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Nada de ruido, con C

Un amigo me contó esto:


Llegamos en su auto a su hermoso apartamento después de una noche de fiesta. Íbamos cuatro ahí y estábamos tomados y drogados. Ella sacó un porro de marihuana y conforme lo fue fumando nos pasó a cada uno el humo boca a boca. Ya no aguantaba la erección desde hacía varios kilómetros y lo único que quería era cogerme a C, la conductora y dueña de la residencia. Si no fuera por lo tomado que estaba, la hubiera puesto contra la tapa y se la habría cogido ahí mismo.


         Pero llegamos a dormir. Todos nos acomodamos en la planta baja y ella se fue al segundo piso, a su habitación. Antes de irse me di cuenta que C tenía las mismas urgencias. Me dijo al oído, “te espero en un rato”. Así que eso hice: me dormí media hora o quizás más.Me desperté y subí las escaleras en silencio, salivando al pensar en lo que me esperaba y en lo prohibido del encuentro.


         Me la encontré dormida en su cama y semi-desnuda. La recuerdo con un hilo y un top negros y sus enormes pechos pidiendo ser liberadas. C era una chica una buena amiga, delgada, algo mayor que yo (que no tenía ni 30), muy blanca y guapa, de pelo corto y negro. Tenía un culo justo y un escote enorme que ella con frecuencia intentaba ocultar en ropa negra. Pero era un esfuerzo inútil: se le desbordaban.


         Cuando la vi iluminada por la leve luz que entraba por la ventana, no pude aguantarme más. Mientras se despertaba y ella me metía la lengua hasta la garganta, le arranqué la ropa desesperado. Ella hizo lo propio. Un 69 espectacular hizo que ella se viniera pronto. Esto es otra de sus características más excitantes: C no sólo es multi-orgásmica, sino muy pronta para  correrse. Pero además sus felaciones son épicas: se metía hasta la base miverga de una y se la volvía a sacar, una y otra vez.


         Luego que se vino, me la empecé a coger. Se sentó sobre mí y mientras le tapaba boca le comía las lolas. Sentí como temblaba: se estaba viniendo de nuevo. Entonces la puse contra la pared más cercana y se la metí una y otra vez mientras sentía que le corrían y goteaba su excitación por las piernas y mis testículos. Sus nalgas le vibraran en cada estocada. Mientras  le  agarraba las tetas y se las masajeaba, le mordía la espalda. En algún momento se las solté y tomé su peló: se lo jalé con fuerza, como tomando las riendas de una yegua y le seguí dando hasta que se corrió de nuevo.


Le  tenía mucho morbo a esta chica y sólo quería hacerle lo más fuertes que se me ocurría. Después de darnos con todo, la hinqué sobre la cama, le  llené las lolas de lubricante y saliva y le metí la verga entre ellas, una y otra vez, hasta que me corrí y se las dejé goteando. Luego de despedirme, busque mi ropa y baje en  silencio. Como no podíamos hacer ruido, ella quedó tendida en su cama, sucia, exhausta y satisfecha.  


Nada de ruido, con C

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