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Géminis: La tentación en casa

La tentación en casa

Mi nombre es Ariel. Soy un cirujano plástico argentino, casado con una ex paciente llamada Diana. 
Cuando me casé con Diana no me importaba que tuviera a Valeria y Tatiana, sus hijas gemelas. En esa época ellas apenas eran unas pequeñas gorditas que recién pasaban la altura de mi escritorio. Muy inquietas y traviesas. Su padre, empresario, se radicó hace años en Estados Unidos y desde entonces las niñas aprovechaban cada fin de semana largo o vacaciones para viajar a Miami con él. Vale destacar que ni él ni a nosotros nos faltan recursos. Por ello las dos niñas crecieron muy consentidas y se volvieron bastante caprichosas. Diana y yo tratamos de darles todo, la mejor escuela privada, la mejor ropa, los mejores teléfonos, todo lo mejor para las pequeñas.


Lo que yo no sabía era que con lo que les ofrecimos estábamos propiciando unas personalidades muy difíciles de controlar. Valeria era la voz mandante del dúo. De actitud bastante soberbia y altanera, suele menospreciar el estándar de vida alto que le brindamos y siempre sale con ocurrencias que nos dan más de un dolor de cabeza. Tatiana se podría decir que es la gemela buena, al menos en comparación. No puedo decir que no sea tan caprichosa como su hermana, de hecho lo es. Pero tiene otras formas. Mientras Valeria va al choque Tati es más bien negociadora, suele interpelarme sabiendo que en el escalafón de autoridad yo vendría a ser el policía bueno. A diferencia de su hermana, tiene la costumbre de llamarme papá. Vale desde chica se dirigió como Ariel y me presenta como el marido de su madre. 

De todas formas el mayor problema que enfrento ahora que ya son unas jovencitas más crecidas no es el caracter indomable de las dos, que al estar juntas son bastante explosivas. El principal problema que tenía era que esas gorditas de risos dorados tan adorables cuando las conocí, se habían convertido en dos tremendos minones. Su forma de vestirse tampoco era algo que me llene de paz. Dueñas de las mejores delanteras, apenas salían del instituto, tiraban las corbatas en el asiento del auto y se desabrochaban dos o tres botones dejando ver esos imponentes pechos turgentes y firmes. Pude ver más de una vez el gesto de mi chofer Alejandro, cuando repetían esa rutina tan cotidiana para ellas pero tan provocativa. 

De pequeñas pasaron a tener alturas de modelo, debido a lo alto que es su padre biológico, lo que hacía que todo en su cuerpo fuera proporcionado a ese tamaño. Elegantes en sus movimientos y altaneras como pocas eran muy deseables. A pesar de lo voluptuoso de sus pechos de ahí hasta la cintura eran increíblemente delgadas. Cosa que a su madre les preocupaba pero apenas por debajo de la altura de sus diminutas cinturas sobresalían unas manzanitas terriblemente tentadoras. Ver las fotos de sus viajes a Miami era sumamente incomodo para mi. Aparte de la poca gracia que me hace ver al ex de mi mujer, ver esas colas duras en micro bikini brillantes por el bronceador era una tortura con Diana al lado.

En ese contexto paso mis días pero las noches no son para nada un descanso. La mayor parte de la semana me toca convivir con esas dos hembras infernales enfundadas en camisones estilo babydoll de lo más variados. Finos obviamente oscilan entre los cortos de seda que lucen cada curva a la perfección pero cada tanto, en la rotación tocan los peores que son muy traslucidos. Cuando tocan esos (uno blanco y uno negro como buenas gemelas) es mi perdición. Me cuesta muchísimo no mirar esos cuerpos casi al desnudo. Puede verse claramente sus diminutas tangas y casi por completo sus enormes pechos ante la ausencia de sostenes. Por suerte para mi salud mental los diseñadores suelen poner algo más de tela en la parte superior para que no se vean por completo sus pezones, pero sus movimientos cada tanto dejan alguno al descubierto. 

Eso cuando tienen noches tranquilas. Si el plan es salir las diminutas minifaldas, las escotadas blusas, o los cortos vestidos, las convierten en perras totales. Además se maquillan como para no dejar lugar a dudas de que las hermanas pretenden ser el centro de las miradas. Sus ojos celestes dibujados con el delineador negro se vuelven felinos que se completa con el punto justo de rubor. Sus labios de rosa fuerte o rojo furioso hacen que sus bocas sean fantasía ineludible. Yo que araño los 40 y las he criado como si fueran mis propias hijas, también soy de carne no puedo negar la calentura que me suelen despertar mis sensuales hijastras. La duda es si eran conscientes de eso.

