La Terapia de mi mujer 02 (El Origen)
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- E - "... en estos dos meses he ido ocho veces a terapia, en cadaocasión he tenido un terapeuta diferente y me han follado de maneras que nisiquiera habría imaginado, pero no han sido más que objetos para calmar miansia por el sexo, ellos solo trabajan allí y yo no tengo contacto con ellossalvo el tiempo que dura la sesión, durante la cual no hablamos más que cuandome dan alguna orden ó me insultan y no me negaras que desde que voy a terapialas cosas van mucho mejor entre nosotros, para mi es lo único que meimporta." --
Tras la conversación con Elena sobre la diferencia entre el sexo en laterapia y el que habría en una aventura, incapaz de rebatir sus argumentos,terminé aceptando que todas las semanas iría a esa "terapia",consciente que allí alguien la follaría hasta la saciedad. No es que me hiciesedemasiada gracia, pero me auto convencí que ser un cornudo consentido una vez ala semana, compensaba lo que recibía de Elena el resto del tiempo que pasábamosjuntos, aunque seré sincero, casi tenía más peso el evitar el descalabroeconómico que me supondría separarme.
Al cabo de unos meses nuestra vida era más perfecta que antes delaccidente, volvimos a quedar con nuestras amistades para salir a cenar, decopas e incluso con reuniones en casa para celebrar cualquier cosa. Loincreíble era que todos nos envidiaban, para ellos Elena era la esposaperfecta, dulce, atenta, sonriente, siempre pendiente de mí y nunca se mostrabacontrariada conmigo, por mi parte siempre me mostraba cariñoso y galante conella, lo cual hacía que ellas, a pesar de recriminar a Elena que eraexcesivamente "servicial" conmigo, desearan que sus parejas fueranmás parecidas a mí. Lo que nadie ha sabido nunca y espero que nunca lo sepan,es lo de la terapia, porque si lo hiciesen, me temo que quedaría en el másabsoluto de los ridículos, eso sin contar que a Elena la considerarían una putaa la cual podrían follarse sin problemas.
En lo que respecta a Elena, al comenzar con la terapia sus visitas alDr. Castro se habían espaciado paulatinamente al hasta ir tan solo una vez almes, aunque el Dr. Castro recibía un informe detallado de cada una de sussesiones. Por mi parte, cuando volví a la consulta me costó relajarme, sobretodo en las primeras visitas ya que mantenía bastante rencor hacia el Dr.Castro por convencer a Elena de someterse a esa terapia, pero poco a pocoterminé por aceptar que era la única solución posible, asumí que posiblementeme sería imposible volver a satisfacer sexualmente a Elena y empecé a pensarque los consejos del Dr. Castro, insistiendo en que debería volver follar conmi mujer de manera habitual, pero pensando solo en mi propio placer y sinpreocuparme lo más mínimo por el de ella, sería muy bueno para nuestra relaciónmarital, no eran tan descabellados como me parecían.
El caso es que las sesiones con el Dr. Castro también me sirvieronpara despojarme de muchos de mis tabús sexuales, asumí que el sexo y el amor nosiempre van unidos y entendí que no conseguiría nada reprimiendo la sexualidadde Elena, así que acepté acompañarla a la terapia.
Elena estaba radiante la primera vez que la acompañé, se sentía muy feliz deque lo hiciese y se mostró enormemente cariñosa. Al entrar en el centro meencontré con un lugar muy agradable, relajante, moderno, elegante y muyluminoso. Una chica se acercó a recibirnos, Elena me la presentó como Laura, laencargada del centro e hija del Dr. Castro, era más joven que nosotros yrealmente guapa, me saludó muy amablemente dándome la mano al tiempo queexpresaba su satisfacción por venir acompañando a Elena. Comprobó el listado decitas y nos presentó a D. Rodrigo, el terapeuta de Elena para esa sesión. D.Rodrigo era un hombre con más cincuenta años, serio y algo seco al saludarnos,a pesar de mostrarse muy educado, en especial con mi mujer.
Elena se despidió de mi con un beso, un abrazo y dándome las graciaspor acompañarla.
E - "Muchas gracias cariño, me hace muy feliz que por finhayas venido conmigo. Laura te enseñará el centro y te explicará cómo funcionatodo. Te quiero muchísimo."
A - "Y yo a ti cariño."
L - "Será un placer Elena. Adrián, si me acompaña le haré unavisita por el centro al tiempo que le explico cómo funciona y las diferentesterapias que realizamos."
A - "Encantado. Muchas gracias."
Elena caminó hasta una puerta y vi como entraba por elladelante de ese hombre y sentí un nudo en el estómago al pensar en que eseindividuo, que podría ser su padre y que no me había caído nada bien, iba afollarse a mi mujer a su antojo.
Intenté no pensar centrándome en la visita de lasinstalaciones que Laura me estaba efectuando. Comenzó mostrándome un par de lassalas donde realizaban las terapias, en ambas pude ver un gran espejo en lapared, Laura me explicó que tras esos espejos se ubicaban las salas deobservación, las cuales estaban a disposición del acompañante por si deseabaver el desarrollo de la sesión, no era obligatorio hacerlo, ni tampoco informarsi hacía uso de la misma, pero me recomendó que me animase a observar algunasesión ocasionalmente, en el caso de matrimonios con terapias individuales comoera el nuestro era casi imprescindible.
A continuación, la sala de recuperación, muy parecida a una salamédica, pero de aspecto menos frío y con una bañera, disponían de varias salassimilares para que los pacientes recibiesen, si es que requiriesen de ellos,los cuidados necesarios tras la terapia. Ante mi desconocimiento me aclaróalgunas cosas.
L - "Salvo excepciones, las terapias de choque consisten enllegar, a veces hasta sobrepasar, ciertos límites. Al ser terapiaspersonalizadas para cada paciente, en algunos casos los límites son tan altosque dañan físicamente los cuerpos de los pacientes, nunca son de gravedad, perosi es imprescindible aplicar ciertos cuidados y aquí es donde se realizan,aunque su mayor uso es para baños relajantes ó masajes."
La naturalidad con la que me explicaba todo me resultaba inconcebible,pero no dije nada. Seguimos la visita hasta la sala de control, un panel convarios monitores mostraba lo que sucedía en diferentes salas y un par depersonas los vigilaban atentamente. Laura no me permitió pasar de la puerta,pero era evidente que los monitores mostraban personas desnudas y practicandosexo de diferentes maneras.
L - "Desde aquí controlamos que no suceda nada indebido,además, todas las sesiones son grabadas y adjuntadas al historial de cadapaciente. Por supuesto que esas grabaciones están amparadas por el secretomédico y tan solo el jefe de terapia del centro ó yo como directora tenemosacceso a ellas, además del médico que trate a cada paciente y solo si lassolicita expresamente."
Finalmente pasamos a su despacho, me entregó un documento enel que mostraba mi consentimiento a que mi mujer se sometiese a la terapia,reconocía estar al tanto que durante esa terapia mi mujer sería follada, sinrestricciones de ningún tipo, por diferentes terapeutas, también reconocíahaber sido informado detalladamente del funcionamiento del centro y visitadosus instalaciones.
L - "Como verá, en la cláusula 7b admite estar informado deque su mujer empezó la terapia sin su consentimiento y por voluntad propia, apesar de lo cual se compromete a no usar tal circunstancia en contra delcentro, de cualquiera de sus trabajadores, del Dr. Castro, ni de su mujer yreconoce que cometió un error al negarse a colaborar desde el principio endicha terapia.
Como verá, nos gusta que todo sea lo más transparente posible."
