Mi suegro cumple años y viajo con mi marido a su casa, ese día estaban todos reunidos celebrando, ni recuerdo cuántos años cumplía
Al llegar a su casa lo saludamos cordialmente, él disimuladamente me miraba el escote de mi blusa, le fascinaban mis tetas, yo le enviaba algunas sonrisas cuando no nos veían, me le acerqué en un momento en que estaba solo y le dije que sentía no haberle traído nada a su cumpleaños, él me dijo que no me preocupara, que aún yo estaba a tiempo de darle algo, el tono en que lo dijo me supuso que no sería un obsequio de esos que se envuelven en papel.
En esa fiesta aunque era familiar abundaba el licor, me tocó bailar unas piezas con mi suegro, sin embargo, no podía bailar con él como yo quisiera, pues habían muchos conocidos y por demás estaba mi esposo, el cual se distrajo hablando con sus parientes y me tenía aburrida, por eso, mi suegro cuando podía hablaba conmigo.
Me dijo que no podía sacarme de su mente, que extrañaba mi cuerpo voluptuoso, chuparme las tetas, lamerme el coño, probar mi lengua y mi delicioso culo, que prefería cambiar cualquier regalo que le dieran hoy por una hora de sexo conmigo, le dije que con tanta gente conocida no se podía hacer nada y que también extrañaba chuparle ese pene súper rico y sentir cómo me lo mete de bien.
Pasaron las horas y los familiares cada vez bebían más y más, como siempre mi marido era uno de ellos, ya se estaba durmiendo en el sillón, llegó el momento de cantar el cumpleaños y casi ni se podía parar, al terminar la fiesta cada hijo y pariente se fue despidiendo de mi suegro y su esposa, quedando solamente ellos y mi marido conmigo, mi suegro cortésmente o ingeniosamente le dijo a su hijo que mejor pasaran la noche en su casa pues estaba muy tomado para manejar, yo imaginando la situación también lo apoyé diciendo que también estaba mareada de los tragos (aunque no tomé casi nada) y que tampoco me atrevía a manejar así por temor a un accidente o a la policía.
Mi marido aceptó y con ayuda de mi suegro lo llevamos a una habitación, quedando totalmente dormido en la cama, esa situación la aprovechó mi suegro para abrazarme por detrás y decirme que cuando su mujer se durmiera quería su regalo de cumpleaños de mi parte, sus manos se metían hábilmente por todo mi cuerpo, calentándome como un horno, le dije en voz baja que no se preocupe, que mi regalo le iba a encantar.
Le fui tocando su paquete y ya lo tenía bien parado, le dije: “voy a darte un adelantito” y me agaché y empecé a chupársela con fuerza, como a él le gusta, justo al borde de la cama donde dormía mi marido, ya la vergüenza y el temor a mi esposo lo había perdido, disfrutaba saborear esa verga cabezona, lamer sus huevos de macho semental, aunque fueran de un hombre mayor, se conservaba como cualquiera de treinta.
Le escupía toda la verga y me la metía completa a la boca, mi suegro sólo suspiraba de placer, acariciándome el cabello, en un momento de calentura me acarró la cabeza y empezó a meter y sacar su miembro de mi boca, como si estuviera penetrándome vaginalmente, eso me hacía sacar grandes cantidades de baba, dejándosela pegada a su pene y derramándose en el suelo.
Suegro: cómo mamas de rico puta.
Yo: ¿le encanta cómo se la chupo suegrito?
Suegro: mucho, eres la mejor mamadora que hay.
Yo: gracias suegrito, y este es sólo el aperitivo pues más tarde le daré de regalo el agujero de mi cuerpo que más quiera.
Suegro: quiero todos, metértela por todos lados y bañarte en leche.
Yo: hay sí, eso me gustará, báñeme por ahora mi boquita de su leche.
Suegro: si perra, chúpala más duro para venirme con fuerza, así sigue, no pares, uffff, me voy a venir, mmmm perra, coge tu leche.
Yo: hay si dámela toda, la quiero ya…
Mi suegrito en ese momento me inundó la boca con un rio de espesa y deliciosa leche, la cual me fui tragando toda sin dejar derramar ni una sola gota, su esencia a macho la disfrutaba y no es que mis otros amantes no me la dieran bien sino que me gustaba más por ser la del padre de mi esposo.
El tonto de mi marido ni cuenta se dio de que pusieron a tragar leche a su mujer y estaba muy dormido y roncando ya en la cama, mi suegro salió del cuarto, su mujer estaba en la cocina distraída, conversaron y ella le dijo que ya iba a dormir, pero mi suegro le dijo que se acostara que él no tenía sueño y que iría a acostarse dentro de un rato, ella considerándolo como un hombre sincero, jamás le pensó por la mente que eso era un pretexto por estar conmigo y tampoco sospechó de mi ni me tenía mal genio.
