- Pongo otra vez mate Juliana o tomamos un café? –dije intentando sobreponerme al morbo y la envidia que me despertaba la historia que escuchaba de boca de mi amiga. No dudaba de su veracidad pero era tan desmesurada que tenía mis reparos.
- Mejor tomemos un café – respondió.
La puerta de calle se abrió y, unos segundos después, Gastón se presentaba ante nosotras.
- Hola
- Hola, amor… y los demás?
- Se quedaron en el bar de Manuel a jugar a las cartas. Papá dijo que no volvían hasta las nueve. Yo estoy un poco cansado, el partido fue malísimo, me voy a acostar un rato… llamame para comer, si?
- Claro… te llamo – dijo Juliana mirando mientras se alejaba el ajustado pantalón de su hijo que resaltaba su bulto y sus firmes nalgas. – Es todo un hombre, no te parece? – agregó con una pícara sonrisa.
La charla fue discurriendo sobre la misma temática durante algunos minutos. Juliana se mostraba tan fascinada como ardorosamente caliente por Gastón. No voy a negarlo, yo también comenzaba a estarlo, pero necesitaba más certezas.
- Mirá Juliana, no tengo porque dudar de vos pero la historia que contaste es algo exagerada – dije.
- Entonces, no me creés?
- Amiga, sabés que yo tuve muchas historias, te las conté con lujo de detalles pero…
- No confías en mi palabra?
- No es eso, es que todo es tan excitante y perfecto que resulta demasiado fantasioso.
- Bueno… eso quiere decir que la historia te calentó un poco, no?
- Por supuesto! Quién no querría sentir y disfrutar de una pija como la que describiste. Lograste que la bombacha se me mojara, te lo juro, pero estas hablando de tu hijo y todo me parece muy alocado.
- Lo es… pero si tenés dudas… acompañame.
Se levantó de la silla y pidiéndome con un gesto que hiciera silencio, la acompañé.
Caminamos por el pasillo hasta la habitación de Gastón, la puerta estaba abierta y él dormía… o hacía que dormía despatarrado sobre las sábanas totalmente desnudo.
Nos acercamos y susurrándome al oído me dijo:
- Mirá!
La vista era realmente alucinante. La verga de aquel muchacho era descomunal cayendo fláccida a un costado de su cuerpo.
- Y ahora qué me decís?
- Si… veo que está muy bien dotado, pero…
- Pero… siempre un pero… seguís dudando, entonces…
Se acercó a su cama, se sentó a su lado y empezó a acariciar esa manguera de carne suavemente. Gastón abrió los ojos, intentando cubrirse al verme, pero Juliana lo contuvo sujetando su pija con firmeza.
- Disculpame hijo… pero tenía que contárselo a alguien. Vicki es mi amiga de toda la vida y ya no soportaba el secreto… sé que te fallé y ahora te hago pasar por esto… no me creía y tuve que hacerlo… necesitaba hacerlo.
Nos miró a ambas con una mezcla de piedad y lujuria.
- Bueno… no hay problema mamá… mostrale a tu amiga como te gusta la pija de tu hijo, para que se convenza – dijo con total desparpajo.
Juliana solamente obedeció. Se inclinó hacia él y con la facilidad de un faquir tragándose un sable, engulló aquel robusto pedazo de carne hasta sus huevos. Quedé petrificada. Si la historia contada por mi amiga me había puesto caliente, verlo en vivo era perturbadoramente excitante. Con una destreza inusitada Juliana sacaba de su boca y volvía a tragar como si nada.
- Querés probar? – dijo Gastón mirándome a los ojos, descubriendo quizás en ellos mi ardor y mi apetito.
- Dale Vicki, yo sé que te gusta – agregó mi amiga soltando un instante su bocado.
No dudé. Me senté al otro lado de la cama y me abalancé directo a sus bolas. El sudor que las envolvía penetró en mi boca y la fuerza hormonal de su juventud se instaló en mi lengua. Intercambiamos tareas repetidas veces, mientras una chupaba su jugosa pija, otra lamía sus deliciosos huevos.