La verdad es que estaba sorprendido y por extraño queparezca, bastante más relajado. Firmé pregunté cuanto tardaría Elena en salirde la sesión y donde podría esperarla.
L - "Entró hace más de media hora, así que al menos tardaráotros tres cuartos de hora como poco. Puede ir a la sala de espera ó pasar a lasala de observación y ver el desarrollo de la sesión. Como prefiera."
A - "De momento prefiero la sala de espera, no me veo capazde ver a mi mujer en manos de otro hombre."
Laura me miró con dureza y me respondió con bastanteseveridad dejándome bastante cortado.
L - "No es "otro hombre" Adrián, es un terapeutaque está ayudando a que su mujer pueda superar su trastorno y evitar que esteafecte a su vida. No lo olvide nunca."
A - "Está bien, aunque no me resulta nada fácil, pero le doymi palabra de que me estoy esforzando todo lo posible."
L - "Le entiendo, pero ha de tener muy presente lo que acabode decir. Ahora sígame a la sala de espera y cuando Elena salga de la terapia,ella misma irá a buscarle."
Era la típica sala de espera de cualquier médico privado, al fondoestaba un chaval, bastante más joven que yo y absorto con su móvil, a laderecha dos mujeres, una pasaba los sesenta años y la otra alrededor detreinta, hablaban entre ellas como si se conociesen de toda la vida. Al entrarsaludé discretamente, el chaval me respondió con algo parecido a un gruñido sinlevantar la vista del móvil y las mujeres lo hicieron volviendo sus miradas a mí,muy educadas y ambas con una sonrisa.
Miré los asientos libres y elegí el queestaba frente a ellas por que parecía más cómodo. Me senté y empecé a observarla sala con detalle intentando abstraerme, aunque me sentía algo incómodo y sinsaber que hacer. No llevaba allí ni cinco minutos cuando apareció una mujerespectacular, rubia, con unas curvas de infarto y un vestido de color rojo,ceñido, de generoso escote y escasa falda que hacía imposible no fijarse enella a pesar de que debía de sobrepasar los cuarenta años con creces. Nossaludó de manera amable, se acercó al chaval, le dio un beso y habló con élmientras este cogía su mochila.
Mujer - "Hijo, ya he terminado.Vamos a recoger a papa y gracias por venir en su lugar. ¿Te has aburridomucho?"
Chaval - "No, he estado jugandocon el móvil y chateando con una amiga ¿Tu que tal?"
Mujer - "Muy bien, la verdad queestoy contentísima con los resultados de la terapia y aunque hoy me han dejadoel culo más dolorido que de costumbre ha merecido la pena."
Nos saludó de la misma manera queal entrar y se fueron. Me quedé alucinando, no sabía muy bien cuál sería laterapia de esa mujer ni cuál sería su trastorno, pero venía con su hijo y notenía problemas en decirle que el culo se le habían dejado "másdolorido que de costumbre", a lo que él no reaccionó de ningunamanera, como si fuese lo más normal del mundo. Tal fue mi asombre que lasmujeres lo notaron en mi cara y la mayor de ellas se dirigió a mí.
Y - "Perdón Caballero. Sin ánimode molestar ni de incomodarle. Es la primera vez que viene. ¿Verdad?"
A - "¿Como dice? Ah. Si, si. Es laprimera vez. ¿Se nota mucho?"
Y - "Un poco, pero tranquilo, anosotras también nos costó las primeras veces y no creo que nadie se libre.¿Supongo que viene con su mujer?"
A - "Si, pero ella lleva casi unaño viniendo, aunque a mí me ha costado animarme a acompañarla y espero noarrepentirme."
Y - "Le entiendo, pero tranquiloque no se arrepentirá, además, si su mujer lleva viniendo casi un año seguroque habrá notado los efectos de la terapia. Por cierto, me llamo Yolanda y ellaes Violeta, su marido y mi nieta empezaron sus terapias el mismo día y despuésde casi dos años viéndonos aquí todas las semanas hemos terminado por serbuenas amigas."
A - "Mucho gusto. Mi nombre esAdrián."
V - "Encantada. Yo añadiría, a lodicho por Yolanda, que poder hablar con alguien que viene a la terapia en unaposición similar a la mía me ha ayudado mucho."
Y - "Es cierto, decir que tupareja ó tu nieta viene a este tipo de terapia no es algo que puedas comentarcon cualquiera, por mucha confianza que tengas."
A - "Desde luego. Por mi parte nome gustaría que nadie de mi entorno llegase a saber nada de esto."
Durante la charla me contaron queel marido de Violeta empezó la terapia por su adicción al sexo, la cual no soloestuvo a punto de destrozar su matrimonio, si no que casi le lleva a la quiebrade su empresa. En cuanto a la nieta de Yolanda, estaba traumatizada por pillara su padre en la cama con una amiga suya, lo cual provocó la separación, de tanmal rollo que la chica pidió que le otorgasen la custodia a su abuela y terminóaquí por un rechazo absoluto a cualquier relación sentimental, pero con elagravante de sentir tal deseo sexual que era incapaz de estudiar ó prestaratención cualquier cosa.
Evidentemente, yo también tuve que contarel por qué estábamos allí y a pesar de mi incomodidad al hablar del tema conesas dos desconocidas, sentí una extraña sensación de alivio al comprobar quehabía otras personas en una situación similar. Ambas se fueron antes de queElena terminase su terapia, cuando lo hizo entró en la sala y se abalanzóabrazándome, dándome un beso en la boca que me provocó una erección instantáneay agradeciéndome de nuevo el que hubiese venido con ella. Salimos del centroabrazados con ella diciéndome que deseaba poder contarme con detalle cómo habíasido la terapia.
A - "De momento no me veo capaz deescucharlo, pero te veo tan contenta que me gustaría invitarte a cenar."
E - "Vale, me apetece mucho esacena cariño y estoy así por tenerte a mi lado."
Durante la cena hablamos muchísimo, casitodo relacionado con el centro, la terapia y su efecto sobre nuestra relación.La expliqué lo del papel que firmé, por lo visto ella firmó otro similar laprimera vez que vino y antes de cada terapia firmaba otro más en el queaceptaba al terapeuta designado para esa sesión y hasta donde podría llegar ensu desarrollo, esto último marcando ella misma una serie de casillas en las serecogía el trato y las prácticas aceptadas, desde el tipo de penetración, hastael grado de daño físico admitido en esa sesión.
Por mi parte le conté mi charla con las dosmujeres en la sala de espera, no las conocía, pero estaba casi segura dehaberse cruzado con la nieta de Yolanda en alguna ocasión y se alegró de que mehubiese servido para relajarme. Cuando llegó el segundo plato el vino habíahecho mella en nosotros y movido por una curiosidad morbosa me decidía aconocer lo vivido por Elena en su terapia.
A - "Bueno, cuéntame algo de tusesión. Creo que lo deseas mucho"
E - "Gracias cariño. Si, lo estoydeseando, quiero que tú seas parte de ello y si en algún momento quieres quepare me lo dices."
A - "Está bien, si siento que nome gusta lo que oigo te lo diré."
E - "Bueno, pues una vez firmadoel permiso para la sesión con D. Rodrigo pasamos a la sala. Nada más entrar mearrastró frente al espejo obligándome a mirar cómo me manoseaba mientras meinsultaba llamándome puta y cosas parecidas. Allí mismo terminó por dejarmetotalmente desnuda, de pie, abierta de piernas, con las manos a la espalda ycon la orden de no moverme mientras él caminaba alrededor mío, observándome,sin parar de hablar obscenamente sobre mi cuerpo y lo que se divertía conzorras como yo. Me hizo sentirme sucia, muy sucia, pero cuanto más sucia mesentía, más me excitaba y pensaba en si tu estarías tras el espejo."