Mi suegro esperó media hora, dejó la televisión encendida y fue al cuarto donde yo estaba, al entrar yo ya lo espera con una bata de dormir transparente, que mostraba mis senos paraditos que querían salirse de la tela, mi cuerpo desnudo resaltaba demasiado (a propósito, no era que yo lo tenía planeado, pero mi intuición me decía que llevara esa bata de dormir ji ji), él se quedó mirándome con ojos de deseo y me besó con su lengua, vaya que si me tenía ganas pues no la sacaba de mi boca, mientras me tocaba las nalgas, me llevó hacia otra habitación más distante a la de su cuarto, su casa era enorme, fruto de sus buenos negocios e inteligencia.
Mientras caminaba me manoseaba las nalgas, dándose gusto con lo que se va a comer, al entrar nos fuimos a la cama y empecé a chupársela de nuevo, me quité la bata, quedando totalmente desnuda y él se quitó su ropa también, después que se le paró me puse en cuatro y le ofrecí mis jugosas nalgas, las cuales lamió y escupió, me rozaba la cabeza del pico sobre mi cosita húmeda y le dije: métemela cabrón, él obedeció y al instante sentí ese sable grueso y venoso sobre lo más profundo de mi mojada concha.
Suspiré y empezó a cogerme con una fuerza bestial, el ruido de su pene chocando contra mis nalgas inundaba la habitación, nuestros gemidos resonaban al unísono, vaya que si cogía de rico mi suegro, lo que no le hacía a su mujer lo hacía conmigo, me decía: puta, perra, culiona, y yo le respondía sumisa que era todo lo que me decía.
Me acosté de espalda a la cama y le abrí mis piernas de par en par, él siguió bombeándome, mientras lo hacía chupaba mis tetas, me tenía los pezones bien paraditos, sacó su verga de mi cueva y la frotaba contra mis tetas, la punta de su pene se metía a mi boca cada vez que se deslizaba por el medio de mis tetas grandes.
Ya mi boca me la había llenado de leche, quería llenarme otro agujero así que me volteó y empezó a meter su lengua por dentro de mis nalgas hasta lamerme mi culo, me hundió dos dedos y me cogía con ellos, una vez mi agujero anal estaba abierto me clavó su mástil por mi culo, se acostó sobre mi espalda y empezó a cogerme como a las perras, cosa que me tenía bien arrecha.
Le meneaba el culo para que la sensación de placer fuera más intenso, me halaba por el cabello, me nalgueaba, estaba sumisa a sus perversiones, me preguntó si me gustaba y le dije que sí, que si disfrutaba su regalo de cumpleaños, él me dijo que sí, que era el mejor de todos, me tenía bien encertada en su verga, no podía escaparme, cómo gozaba ese miembro entre mis nalgas, empezó a moverse más duro, estaba listo para venirse en mi culo y yo sin dudar me meneé más fuerte para sacársela bien, en segundos su descarga de leche caliente me llenaba mi culo, él sacaba todo lo puta que era, me sacó su verga de mi culo y me abrazó y me besó. Le pedí una lamida de concha para venirme y él accedió con gusto, su lengua me sacaba deliciosos orgasmos y no quería salir de mis piernas, él saboreaba mis jugos vaginales con mucho placer y mi aroma a mujer le calentaba mucho más.
Le pedí hacer un 69 y con gusto accedió, ambos nos hacíamos sexo oral, su verga embarrada de leche me fascinaba, logré parársela nuevamente y le pedí otra tanda de huevo en mi concha, con gusto empezó a cogerme, mis piernas las tenía en sus hombros, me hacía ver estrellas cada vez que la metía y sacaba, nos besábamos, sus manos me tocaban y apretaban con fuerza, mi raja era su comida y la estaba probando con muchas ganas.
Lo abracé con fuerza y me vine, eso le gustó tanto que también derramó su leche en mis tetas , estábamos sudados de tanto culear, nos dedicamos a besarnos y dormimos varias horas, en la madrugada seguimos culeando hasta cansarnos, ya me tenía con mi cosita ardiendo de tanto metérmela, ya no pudo más tanto ajetreo y se fue para su cuarto al igual que yo, al amanecer mi marido se bañó para quitarse la borrachera y nos alistamos para irnos, antes desayunamos con ellos y nos despedimos, mi suegro nos dijo: ojalá nos vuelvan a visitar pronto, mi marido le dijo que sí y yo le sonreí a mi querido suegro y nos fuimos.
