están dormidos. Me quedó un “matete” en la cabeza sobre el ……….. – hablaba en voz muy baja, por obvia razones.
- Bueno ¿Querés que vaya para allá y lo vemos? – le propuse.
-No, vamos a despertarlos –
-¿Bajamos al bar, entonces?-
-No quiero cambiarme por un ratito que nos va a llevar. Mejor voy a tu pieza-
- Bueno, vení-
Estaba en “paños menores”. Me volví a calzar pantalones y camisa. Me dirigí a la puerta a su encuentro.
Cuando la vi venir por el pasillo, me impactó. Tenía puesto un top, muy ajustado negro, que resaltaba, en forma, su busto y una pollera también negra, muy corta y provocativa. Me saludó con un beso en la mejilla, entró y se encaminó a la mesa. Vista de atrás, meneando las caderas, estaba fuerte, increíble.
Me senté junto a ella con una alteración del ánimo intensa. Fue pasajera porque su matete técnico era genuino y nos enfrascamos en él, con tanta intensidad, que no me quedó atención para otra cosa.
Algo menos que una hora después, quedó aclarado y explicado el asunto, confuso y controvertido.
Con dos bebidas, provenientes del frigobar, pasamos a conversar con vaguedad, al principio, para luego tocar aspectos personales.
Así me enteré que, después de mucho buscarla, su maternidad, la había logrado con fecundación asistida, debido a una alteración biológica suya.
Con esa alusión a las relaciones sexuales, mi ánimo, que estaba tranquilo, aumentó perceptiblemente de temperatura.
Perdí toda mesura y prudencia cuando ella comentó:
-……… si, Julio, estos últimos meses han sido re-locos para mí: nació mi nene, me mudé de departamento, tomé un avión, impensado, con mi madre y mi hijo, y ……. a estas horas de la noche estoy …… a miles de kilómetros de mi casa, en un cuarto de hotel ….. sola con vos – las últimas tres palabras las soltó precedidas de una pausa, sugestiva y mirándome de una forma que invitaba al asalto. No me dejé estar, la tomé de la cintura, dirigiendo la vista a sus ojos, invitándola a levantarse de la silla:
-Ya repasamos tecnología ….. ahora vamos a repasar un dúo de dos, en un hotel, con ganas de maridar – le susurré y amagué besarla.
Me mezquinó la boca, sin atinar a separarse, y alegó:
-¡Para vos será repaso!!!! Yo sólo estuve en hoteles con el hombre adecuado: mi marido.-
No sostuvo mucho rato la postura defensiva. Apenas unos esquives adicionales al primero y se “prendió” en un beso, prolongado que se convirtió en beso de lengua.
La fui moviendo, paso a paso, hacia la cama más próxima, mientras intercambiábamos besitos, piquitos y entradas de lengua en las bocas, combinadas con sonrisas provocativas.
Nos sentamos muy juntos y, a la par de los besos, comencé a acariciarle los senos, los hice salir de a uno, suavemente, subiéndole el top elástico – no tenía corpiño -, los rodeé con mi mano. Dejé su boca y bajé mis labios húmedos a sus dos pezones.
-No chupes …. que vas a tragar leche ….- entre gemidos, me recordó su lactancia
Le terminé de sacar el top, por la cabeza La acosté de espaldas y le lamí y besé ambas tetas con un goce soberbio, mientras le metía una mano debajo de la pollera y, fácilmente, alcanzaba concha y glúteos.
-Me está estorbando la pollerita- le murmuré, separando, momentáneamente mis labios de sus pechos.
-Dejame …… me la saco –
Le afloje el magreo, se incorporó y se deshizo de la prenda. Yo aproveché la pausa para desprenderme del pantalón y camisa. La abracé y besé y mis manos se deslizaron dentro de la bombacha para manosearle las nalgas, a la vez que una de las suyas, buscaba, dentro del slip, frenéticamente mi verga, a punto de explotar y comenzó a sobarla con ardor.
Mis manos largaron el culo y subieron a la cintura para quitarle la bombachita que llevaba puesta, la volví a acostar y me lancé, de cabeza, entre sus piernas para chuparle la argolla. Mientras lamía, chupaba y jugaba con mi lengua en sus labios vaginales y clítoris, escuchaba suspiros, gemidos y sonidos que expresaban placer: “ ¡Mmmmm! ….. ¡Ahhhh! …. ¡Ffssss!l ….¡ Siiiiii!” pero cuando, la lengua, se metió en lo profundo de su concha ella se descontroló y sus gemidos pasaron a ser gritos y, de pronto, levantando mucho la voz:
-¡Metémela! ….¡Metémela! …. ¡No seas perverso! -
Me quité el slip, acomode mi cuerpo sobre el de ella, se la puse y comencé a cogerla.
