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Despertar incestuoso de una hija enamorada cap 11

Hola, debido a errores de Poringa, perdí mi contraseña y no he podido recuperarla. Sin embargo, aquí les dejo el cap 11 de la serie. Disfrútenlo.

Capítulo 11

BRANDI

—En realidad, mamar una polla es todo un arte —le dije a mi amiga Sandra. Las dos estábamos en mi habitación, jugando con uno de mis consoladores. Tenía una amplia colección que papá me había comprado.
— ¿Qué tan difícil puede ser?
—Somos mujeres. Comer pollas está en nuestro código genético. Ahora, ven. Mira como se hace. Tienes que abrir la quijada a tal grado de que no te incomodes. Deja que tu lengua dejé al pene entrar.
Sandra miró atentamente mientras me introducía el consolador a la garganta. Como ya tenía una excelente práctica en felaciones, todo el juguete me entró.
—¡Increíble! ¡Dios! ¡Se ve como se dilata tu cuello!

—Sí —saqué el juguete lleno de saliva—. Se siente bien, aunque al principio es más difícil de lo que parece. ¿Lo intentas? Prueba con este. Tiene diez centímetros nada más.
Lo hizo bien, aunque tuve que guiar el consolador dentro de su boca. Ella sólo abrió mientras que yo se lo introducía hasta provocarle una arcada.
—Aguántalo —dije, metiéndolo más en el fondo. Le brotaron lágrimas en los ojos, y una vez lo tuvo listo, lo saqué despacio. — ¿Y bien?
—Se siente… raro. No sé cómo describirlo.
—¿Te gustó?
—Sí. Creo. Es adictivo tener arcadas.
—¡Jé! Lo sé. Vamos a probarlo al mismo tiempo.
Y allí estábamos. Dos buenas amigas, sobre mi cama, metiéndonos consoladores a la boca y jugando con ellos. La pobre Sandra tenía arcadas, pero lo disfrutaba. Yo chupaba hasta el fondo de mi garganta y luego lo volvía a sacar, chorreando de saliva.
—Ya me excité —dijo mi amiga, cuyas mejillas de repente se habían tornado de un suave color rojo. Y a decir verdad, yo también estaba excitada. Se afianzó en mí el deseo de tirármela, pero se trataba de Sandra intentando volverse hétero, y mientras ella no quisiera lo contrario, no haría ningún movimiento.
—Ya me duele la mandíbula. ¿Cómo podremos probar un pene real?
—Cuando venga mi papá, si quieres.
La frase se me había escapado sin querer. Mis mejillas se pusieron coloradas, mientras que Sandra, cuidadosamente, se levantó de la cama y se pegó a la pared. Tenía miedo.
—Oye… Brandi…
—No, no es lo que crees.
—¿Qué demonios dices?
—Es… sólo una broma —dije, desesperada.
Cosa que ella no me creyó, por supuesto. Miró a su alrededor y se encontró con varias fotos mías y de mi papá. No era nada sugerente. La clase de fotos que cualquier chica tendría de su padre.
—Tú ¿lo haces con tu papá?
—No. Claro que no. No digas tonterías.
— Uf. Me habías asustado. No quería que fueras como yo.
Tragué saliva.
—¿Qué?
—Mi papá… bueno. Desde que yo era niña él ha venido… metiéndome mano. Claro que ya han pasado años desde eso —lo dijo con un poco de temor. Me levanté y la abracé.
—Lo siento.