Al llegar a su casa lo saludamos cordialmente, él disimuladamente me miraba el escote de mi blusa, le fascinaban mis tetas, yo le enviaba algunas sonrisas cuando no nos veían, me le acerqué en un momento en que estaba solo y le dije que sentía no haberle traído nada a su cumpleaños, él me dijo que no me preocupara, que aún yo estaba a tiempo de darle algo, el tono en que lo dijo me supuso que no sería un obsequio de esos que se envuelven en papel.
En esa fiesta aunque era familiar abundaba el licor, me tocó bailar unas piezas con mi suegro, sin embargo, no podía bailar con él como yo quisiera, pues habían muchos conocidos y por demás estaba mi esposo, el cual se distrajo hablando con sus parientes y me tenía aburrida, por eso, mi suegro cuando podía hablaba conmigo.
Me dijo que no podía sacarme de su mente, que extrañaba mi cuerpo voluptuoso, chuparme las tetas, lamerme el coño, probar mi lengua y mi delicioso culo, que prefería cambiar cualquier regalo que le dieran hoy por una hora de sexo conmigo, le dije que con tanta gente conocida no se podía hacer nada y que también extrañaba chuparle ese pene súper rico y sentir cómo me lo mete de bien.
Pasaron las horas y los familiares cada vez bebían más y más, como siempre mi marido era uno de ellos, ya se estaba durmiendo en el sillón, llegó el momento de cantar el cumpleaños y casi ni se podía parar, al terminar la fiesta cada hijo y pariente se fue despidiendo de mi suegro y su esposa, quedando solamente ellos y mi marido conmigo, mi suegro cortésmente o ingeniosamente le dijo a su hijo que mejor pasaran la noche en su casa pues estaba muy tomado para manejar, yo imaginando la situación también lo apoyé diciendo que también estaba mareada de los tragos (aunque no tomé casi nada) y que tampoco me atrevía a manejar así por temor a un accidente o a la policía.
Mi marido aceptó y con ayuda de mi suegro lo llevamos a una habitación, quedando totalmente dormido en la cama, esa situación la aprovechó mi suegro para abrazarme por detrás y decirme que cuando su mujer se durmiera quería su regalo de cumpleaños de mi parte, sus manos se metían hábilmente por todo mi cuerpo, calentándome como un horno, le dije en voz baja que no se preocupe, que mi regalo le iba a encantar.
Le fui tocando su paquete y ya lo tenía bien parado, le dije: “voy a darte un adelantito” y me agaché y empecé a chupársela con fuerza, como a él le gusta, justo al borde de la cama donde dormía mi marido, ya la vergüenza y el temor a mi esposo lo había perdido, disfrutaba saborear esa verga cabezona, lamer sus huevos de macho semental, aunque fueran de un hombre mayor, se conservaba como cualquiera de treinta.
Le escupía toda la verga y me la metía completa a la boca, mi suegro sólo suspiraba de placer, acariciándome el cabello, en un momento de calentura me acarró la cabeza y empezó a meter y sacar su miembro de mi boca, como si estuviera penetrándome vaginalmente, eso me hacía sacar grandes cantidades de baba, dejándosela pegada a su pene y derramándose en el suelo.
Suegro: cómo mamas de rico puta.
Yo: ¿le encanta cómo se la chupo suegrito?
Suegro: mucho, eres la mejor mamadora que hay.
Yo: gracias suegrito, y este es sólo el aperitivo pues más tarde le daré de regalo el agujero de mi cuerpo que más quiera.
Suegro: quiero todos, metértela por todos lados y bañarte en leche.
Yo: hay sí, eso me gustará, báñeme por ahora mi boquita de su leche.
Suegro: si perra, chúpala más duro para venirme con fuerza, así sigue, no pares, uffff, me voy a venir, mmmm perra, coge tu leche.
Yo: hay si dámela toda, la quiero ya…
Mi suegrito en ese momento me inundó la boca con un rio de espesa y deliciosa leche, la cual me fui tragando toda sin dejar derramar ni una sola gota, su esencia a macho la disfrutaba y no es que mis otros amantes no me la dieran bien sino que me gustaba más por ser la del padre de mi esposo.
El tonto de mi marido ni cuenta se dio de que pusieron a tragar leche a su mujer y estaba muy dormido y roncando ya en la cama, mi suegro salió del cuarto, su mujer estaba en la cocina distraída, conversaron y ella le dijo que ya iba a dormir, pero mi suegro le dijo que se acostara que él no tenía sueño y que iría a acostarse dentro de un rato, ella considerándolo como un hombre sincero, jamás le pensó por la mente que eso era un pretexto por estar conmigo y tampoco sospechó de mi ni me tenía mal genio.