A - "Pues no, no me sentípreparado para ello y creo que me costará."
E - "Lo suponía, pero me gustabapensar que pudieses estar viéndome y espero que te atrevas pronto a hacerlo.Sigo.
Mientras lo hacía alargaba sus manospara tocarme el culo, las tetas ó el coño, una de las veces que me tocó el coñonotó que estaba mojada, entonces metió un par de dos dentro diciéndome queninguna mujer decente se mojaría en esa situación. Los sacó llenos de mi flujopara meterles en mi boca y hacerme lamerles hasta dejarles limpios."
No me agradaba pensar en que todo esohabía sucedido de verdad hacía solo unas horas, pero la erección que teníaimaginando la escena me desconcertaba, Elena se dio cuenta al ver como bajabami mano para colocarme la polla disimuladamente.
E - "Vaya, parece que no tedesagrada tanto lo que te cuento."
Lo dijo divertida y alargando sumano para tocármela por encima del pantalón haciendo que me avergonzase. Unacosa era aceptar que Elena fuese a ese tipo de terapia y otra muy diferente queme viese excitado por escuchar lo que había sucedido en ella.
A - "Lo siento cariño. No sé cómoha sucedido, porque te aseguro que no me gusta nada que otro hombre te hayahecho lo que estas contando."
E - "Pero si te has puesto rojocomo un tomate pijije. No te preocupes cariño, lo primero que has de asumir esque "NO es otro hombre", porque no lo es, es un especialista que meha sometido a una terapia. En cuanto a tu reacción es muy buena señal de queves mi terapia como algo normal, además, me encantaría que usases todo lo quesuceda para tu propio placer."
A - "No sé, sigo muy confuso, perode momento sigue contando."
E - "De acuerdo. Tras un buen ratoasí se puso tras de mí, metió su mano en mi entrepierna y comenzó a sobarme elcoño, a veces lo cogía con toda su mano y tiraba de él, otra me acariciaba elclítoris ó me lo pellizcaba, también metía sus dedos dentro todo lo profundoque podía moviéndoles de diferentes modos y con la mano libre magreaba mis tetas.Iba alternando sus manos, así que no tardé en tener las tetas pringadas por mispropios flujos. D. Rodrigo se restregaba conmigo haciéndome sentir el bulto desu poya dura en mi culo, no podía cerrar los ojos porque él quería que me vieseen el espejo constantemente y no cesaba de decirme obscenidades, insultarme yhumillarme. No sé lo que tardé, pero terminé por correrme a chorros,literalmente hablando."
A - "¿A que te refieres con lo decorrerte a chorros?"
E - "Cuando me corro expulso un líquidocomo si me mease, pero no es pis, es otra cosa y la sensación es como si elplacer explotase hacia afuera desde mi coño. No te lo se explicar mejor, peroya lo verás tú mismo cuando te decidas a observar alguna de las sesiones óquien sabe si en algún momento te animarás a ser tú el que me loprovoque."
Di gracias a que estábamos en elrestaurante porque fue tal la sensualidad que puso al proponerme que yo lahiciese correrse así, que con el calentón que ya tenía desde hace rato por sunarración me la habría follado allí mismo encima de la mesa.
A - "Joder cariño, ¿Y desde cuándote corres así?"
E - "Pues desde que empecé a venira terapia. La primera vez me quedé muy cortada, pero el terapeuta me explicóamablemente lo que había sucedido y que no me preocupase de nada."
A - "Vaya, me parece que soy unignorante sexual y tú te estás convirtiendo en una experta."
E - "Bueno, ya sabes que te doytodas las clases particulares que tú quieras y gratis."
Elena me estaba seduciendo,reconocía sin tapujos que me deseaba para follar. Por mi parte cada vez meimportaba menos que otro hombre, por mucho que le quisiesen llamar"terapeuta", usase a mi mujer sexualmente, incluso empecé a verlocomo algo morboso y a arrepentirme de no haber pasado a la sala de observación.Así que la seguí el juego deseando saber más de esa sesión con D. Rodrigo
A - "Pues lo mismo te cojo lapalabra, de momento cuéntame que pasó cuando te corriste."
E - "Pues espero que lo hagaspronto cariño, ya sabes que estoy a tu servicio.
Cuando me corro de esa manera me quedosin fuerzas y empiezo a tener espasmos que soy incapaz de controlar. Porsuerte, tal como me tenía cogida D. Rodrigo, evitó que me derrumbase, pero alfallarme las piernas, sus dedos se clavaron más aún en mi coño por mi propiopeso intensificando más el orgasmo.
El placer era inmenso, pero D. Rodrigono paró de masturbarme y tras ese primer orgasmo llegó otro y otro y otro,hasta que terminé por sentir que era un solo orgasmo interminable, en esemomento era como un muñeco de trapo y seguía vertical porque D. Rodrigo mesostenía en vilo, además, el placer se hizo tan inmenso que se volvióinsoportable y rompí a llorar suplicando que parase, cosa que hizo bruscamentedejándome caer sobre el charco que se había formado con mis corridas, pero noantes de tenerme suplicando, llorando y corriéndome un buen rato más.
Me dejó tirada como si fuese algoinservible, en mi coño aún seguía sintiendo ese orgasmo que parecía autoalimentarse de los espasmos que sufría mi cuerpo sin que yo pudiese hacer otracosa que retorcerme, desplomada en el suelo, sobre mis propios flujos yrefocilándome en ellos como una cerda. Al menos eso es lo que dijo D. Rodrigoque parecía al tirar un trapo mugriento junto a mí para que secase el sueloantes de seguir."
A - "Me asombra que te dejesinsultar y humillar de ese modo. Tu siempre has sido muy sensible si alguien temenospreciaba ó te hablaba de modo brusco."
E - "Si, es cierto, pero tan soloes parte de la terapia, aunque a mí también me asombra lo que me excita que metraten así, además, la intensidad de las humillaciones ha ido subiendopaulatinamente y lo seguirá haciendo hasta donde yo les autorice."
A - "Pues yo no me veo capaz decomportarme de ese modo que cuentas con ninguna persona."
E - "Bueno, tampoco estoy segurade que me gustase que lo hicieses, pero no sé que querré en el futuro, demomento termino de contarte mi sesión de hoy con D. Rodrigo.
Me puse a cuatro patas ofreciendo unavista perfecta de mi culo para secar el suelo, lo hice como pude ya que aún noera capaz de coordinar bien mis movimientos y todavía sentía algunos espasmosaislados. Notaba mi piel pringosa de mis propios flujos, mi llanto no se habíacalmado del todo y tenía mi cara llena de lágrimas y mocos.
D. Rodrigo volvía a caminar alrededormío recreándose con el espectáculo y humillándome con sus palabras, se reía demi aspecto y me insultaba por ser una cerda libidinosa e impúdica. Me piso lacabeza varias veces haciéndome pegar mi cara a ese trapo asqueroso con el quesecaba el suelo, otras tantas frotaron la puntera de su bota contra mi coño ycada vez que lo hacía yo gemía de placer incapaz de contenerme, lo que usabapara denigrarme aún más."
Por suerte el restaurante estabacasi vacío y nosotros en un rincón bastante escondido, porque Elena no habíadejado de acariciarme la polla por encima del pantalón, yo estaba empezando allegar a ese punto en el que lo único que quieres en machacártela como un monoy correrte cuanto antes, pero lo único que esperaba era no correrme encima.