—¿Por qué? Si no he dicho nada malo.
—Bueno, pensé que tu papá y tú…
—Nada, Brandi —rió inocentemente—. Soy la única chica de la casa, como tú.
—Entonces, ustedes ya no…
—Ya no.
A eso siguió un silencio nada cómodo. Finalmente, Sandra tosió adrede.
—Creo que mejor me marcho.
—¿Te sientes bien, amiga?
—Sí. Descuida.
Al marcharse, me entró la inseguridad.
Cuando papá llegó, me apresuré a tirarlo a la cama y a sacarle la verga para mamársela. Me gustaba darle ese placer nada más verlo. Así tuviera problemas en su trabajo, que su hijita le exprimiera los huevos ayudaba a relajarlo. Chupé hasta el fondo de mi garganta. Ni siquiera estaba desnuda, pero su miembro tenía un sabor exquisito siempre. Además era grande y robusto. Lo que toda chica quiere.
—Oh. Brandi…
Succioné y lo masturbé hasta que soltó un frondoso disparo de leche que bajó hasta mi estómago. Finalmente lo dejé y me monté sobre sus piernas para comerle el cuello con muchos besitos.
—Ya, hija. ¡Jajaja! Me haces cosquillas.
—¿Cómo te fue hoy?
—Bien. Aburrido igual que siempre. Pero ya me siento mejor estando contigo.
—Yo también me siento igual. Tenerte aquí.. ah.. me llena de placer. Si no recibo mi dosis diaria de tu semen, no sé qué hacer.
—Exageras.
—Es que me encanta. Papá… hay algo que te quiero preguntar.
—Dime, amor —me empezó a besar los pechos por encima de la ropa—. ¿Qué necesitas?
—Quería saber si te gustaría… emm… experimentar alguna cosa diferente en el sexo conmigo.
—¿Cómo qué?
—Una chica más ¿qué dices?
—¿Quién?
—Una amiga de la escuela. Tiene mi misma edad, y es muy bonita.
—Está bien —no sé si me comprendió, porque estaba tan entusiasmado buscando mis pezones. Yo me reí, y me apresuré a quitarme el sujetador con todo y la blusa. Quedando finalmente con el torso descubierto, papá me cargó del culo y me tiró sobre la alfombra de la sala.
Separé mis piernas y vi que su miembro ya había vuelto a ganar un apetecible tamaño. Ni había terminado de quitarme la falda, cuando papá ya me había dado la vuelta de perrito. Últimamente era su posición predilecta. Así pues, como ya estaba mojada, fue fácil para él hundir su polla en mi coño, de tal forma que noté cómo me separaba las carnes y se pegaba a mí como macho cabrío abusando de su hembra. Tuve que hacer esfuerzos para mantener el equilibrio, porque sus embestidas se estaban volviendo cada vez más y más intensas.

ALAN:

No fue hasta que me di cuenta de lo afortunado que era, que follar a Brandi se hizo una adicción para mí. Dios, mi hija tenía un coño tan apretado y rosado, que todo el día andaba pensando en llegar a casa para cogérmela de una forma salvaje que la hiciera gritar. Al ver sus nalgas tomando esa forma de corazón, con su pequeño ano dilatándose a causa de la excitación, sentí que podría correrme en ese instante.
Bombeé con más fuerza, a tal grado de que ya hasta a mí me dolía la verga. Brandi, mi pequeña Brandi, gemía con una sutil voz, aguantándose los gritos. Eso me hacía querer destruirla, por lo que metí un dedo en su culo a medida que mis penetraciones eran más profundas y rápidas. Su coño hacía que mi polla resbalara con facilidad, llenándola por completo. Luego procedía a moverme en círculos para taladrar hasta el fondo de su organismo.

Me incliné sobre ella, poniendo mi boca sobre su apretujada vulva, y comencé con una rápida sesión de lengüetazos. El sabor de Brandi era sublime. Mi hija sabía mejor que cualquier otra mujer a la que hubiese probado antes, y eso me estaba volviendo loco.
—Sí… sí, papi. Así. Muérdeme más fuerte, te lo suplico.
—Lo haré, mi pequeña hija —cada estocada de mi lengua le hacía surgir apetecibles jugos transparentes, que lucían bien en las carnes rosadas de su vagina.
La recosté por completo, y levantándole una pierna, dejé que mi verga se deslizara hasta la entrada de su recto. Como siempre, ese agujero tan bien entrenado se tragó todo mi falo en poco tiempo. Era incluso un poco más apretado que su coño, y más caliente de lo que había podido imaginar. No había mucha oportunidad de movimiento, pero Brandi sabía cómo ladear sus caderas para que el proceso fuera incluso más salvaje para ella que para mí.
—Por favor, lléname con tu leche. Por favor.
Atendiendo a sus ruegos, bombeé con más y más fuerza, hasta que Brandi ya no lo soportó, y lanzó un grito tan angelical que me hizo correrme de la mera impresión. Sentí los bombeos de mi cuerpo, dejando una abundante corriente de semen bajar por su culo.
Saqué mi polla, y me dejé caer, agotado por completo. Vi el culo de Brandi sacando el semen, y luego, mi pequeña hermosa se acostó sobre mí para llenarme el cuerpo con sus besos y sus abrazos.
—Te amo tanto, papá.
—Te amo, hija. Puedes decirle a tu amiga, entonces.
—Creo que a ella le fascinará, pues.