Ella acompañaba cada embestida mía, con apetito inmoderado, movimientos asombrosos, gemidos y gritos de placer y para exigir más y más. Yo trataba de complacerla aumentando la frecuencia e intensidad de las penetraciones, besando y chupando, su boca y su cuello, manoseando sus tetas y su culo, mientras entraba y salía.
Así hasta que la sentí temblar con movimientos agitados y repentinos, enseguida me “sacudió” unos conchazos y exteriorizó su éxtasis voz en cuello.
Seguí con el vaivén pocos segundos más. Ante la inminencia de mi orgasmo, vacilé unos instantes si sacarla o dejarla adentro, pero me vino a la mente su fecundación asistida y me entregué a una eyaculación vertiginosa y copiosa.
No le pasó desapercibida a ella:
-¡Uhhhh …. Me estás llenando la cosita! ¡Que lindooooo!-
En el relax, lado a lado, dejados atrás ternuras, halagos y mimos, Mabel dio por terminada nuestra primera fechoría:
-…..lo dicho, este es un año de no creer …… con vos rompí más de once años de lealtad al único hombre de mi vida ……. ¡cartón lleno!! ……. Discúlpame pero me tengo que ir ….. no quiero que mamá se dé cuenta que no estoy con ella y tengo que amamantar al nene-
Nos vestimos, la acompañé a la puerta. Se despidió con un beso, que me dio la pauta que lo de esa noche no había sido un suceso aislado. Le vi cara de (continuará….). Había sido el primer capítulo de una saga.
En el “coffee break” de la mañana siguiente ni, por supuesto durante el almuerzo, comentamos lo sucedido la noche anterior, pero en el recreo de la tarde le propuse una segunda vuelta:
-Mabelita, si llegas a venir a mi pieza, esta noche, …..traé puestas dos bombachitas . – le susurré al oído.
Me miró con extrañeza.
-¿Qué decisss?-
-Bueno, puede ser una puesta y la otra no, pero que sean dos, por favor. Ya vas a saber por qué-
Aproximadamente a la misma hora del día precedente, golpeó a la puerta de cuarto. Vestía, de nuevo top, pero con shorts, a media nalga, blancos. Una vez adentro, después de un beso fugaz, fue a apoyar sobre la mesa una carpeta, documentación del curso que trajo, para disimular supongo, si se encontraba con alguien en el pasillo. Abrió la carpeta y sacó una bombacha blanca chiquitita, me la ofreció con el brazo tendido y me espetó:
-¡Acá la tenés! ¿Me podés decir para que la querés? – con la mirada clavada en la mía.
-No es esa la que quiero, sino la que tenés puesta-
-Pero ….no entiendo ¿Paraaa?-
-Para tener “perfume a vos” Para disfrutar, cuando no estas, en cualquier momento y lugar, de tu aroma íntimo que me cautiva.-
-¡Peroooo que puercoooo sosss!-
Anduvimos en dimes y diretes mientras la desnudé y, con su ayuda, me desnudé. Se calló, ya acostados, cuando buena parte de mi verga, desapareció en su boca.
Siguió con su tarea oral, alternando tragadas hasta sentir como chocaba con su garganta, con besitos en glande, lambidas y chupadas, gemelos incluidos.
Faltó un tris para que le acabara en la boca.
Terminamos la segunda satisfacción viciosa de apetitos y pasiones, con una cogida tan buena y desenfrenada como la del día anterior, en pose misionero.
Me quedé, con la bombachita, que ella había traído puesta. Se fue con la otra.
Miércoles y jueves los dedicamos, íntegros, a la lealtad y observancia de las reglas que, ambos, debemos a nuestros matrimonios.
Pero el viernes, último día de curso y estadía en el exterior:
-Mabelita ¿Te duchaste, alguna vez, con un tipo? Excluido tu marido, claro.-
-¡No seas grosero! ¡Claro que noooo! ¡Ni con mi marido!-
-Digo, ya que este es tiempo de estrenos para vos ….. ¿te venis una vez que mami e hijito, se duerman?-
-No debo …. No creo -
Pero vino. Bajo la ducha fue un derroche de caricias y sobadas mutuas, en las partes fáciles de imaginar.
