Juego de los dados
A esa hora Natalia ya debía estar en el aeropuerto. Recostado en el sofá aguardaba sus noticias distraído mientras hojeaba una revista. Finalmente el teléfono vibró sobre la mesa. Por la pequeña pantalla apareció sentada en una cafetería, rodeada de sillas vacías y con varias horas por delante de aburrida soledad en la terminal. Sin embargo se le había ocurrido un juego con el que amenizar la espera.
Del bolso sacó dos sados que colocó sobre el velador mientras le proponía un juego y le explicaba las reglas. La primera de todas, que era común en todos los juegos, era que no podía negarse a participar. Por ese motivo ella era su dominadora, y debía complacerle con todos sus caprichos y en cualquier momento. La segunda consistía en que a cada tirada de dados, él debía masturbarse en función de los números que saliesen. Próximo al doble uno, tenía que hacerlo lo más lentamente posible, aumentando la velocidad hasta llegar al máximo, el número doce.
Sin apenas preámbulo le conminó a desnudarse para comenzar con los dos primeros números al azar. Cinco. Respondió agitando su pene ante la imagen de aquella atractiva mujer que, con aire divertido, lo observaba cumpliendo las reglas. No tardó en excitarse cuando un nueve le obligaba a sacudirse más rápido, evidenciando la agitación ante la risa de su torturadora que al otro lado de la pantalla lo contemplaba descomponiéndose con rapidez.
Un tres lo devolvió a la tranquilidad, al masaje con sosiego disfrutando de uno de tantos juegos eróticos que se le ocurrían a aquella traviesa manipuladora. La respiración le comenzaba a pesar, sudaba mientras la escuchaba recordándole que con ese número debía tocarse lentamente. Su dominadora arrojó de nuevo los dados y un doble cinco le obligó a acelerar abruptamente, a sentir el fogonazo de placer ante la risa divertida de su verdugo. Le costaba mantenerse erguido, sostener la velocidad sin atraer el orgasmo. Sabiendo que iría a llevarlo al límite, ella conservó los dados entre sus manos por unos minutos para verle retorcerse desesperado sobre el sofá.
Un seis. El ritmo volvió a la calma, pero ya era demasiado tarde. No se veía capaz de aguantar por mucho rato adicional ese juego cruel y aún con mayor dificultad al verse observado por ella, situación que le excitaba aún más. Los dados volvieron a rodar y el número tan bajo sorprendió a Natalia, sabiendo que un dos representaba un respiro para su atribulada víctima.
Apenas alcanzaba a recomponerse cuando un once apareció sobre la mesa, a lo que él respondió entre gemidos, incapaz de controlar un orgasmo que explotó rabioso entre sus piernas mientras ella aplaudía a solas desde la cafetería de la terminal. Ahogándose en el suelo alcanzó a oírla despedirse, aliviada por ver que los primeros clientes del establecimiento estaban entrando en ese momento. Los dados habían decidido por él justo a tiempo.
Mas de Natalia:
https://www.amazon.com/dp/B076YM3TSW
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Sin apenas preámbulo le conminó a desnudarse para comenzar con los dos primeros números al azar. Cinco. Respondió agitando su pene ante la imagen de aquella atractiva mujer que, con aire divertido, lo observaba cumpliendo las reglas. No tardó en excitarse cuando un nueve le obligaba a sacudirse más rápido, evidenciando la agitación ante la risa de su torturadora que al otro lado de la pantalla lo contemplaba descomponiéndose con rapidez.
Un tres lo devolvió a la tranquilidad, al masaje con sosiego disfrutando de uno de tantos juegos eróticos que se le ocurrían a aquella traviesa manipuladora. La respiración le comenzaba a pesar, sudaba mientras la escuchaba recordándole que con ese número debía tocarse lentamente. Su dominadora arrojó de nuevo los dados y un doble cinco le obligó a acelerar abruptamente, a sentir el fogonazo de placer ante la risa divertida de su verdugo. Le costaba mantenerse erguido, sostener la velocidad sin atraer el orgasmo. Sabiendo que iría a llevarlo al límite, ella conservó los dados entre sus manos por unos minutos para verle retorcerse desesperado sobre el sofá.
Un seis. El ritmo volvió a la calma, pero ya era demasiado tarde. No se veía capaz de aguantar por mucho rato adicional ese juego cruel y aún con mayor dificultad al verse observado por ella, situación que le excitaba aún más. Los dados volvieron a rodar y el número tan bajo sorprendió a Natalia, sabiendo que un dos representaba un respiro para su atribulada víctima.
Apenas alcanzaba a recomponerse cuando un once apareció sobre la mesa, a lo que él respondió entre gemidos, incapaz de controlar un orgasmo que explotó rabioso entre sus piernas mientras ella aplaudía a solas desde la cafetería de la terminal. Ahogándose en el suelo alcanzó a oírla despedirse, aliviada por ver que los primeros clientes del establecimiento estaban entrando en ese momento. Los dados habían decidido por él justo a tiempo.
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1 comentarios - Natalia: Juego de los dados