BRANDI.

Decirle a Sandra no fue fácil. Estábamos en la escuela, a la hora de la salida, y caminábamos juntas hacia la puerta.
—¿Quieres que… tenga sexo contigo y con tu papá?
—Pues… sí. ¿por qué no? Ambas somos chicas y ya estamos en edad de tener todo el sexo que queramos.
—No lo sé. Tu papá me intimida.
—Tiene la polla inmensa, sí. Pero no te dolerá tanto. De todos modos no eres virgen.
—No es eso. Es la… impresión de lo que quieres que haga. Es demasiado, Brandi.
—Mi papá está dispuesto. Si quieres, sólo dilo. Puede ser esta noche.
—¿Coge bien?
—A mí me hace chillar.
Me reí para darle más énfasis a mis palabras, y Sandra, ruborizada, se lo pasó pensando por casi quince minutos. Finalmente, asintió.
—Esta noche, entonces.

Cuando papá se enteró de esto, su rostro se alegró de inmediato. ¿Cómo no iba a hacerlo? Si es que mi amiga era sumamente atractiva, y estaba tan dispuesta a probar que era hétero, que no tendría reparos en comerse una buena polla.
A eso de las seis de la tarde, papá ya estaba ansioso por probar la nueva delicia que tenía para él. Se la pasaba de un lado a otro como animal enjaulado, y cuando Sandra llegó, él la atendió con toda la deferencia de un caballero.
—Bueno, ¿qué dicen si vamos a la habitación de una vez? —sugerí, luego de que conversáramos un poco y bebiéramos vino.
Sandra se ruborizó de inmediato, y terminó asintiendo como una niña a la que le han ofrecido caramelos. Los tres subimos por las escaleras y entramos al cuarto. Allí, papá se sentó sobre la cama, ya con los bóxers a la vista, y su gran paquete mostrándose.
—Bien… vamos a desvestirnos —le dije a Sandra, y lentamente le fui quitando la ropa a mi amiga. Comencé por la falda, luego la blusa, y al quedar ella desnuda, cubrí su boca con la mía. Aunque no era lesbiana, Sandra besaba muy bien. No tardó nada en alargar una mano y tocarme la conchita. Sentí la irrupción en mi sexo, y entonces, sonriendo, la volqué sobre la cama con papá.
Él la atrapó, y se encaramó sobre ella. Me alejé para mirar mejor y sacar fotografías con el teléfono de Sandra. Seguramente tendría qué recordar.

