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Mi enfermera emputecida

Esa tarde fue diferente, ella no tenía guardia y estaba en casa, comimos y como la niña estaba con su abuela teníamos el terreno listo para hacer lo que quisiéramos, empezamos hablando de cualquier tontería y pasamos como es de imaginar al campo de su entrepierna, como ya es habitual y de mi conocimiento su debilidad por el famoso taxista, le pregunté si había regresado en los últimos días...
Luego de algunas evasivas me confesó que sí, la semana anterior la llamó el domingo para invitarla a comer, le ofreció llevarle un almuerzo al banco de sangre para que no descuidara su turno a lo que ella muy feliz accedió, para su sorpresa, pasados unos 45 minutos llegó el taxista, pero acompañado de su "sobrino" el cual me comenta es un hombre de unos 30 y poco de años muy bien puestos.
El centro de mi historia de hoy es el gran poder que tiene el amigo taxista para emputecer a mi esposa (cosa que me parece a ella misma le sorprende, porque se excita y se ufana cuando me habla de él).
En fin, llegaron ambos al banco de sangre, luego de presentarle a su sobrino, pasan a comer la comida que le llevó y acto seguido y sin mucho protocolo le confiesa que le habló mucho de ella y de su talento para sacar la leche y dejar seco al más pintado, a lo que el "sobrino" toma el mando y le dice "será que te comes esta verga de postre".
Mi esposa me confiesa que le entró una sensación tremenda de vergüenza y excitación a la vez, nunca se le habían plantado tan secamente y puesto su persona tan a nivel de cualquier puta de calle por lo que sin pensárselo mucho le dijo: "si la tienes limpia te saco el semen en 5 minutos". El taxista rio ante semejante respuesta de mi esposa y el sobrino procedió a bajarse el pantalón para presentarle su verga a mi mujer, la cual procedió a mamar como la diosa sexual que es.
Todo el cuadro como es de esperar excitó al taxista quien sin perder tiempo también aprovechó para abrirle la blusa, manosearle las tetas y empujarle la cabeza para que terminara su reto con el sobrino.
Se pone roja al decirme que le encantó el sabor del semen de aquel hombre desconocido y que no pudo resistirse a bajarse el pantalón y ofrecerse al macho que ya la conocía bien, quien sin dudar la penetró y como es su costumbre llenó de leche...
Colorín colorado este cuento se ha acabado.

1 comentarios - Mi enfermera emputecida

GARCHELLI -1
De las peores historias que leí acá... (si no la peor...). Esta lectura no da para nada...
pingoxxx
Amigo. Con todo respeto, pero ese es su problema.