En la cama, a mi incursión, con lengua y dedos, en su concha, le siguió sexo convencional y sensacional. Contrariamente a lo ocurrido, lunes y martes, Mabel, después del último orgasmo, no amagó volver a su habitación. Pensé que podía ir por más. No me equivoqué. Le pedí que se pusiese boca abajo, comencé a jugar con dedos en la puerta del agujerito. Perceptiva, se acomodó en la posición ideal, cuasi “perrito”. Lubriqué el glande y su asterisco, con sus humores (y mi semen de la acabada anterior) que salían de su concha y la penetré, con maña y sutileza, hasta tener toda la verga adentro. Comencé a culearla, lentamente un ratito, para luego ir aumentando la velocidad de la sucesión acompasada de embestidas. Ella no paraba de pedir “más y más…” parecía insaciable. Cuando voceó su orgasmo, de la calentura, a la tercera entrada, exploté desaforadamente.
Unos quince días después de reintegrarnos al trabajo (y comportarnos como señorita/to sajones) le dejé, en sobre cerrado sobre su escritorio, su bombachita usada, que había traído de Estados Unidos, con adentro un escueto mensaje:
“Está desleída. Debemos prever refrescar o reemplazar, a la brevedad”
Como quedó dicho, Mabel, es muy perceptiva. Conseguí lo que pretendía.
-Ganamos la licitación de la red de la municipalidad. El plazo de entrega es extremadamente corto. Necesito que viajes a Estados Unidos, el sábado, para la capacitación sobre los nuevos equipos XXX, que son los que debemos entregar.-
-¿Este sábado ….?-
-Si Julio, no podemos arriesgarnos a perder tiempo. Con vos va Mabel –
-¿Mabelll? ¡Si está amamantando su hijito!!-
-Si, Pero no había opción. Es la más capacitada. Aceptó viajar, con la condición de que la acompañe su madre para cuidar el bebé, en las horas de curso. La empresa paga los pasajes y las estadías -
Así fue, de impensado e imprevisto, el modo que me encontré en un hotel de lujo, de la costa oeste de Estados Unidos, en una amplia habitación con doble cama grande. En otra, similar, casi contigua, se alojaron las otras dos compañeras de viaje y el vástago.
Mabel era, sin llegar a exquisita, bonita y apetecible. Tenía, entonces unos 32 años, más de 1,70 m. de estatura, cabello rubio largo, rostro delicado, cuerpo agraciado y piernas largas y sobresalientes (aptas para sustentar el universo).
En algunas ocasiones, a solas, le había expresado mi admiración, pero no me imaginé que había logrado interesarla – calentarla- y que sucedería lo que sucedió, por la circunstancia favorable, de encontrarnos lejos de nuestras parejas, compartiendo capacitación, comidas y algunos paseos – junto a su madre e hijito-, fuera de hora.
El curso, iniciado el lunes, era intensivo y de un apresuramiento deliberado. No eran raras las dudas y/o lagunas que nos llevábamos, de regreso al hotel. Las tratábamos y las lográbamos esclarecer, antes de la cena, consultando documentación e intercambiando pareceres. Eso los cinco primeros días.
Estando en mi habitación, el lunes siguiente, a más de hora y pico de paseo y cena terminados. sonó el teléfono:
-Julio, Mabel. Mamá y el nene están dormidos. Me quedó un “matete” en la cabeza sobre el ……….. – hablaba en voz muy baja, por obvia razones.
- Bueno ¿Querés que vaya para allá y lo vemos? – le propuse.
-No, vamos a despertarlos –
-¿Bajamos al bar, entonces?-
-No quiero cambiarme por un ratito que nos va a llevar. Mejor voy a tu pieza-
- Bueno, vení-
Estaba en “paños menores”. Me volví a calzar pantalones y camisa. Me dirigí a la puerta a su encuentro.
Cuando la vi venir por el pasillo, me impactó. Tenía puesto un top, muy ajustado negro, que resaltaba, en forma, su busto y una pollera también negra, muy corta y provocativa. Me saludó con un beso en la mejilla, entró y se encaminó a la mesa. Vista de atrás, meneando las caderas, estaba fuerte, increíble.
Me senté junto a ella con una alteración del ánimo intensa. Fue pasajera porque su matete técnico era genuino y nos enfrascamos en él, con tanta intensidad, que no me quedó atención para otra cosa.
Algo menos que una hora después, quedó aclarado y explicado el asunto, confuso y controvertido.
Con dos bebidas, provenientes del frigobar, pasamos a conversar con vaguedad, al principio, para luego tocar aspectos personales.