Sandra cerró las piernas alrededor de papá, y lo besó con un frenesí que hasta a mí me sorprendió. Acarició toda su firme piel, y luego ella tomó el control, haciéndose girar y quedar a horcajadas. Lo primero que mi amiga hizo fue irse por el miembro, el cual sacó de su bóxer y se lo llevó a la boca sin contemplaciones. Lo empapó de saliva de inmediato mientras jadeaba al sacárselo de la boca.
—No olvides los huevos —le dije, filmando todo en vídeo. Ella sonrió a la cámara, y entonces atacó los testículos, succionándolos con fuerza hasta hacer a papá gemir.
Me senté con las piernas cruzadas fuertemente, y seguí filmando. Papá agarró a Sandra por la cabeza y la hizo acostarse. Luego, poniéndose sobre ella, colocó su polla a la altura de su boca. Sus rodillas quedaron a los costados de la cabeza de Sandra. La chica, sin pensarlo dos veces, se dedicó a comer el miembro y a succionar el saco de los huevos como si no hubiera un mañana. Aproveché que tenía las piernas abiertas, y me lancé a por el coño de Sandra para darle unas buenas chupadas. Mi amiga había decidido venir depilada. Soltaba muchos jugos que recogí con mi lengua.
—Ya… la quiero dentro.
Sin inmutarse, papá se alejó de Sandra. Me hizo una señal con la cabeza, y yo procedí a levantarle las piernas a mi amiga. Me senté sobre su cara para que tuviera acceso a mi coño. Papá se preparó, masturbándose y luego frotando su verga por todo el empapado coño de Sandra. Unos hilos de flujo seguían llenándole la vulva. Acto seguido, la penetró con una facilidad increíble. Sentí que Sandra gemía contra mi culo, sin deja de probar mi coño. Me incliné hacia el frente para besar a papá y mezclar mi lengua con la suya.
Me apoyé en el vientre de Sandra. Su cuerpo se estremecía con cada estocada. Papá alargó sus manos para tocarme las tetas, y apretar mis pezones con una gran fuerza y presión que me puso como loca y sólo me invitó a seguir besándole.
Después, Sandra se colocó bocabajo, y yo encima de ella. Así, papá tuvo una visión perfecta de nuestros coños. Comenzó con sus penetraciones primero hacia mí, y luego hacia la otra chica. Apretaba a una y se iba por la otra sin demora. A las dos nos hacía gemir de una forma incontrolable, pues en medio del silencio del cuarto y la privacidad, había oportunidad de hacer de todo.
Me encantó de una forma indescriptible. Besé la nuca de Sandra
—¿Te gusta, putita?
—Me encanta. Oh sí, dame más.
Me reí y seguí acariciándola, mientras papá no dejaba de darnos a las dos de forma alternada.
Seguidamente, él se paró fuera de la cama, y Sandra y yo comenzamos a comerle la polla de una forma espectacular, en la cual nos dábamos besos lésbicos entre las dos y nos mamábamos la lengua mutuamente. Papá nos miraba lujuriosamente, moviendo con su mano su miembro de boca a boca.
—Aquí va.

Las dos nos pusimos como perritas, sacando nuestras lenguas y recibiendo la descarga de semen que nos llenó. Vi que mi amiga sonreía mientras recibía la leche en la lengua. Luego, las dos nos pusimos frente a frente y nos besamos como locas, pasándonos el delicioso brebaje entre las dos y jugando con saliva, hasta que finalmente nos lo tragamos.
—¿Y bien? ¿Todavía crees que eres lesbiana?
—Nada… me encanta. Quiero otra vez.
Papá se recostó con el miembro flácido. Le hice una señal a Sandra.
—Pues ya sabes lo que hay que hacer.
Y riendo, volvimos a comer del pene de papá.
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Ah... qué lindo es el amor de una hija pro su papá.
Gracias, comenten mucho, que me animan a seguir. Adios!

9 comentarios - Despertar incestuoso de una hija enamorada cap 11

4trujillo52 +1
que buen relato!!, se me endurecio ni bien empeze a leer;; que buena hija, le dio un regalo al padre, que morbosooo!!. van puntos!
Soyyo277
Uuuuffff muy bueno como siempre!
+10 merecidos
nalim1993
hola dejamos este relato http://www.poringa.net/posts/relatos/3032175/Soy-la-tia-atrapada-por-mi-sobrino-y-debut-que-puta-soy-jaj.html?notification#comment-148970
0sCaRsEvN
Cuando vuelve la "él inicio de una madre en el incesto"? Me quede picado con esa historia ojala pueda volver a leerla pronto
Dejo puntos y felicitaciones por tan grandiosos relatos. ✌😘
CRMena
Que rico volver a leerte cariño, extrañaba este placer tan sublime, mil gracias por regalarnos una entrega más de esta historia tan caliente, leeré las otras que me quedaron pendientes... Cuídate mucho y feliz semana!
Guaito
Como me dejó la verga este relato. Tremendo. Que buena nena