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Descubriendo mi identidad VI

Sonóel timbre de casa. Levanto el teléfono y una voz muy tierna me dice:
-¿Meabrís?. No podía ser, esa voz me era muy familiar.
-SoyCarito. ¿Cómo había conseguido mi dirección?¿Cómo sabía que Clara no estaba?.La verdad mucho no me importaba.
–Sí, ya voy.  Lo primero que pensé,mientras me cambiaba, fue que con las redes sociales hoy la privacidad perdiósu secreto, así que seguro allí consiguió mi dirección. Desde el departamento ala reja de entra habrá unos 15 metros, apenas empecé mi caminata llave en mano,la pude ver con su mochila y su hermoso rostro algo cansado pero no por eso sinel resplandor de una mujer , ya no importaban sus órganos sexuales. Esa estampaera el de una hermosa mujer. Apenas me divisó me saludo con su mano, así comolo hacen las adolescentes. La ví sonreír. Yo también lo hice. Apuré el paso.
–Yatengo el agua en el fuego.
-Genial,con este frío costero unos mates van a venir bárbaros.
-Olvidate,y los hago muy bien. Abrí la reja y nos fundimos en un abrazo, como dos viejosamigos. Así nos quedamos un rato. Cerré y emprendimos el corto viaje a casa. Mesentía muy bien con ella. Esos pocos metros me permitieron admirar a una mujernatural, con gracia espléndida, llena de vida, simple, tierna…Maldición, meestaba quemando la cabeza.
Rápidamentele mostré la casa, preparé unas tostadas y el agua ya estaba a punto. En plenapreparación del desayuno la miré de reojo. Me estaba pegando una escaneadaterrible. Otra vez la ví sonreír. Dispuse la mesa y empezamos la tertulia. Mecontó de su investigación en la web para dar conmigo (No podía ser de otramanera).
-Mehubieras llamado y te ahorrabas el espionaje.
-¿Me hubieras respondido?¿Me hubieras pasado tu dire?. Entre la espada y lapared
-¿La verdad?
-Porfavor.
-No.
-¿Porqué?
- Nolo tengo muy claro. Quizás mi estado civil tenga algo que ver. Explosión decarcajadas, hasta que sonó el celular. A la mierda, era Clara. Le pedí que nohiciera ruido. Me guiñó un ojo. Re gamba la porteña.
-Amor,no llegó a almorzar. Voy con mamá hasta Vidal. Volveré a la noche.
-¿Quéonda?. Ya me empecé a maquinar, me quiere cagar, seguro anda con un gil (Unagran hipócrita)
-Voypor la venta de la casa.
-Tranquiloyernito. Te la devuelvo sana y salva.
-¿Teacordás que en Septiembre teníamos que ir a firmar?
-Ahcierto, perdón
-Nosvemos a la noche, besos. Te amo.
-Yotambién. Nos vemos a la noche, cuídense en la ruta. Ese Te amo fue unapuñalada. No podía seguir  así. Tenía quetomar cartas en el asunto. Pero eso quedaría para otro momento.
Deboconfesar que esa llamada me puso un poco tenso. Y ella se dio cuenta.
-Quémomento ¿no?
-Laverdad que sí. Obviamente se había dado cuenta de mi cambio de humor. Silencio.
Necesitabasalir de casa. Le propuse mostrarle la ciudad y aceptó contenta. También queríadejar ese espacio. Nos subimos al auto y empezamos a dar vueltas hasta terminarfrente al mar. Eran cerca de las 6 de la tarde.
-¿Tenésdónde quedarte?
-Sí,en el hotel América.
-Quedapor acá cerca.
-¿Querésque me vaya?
-¿La verdad?
-Porfavor.
-No.Nos miramos un rato largo, escuchando únicamente nuestras respiraciones. Losvidrios comenzaron a empañarse. Empezó a acariciarme. Mi mente volaba. Nosbesamos. Tiernamente me besó. Como no podía ser de otra manera, tuve unaerección. Se dió cuenta.
-Nova a pasar nada que vos no quieras. La miré deseando que las cosas pasaran.Desabrochó mi pantalón, y por entre mi ropa interior, tomó con su mano mi pene.Cerré mis ojos y me dejé llevar. Empezó a lamerlo, jugaba con mis huevos. ParaCaro era con un juguete preciado. De a poco fue metiéndolo en su boca, hastaque despareció. Fue el sexo oral más lindo que me habían hecho. En un ratoacabé en su boca. Se tragó mi semen. Fue recorriendo mi pecho, esquivando lospocos botones que habían quedado prendidos de mi camisa. Nos encontramos cara acara. Cruzamos nuestras miradas y nos fundimos en un beso. Sucio y excitantebeso.
Nosquedamos un rato callados. Estaba erecto una vez más.
-Mejordejémoslo acá.
-Comoquieras. ¿Mañana me llamás?. Salgo a las 4 de la tarde.
-Sí.No cabía duda alguna, quería seguir.
-Nome lastimes. Mi corazón se detuvo.
-Cómopensar en dañarte. Clara estaba por llegar. Arranqué el auto y fuimos hasta elhotel. Se bajó. No hubo beso. Nos prometimos dejarlo para la mañana siguiente.Nos gustó buscar una nueva forma de extrañarnos. Volví  a casa.
 
Sonóel despertador.  Me desperté feliz. Girémi cabeza y allí estaba ella. Abrió sus ojos. No se que era. Pero Claritaestaba hermosa. Me besó la frente y se fue a preparar el desayuno. Mis labiosrecordaron la suavidad del último beso en aquel cine. Me cambié y fui alcomedor con la esperanza de volver a soñar así.
 
 

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