La bomba de tiempo que traía entre las piernas podía explotar en cualquier momento y lo sabía. Toda mi fuerza de voluntad estaba dedicada día y noche a evitar eso. Hacía poco que habían regresado de uno de sus viajes al país del norte, cuando comenzó este circulo vicioso. La clásica rutina de las fotos en el 
smart-TV, fue solo el inicio. Valeria se inclinó sobre el televisor para ver un detalle en una de las fotografías. Vestía una diminuta minifalda rosa y para mi asombro pude llegar a ver un hilo rojo que se perdía en esas redondas nalgas bronceadas. Tuve un ataque de tos ya que me ahogué con el jugo exprimido que bebía. Mi cuerpo no coordinaba ni para una función básica como esa ante la exposición de Vale.

- Pa... estás bien? - me preguntó Tatiana que me acariciaba el pecho y al inclinarse hacia el costado presionaba sus enormes pechos con sus brazos poniendo a prueba los pocos botones abrochados que tenía su fina camisa blanca a rayas negras. 
- Si Tati. Gracias - Le dije tomando su suave mano y quitandola de mi pecho. Inmediatamente miré a Diana nervioso y culposo pero no había ningún tipo de sospecha en su mirada que se limitó a preguntar
- Estas bien gordo? - entre risas y siguió mirando las fotografías de "las nenas" como dice ella. 
Yo sentía la dureza en mi pantalón ya que Valeria se quedó parada unos pasos delante del sillón y Tatiana después de mi ahogo, apoyó su cabeza en mi hombro y se recostó sobre mi. Del otro lado del sofá su madre miraba el TV y charlaba. En la pantalla veía a las gemelas con ropa de noche recorriendo la noche caliente de Miami o en bikini en la playa. Ninguna de las tres notaban mi calentura por suerte.

La tortura terminó con la última foto y yo salí disparado del sofá rápidamente dándoles la espalda para que no se notara la dureza en mi pantalón. Con una excusa inventada les dije que tenía que salir y me fui a buscar al chofer para que me lleve a mi consultorio, que se había transformado en mi refugio. 
Alejandro. Mi fiel conductor era de todos mis empleados de la casa el único cómplice que tenía en esta incomoda posición. Había una complicidad mutua ya que yo sabía como las miraba también. 

- Y jefe? Vamos a huir? - me preguntó de forma un poco retorica y sarcástica. 
- Uff cuando pasan unos días sin estar me desacostumbro a tener esos cuerpos cerca - me descargué
- Que va a hacer. Las chicas crecen - me dijo entre risas. Le di la razón mientras se terminaba de abrir el portón eléctrico y escapábamos de la tentación. 

Cené en el consultorio algo de comida china y regresé bastante tarde a casa ya que mi mujer iba a salir a cenar con sus amigas del club de tenis. Cuando cruzamos el portón y nos acercamos a la casa vi un Mini Cooper rojo estacionado en la puerta que no me gustó nada. Alejandro levantó las cejas compartiendo mi sorpresa y desconfianza. Pasamos directo al garaje donde no estaba aún el auto de mi mujer. Nos despedimos y se fue para la zona de los cuartos de servicio. Cuando entré me encontré con Tatiana dormida en el sofá con el control remoto en la mano. Iluminada por un infomercial de esos que pasan al terminar la transmisión. 

Vestía su diminuto camisón de seda violeta. Sus largas piernas recogidas y casi al desnudo atrajeron mi atención. El peso de su cuerpo y su brazo izquierdo presionaban sus pechos contra el sillón de cuero negro. Pero cuando terminé de girar y le saqué el control de la mano para apoyarlo en la mesita vi que tenía el babydoll tan levantado que se veía su hermosa nalga izquierda por completo. Una delicada tanga blanca cubría un tercio de ese redondo cachete. Era un paisaje de lo más sensual. Su cara al natural, tan fresca y adorable contrastaba con sus lujuriosas curvas. 

No me di cuenta cuando empecé pero de repente me vi frotándome la pija por encima del pantalón. De más está decir que estaba dura como una mazo. Mientras apretaba sin culpa mi verga acaricié la suave pierna de Tati que dormida respondió con un leve suspiro y fui subiendo temeroso con la yema de mis dedos por su muslo. Cuando estaba por llegar a su hermosa cola se movió y creí que despertaba. En ese segundo me di cuenta de la locura que estaba haciendo y me dio pánico que despertara. Alejé mi mano como si me hubiera quemado pero seguía en un sueño profundo. El llamado de atención fue suficiente para que me decidiera a terminar con ese peligroso juego. Apagué el televisor pero no fue silencio lo que oí.