Mi suegro esperó media hora, dejó la televisión encendida y fue al cuarto donde yo estaba, al entrar yo ya lo espera con una bata de dormir transparente, que mostraba mis senos paraditos que querían salirse de la tela, mi cuerpo desnudo resaltaba demasiado (a propósito, no era que yo lo tenía planeado, pero mi intuición me decía que llevara esa bata de dormir ji ji), él se quedó mirándome con ojos de deseo y me besó con su lengua, vaya que si me tenía ganas pues no la sacaba de mi boca, mientras me tocaba las nalgas, me llevó hacia otra habitación más distante a la de su cuarto, su casa era enorme, fruto de sus buenos negocios e inteligencia.
Mientras caminaba me manoseaba las nalgas, dándose gusto con lo que se va a comer, al entrar nos fuimos a la cama y empecé a chupársela de nuevo, me quité la bata, quedando totalmente desnuda y él se quitó su ropa también, después que se le paró me puse en cuatro y le ofrecí mis jugosas nalgas, las cuales lamió y escupió, me rozaba la cabeza del pico sobre mi cosita húmeda y le dije: métemela cabrón, él obedeció y al instante sentí ese sable grueso y venoso sobre lo más profundo de mi mojada concha.
Suspiré y empezó a cogerme con una fuerza bestial, el ruido de su pene chocando contra mis nalgas inundaba la habitación, nuestros gemidos resonaban al unísono, vaya que si cogía de rico mi suegro, lo que no le hacía a su mujer lo hacía conmigo, me decía: puta, perra, culiona, y yo le respondía sumisa que era todo lo que me decía.
Me acosté de espalda a la cama y le abrí mis piernas de par en par, él siguió bombeándome, mientras lo hacía chupaba mis tetas, me tenía los pezones bien paraditos, sacó su verga de mi cueva y la frotaba contra mis tetas, la punta de su pene se metía a mi boca cada vez que se deslizaba por el medio de mis tetas grandes.
Ya mi boca me la había llenado de leche, quería llenarme otro agujero así que me volteó y empezó a meter su lengua por dentro de mis nalgas hasta lamerme mi culo, me hundió dos dedos y me cogía con ellos, una vez mi agujero anal estaba abierto me clavó su mástil por mi culo, se acostó sobre mi espalda y empezó a cogerme como a las perras, cosa que me tenía bien arrecha.
Le meneaba el culo para que la sensación de placer fuera más intenso, me halaba por el cabello, me nalgueaba, estaba sumisa a sus perversiones, me preguntó si me gustaba y le dije que sí, que si disfrutaba su regalo de cumpleaños, él me dijo que sí, que era el mejor de todos, me tenía bien encertada en su verga, no podía escaparme, cómo gozaba ese miembro entre mis nalgas, empezó a moverse más duro, estaba listo para venirse en mi culo y yo sin dudar me meneé más fuerte para sacársela bien, en segundos su descarga de leche caliente me llenaba mi culo, él sacaba todo lo puta que era, me sacó su verga de mi culo y me abrazó y me besó. Le pedí una lamida de concha para venirme y él accedió con gusto, su lengua me sacaba deliciosos orgasmos y no quería salir de mis piernas, él saboreaba mis jugos vaginales con mucho placer y mi aroma a mujer le calentaba mucho más.
Le pedí hacer un 69 y con gusto accedió, ambos nos hacíamos sexo oral, su verga embarrada de leche me fascinaba, logré parársela nuevamente y le pedí otra tanda de huevo en mi concha, con gusto empezó a cogerme, mis piernas las tenía en sus hombros, me hacía ver estrellas cada vez que la metía y sacaba, nos besábamos, sus manos me tocaban y apretaban con fuerza, mi raja era su comida y la estaba probando con muchas ganas.
Lo abracé con fuerza y me vine, eso le gustó tanto que también derramó su leche en mis tetas , estábamos sudados de tanto culear, nos dedicamos a besarnos y dormimos varias horas, en la madrugada seguimos culeando hasta cansarnos, ya me tenía con mi cosita ardiendo de tanto metérmela, ya no pudo más tanto ajetreo y se fue para su cuarto al igual que yo, al amanecer mi marido se bañó para quitarse la borrachera y nos alistamos para irnos, antes desayunamos con ellos y nos despedimos, mi suegro nos dijo: ojalá nos vuelvan a visitar pronto, mi marido le dijo que sí y yo le sonreí a mi querido suegro y nos fuimos.
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