-Hola, ¿como estás?- decía el wasap que recibí exactamente a las nueve y cinco de la mañana.
Recién llegaba a la oficina y me preparaba un café cuando la impronta de ese mensaje provoca en mi cuerpo un inusitado revuelo de hormonas.
-¿Pablo?- escribo temerosa de que se trate tan solo de un error.
-El mismo que viste y calza- me contesta con emoticones de sonrisas y saludos.
-¿Cuándo volviste?- le pregunto.
-Acabo de llegar, lo primero que hago es escribirte-responde.
-¿Que te pasó? ¿Te fuiste tan apurado que te olvidasteel celular?- le recrimino ya que lo había llamado insistentemente aunque sin éxito.
-Algo así- contesta enigmático.
-¿Y a que se debe el honor?-
-Nada, solo quería invitarte a tomar unos mates-
-Mirá que sos hijo de puta eh, apareces después de..., no sé, casi medioaño, ¿y me llamás solo para coger?-
-Es que estuve con varios quilombos allá, hace como un mes que no lapongo y al volver pensé en vos, ¿hice mal?-
Pausa. Respiración agitada. Taquicardia. ¡Hace como un mes que no lapone y me llama a mí! ¡A mí! ¿Acaso podía negarme?
-Hacés bien- le respondo finalmente -¿Llevo facturas?-
-Dale, yo tengo el termo listo- remata con varios diablitos.
Le invento a mi jefa otra excusa más y salgo rumbo a lo de Pablo. Enmenos de una hora estoy allí. Compro las facturas en la panadería de enfrente, dedulce de leche y crema pastelera, como le gustan, y me cruzo a su casa.
Ya había perdido la esperanza de volver algún día a ése lugar, pero allíestaba de nuevo, taconeando el pasillo, subiendo la escalera y golpeando la puertade mi propio antro de perdición.
Pablo abre y me recibe en bóxer y remera, ostentando ya un privilegiadoabultamiento allí en dónde la Madre Natura había sido más que generosa.
Dejo caer la cartera, las facturas y el saco que llevaba colgado en elbrazo y me abalanzo sobre él para besarlo y abrazarlo con esa desmedida pasión quesiento desde que nos encontramos por primera vez en el colectivo, en el 150 paraser más exactos.
Nos chuponeamos un largo rato, metiéndonos mano por doquier, celebrandode la forma más lúbrica y lasciva aquel demorado reencuentro.
No puedo esperar, así que ahí mismo, junto a la puerta, le bajo el calzoncilloy echándome de rodillas, le devoro la poronga. Me la como así como está, medio gomosatodavía, para endurecerla a puro pete.
Después de tanto tiempo, escuchar sus jadeos, provocados por el placerque le proporcionan mis labios, me resulta deliciosamente estimulante, por lo quese la chupo con más fuerza, arrancándole jadeos aún más intensos. Pero aunque ambosdisfrutamos la mamada, me la tiene que sacar para no acabar tan rápido.
Me levanta y tomandome de la mano me lleva hacia su cama. Con unos pocosmovimientos me deja en bolas y hace que me recueste de espalda. Se saca la remeray echándose por entre mis piernas bien abiertas, me devuelve la atención con unasoberbia chupada de concha.
Lo que me hace allí, en ese vórtice infernal, no tiene nombre. Con lalengua recorre una y otra vez los pliegues de mi sexo, con los labios me besa lospuntos más álgidos y con los dientes me muerde como si quisiera arrancarme los gajosa mordiscones.
Pese a la brusquedad que exhibe, no me opongo, me entrego sin restricciones,dejando que su boca me devore por completo.
Cuando se retira, dejándome con la concha lubricada y el clítoris hinchado,me siento abandonada, como si hubiese quedado a la deriva, desprotegida y vulnerable,pero la sensación dura solo un instante, hasta que vuelve conmigo y me la pone enesa forma suya tan única y elocuente.
Me la mete sin forro, toda, toda, toda, bien dura y enardecida, arrancándome,desde lo más profundo de mis entrañas, esos gemidos que solo él es capaz de provocar.
Ni siquiera tiene que cogerme para hacerme gozar, acabo ni bien la tengoadentro, llenándome hasta el rincón más profundo.
Todavía estoy en pleno polvo, cuando me agarra de las pantorrillas yempieza a garcharme con todo, sacudiéndome hasta el alma con cada embiste.
Me llena y rebalsa de verga, sometiéndome a un vaivén demoledor, entrandoy saliendo, machacando todo a su paso.
Cuando se detiene, soy yo la que se mueve, ensartándome una y otra vezen tan pródiga dureza, sintiéndome deliciosamente rebalsada de placer.
Entonces me sujeta con fuerza y echándose de espalda, me mantiene arriba,bien montada encima suyo, con toda su pija adentro. Me quedo quieta un instante,dejando que esa sensualidad que uno y otro expresamos, alcance hasta el último resquiciode mi sexo.
Me siento a gusto ahí arriba, altiva y dominante, tan bien ensartadaque nuestros cuerpos parecen uno.
-¡Por Dios Pablo, ¿con qué la estuviste alimentando?!- le pregunto entreexpresivos jadeos, moviéndome arriba y abajo, sintiendo que cada golpe me retumbahasta en el cerebro.
