Recién llego de trabajar, otra noche más, sola en casa, he pensado todo el día en ti, ya que era uno de esos días en los que, con sólo pensarte, sentía como mi cuerpo ardía y pedía por ti, te había esperado toda la siesta con la ilusión absurda de que vendrías, pero no viniste. Aún así no pude sacarte de mi cabeza en todo el día, estuviste presente, latente en mis pensamientos más sucios, más obscenos, más ardientes, más calientes. Se desataba en mí una mezcla de sentimientos encontrados que chocaban pero a la vez se complementaban ya que por un lado te deseaba y ansiaba tenerte aquí pero a la vez la bronca y el enojo me dominaban por que no estabas; así transcurrió mi día, con esa mezcla de sentimientos y ese fuego que me consumía por dentro, que nadie veía, que sólo yo sentía y que vos eras el motivo pero no lo sabías.
Y así me encontró la noche, como otras noches y que a pesar de que paso días llenos de tu ausencia, aquí estaba, como siempre, pensando en vos.
El calor que me recorría era cada vez más intenso, mis pensamientos, mi imaginación y mis manos acrecentaban aún más los deseos... Cansada de esperarte, decidí ponerle fin a esta agonía a la que sometes a mi cuerpo cuando no estás aquí para saciar mi sed de ti. Comencé a pensar en lo que mis dedos aprendieron a hacer por tí y como aquello que aprendí a hacer para vos, se convertiría en mi juego favorito para llenar tu horas de ausencia, ahogar el enojo y pensar como he de darme placer sin tí... Y así comenzó esta travesía por saciar estos deseos que se habían apoderado todo el día de mi y me mantenían presa, pidiendo a gritos salir, traté de relajarme, con los ojos cerrados y mi imaginación trabajando, comencé a disfrutar, a disfrutar de mi cama, de mi desnudez y de ese deseo reprimido. En esos momentos estabas en mis pensamientos, mi imaginación no se detenía; pensaba: si me estuvieras viendo, te excitarías al ver que estoy disfrutando, más ahora que estoy realizando frente a vos esta fantasía...
Comencé a poner en práctica y tratar de disfrutar todo eso que vivía en mis pensamientos; me levanté, abrí la ducha y me dispuse a entrar, mi piel se erizaba al sentir el frío, aunque por dentro todo mi ser ardía; gocé con cada gota que se deslizaba por mi cuerpo, recorriendo cada centímetro, eran como suaves caricias que descendían lentamente sobre mí. A salir me acuesto sobre la cama, aún mi cuerpo está húmedo, las luces apagadas, la pieza se ilumina sólo con el resplandor de la luz de la cocina. Llevo puesto un diminuto camisolín blanco, meto una mano para alcanzar el pezón, ya estaba duro, comienzo acariciando la aureola, alrededor; despacio y sin querer rozo la punta del pezón, siento como se endurece más, muerdo mis labios y es cuando viene a mi el recuerdo de tu pija en mi boca, lo que me calienta aún más, recordar cuando te la chupo me hace desear tener tu pija en mi boca y sentir tu excitación, cuando tus venas se te saltan, se llenan de sangre y tu verga se endurece cada vez más, al punto en que me vuelve loca!!! Recordar la punta de tu cabeza mojada y como mi lengua le gusta jugar y saborear todo lo que sale de ti, mientras penetras mi boca y disfrutas tanto como yo al hacerlo, es entonces, cuando siento mi mano húmeda y descubro que inconscientemente se encuentra entre mis piernas y sin pensarlo continúo tocándome, como sedienta y desesperada y sin dejar de jugar con mi clítoris, no dejaba de pensar en como te excitaría si pudieras verme jugar y gozar, y así poder sembrar ese deseo en ti y que quieras jugar conmigo vos también, pensar en vos y jugar con mis manos entre mis piernas, producían tanto placer que mi cuerpo no cesaba de moverse, cada vez me excitaba más, nada calmaba la fiebre que llevaba en mi... Fue en ese momento, en que sentí golpear a mi puerta, no quería detenerme, pero ante la insistencia y sin imaginar quien podría ser y pensando que se habían equivocado, decidí ver quien era... Mi sorpresa fue inmensa, estabas ahí, parado, venías por mí y yo me encontraba ardiente y salvaje esperando por ti...