Había ruido que venía de los cuartos. En ese momento reconrdé el auto en la puerta. Con la espectacular imagen de Tatiana había olvidado eso por completo. Subí las escaleras tan rápido que no las recuerdo y al acercarme a la recamara de Valeria los sonidos ya eran inequívocos. El elástico de su cama estaba siendo maltratado y la aguda de Vale gimiendo junto a la de un joven. Sentí como mi pija tomaba volumen nuevamente y como la cara tomaba calor, poniéndome rojo completamente. Por lo que se sentía no era un polvo tranquilo ni por asomo. Ahí adentro había guerra fuerte. Hasta el momento nunca había presenciado un garche de mi hijastra en casa. 

Me asomé al barandal y me aseguré que su hermana siguiera durmiendo y sin pensarlo liberé mi presionada pija y empecé a tocarme con ese coro erótico de fondo. Parecía que lo hacía apropósito pero cuando empecé a tocarme sentí como el ritmo en el cuarto aumentaba. Los gemidos de Vale pasaron a ser gritos. Yo pensaba en ese cuerpo gozando, con mis ojos cerrados.
Imaginaba en que pose estaría la perra. En cuatro con esa cola infernal en pompa, esos pechos desnudos brillantes por la chupada que le habrían pegado o tal vez montando ella, dominante como es, con esas piernas abiertas, su tremenda cola rebotando y esas enormes tetas sacudiéndose de arriba a abajo.


Escuché la voz forzada por haber gritado tanto que le pedía
- No acabes que la quiero en la boca - Eso fue demasiado para mi. No pude seguir escuchando. Tenía miedo de acabar sobre la alfombra del pasillo. Me agarré el pantalón y corrí al baño donde me sacudí la verga tan fuerte que el semen broto como la lava de un volcán. Cerré los ojos durante el orgasmo y pensaba en que en ese momento mi sensual hijastra estaba tragando leche y no pude evitar pensar que podría haber sido la mía. Tardé un rato en superar la calentura. Me lavé y me arreglé pensando en salir y meterme en la cama sin ser visto cuando abrí la puerta del baño me encontré de frente con Valeria. Traía el babydoll negro, transparente. No tenía ropa interior por lo que se veían los labios de su concha en plenitud pero la imagen de esos segundos fue el brillo en su boca y barbilla que al verme se secó con la punta de los dedos. 

- Ari! No te sentí llegar! - me dijo sorprendida, mientras trataba de disimular una picara sonrisa. El olor a sexo brotaba de sus poros en especial de esa hermosa boca
- Recién llego - le dije casi sin respirar. No podía dejar de recorrerla con la mirada
- Ya te vas a acostar? - me preguntó mordiéndose el labio inferior de la boca. Casi me muero con ese detalle. Tenía ganas de levantar la fina tela de su ropa y cogérmela contra la pared. 
- Si ya me voy a la cama. Mañana hablamos - le dije mirando al piso y me fui rápido a mi cuarto antes de no poder controlarme. Sentí una risa contenida de Vale y me giré antes de entrar. La vi parada en la puerta del baño mirándome mientras se mordía el la uña del dedo indice con una sonrisa y pasaba la planta de su pie por el marco de la puerta. Esa fue la última imagen que me llevé de esa noche. 

Me metí a la cama matrimonial a la espera de mi esposa con el corazón bombeando a mil. Unos minutos después escuché como sacaba a escondidas a su amante. Y poco después la voz de Diana que recién llegada despertaba a Tati y la enviaba a su cuarto. Yo no podía dejar de pensar en Vale semidesnuda mirándome con esa carita de satisfacción...


Geminis II: En carne propia

12 comentarios - Géminis: La tentación en casa

Ledavila +1
Excelente!!!
Mas mas mas mas
gonza066 +1
Decime que sigue sino me muero:p
Arii2017 +1
hay más pero seguiré escribiendo dependiendo del acompañamiento
Palc0vip +1
Interesante historia. Parece que las nenas son unos yeguones
Pablornr73 +1
MÁS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Perkonte +1
Tremendo relato. Sigue escribiendo +10
elbodegon22 +1
Muy bueno! ! Por favor continualo y con alguna foto de ellas en miami!! Seria un plus a tu relato.
Chinorioloco +1
Sigue subiendo el relato y unas fotos de ellas harian que sea mas seguida
Mishiand69 +1
Te sigo. Me gustan los relatos argentos y morbosos. Van puntos
galleta147 +1
uufff que relato pon fotos de sus gemelas traviesas 10puntos
angelusdark27 +1
Excelente!! Que suerte tienes de estar con esas dos Super Hembras en casa... No sabria que hacer si estuviera en tu caso..! Pero espero que alla continuacion de esto, porque parece que la hay!!! Van 10 puntos solamente porque si pudiera dar mas lo hago..! 👍 👍