Así me enteré que, después de mucho buscarla, su maternidad, la había logrado con fecundación asistida, debido a una alteración biológica suya.
Con esa alusión a las relaciones sexuales, mi ánimo, que estaba tranquilo, aumentó perceptiblemente de temperatura.
Perdí toda mesura y prudencia cuando ella comentó:
-……… si, Julio, estos últimos meses han sido re-locos para mí: nació mi nene, me mudé de departamento, tomé un avión, impensado, con mi madre y mi hijo, y ……. a estas horas de la noche estoy …… a miles de kilómetros de mi casa, en un cuarto de hotel ….. sola con vos – las últimas tres palabras las soltó precedidas de una pausa, sugestiva y mirándome de una forma que invitaba al asalto. No me dejé estar, la tomé de la cintura, dirigiendo la vista a sus ojos, invitándola a levantarse de la silla:
-Ya repasamos tecnología ….. ahora vamos a repasar un dúo de dos, en un hotel, con ganas de maridar – le susurré y amagué besarla.
Me mezquinó la boca, sin atinar a separarse, y alegó:
-¡Para vos será repaso!!!! Yo sólo estuve en hoteles con el hombre adecuado: mi marido.-
No sostuvo mucho rato la postura defensiva. Apenas unos esquives adicionales al primero y se “prendió” en un beso, prolongado que se convirtió en beso de lengua.
La fui moviendo, paso a paso, hacia la cama más próxima, mientras intercambiábamos besitos, piquitos y entradas de lengua en las bocas, combinadas con sonrisas provocativas.
Nos sentamos muy juntos y, a la par de los besos, comencé a acariciarle los senos, los hice salir de a uno, suavemente, subiéndole el top elástico – no tenía corpiño -, los rodeé con mi mano. Dejé su boca y bajé mis labios húmedos a sus dos pezones.
-No chupes …. que vas a tragar leche ….- entre gemidos, me recordó su lactancia
Le terminé de sacar el top, por la cabeza La acosté de espaldas y le lamí y besé ambas tetas con un goce soberbio, mientras le metía una mano debajo de la pollera y, fácilmente, alcanzaba concha y glúteos.
-Me está estorbando la pollerita- le murmuré, separando, momentáneamente mis labios de sus pechos.
-Dejame …… me la saco –
Le afloje el magreo, se incorporó y se deshizo de la prenda. Yo aproveché la pausa para desprenderme del pantalón y camisa. La abracé y besé y mis manos se deslizaron dentro de la bombacha para manosearle las nalgas, a la vez que una de las suyas, buscaba, dentro del slip, frenéticamente mi verga, a punto de explotar y comenzó a sobarla con ardor.
Mis manos largaron el culo y subieron a la cintura para quitarle la bombachita que llevaba puesta, la volví a acostar y me lancé, de cabeza, entre sus piernas para chuparle la argolla. Mientras lamía, chupaba y jugaba con mi lengua en sus labios vaginales y clítoris, escuchaba suspiros, gemidos y sonidos que expresaban placer: “ ¡Mmmmm! ….. ¡Ahhhh! …. ¡Ffssss!l ….¡ Siiiiii!” pero cuando, la lengua, se metió en lo profundo de su concha ella se descontroló y sus gemidos pasaron a ser gritos y, de pronto, levantando mucho la voz:
-¡Metémela! ….¡Metémela! …. ¡No seas perverso! -
Me quité el slip, acomode mi cuerpo sobre el de ella, se la puse y comencé a cogerla.
Ella acompañaba cada embestida mía, con apetito inmoderado, movimientos asombrosos, gemidos y gritos de placer y para exigir más y más. Yo trataba de complacerla aumentando la frecuencia e intensidad de las penetraciones, besando y chupando, su boca y su cuello, manoseando sus tetas y su culo, mientras entraba y salía.
Así hasta que la sentí temblar con movimientos agitados y repentinos, enseguida me “sacudió” unos conchazos y exteriorizó su éxtasis voz en cuello.
Seguí con el vaivén pocos segundos más. Ante la inminencia de mi orgasmo, vacilé unos instantes si sacarla o dejarla adentro, pero me vino a la mente su fecundación asistida y me entregué a una eyaculación vertiginosa y copiosa.