A - "Elena, por favor, deja lamano quieta que si no paras me voy a correr y no me quiero manchar, perotermina la historia de una vez."
E - "Vaya, preferiría que tecorrieses en mi boca como siempre, así que ves pidiendo la cuenta mientras tecuento el final de la sesión y nos vamos a casa volando a tomar mipostre."
Le hice una seña al camarero yseguí atento a las palabras de Elena
E - "D. Rodrigo me obligó alevantarme tirándome del pelo para, a continuación, sentarme en una sillaparecida a la de un ginecólogo, me sujetó con correas de tal modo que me eraimposible moverme, me puso una mordaza, era una especie de tubo que me impedíacerrar la boca, además me veía forzada a tragar todo lo que hubiese en ellapara no ahogarme.
Sentí como situaba algo redondo y suaveen contacto con mi coño, era grande, sentía como presionaba mi clítorishipersensibilizado junto con una buena parte de mis labios. Tenía claro que meiba a provocar una nueva serie de orgasmos, pero me veía incapaz de soportarmás, intenté suplicarle que no lo hiciese, pero la mordaza me impedía articularni una sola palabra, tan solo emitir sonidos ininteligibles.
Al escucharme se acercó a mi cabeza,comenzó a jugar con mis tetas, en especial con mis pezones, cogiéndoles con susdedos, tirando de ellos, retorciéndoles y pellizcándoles mientras me miraba alos ojos sonriendo. La presión con la que jugaba con mis pezones iba aumentandopoco a poco, de tal modo que el dolor cada vez era un poco más intenso, pero almismo tiempo cada vez me gustaba más y no tardé mucho en desear que meprovocase un orgasmo.
De repente, sin previo aviso, cogió mispezones tirando de ellos como si me los quisiese arrancar al tiempo que elaparato que tenía pegado a mi coño comenzaba a vibrar, el dolor de mis pezonesy el placer de mi coño se fundieron dejándome sin respiración, escuché que demi garganta salía un grito agónico, abrí mis ojos todo lo que pude, miré a D.Rodrigo, intentaba que viese en mis ojos la súplica de que parase, no se si nolo vio ó le dio igual porque lo único que hizo fue escupir en mi bocademostrándome que su único deseo era convertir mi placer en sufrimiento ydegradación.
Las vibraciones de mi clítoris, mejor dicho,de mi coño, eran increíbles, me estaba corriendo de nuevo una y otra vez, D.Rodrigo seguía jugando con mis pezones sin ninguna delicadeza, de vez en cuandome daba fuertes manotazos en las tetas y seguía escupiendo en mi boca cada dospor tres. A pesar de todo mi orgasmo estaban a punto de volver a convertirse enuno interminable como me sucedió la vez anterior, pero justo antes de que esosucediese movió ligeramente el vibrador hacia arriba y metió un consolador enmi coño, estaba acoplado a un aparato que le hacía moverse entrando y saliendode mi coño muy profundamente y bastante rápido.
Eso fue el colmo, de nuevo mis orgasmosse fundieron en una solo, intenso, imparable, interminable. Sentía mi coñofollado por algo grande y que se movía sin parar, las vibraciones en mi coñoeran constantes, pero alteraban su cadencia y su intensidad continuamenteincrementando su efectividad, D. Rodrigo siguió con mis tetas un rato más,hasta que las soltó para sacarse la polla, masturbarse encima de mi cara ycorrerse en mi boca, fue una corrida inmensa, tan copiosa que no pude tragarlaentera y me atraganté con ella de tal manera que una parte salió por mi nariz,la cual D. Rodrigo volvió a meter en mi boca con sus dedos para que la tragase.
Lo siguiente que hizo fue parar losaparatos que estaban trabajando mi coño y salir de la sala. Me dejó sola,sentía el sabor de su semen en mi boca y en mi nariz, mi coño estaba lleno porel consolador y mi clítoris presionado por el vibrador. A pesar de queestuviesen parados yo seguía corriéndome é inconscientemente movía mis caderasbuscando más placer, necesitaba algo más y estaba allí inmovilizada, sin poderhacer nada, desesperada por que D. Rodrigo ó quien fuese viniese, me soltase yme diese la oportunidad de tener algo más de placer, cuando escuché que alguienentraba de nuevo.
Era D. Rodrigo empujando algo conruedas que no podía ver, se puso a mi altura, soltó mis correas, pero sinquitarme la mordaza. yo seguí sin moverme, reprimiendo mis ansias por follarmede nuevo el consolador de mi coño, él me miró detenidamente, me acarició elcuerpo, apretó mis tetas y me dijo que tenía quince minutos para usar a miantojo lo que había traído. Como pude me levanté y vi una camilla con alguientumbado en ella, evidentemente era un hombre porque lo único visible era su pollay sus huevos, el resto del cuerpo estaba embutido en un traje de goma, sujeto ala camilla y con dos conductos que salían desde donde parecía estar su nariz.
La polla era grande y estaba dura comouna piedra, miré a D. Rodrigo esperando su permiso y cuando me lo dio me subí ala camilla, me senté sobre esa polla metiéndomela todo lo profundo que fuicapaz en mi coño y me puse a follar como una bestia. No sé a quién pertenecíatal maravilla, pero su dueño parecía estar tan necesitado de una buena folladacomo yo, los gruñidos que pude escuchar ahogados por la goma que cubría su bocame dieron esa sensación, bueno, y también por las dos corridas que pude sentiren mi coño sin que perdiese un ápice de su erección.
Me follaba aquella polla con la mordazaaún puesta en la boca haciendo que mis babas chorreasen, bajaban por mi pechohasta llegarme al coño mezclándose con los flujos y el semen que rebosaba de él.Todo sin dejar de mirar a D. Rodrigo que me observaba satisfecho delespectáculo que le estaba dando. Perdí la cuenta de las veces que me pudecorrer, pero por fin me quedé satisfecha y sin sacarme esa polla del coño me tumbésobre la goma que cubría a su dueño para descansar. D. Rodrigo se acercó, mequitó la mordaza y me ordenó limpiar con mi boca lo que había ensuciado,obedecí sin decir nada, sacándome esa polla del coño, la cual aún seguía dura,dejé que el semen que me llenaba saliese cayendo sobre ella, me bajé de lacamilla y la lamí tragando hasta la última gota de la mezcla de semen, babas y flujosque la cubría hasta dejarla reluciente, por supuesto hice lo mismo con sushuevos y la goma que cubría el resto de su cuerpo.
D. Rodrigo se fue antes de queterminase mi limpieza y casi al momento entraron don enfermeras, esperaron aque yo parase antes de que una de ellas se llevarse la camilla y la otra meacompañase a darme una ducha. Lo siguiente ya fue verte a ti."
En ese momento llegó el camarerocon la cuenta, dejé el dinero sin esperar el cambio y salimos rápidamente. Yome sentía extraño, incapaz de pensar con claridad, tan solo tenía una ideafija, la de follar con Elena cuanto antes, no era más que un deseo animal, sinsentimientos, ahora veía en Elena una hembra a la que follar para mi propioplacer tal y como me decía el Dr. Castro, así que la propuse pasar la noche enel hotel que había frente al restaurante.
A - "Estoy muy confundido, pero loúnico que tengo claro es que me apetece follarte hasta caer derrengado y si teparece bien vamos a ese hotel. ¿Que me dices?"
