Me presento: Me llamo Lucía, tengo 18 años y les voy a contar la historia que me pasó hace un tiempo, mi primera vez con un hombre maduro.
Todo comenzó una tarde del verano pasado, me tocaba esperar en la parada de autobuses y no me apetecía estar aburrida allí sin hacer nada. Había unas pocas personas, y me puse a cotillearlas un poco.
No encontré a nadie que me motivara, hasta que llegó un hombre con pinta de ejecutivo, bastante atractivo, bien vestido de unos 40 y pocos años. Lo que se llama un madurito. Nunca me hubiera imaginado que me fijaría en un hombre maduro, pero la verdad es que no había nada mejor.
Noté como se fijaba en mí, algo que me halagó. Además, ya tenía alguien con quien flirtear y así dar esquinazo al aburrimiento. Empezó a pasearse de un lado a otro y cada vez que coincidía conmigo me miraba de arriba a abajo. Yo iba muy atractiva, un top de color blanco, con unos leggins de color negro y unas vans. Le gustaba mi look y creo que los leggins y el hecho de que se me marcara el tanguita a través lo tenían loco, así que una de las veces que me miró, le sonreí discretamente y él me respondió de la misma manera.
Cada vez que se cruzaba conmigo, nos mirábamos y nos sonriamos de forma muy cuidadosa, como si no quisiéramos que nadie se enterara de lo que estábamos haciendo. Decidí entablar conversación con él. Para marcarle un poco las distancias, me dirigí de usted a él y percibí que eso le contrarió el gesto. Ya avisé que soy un poco puta y me encanta llevar al mando de cualquier conversación o seducción.
Estuvimos hablando hasta que llegó el autobús. Tenía una conversación interesante y cada vez me parecía más atractivo. Ya sabéis, ese momento cuando hay algo dentro de ti que te dice que acabaras liándote con él.
Nos pusimos al final del autobús, que iba bastante vacío y continuamos charlando. A cada palabra se nos escapaban las manos, yo le tocaba la rodilla y él me cogía las manos. Estaba claro lo que iba a pasar.
De repente, el madurito se acerco sobre mí y me intentó dar un beso. No se lo iba a poner tan fácil, así que le retiré la cara. Le miré con cara retadora y él se rió. Continuó besándome por el cuello suavemente y eso sí que me estaba gustando. Y entonces me dejé llevar. Tenía todo el cuerpo erizado y acabamos dándonos un buen morreo. Notaba que mi tanga se estaba empapando, me sentía cachonda perdida.
Él se bajó sus pantalones, me agachó la cabeza y me obligó a chupársela. Era una sensación muy morbosa. Oía risitas, me estaba haciendo sentir como una auténtica puta y me encantaba.
Su miembro estaba duro y era bastante grande. Mientras me deleitaba con ese pedazo de pene, él me metió la mano por los leggins y empezó a masturbarme. Estaba tan excitada que noté como parte de mi jugo vaginal se expandía por mis ingles. Los dos nos corrimos casi a la vez. El espectáculo había sido increíble.
Nos bajamos del autobús y él me invitó a su casa. Nada más llegar, me bajó los leggins de nuevo, me arrancó el tanga y empezó a penetrarme mientras azotaba mi trasero. Su miembro salía y entraba con gran facilidad y con sus manos tocaba mis pechos que cada vez estaban más puntiagudos.
Fuimos cambiando de posturas, teniendo el sexo más salvaje. Me acabe corriendo y sin apenas tiempo para el descanso, me puso de rodillas delante de él y me obligó a chuparle el pene, note como se corrió y puso mi cara llena de su leche.
Pensé que nuestra dosis de sexo había concluido....pero me equivoqué. Nada más me trague su leche me levantó y me dio la vuelta. De repente noté como su pene me entraba por el culito. Fue una sensación increíble.
Durante unos cuantos minutos estuvo penetrándome mi apretado culito, en múltiples posiciones, haciendo que yo tuviera un orgasmo tras otro sin parar. Era increíble como su enorme pene se abría paso por mi estrecho agujerito, haciendo que mi vagina no parase de correrse .
De repente, me agarró bien fuerte y me susurró al oído: Ahora te voy a convertir en mi putita. Acto seguido aceleró el ritmo penetrándome más y más fuerte por el culito hasta que me llenó con toda su leche.
Acabamos la tarde abrazados hasta que finalmente nos despedimos con un beso húmedo. Al salir por la puerta de su casa me dio un azote en mi culito y me dijo: Nos volveremos a ver putita.
Espero que les haya gustado esta pequeña historia. Si quieren más de mis aventuras dejen sus puntos y comentarios.
Todo comenzó una tarde del verano pasado, me tocaba esperar en la parada de autobuses y no me apetecía estar aburrida allí sin hacer nada. Había unas pocas personas, y me puse a cotillearlas un poco.