No le pasó desapercibida a ella:
-¡Uhhhh …. Me estás llenando la cosita! ¡Que lindooooo!-
En el relax, lado a lado, dejados atrás ternuras, halagos y mimos, Mabel dio por terminada nuestra primera fechoría:
-…..lo dicho, este es un año de no creer …… con vos rompí más de once años de lealtad al único hombre de mi vida ……. ¡cartón lleno!! ……. Discúlpame pero me tengo que ir ….. no quiero que mamá se dé cuenta que no estoy con ella y tengo que amamantar al nene-
Nos vestimos, la acompañé a la puerta. Se despidió con un beso, que me dio la pauta que lo de esa noche no había sido un suceso aislado. Le vi cara de (continuará….). Había sido el primer capítulo de una saga.
En el “coffee break” de la mañana siguiente ni, por supuesto durante el almuerzo, comentamos lo sucedido la noche anterior, pero en el recreo de la tarde le propuse una segunda vuelta:
-Mabelita, si llegas a venir a mi pieza, esta noche, …..traé puestas dos bombachitas . – le susurré al oído.
Me miró con extrañeza.
-¿Qué decisss?-
-Bueno, puede ser una puesta y la otra no, pero que sean dos, por favor. Ya vas a saber por qué-
Aproximadamente a la misma hora del día precedente, golpeó a la puerta de cuarto. Vestía, de nuevo top, pero con shorts, a media nalga, blancos. Una vez adentro, después de un beso fugaz, fue a apoyar sobre la mesa una carpeta, documentación del curso que trajo, para disimular supongo, si se encontraba con alguien en el pasillo. Abrió la carpeta y sacó una bombacha blanca chiquitita, me la ofreció con el brazo tendido y me espetó:
-¡Acá la tenés! ¿Me podés decir para que la querés? – con la mirada clavada en la mía.
-No es esa la que quiero, sino la que tenés puesta-
-Pero ….no entiendo ¿Paraaa?-
-Para tener “perfume a vos” Para disfrutar, cuando no estas, en cualquier momento y lugar, de tu aroma íntimo que me cautiva.-
-¡Peroooo que puercoooo sosss!-
Anduvimos en dimes y diretes mientras la desnudé y, con su ayuda, me desnudé. Se calló, ya acostados, cuando buena parte de mi verga, desapareció en su boca.
Siguió con su tarea oral, alternando tragadas hasta sentir como chocaba con su garganta, con besitos en glande, lambidas y chupadas, gemelos incluidos.
Faltó un tris para que le acabara en la boca.
Terminamos la segunda satisfacción viciosa de apetitos y pasiones, con una cogida tan buena y desenfrenada como la del día anterior, en pose misionero.
Me quedé, con la bombachita, que ella había traído puesta. Se fue con la otra.
Miércoles y jueves los dedicamos, íntegros, a la lealtad y observancia de las reglas que, ambos, debemos a nuestros matrimonios.
Pero el viernes, último día de curso y estadía en el exterior:
-Mabelita ¿Te duchaste, alguna vez, con un tipo? Excluido tu marido, claro.-
-¡No seas grosero! ¡Claro que noooo! ¡Ni con mi marido!-
-Digo, ya que este es tiempo de estrenos para vos ….. ¿te venis una vez que mami e hijito, se duerman?-
-No debo …. No creo -
Pero vino. Bajo la ducha fue un derroche de caricias y sobadas mutuas, en las partes fáciles de imaginar.
En la cama, a mi incursión, con lengua y dedos, en su concha, le siguió sexo convencional y sensacional. Contrariamente a lo ocurrido, lunes y martes, Mabel, después del último orgasmo, no amagó volver a su habitación. Pensé que podía ir por más. No me equivoqué. Le pedí que se pusiese boca abajo, comencé a jugar con dedos en la puerta del agujerito. Perceptiva, se acomodó en la posición ideal, cuasi “perrito”. Lubriqué el glande y su asterisco, con sus humores (y mi semen de la acabada anterior) que salían de su concha y la penetré, con maña y sutileza, hasta tener toda la verga adentro. Comencé a culearla, lentamente un ratito, para luego ir aumentando la velocidad de la sucesión acompasada de embestidas. Ella no paraba de pedir “más y más…” parecía insaciable. Cuando voceó su orgasmo, de la calentura, a la tercera entrada, exploté desaforadamente.
Unos quince días después de reintegrarnos al trabajo (y comportarnos como señorita/to sajones) le dejé, en sobre cerrado sobre su escritorio, su bombachita usada, que había traído de Estados Unidos, con adentro un escueto mensaje:
“Está desleída. Debemos prever refrescar o reemplazar, a la brevedad”
Como quedó dicho, Mabel, es muy perceptiva. Conseguí lo que pretendía.
2 comentarios - Repaso y polvazos.