Elena me abrazó dándome un morreoapasionado en mitad de la calle y tiró de mi hacia la puerta del hotel. Pedimosuna habitación, subimos y esa noche disfruté del mejor sexo que había tenidohasta ese momento.
http://www.poringa.net/posts/relatos/3041575/La-Terapia-de-mi-mujer-02-El-Origen.html
- E - "... en estos dos meses he ido ocho veces a terapia, en cadaocasión he tenido un terapeuta diferente y me han follado de maneras que nisiquiera habría imaginado, pero no han sido más que objetos para calmar miansia por el sexo, ellos solo trabajan allí y yo no tengo contacto con ellossalvo el tiempo que dura la sesión, durante la cual no hablamos más que cuandome dan alguna orden ó me insultan y no me negaras que desde que voy a terapialas cosas van mucho mejor entre nosotros, para mi es lo único que meimporta." --
Tras la conversación con Elena sobre la diferencia entre el sexo en laterapia y el que habría en una aventura, incapaz de rebatir sus argumentos,terminé aceptando que todas las semanas iría a esa "terapia",consciente que allí alguien la follaría hasta la saciedad. No es que me hiciesedemasiada gracia, pero me auto convencí que ser un cornudo consentido una vez ala semana, compensaba lo que recibía de Elena el resto del tiempo que pasábamosjuntos, aunque seré sincero, casi tenía más peso el evitar el descalabroeconómico que me supondría separarme.
Al cabo de unos meses nuestra vida era más perfecta que antes delaccidente, volvimos a quedar con nuestras amistades para salir a cenar, decopas e incluso con reuniones en casa para celebrar cualquier cosa. Loincreíble era que todos nos envidiaban, para ellos Elena era la esposaperfecta, dulce, atenta, sonriente, siempre pendiente de mí y nunca se mostrabacontrariada conmigo, por mi parte siempre me mostraba cariñoso y galante conella, lo cual hacía que ellas, a pesar de recriminar a Elena que eraexcesivamente "servicial" conmigo, desearan que sus parejas fueranmás parecidas a mí. Lo que nadie ha sabido nunca y espero que nunca lo sepan,es lo de la terapia, porque si lo hiciesen, me temo que quedaría en el másabsoluto de los ridículos, eso sin contar que a Elena la considerarían una putaa la cual podrían follarse sin problemas.
En lo que respecta a Elena, al comenzar con la terapia sus visitas alDr. Castro se habían espaciado paulatinamente al hasta ir tan solo una vez almes, aunque el Dr. Castro recibía un informe detallado de cada una de sussesiones. Por mi parte, cuando volví a la consulta me costó relajarme, sobretodo en las primeras visitas ya que mantenía bastante rencor hacia el Dr.Castro por convencer a Elena de someterse a esa terapia, pero poco a pocoterminé por aceptar que era la única solución posible, asumí que posiblementeme sería imposible volver a satisfacer sexualmente a Elena y empecé a pensarque los consejos del Dr. Castro, insistiendo en que debería volver follar conmi mujer de manera habitual, pero pensando solo en mi propio placer y sinpreocuparme lo más mínimo por el de ella, sería muy bueno para nuestra relaciónmarital, no eran tan descabellados como me parecían.
El caso es que las sesiones con el Dr. Castro también me sirvieronpara despojarme de muchos de mis tabús sexuales, asumí que el sexo y el amor nosiempre van unidos y entendí que no conseguiría nada reprimiendo la sexualidadde Elena, así que acepté acompañarla a la terapia.
Elena estaba radiante la primera vez que la acompañé, se sentía muy feliz deque lo hiciese y se mostró enormemente cariñosa. Al entrar en el centro meencontré con un lugar muy agradable, relajante, moderno, elegante y muyluminoso. Una chica se acercó a recibirnos, Elena me la presentó como Laura, laencargada del centro e hija del Dr. Castro, era más joven que nosotros yrealmente guapa, me saludó muy amablemente dándome la mano al tiempo queexpresaba su satisfacción por venir acompañando a Elena. Comprobó el listado decitas y nos presentó a D. Rodrigo, el terapeuta de Elena para esa sesión. D.Rodrigo era un hombre con más cincuenta años, serio y algo seco al saludarnos,a pesar de mostrarse muy educado, en especial con mi mujer.
Elena se despidió de mi con un beso, un abrazo y dándome las graciaspor acompañarla.
E - "Muchas gracias cariño, me hace muy feliz que por finhayas venido conmigo. Laura te enseñará el centro y te explicará cómo funcionatodo. Te quiero muchísimo."
A - "Y yo a ti cariño."
L - "Será un placer Elena. Adrián, si me acompaña le haré unavisita por el centro al tiempo que le explico cómo funciona y las diferentesterapias que realizamos."
A - "Encantado. Muchas gracias."
Elena caminó hasta una puerta y vi como entraba por elladelante de ese hombre y sentí un nudo en el estómago al pensar en que eseindividuo, que podría ser su padre y que no me había caído nada bien, iba afollarse a mi mujer a su antojo.
Intenté no pensar centrándome en la visita de lasinstalaciones que Laura me estaba efectuando. Comenzó mostrándome un par de lassalas donde realizaban las terapias, en ambas pude ver un gran espejo en lapared, Laura me explicó que tras esos espejos se ubicaban las salas deobservación, las cuales estaban a disposición del acompañante por si deseabaver el desarrollo de la sesión, no era obligatorio hacerlo, ni tampoco informarsi hacía uso de la misma, pero me recomendó que me animase a observar algunasesión ocasionalmente, en el caso de matrimonios con terapias individuales comoera el nuestro era casi imprescindible.
A continuación, la sala de recuperación, muy parecida a una salamédica, pero de aspecto menos frío y con una bañera, disponían de varias salassimilares para que los pacientes recibiesen, si es que requiriesen de ellos,los cuidados necesarios tras la terapia. Ante mi desconocimiento me aclaróalgunas cosas.
L - "Salvo excepciones, las terapias de choque consisten enllegar, a veces hasta sobrepasar, ciertos límites. Al ser terapiaspersonalizadas para cada paciente, en algunos casos los límites son tan altosque dañan físicamente los cuerpos de los pacientes, nunca son de gravedad, perosi es imprescindible aplicar ciertos cuidados y aquí es donde se realizan,aunque su mayor uso es para baños relajantes ó masajes."
La naturalidad con la que me explicaba todo me resultaba inconcebible,pero no dije nada. Seguimos la visita hasta la sala de control, un panel convarios monitores mostraba lo que sucedía en diferentes salas y un par depersonas los vigilaban atentamente. Laura no me permitió pasar de la puerta,pero era evidente que los monitores mostraban personas desnudas y practicandosexo de diferentes maneras.
L - "Desde aquí controlamos que no suceda nada indebido,además, todas las sesiones son grabadas y adjuntadas al historial de cadapaciente. Por supuesto que esas grabaciones están amparadas por el secretomédico y tan solo el jefe de terapia del centro ó yo como directora tenemosacceso a ellas, además del médico que trate a cada paciente y solo si lassolicita expresamente."
Finalmente pasamos a su despacho, me entregó un documento enel que mostraba mi consentimiento a que mi mujer se sometiese a la terapia,reconocía estar al tanto que durante esa terapia mi mujer sería follada, sinrestricciones de ningún tipo, por diferentes terapeutas, también reconocíahaber sido informado detalladamente del funcionamiento del centro y visitadosus instalaciones.
L - "Como verá, en la cláusula 7b admite estar informado deque su mujer empezó la terapia sin su consentimiento y por voluntad propia, apesar de lo cual se compromete a no usar tal circunstancia en contra delcentro, de cualquiera de sus trabajadores, del Dr. Castro, ni de su mujer yreconoce que cometió un error al negarse a colaborar desde el principio endicha terapia.
Como verá, nos gusta que todo sea lo más transparente posible."
