Este relato es continuación de éste otro: http://www.poringa.net/posts/relatos/3026858/Esa-madrugada.html#comment-142583
"Habrá sido un sueño" repetía una voz en mi cabeza que parecía haberlo visto todo. Brillaba el sol que entraba por la ventana e inundaba la habitación. Yo estaba solo y la cama medio vacía a mi lado contenía su ausencia. Supe que no tenía que buscar explicaciones, solo esperar a la próxima vez que su belleza me toque.
Todo era medio borroso. Al lado de mi cabeza, sobre la almohada que le correspondía, una tanga blanca con un dibujo de kitty en rosado descansaba esperando que despertara. Era su pequeña ofrenda y pedido de disculpas por irse sin avisar.
Agarré el pequeñísimo trozo de tela unido por unos finísimos hilos con la mano derecha y lo olí. Sentí el aroma de su concha mezclado con pis. Ese aroma que tan loco me vuelve y sabe que lo hace. Tengo una colección de esas pequeñas tangas que usa en uno de los cajones de mi armario. Me gusta cómo le quedan.
Recuerdo la primera vez que se desnudó delante mío. Fue hace como dos años en el baño de la casa de una amiga mutua donde se festejaba un cumpleaños de alguien a quien no conocía ninguno de los dos. Solos y perdidos entre la gente nos gustamos. Tomamos dos tragos y ella me invitó a que cojamos a escondidas. Dentro del baño se sacó los pantalones para poder montarse mejor sobre mi pija y ví por primera vez una de esas mínimas tangas que gustaba de usar. Aclaro ahora que su cuerpo no es del tipo de las mujeres que las usan. Es mas bien "gordita" según los cánones de la normalidad de los cuerpos adocenados. Petisa, sonrisa radiante, ojos negros que todo lo dicen, unas tetas preciosas para morir chupandolas y unas anchas caderas que me calientan a morir. Por eso me resultó raro que usase esa prenda tan diminuta. El pequeño hilo dental de la cola se perdía en la inmensidad de sus nalgas. El trocito de tela de la parte de adelante solía quedar semiescondido debajo de la piel de su panza y piernas.
Esa primera vez en el baño desconocido, llevaba una con un dibujo del Principito regando a la Rosa en su pequeño planeta. Se la corrió con una mano y se sentó sobre mí verga. Yo estaba sentado a la vez en el inodoro. Me cogió con tanta naturalidad y dulzura que olvidé dónde estaba.
- Me calienta usarlas. Me siento sexy- me dijo cuando le pregunté al respecto. Y se daba vuelta mostrándome el culo carnoso.
Recordando su culo y oliendo sus aromas empecé a pajearme en la cama. Mi verga estallaba recordando cada pliegue de su piel. Su pelo corto y un poco despeinado. Sus pezones enormes y morados. Su concha siempre depilada.
Volviéndola a recordar sobre mí en aquella primera noche de sexo me puse la tanga de kitty y me seguí pajeando con el hilo de la prenda entre mis nalgas. Su rostro enrojecido en mi memoria. Su lengua pasando por el labio superior degustando mi verga que la penetraba al mismo tiempo. Sus ojos cerrados y sus manos sobre mis hombros. Sus flujos bajando pesados por el tronco de la pija hasta humedecerme los huevos. Nuestra calentura llenando el aire de ese baño oscuro.
Con la mano izquierda empecé a tocarme el orto mientras me pajeaba. Como se lo tocaba a ella esa vez en el baño. Jugueteando con su ojete. Su respiración que se agitó aún más al contacto con mi dedo así como también la mía al recordarla tocándome. Así sus tetas se bambolearon una vez más en mi recuerdo cada vez más rápido y agitadas con el movimiento cada vez más intenso de la calentura hasta que acabó y acabé dentro de ella y sobre mi panza llenándome de leche en mi cama vacía esa mañana.
"Habrá sido un sueño" repetía una voz en mi cabeza que parecía haberlo visto todo. Brillaba el sol que entraba por la ventana e inundaba la habitación. Yo estaba solo y la cama medio vacía a mi lado contenía su ausencia. Supe que no tenía que buscar explicaciones, solo esperar a la próxima vez que su belleza me toque.
Todo era medio borroso. Al lado de mi cabeza, sobre la almohada que le correspondía, una tanga blanca con un dibujo de kitty en rosado descansaba esperando que despertara. Era su pequeña ofrenda y pedido de disculpas por irse sin avisar.
Agarré el pequeñísimo trozo de tela unido por unos finísimos hilos con la mano derecha y lo olí. Sentí el aroma de su concha mezclado con pis. Ese aroma que tan loco me vuelve y sabe que lo hace. Tengo una colección de esas pequeñas tangas que usa en uno de los cajones de mi armario. Me gusta cómo le quedan.
Recuerdo la primera vez que se desnudó delante mío. Fue hace como dos años en el baño de la casa de una amiga mutua donde se festejaba un cumpleaños de alguien a quien no conocía ninguno de los dos. Solos y perdidos entre la gente nos gustamos. Tomamos dos tragos y ella me invitó a que cojamos a escondidas. Dentro del baño se sacó los pantalones para poder montarse mejor sobre mi pija y ví por primera vez una de esas mínimas tangas que gustaba de usar. Aclaro ahora que su cuerpo no es del tipo de las mujeres que las usan. Es mas bien "gordita" según los cánones de la normalidad de los cuerpos adocenados. Petisa, sonrisa radiante, ojos negros que todo lo dicen, unas tetas preciosas para morir chupandolas y unas anchas caderas que me calientan a morir. Por eso me resultó raro que usase esa prenda tan diminuta. El pequeño hilo dental de la cola se perdía en la inmensidad de sus nalgas. El trocito de tela de la parte de adelante solía quedar semiescondido debajo de la piel de su panza y piernas.
Esa primera vez en el baño desconocido, llevaba una con un dibujo del Principito regando a la Rosa en su pequeño planeta. Se la corrió con una mano y se sentó sobre mí verga. Yo estaba sentado a la vez en el inodoro. Me cogió con tanta naturalidad y dulzura que olvidé dónde estaba.
- Me calienta usarlas. Me siento sexy- me dijo cuando le pregunté al respecto. Y se daba vuelta mostrándome el culo carnoso.
Recordando su culo y oliendo sus aromas empecé a pajearme en la cama. Mi verga estallaba recordando cada pliegue de su piel. Su pelo corto y un poco despeinado. Sus pezones enormes y morados. Su concha siempre depilada.
Volviéndola a recordar sobre mí en aquella primera noche de sexo me puse la tanga de kitty y me seguí pajeando con el hilo de la prenda entre mis nalgas. Su rostro enrojecido en mi memoria. Su lengua pasando por el labio superior degustando mi verga que la penetraba al mismo tiempo. Sus ojos cerrados y sus manos sobre mis hombros. Sus flujos bajando pesados por el tronco de la pija hasta humedecerme los huevos. Nuestra calentura llenando el aire de ese baño oscuro.
Con la mano izquierda empecé a tocarme el orto mientras me pajeaba. Como se lo tocaba a ella esa vez en el baño. Jugueteando con su ojete. Su respiración que se agitó aún más al contacto con mi dedo así como también la mía al recordarla tocándome. Así sus tetas se bambolearon una vez más en mi recuerdo cada vez más rápido y agitadas con el movimiento cada vez más intenso de la calentura hasta que acabó y acabé dentro de ella y sobre mi panza llenándome de leche en mi cama vacía esa mañana.
4 comentarios - Esa mañana.
...la cama semi vacia a mi lado contenía su ausencia... qué frase!