Te invité a entrar y en silencio te llevé a mi habitación, te quedaste parado en el umbral de la puerta, mientras yo seguí hasta la cama para continuar lo que minutos atrás había interrumpido, pero mucho más excitada y caliente, porque ahora si, mi fantasía era completa, estabas ahí observándome jugar, gozar, mientras mis dedos me recorrían, me penetraban y mis caderas se movían buscando más placer...
Y así me encontró la noche, como otras noches y que a pesar de que paso días llenos de tu ausencia, aquí estaba, como siempre, pensando en vos.
El calor que me recorría era cada vez más intenso, mis pensamientos, mi imaginación y mis manos acrecentaban aún más los deseos... Cansada de esperarte, decidí ponerle fin a esta agonía a la que sometes a mi cuerpo cuando no estás aquí para saciar mi sed de ti. Comencé a pensar en lo que mis dedos aprendieron a hacer por tí y como aquello que aprendí a hacer para vos, se convertiría en mi juego favorito para llenar tu horas de ausencia, ahogar el enojo y pensar como he de darme placer sin tí... Y así comenzó esta travesía por saciar estos deseos que se habían apoderado todo el día de mi y me mantenían presa, pidiendo a gritos salir, traté de relajarme, con los ojos cerrados y mi imaginación trabajando, comencé a disfrutar, a disfrutar de mi cama, de mi desnudez y de ese deseo reprimido. En esos momentos estabas en mis pensamientos, mi imaginación no se detenía; pensaba: si me estuvieras viendo, te excitarías al ver que estoy disfrutando, más ahora que estoy realizando frente a vos esta fantasía...
Comencé a poner en práctica y tratar de disfrutar todo eso que vivía en mis pensamientos; me levanté, abrí la ducha y me dispuse a entrar, mi piel se erizaba al sentir el frío, aunque por dentro todo mi ser ardía; gocé con cada gota que se deslizaba por mi cuerpo, recorriendo cada centímetro, eran como suaves caricias que descendían lentamente sobre mí. A salir me acuesto sobre la cama, aún mi cuerpo está húmedo, las luces apagadas, la pieza se ilumina sólo con el resplandor de la luz de la cocina. Llevo puesto un diminuto camisolín blanco, meto una mano para alcanzar el pezón, ya estaba duro, comienzo acariciando la aureola, alrededor; despacio y sin querer rozo la punta del pezón, siento como se endurece más, muerdo mis labios y es cuando viene a mi el recuerdo de tu pija en mi boca, lo que me calienta aún más, recordar cuando te la chupo me hace desear tener tu pija en mi boca y sentir tu excitación, cuando tus venas se te saltan, se llenan de sangre y tu verga se endurece cada vez más, al punto en que me vuelve loca!!! Recordar la punta de tu cabeza mojada y como mi lengua le gusta jugar y saborear todo lo que sale de ti, mientras penetras mi boca y disfrutas tanto como yo al hacerlo, es entonces, cuando siento mi mano húmeda y descubro que inconscientemente se encuentra entre mis piernas y sin pensarlo continúo tocándome, como sedienta y desesperada y sin dejar de jugar con mi clítoris, no dejaba de pensar en como te excitaría si pudieras verme jugar y gozar, y así poder sembrar ese deseo en ti y que quieras jugar conmigo vos también, pensar en vos y jugar con mis manos entre mis piernas, producían tanto placer que mi cuerpo no cesaba de moverse, cada vez me excitaba más, nada calmaba la fiebre que llevaba en mi... Fue en ese momento, en que sentí golpear a mi puerta, no quería detenerme, pero ante la insistencia y sin imaginar quien podría ser y pensando que se habían equivocado, decidí ver quien era... Mi sorpresa fue inmensa, estabas ahí, parado, venías por mí y yo me encontraba ardiente y salvaje esperando por ti...
Te invité a entrar y en silencio te llevé a mi habitación, te quedaste parado en el umbral de la puerta, mientras yo seguí hasta la cama para continuar lo que minutos atrás había interrumpido, pero mucho más excitada y caliente, porque ahora si, mi fantasía era completa, estabas ahí observándome jugar, gozar, mientras mis dedos me recorrían, me penetraban y mis caderas se movían buscando más placer...
7 comentarios - Sorprendiéndome solita y caliente