La verdad es que estaba sorprendido y por extraño queparezca, bastante más relajado. Firmé pregunté cuanto tardaría Elena en salirde la sesión y donde podría esperarla.
L - "Entró hace más de media hora, así que al menos tardaráotros tres cuartos de hora como poco. Puede ir a la sala de espera ó pasar a lasala de observación y ver el desarrollo de la sesión. Como prefiera."
A - "De momento prefiero la sala de espera, no me veo capazde ver a mi mujer en manos de otro hombre."
Laura me miró con dureza y me respondió con bastanteseveridad dejándome bastante cortado.
L - "No es "otro hombre" Adrián, es un terapeutaque está ayudando a que su mujer pueda superar su trastorno y evitar que esteafecte a su vida. No lo olvide nunca."
A - "Está bien, aunque no me resulta nada fácil, pero le doymi palabra de que me estoy esforzando todo lo posible."
L - "Le entiendo, pero ha de tener muy presente lo que acabode decir. Ahora sígame a la sala de espera y cuando Elena salga de la terapia,ella misma irá a buscarle."
Era la típica sala de espera de cualquier médico privado, al fondoestaba un chaval, bastante más joven que yo y absorto con su móvil, a laderecha dos mujeres, una pasaba los sesenta años y la otra alrededor detreinta, hablaban entre ellas como si se conociesen de toda la vida. Al entrarsaludé discretamente, el chaval me respondió con algo parecido a un gruñido sinlevantar la vista del móvil y las mujeres lo hicieron volviendo sus miradas a mí,muy educadas y ambas con una sonrisa.
Miré los asientos libres y elegí el queestaba frente a ellas por que parecía más cómodo. Me senté y empecé a observarla sala con detalle intentando abstraerme, aunque me sentía algo incómodo y sinsaber que hacer. No llevaba allí ni cinco minutos cuando apareció una mujerespectacular, rubia, con unas curvas de infarto y un vestido de color rojo,ceñido, de generoso escote y escasa falda que hacía imposible no fijarse enella a pesar de que debía de sobrepasar los cuarenta años con creces. Nossaludó de manera amable, se acercó al chaval, le dio un beso y habló con élmientras este cogía su mochila.
Mujer - "Hijo, ya he terminado.Vamos a recoger a papa y gracias por venir en su lugar. ¿Te has aburridomucho?"
Chaval - "No, he estado jugandocon el móvil y chateando con una amiga ¿Tu que tal?"
Mujer - "Muy bien, la verdad queestoy contentísima con los resultados de la terapia y aunque hoy me han dejadoel culo más dolorido que de costumbre ha merecido la pena."
Nos saludó de la misma manera queal entrar y se fueron. Me quedé alucinando, no sabía muy bien cuál sería laterapia de esa mujer ni cuál sería su trastorno, pero venía con su hijo y notenía problemas en decirle que el culo se le habían dejado "másdolorido que de costumbre", a lo que él no reaccionó de ningunamanera, como si fuese lo más normal del mundo. Tal fue mi asombre que lasmujeres lo notaron en mi cara y la mayor de ellas se dirigió a mí.
Y - "Perdón Caballero. Sin ánimode molestar ni de incomodarle. Es la primera vez que viene. ¿Verdad?"
A - "¿Como dice? Ah. Si, si. Es laprimera vez. ¿Se nota mucho?"
Y - "Un poco, pero tranquilo, anosotras también nos costó las primeras veces y no creo que nadie se libre.¿Supongo que viene con su mujer?"
A - "Si, pero ella lleva casi unaño viniendo, aunque a mí me ha costado animarme a acompañarla y espero noarrepentirme."
Y - "Le entiendo, pero tranquiloque no se arrepentirá, además, si su mujer lleva viniendo casi un año seguroque habrá notado los efectos de la terapia. Por cierto, me llamo Yolanda y ellaes Violeta, su marido y mi nieta empezaron sus terapias el mismo día y despuésde casi dos años viéndonos aquí todas las semanas hemos terminado por serbuenas amigas."
A - "Mucho gusto. Mi nombre esAdrián."
V - "Encantada. Yo añadiría, a lodicho por Yolanda, que poder hablar con alguien que viene a la terapia en unaposición similar a la mía me ha ayudado mucho."
Y - "Es cierto, decir que tupareja ó tu nieta viene a este tipo de terapia no es algo que puedas comentarcon cualquiera, por mucha confianza que tengas."
A - "Desde luego. Por mi parte nome gustaría que nadie de mi entorno llegase a saber nada de esto."
Durante la charla me contaron queel marido de Violeta empezó la terapia por su adicción al sexo, la cual no soloestuvo a punto de destrozar su matrimonio, si no que casi le lleva a la quiebrade su empresa. En cuanto a la nieta de Yolanda, estaba traumatizada por pillara su padre en la cama con una amiga suya, lo cual provocó la separación, de tanmal rollo que la chica pidió que le otorgasen la custodia a su abuela y terminóaquí por un rechazo absoluto a cualquier relación sentimental, pero con elagravante de sentir tal deseo sexual que era incapaz de estudiar ó prestaratención cualquier cosa.
Evidentemente, yo también tuve que contarel por qué estábamos allí y a pesar de mi incomodidad al hablar del tema conesas dos desconocidas, sentí una extraña sensación de alivio al comprobar quehabía otras personas en una situación similar. Ambas se fueron antes de queElena terminase su terapia, cuando lo hizo entró en la sala y se abalanzóabrazándome, dándome un beso en la boca que me provocó una erección instantáneay agradeciéndome de nuevo el que hubiese venido con ella. Salimos del centroabrazados con ella diciéndome que deseaba poder contarme con detalle cómo habíasido la terapia.
A - "De momento no me veo capaz deescucharlo, pero te veo tan contenta que me gustaría invitarte a cenar."
E - "Vale, me apetece mucho esacena cariño y estoy así por tenerte a mi lado."
Durante la cena hablamos muchísimo, casitodo relacionado con el centro, la terapia y su efecto sobre nuestra relación.La expliqué lo del papel que firmé, por lo visto ella firmó otro similar laprimera vez que vino y antes de cada terapia firmaba otro más en el queaceptaba al terapeuta designado para esa sesión y hasta donde podría llegar ensu desarrollo, esto último marcando ella misma una serie de casillas en las serecogía el trato y las prácticas aceptadas, desde el tipo de penetración, hastael grado de daño físico admitido en esa sesión.
Por mi parte le conté mi charla con las dosmujeres en la sala de espera, no las conocía, pero estaba casi segura dehaberse cruzado con la nieta de Yolanda en alguna ocasión y se alegró de que mehubiese servido para relajarme. Cuando llegó el segundo plato el vino habíahecho mella en nosotros y movido por una curiosidad morbosa me decidía aconocer lo vivido por Elena en su terapia.
A - "Bueno, cuéntame algo de tusesión. Creo que lo deseas mucho"
E - "Gracias cariño. Si, lo estoydeseando, quiero que tú seas parte de ello y si en algún momento quieres quepare me lo dices."
A - "Está bien, si siento que nome gusta lo que oigo te lo diré."
E - "Bueno, pues una vez firmadoel permiso para la sesión con D. Rodrigo pasamos a la sala. Nada más entrar mearrastró frente al espejo obligándome a mirar cómo me manoseaba mientras meinsultaba llamándome puta y cosas parecidas. Allí mismo terminó por dejarmetotalmente desnuda, de pie, abierta de piernas, con las manos a la espalda ycon la orden de no moverme mientras él caminaba alrededor mío, observándome,sin parar de hablar obscenamente sobre mi cuerpo y lo que se divertía conzorras como yo. Me hizo sentirme sucia, muy sucia, pero cuanto más sucia mesentía, más me excitaba y pensaba en si tu estarías tras el espejo."