No encontré a nadie que me motivara, hasta que llegó un hombre con pinta de ejecutivo, bastante atractivo, bien vestido de unos 40 y pocos años. Lo que se llama un madurito. Nunca me hubiera imaginado que me fijaría en un hombre maduro, pero la verdad es que no había nada mejor.
Noté como se fijaba en mí, algo que me halagó. Además, ya tenía alguien con quien flirtear y así dar esquinazo al aburrimiento. Empezó a pasearse de un lado a otro y cada vez que coincidía conmigo me miraba de arriba a abajo. Yo iba muy atractiva, un top de color blanco, con unos leggins de color negro y unas vans. Le gustaba mi look y creo que los leggins y el hecho de que se me marcara el tanguita a través lo tenían loco, así que una de las veces que me miró, le sonreí discretamente y él me respondió de la misma manera.
Cada vez que se cruzaba conmigo, nos mirábamos y nos sonriamos de forma muy cuidadosa, como si no quisiéramos que nadie se enterara de lo que estábamos haciendo. Decidí entablar conversación con él. Para marcarle un poco las distancias, me dirigí de usted a él y percibí que eso le contrarió el gesto. Ya avisé que soy un poco puta y me encanta llevar al mando de cualquier conversación o seducción.
Estuvimos hablando hasta que llegó el autobús. Tenía una conversación interesante y cada vez me parecía más atractivo. Ya sabéis, ese momento cuando hay algo dentro de ti que te dice que acabaras liándote con él.
Nos pusimos al final del autobús, que iba bastante vacío y continuamos charlando. A cada palabra se nos escapaban las manos, yo le tocaba la rodilla y él me cogía las manos. Estaba claro lo que iba a pasar.
De repente, el madurito se acerco sobre mí y me intentó dar un beso. No se lo iba a poner tan fácil, así que le retiré la cara. Le miré con cara retadora y él se rió. Continuó besándome por el cuello suavemente y eso sí que me estaba gustando. Y entonces me dejé llevar. Tenía todo el cuerpo erizado y acabamos dándonos un buen morreo. Notaba que mi tanga se estaba empapando, me sentía cachonda perdida.
Él se bajó sus pantalones, me agachó la cabeza y me obligó a chupársela. Era una sensación muy morbosa. Oía risitas, me estaba haciendo sentir como una auténtica puta y me encantaba.
Su miembro estaba duro y era bastante grande. Mientras me deleitaba con ese pedazo de pene, él me metió la mano por los leggins y empezó a masturbarme. Estaba tan excitada que noté como parte de mi jugo vaginal se expandía por mis ingles. Los dos nos corrimos casi a la vez. El espectáculo había sido increíble.
Nos bajamos del autobús y él me invitó a su casa. Nada más llegar, me bajó los leggins de nuevo, me arrancó el tanga y empezó a penetrarme mientras azotaba mi trasero. Su miembro salía y entraba con gran facilidad y con sus manos tocaba mis pechos que cada vez estaban más puntiagudos.
Fuimos cambiando de posturas, teniendo el sexo más salvaje. Me acabe corriendo y sin apenas tiempo para el descanso, me puso de rodillas delante de él y me obligó a chuparle el pene, note como se corrió y puso mi cara llena de su leche.
Pensé que nuestra dosis de sexo había concluido....pero me equivoqué. Nada más me trague su leche me levantó y me dio la vuelta. De repente noté como su pene me entraba por el culito. Fue una sensación increíble.
Durante unos cuantos minutos estuvo penetrándome mi apretado culito, en múltiples posiciones, haciendo que yo tuviera un orgasmo tras otro sin parar. Era increíble como su enorme pene se abría paso por mi estrecho agujerito, haciendo que mi vagina no parase de correrse .
De repente, me agarró bien fuerte y me susurró al oído: Ahora te voy a convertir en mi putita. Acto seguido aceleró el ritmo penetrándome más y más fuerte por el culito hasta que me llenó con toda su leche.
Acabamos la tarde abrazados hasta que finalmente nos despedimos con un beso húmedo. Al salir por la puerta de su casa me dio un azote en mi culito y me dijo: Nos volveremos a ver putita.
Espero que les haya gustado esta pequeña historia. Si quieren más de mis aventuras dejen sus puntos y comentarios.
31 comentarios - Mi primera vez con un maduro
Ojalá está experiencia, de ser cierta, deje una enseñanza....
Sólo eso quería decir
fuiste la pajita antes de la siesta
te invito a que leas mi relato.... 🙂
http://www.poringa.net/posts/relatos/3086632/La-Fantasia-de-Araceli.html?notification#comment-145601
la joven atraida por el maduro es el punto en comun...espero tu critica... 🙂
http://www.poringa.net/posts/relatos/3069555/Las-aventuras-de-Carla-1.html