Por un instante Juliana se alejó dejando solo para mí el manjar que brotaba de la entrepierna de su hijo. Al regresar, completamente desnuda, se acostó a su lado observándonos libidinosamente mientras mi lengua no dejaba de saborear el lubricante jugo de aquella poronga.
- Mostrale a mi amiga todo lo que mami te enseñó, amor.
Gastón me alejó suavemente y tomándome por las axilas me levantó como una pluma depositándome sobre el cuerpo de Juliana. Frente a mí la concha de mi amiga se desplegaba abierta, rosada y húmeda.
- Diviertanse un poco, ya vengo… - dijo Gastón saliendo de la habitación.
Un segundo de inquietud recorrió el aire pero mi amiga tomó la iniciativa y con audacia, subió la falda de mi vestido sobre mi espalda y bajó cuanto pudo mi bombacha empapada, Sin vacilar, hundió su boca en mi clítoris ardiente. Gemí de placer aspirando el perfume a flujo que brotaba de su vagina. Sus chupadas era maravillosas y su lengua recorriendo mi vulva me hacía delirar. Un instante más tarde, yo también sorbía con mi boca su cueva jugosa. Nos sentíamos dos putas consumadas.
La excitación entre ambas era sofocante, tanto, que no escuché el regreso de Gastón y menos aún la cercanía de su boca sobre mi concha. Hundió su lengua en mi vagina y perforó mi culo con un dedo untado en vaselina.
Grité por el contacto pero no me moví. Lo sacó y lo metió lubricando mi ano.
- Llenala a Vicki para que disfrute como yo, mi amor – dijo Juliana.
No tuve tiempo de oponerme, su pija entró profundamente en mi concha. La realidad superaba la fantasía. El poderoso miembro de aquel muchacho me hacía estallar. Mientras me bombeaba desde atrás, mi amiga lamía y chupaba mi clítoris. Perdí todo control sobre mí, estaba entregada a regalarle mi cuerpo o lo quedara de él a ese muchacho. Mi columna se arqueó y un maravilloso orgasmo invadió mis sentidos.
No estaba en mis cabales cuando casi suplicando le dije:
- Rompeme el culo… partime el ojete… quiero sentir tu verga adentro de mis tripas… quiero sentirla como tu mamá…
En aquel instante recordé que mi culo ya estaba roto. Fue un vendedor de joyería nigeriano que trabajaba en la Plaza Maurici. Quería recordar mejor aquel momento del pasado pero no tuve tiempo.
Una gruesa serpiente de carne abrió mi ano y se fue perdiendo en mis entrañas. El calor de su verga surcando mi intestino era prodigioso. Ahora mi amiga tenía a su disposición mi concha tremendamente abierta para meter su lengua pero decidió chupar los labios estirados que la bordeaban. Ambas cosas me hacían enloquecer.
Gastón metió y sacó su pija una y otra vez hasta que mi esfínter no opuso resistencia.
Mi culo se entregó mansamente a sus designios y la verga de Gastón se entregó obediente a los deseos de su madre.
- Llenaseló de leche… pero dame un poquito.
Fue sacando lentamente la verga de mi culo pero antes de hacerlo por completo sentí el impacto cremoso de su semen. El segundo disparo fue directo a la boca de Juliana. Apoyó la punta de su pija en mi ano y terminó de descargarla sobre él.
Juliana, jugó unos segundos con el pegajoso semen de su hijo adherido a sus dientes y a su lengua, cerró la boca y lo tragó. Después levantó un poco su cabeza y lamió mi ano sorbiendo cada milímetro de leche que encontraba a su paso. Ambas caímos rendidas, una sobre otra, mientras escuchábamos el sonido de la ducha cayendo en la bañera y la música preferida de Gastón sonando de fondo.
Al regresar nuestros maridos todo estaba en orden. Gastón dormía en su habitación y nosotras preparábamos otra pava de mate con una sonrisa en la boca. Pero no pude dejar de percibir la lujuriosa mirada de Juliana depositándose en la entrepierna de mi hijo. Sergio, mi pequeño Sergio. En ese instante, caí en la cuenta de lo mucho que había crecido. Más alto, más espalda, más… pero eso, es otra historia.
FIN
2 comentarios - Hacete hombre - Parte III
Gracias por compartir.😜😜