A - "Pues no, no me sentípreparado para ello y creo que me costará."
E - "Lo suponía, pero me gustabapensar que pudieses estar viéndome y espero que te atrevas pronto a hacerlo.Sigo.
Mientras lo hacía alargaba sus manospara tocarme el culo, las tetas ó el coño, una de las veces que me tocó el coñonotó que estaba mojada, entonces metió un par de dos dentro diciéndome queninguna mujer decente se mojaría en esa situación. Los sacó llenos de mi flujopara meterles en mi boca y hacerme lamerles hasta dejarles limpios."
No me agradaba pensar en que todo esohabía sucedido de verdad hacía solo unas horas, pero la erección que teníaimaginando la escena me desconcertaba, Elena se dio cuenta al ver como bajabami mano para colocarme la polla disimuladamente.
E - "Vaya, parece que no tedesagrada tanto lo que te cuento."
Lo dijo divertida y alargando sumano para tocármela por encima del pantalón haciendo que me avergonzase. Unacosa era aceptar que Elena fuese a ese tipo de terapia y otra muy diferente queme viese excitado por escuchar lo que había sucedido en ella.
A - "Lo siento cariño. No sé cómoha sucedido, porque te aseguro que no me gusta nada que otro hombre te hayahecho lo que estas contando."
E - "Pero si te has puesto rojocomo un tomate pijije. No te preocupes cariño, lo primero que has de asumir esque "NO es otro hombre", porque no lo es, es un especialista que meha sometido a una terapia. En cuanto a tu reacción es muy buena señal de queves mi terapia como algo normal, además, me encantaría que usases todo lo quesuceda para tu propio placer."
A - "No sé, sigo muy confuso, perode momento sigue contando."
E - "De acuerdo. Tras un buen ratoasí se puso tras de mí, metió su mano en mi entrepierna y comenzó a sobarme elcoño, a veces lo cogía con toda su mano y tiraba de él, otra me acariciaba elclítoris ó me lo pellizcaba, también metía sus dedos dentro todo lo profundoque podía moviéndoles de diferentes modos y con la mano libre magreaba mis tetas.Iba alternando sus manos, así que no tardé en tener las tetas pringadas por mispropios flujos. D. Rodrigo se restregaba conmigo haciéndome sentir el bulto desu poya dura en mi culo, no podía cerrar los ojos porque él quería que me vieseen el espejo constantemente y no cesaba de decirme obscenidades, insultarme yhumillarme. No sé lo que tardé, pero terminé por correrme a chorros,literalmente hablando."
A - "¿A que te refieres con lo decorrerte a chorros?"
E - "Cuando me corro expulso un líquidocomo si me mease, pero no es pis, es otra cosa y la sensación es como si elplacer explotase hacia afuera desde mi coño. No te lo se explicar mejor, peroya lo verás tú mismo cuando te decidas a observar alguna de las sesiones óquien sabe si en algún momento te animarás a ser tú el que me loprovoque."
Di gracias a que estábamos en elrestaurante porque fue tal la sensualidad que puso al proponerme que yo lahiciese correrse así, que con el calentón que ya tenía desde hace rato por sunarración me la habría follado allí mismo encima de la mesa.
A - "Joder cariño, ¿Y desde cuándote corres así?"
E - "Pues desde que empecé a venira terapia. La primera vez me quedé muy cortada, pero el terapeuta me explicóamablemente lo que había sucedido y que no me preocupase de nada."
A - "Vaya, me parece que soy unignorante sexual y tú te estás convirtiendo en una experta."
E - "Bueno, ya sabes que te doytodas las clases particulares que tú quieras y gratis."
Elena me estaba seduciendo,reconocía sin tapujos que me deseaba para follar. Por mi parte cada vez meimportaba menos que otro hombre, por mucho que le quisiesen llamar"terapeuta", usase a mi mujer sexualmente, incluso empecé a verlocomo algo morboso y a arrepentirme de no haber pasado a la sala de observación.Así que la seguí el juego deseando saber más de esa sesión con D. Rodrigo
A - "Pues lo mismo te cojo lapalabra, de momento cuéntame que pasó cuando te corriste."
E - "Pues espero que lo hagaspronto cariño, ya sabes que estoy a tu servicio.
Cuando me corro de esa manera me quedosin fuerzas y empiezo a tener espasmos que soy incapaz de controlar. Porsuerte, tal como me tenía cogida D. Rodrigo, evitó que me derrumbase, pero alfallarme las piernas, sus dedos se clavaron más aún en mi coño por mi propiopeso intensificando más el orgasmo.
El placer era inmenso, pero D. Rodrigono paró de masturbarme y tras ese primer orgasmo llegó otro y otro y otro,hasta que terminé por sentir que era un solo orgasmo interminable, en esemomento era como un muñeco de trapo y seguía vertical porque D. Rodrigo mesostenía en vilo, además, el placer se hizo tan inmenso que se volvióinsoportable y rompí a llorar suplicando que parase, cosa que hizo bruscamentedejándome caer sobre el charco que se había formado con mis corridas, pero noantes de tenerme suplicando, llorando y corriéndome un buen rato más.
Me dejó tirada como si fuese algoinservible, en mi coño aún seguía sintiendo ese orgasmo que parecía autoalimentarse de los espasmos que sufría mi cuerpo sin que yo pudiese hacer otracosa que retorcerme, desplomada en el suelo, sobre mis propios flujos yrefocilándome en ellos como una cerda. Al menos eso es lo que dijo D. Rodrigoque parecía al tirar un trapo mugriento junto a mí para que secase el sueloantes de seguir."
A - "Me asombra que te dejesinsultar y humillar de ese modo. Tu siempre has sido muy sensible si alguien temenospreciaba ó te hablaba de modo brusco."
E - "Si, es cierto, pero tan soloes parte de la terapia, aunque a mí también me asombra lo que me excita que metraten así, además, la intensidad de las humillaciones ha ido subiendopaulatinamente y lo seguirá haciendo hasta donde yo les autorice."
A - "Pues yo no me veo capaz decomportarme de ese modo que cuentas con ninguna persona."
E - "Bueno, tampoco estoy segurade que me gustase que lo hicieses, pero no sé que querré en el futuro, demomento termino de contarte mi sesión de hoy con D. Rodrigo.
Me puse a cuatro patas ofreciendo unavista perfecta de mi culo para secar el suelo, lo hice como pude ya que aún noera capaz de coordinar bien mis movimientos y todavía sentía algunos espasmosaislados. Notaba mi piel pringosa de mis propios flujos, mi llanto no se habíacalmado del todo y tenía mi cara llena de lágrimas y mocos.
D. Rodrigo volvía a caminar alrededormío recreándose con el espectáculo y humillándome con sus palabras, se reía demi aspecto y me insultaba por ser una cerda libidinosa e impúdica. Me piso lacabeza varias veces haciéndome pegar mi cara a ese trapo asqueroso con el quesecaba el suelo, otras tantas frotaron la puntera de su bota contra mi coño ycada vez que lo hacía yo gemía de placer incapaz de contenerme, lo que usabapara denigrarme aún más."
Por suerte el restaurante estabacasi vacío y nosotros en un rincón bastante escondido, porque Elena no habíadejado de acariciarme la polla por encima del pantalón, yo estaba empezando allegar a ese punto en el que lo único que quieres en machacártela como un monoy correrte cuanto antes, pero lo único que esperaba era no correrme encima.
A - "Elena, por favor, deja lamano quieta que si no paras me voy a correr y no me quiero manchar, perotermina la historia de una vez."
E - "Vaya, preferiría que tecorrieses en mi boca como siempre, así que ves pidiendo la cuenta mientras tecuento el final de la sesión y nos vamos a casa volando a tomar mipostre."
Le hice una seña al camarero yseguí atento a las palabras de Elena
E - "D. Rodrigo me obligó alevantarme tirándome del pelo para, a continuación, sentarme en una sillaparecida a la de un ginecólogo, me sujetó con correas de tal modo que me eraimposible moverme, me puso una mordaza, era una especie de tubo que me impedíacerrar la boca, además me veía forzada a tragar todo lo que hubiese en ellapara no ahogarme.
Sentí como situaba algo redondo y suaveen contacto con mi coño, era grande, sentía como presionaba mi clítorishipersensibilizado junto con una buena parte de mis labios. Tenía claro que meiba a provocar una nueva serie de orgasmos, pero me veía incapaz de soportarmás, intenté suplicarle que no lo hiciese, pero la mordaza me impedía articularni una sola palabra, tan solo emitir sonidos ininteligibles.
Al escucharme se acercó a mi cabeza,comenzó a jugar con mis tetas, en especial con mis pezones, cogiéndoles con susdedos, tirando de ellos, retorciéndoles y pellizcándoles mientras me miraba alos ojos sonriendo. La presión con la que jugaba con mis pezones iba aumentandopoco a poco, de tal modo que el dolor cada vez era un poco más intenso, pero almismo tiempo cada vez me gustaba más y no tardé mucho en desear que meprovocase un orgasmo.
De repente, sin previo aviso, cogió mispezones tirando de ellos como si me los quisiese arrancar al tiempo que elaparato que tenía pegado a mi coño comenzaba a vibrar, el dolor de mis pezonesy el placer de mi coño se fundieron dejándome sin respiración, escuché que demi garganta salía un grito agónico, abrí mis ojos todo lo que pude, miré a D.Rodrigo, intentaba que viese en mis ojos la súplica de que parase, no se si nolo vio ó le dio igual porque lo único que hizo fue escupir en mi bocademostrándome que su único deseo era convertir mi placer en sufrimiento ydegradación.
Las vibraciones de mi clítoris, mejor dicho,de mi coño, eran increíbles, me estaba corriendo de nuevo una y otra vez, D.Rodrigo seguía jugando con mis pezones sin ninguna delicadeza, de vez en cuandome daba fuertes manotazos en las tetas y seguía escupiendo en mi boca cada dospor tres. A pesar de todo mi orgasmo estaban a punto de volver a convertirse enuno interminable como me sucedió la vez anterior, pero justo antes de que esosucediese movió ligeramente el vibrador hacia arriba y metió un consolador enmi coño, estaba acoplado a un aparato que le hacía moverse entrando y saliendode mi coño muy profundamente y bastante rápido.
Eso fue el colmo, de nuevo mis orgasmosse fundieron en una solo, intenso, imparable, interminable. Sentía mi coñofollado por algo grande y que se movía sin parar, las vibraciones en mi coñoeran constantes, pero alteraban su cadencia y su intensidad continuamenteincrementando su efectividad, D. Rodrigo siguió con mis tetas un rato más,hasta que las soltó para sacarse la polla, masturbarse encima de mi cara ycorrerse en mi boca, fue una corrida inmensa, tan copiosa que no pude tragarlaentera y me atraganté con ella de tal manera que una parte salió por mi nariz,la cual D. Rodrigo volvió a meter en mi boca con sus dedos para que la tragase.
Lo siguiente que hizo fue parar losaparatos que estaban trabajando mi coño y salir de la sala. Me dejó sola,sentía el sabor de su semen en mi boca y en mi nariz, mi coño estaba lleno porel consolador y mi clítoris presionado por el vibrador. A pesar de queestuviesen parados yo seguía corriéndome é inconscientemente movía mis caderasbuscando más placer, necesitaba algo más y estaba allí inmovilizada, sin poderhacer nada, desesperada por que D. Rodrigo ó quien fuese viniese, me soltase yme diese la oportunidad de tener algo más de placer, cuando escuché que alguienentraba de nuevo.
Era D. Rodrigo empujando algo conruedas que no podía ver, se puso a mi altura, soltó mis correas, pero sinquitarme la mordaza. yo seguí sin moverme, reprimiendo mis ansias por follarmede nuevo el consolador de mi coño, él me miró detenidamente, me acarició elcuerpo, apretó mis tetas y me dijo que tenía quince minutos para usar a miantojo lo que había traído. Como pude me levanté y vi una camilla con alguientumbado en ella, evidentemente era un hombre porque lo único visible era su pollay sus huevos, el resto del cuerpo estaba embutido en un traje de goma, sujeto ala camilla y con dos conductos que salían desde donde parecía estar su nariz.
La polla era grande y estaba dura comouna piedra, miré a D. Rodrigo esperando su permiso y cuando me lo dio me subí ala camilla, me senté sobre esa polla metiéndomela todo lo profundo que fuicapaz en mi coño y me puse a follar como una bestia. No sé a quién pertenecíatal maravilla, pero su dueño parecía estar tan necesitado de una buena folladacomo yo, los gruñidos que pude escuchar ahogados por la goma que cubría su bocame dieron esa sensación, bueno, y también por las dos corridas que pude sentiren mi coño sin que perdiese un ápice de su erección.
Me follaba aquella polla con la mordazaaún puesta en la boca haciendo que mis babas chorreasen, bajaban por mi pechohasta llegarme al coño mezclándose con los flujos y el semen que rebosaba de él.Todo sin dejar de mirar a D. Rodrigo que me observaba satisfecho delespectáculo que le estaba dando. Perdí la cuenta de las veces que me pudecorrer, pero por fin me quedé satisfecha y sin sacarme esa polla del coño me tumbésobre la goma que cubría a su dueño para descansar. D. Rodrigo se acercó, mequitó la mordaza y me ordenó limpiar con mi boca lo que había ensuciado,obedecí sin decir nada, sacándome esa polla del coño, la cual aún seguía dura,dejé que el semen que me llenaba saliese cayendo sobre ella, me bajé de lacamilla y la lamí tragando hasta la última gota de la mezcla de semen, babas y flujosque la cubría hasta dejarla reluciente, por supuesto hice lo mismo con sushuevos y la goma que cubría el resto de su cuerpo.
D. Rodrigo se fue antes de queterminase mi limpieza y casi al momento entraron don enfermeras, esperaron aque yo parase antes de que una de ellas se llevarse la camilla y la otra meacompañase a darme una ducha. Lo siguiente ya fue verte a ti."
En ese momento llegó el camarerocon la cuenta, dejé el dinero sin esperar el cambio y salimos rápidamente. Yome sentía extraño, incapaz de pensar con claridad, tan solo tenía una ideafija, la de follar con Elena cuanto antes, no era más que un deseo animal, sinsentimientos, ahora veía en Elena una hembra a la que follar para mi propioplacer tal y como me decía el Dr. Castro, así que la propuse pasar la noche enel hotel que había frente al restaurante.
A - "Estoy muy confundido, pero loúnico que tengo claro es que me apetece follarte hasta caer derrengado y si teparece bien vamos a ese hotel. ¿Que me dices?"
Elena me abrazó dándome un morreoapasionado en mitad de la calle y tiró de mi hacia la puerta del hotel. Pedimosuna habitación, subimos y esa noche disfruté del mejor sexo que había tenidohasta ese momento.
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