-¡Con tucumanas!- me responde, agarrándome bien fuerte de la cola e impulsándoseél también desde abajo, provocando ese inconfundible chapoteo cada vez que rebotacontra mi cuerpo.
-¡CHAP - CHAP - CHAP - CHAP...!-
Teniéndome así, bien sujeta, desbordada de pasión, me la deja clavadaadentro y entre roncos jadeos me llena la concha de leche. Debo decir que no melo esperaba. Digo, coger sin forro es una cosa, pero que te acaben adentro es algomuy distinto. Y para cuando me doy cuenta ya es demasiado tarde. ¿Que puedo hacer?Ya había recibido unos cuántos lechazos, así que no me queda otra más que disfrutarde todo lo que me inyecta a mansalva.
Obvio que acabo con él, deshaciéndonos ambos en una pletórica sinfoníade suspiros y jadeos.
Ahora viene la pausa, el respiro, esa tregua tan necesaria luego delplacer. Eso es lo que pienso y creo, pero aunque se acaba de echar uno de esos polvosque te dejan fuera de carrera por un buen rato, sin necesidad de descanso alguno,me sigue cogiendo.
Bien aferrado de mi cintura, empieza a moverse de nuevo, dentro y fuera,chapoteando con su verga por sobre esa mezcla de flujo y semen que impregna todami conchita.
Esta vez la segunda descarga no se hace esperar, y de nuevo vuelve allenarme con una efusividad incluso mucho más intensa que la anterior.
Me deja desfalleciendo de placer. Inmersa en una densa y arrobadora agonía,de la cuál voy emergiendo poco a poco, como quién despierta de un trance.
Lo primero que veo cuando salgo de esa especie de ensoñación es su celular.Pablo no está, así que aprovechando el momento, lo agarro, lo desbloqueo (por suerteno tiene contraseña), y como si fuera algo que tenía planificado de antemano, buscoen la lista de contactos el número de Tripa. Me lo aprendo de memoria y dejandoel teléfono como estaba, vuelvo a hacerme un ovillito, como si todavía no hubierareaccionado.
Al rato vuelve al cuarto con la pava y el mate.
-Te dije que íbamos a matear- me dice convidándome uno.
Tras tomármelo, me levanto y así, desnuda, voy a buscar las facturas que quedaron en la sala.
Mientras nos tomamos unos mates, me pone al día respecto a su intempestivoviaje a Tucumán, y por lo que me cuenta, logro entender la urgencia del mismo.
Luego del mate cogemos de nuevo, esta vez por el culo, "profundizando"tan ansiado reencuentro.
Me pongo en cuatro y con la cola en pompa me dejo perforar a mansalva,disfrutando cada golpe del su pelvis contra mis nalgas.
-¡Ahhhhh sí..., ahhhhhh..., rompeme bien el culo, sí..., sí..., sí...,ahhhhhh..., como te extrañé Pablo..., ayyyy..., nadie me hace la cola como vos...!-le grito entre desgarradores jadeos, ofreciéndole toda mi retaguardia para que mela deshaga a gusto y placer.
Bien afirmado sobre sus pies, con las manos adosadas a mi cintura, meembiste con todo, horadándome hasta el alma con cada pijazo.
No sé si sería cierto eso de que hacia rato que no la ponía, no me imaginoa un tipo como Pablo practicando la abstinencia, pero se lo nota hambriento de sexo,con ganas de ponérmela hasta por las orejas.
Yo encantada, por supuesto, con tal de tenerlo adentro que me la metapor donde quiera.
Cada encule es acompañado por una nalgada; fuerte, violenta, irascible.La lujuria en su estado más salvaje y caótico.
Metiendo una mano por entre mis piernas, yo misma me sacudo el clítoris,hasta me lo pellizco, sintiendo como mi hombre ya se está preparando para un nuevoestallido.
No sé de donde saca tanta leche, pero me vuelve a llenar, ahora el culo,inundándome con esa efusividad que me resulta tan gratificante y devastadora.
-¡Ufffffff..., si me vas a recibir así me vuelvo a ir mañana mismo...!-exclama Pablo entre plácidos gruñidos, derrumbándose sobre mí, sin sacármela todavía,dejando que hasta la última gotita de semen se diluya en mis intestinos.
Pese al soberbio, formidable, espectacular e IM-PRE-SIO-NAN-TE garcheque me acaba de pegar, ya estoy pensando en Tripa, así que lo llamo ni bien salgode lo de Pablo.
-Hola, ¿Tripa? No sé si te acordás de mí, soy Mariela, la amiga de Pablo,la que estuvo en su cumpleaños- me presento.
-Como olvidarte, pero de lo que si no me acuerdo es de haberte dado minúmero-
-No me lo diste, lo conseguí yo solita-
-¡Jajaja...! ¿Y para qué, estás extrañando algo ahora que Pablo se fuea Tucumán?-
No sabe que Pablo está de vuelta, y ésa es una muy buena noticia paramí.
-Algo así- le contesto.
No es necesario que digamos nada más. Como suele decirse, a buen entendedor,pocas palabras. Así que arreglamos para vernos mañana mismo.
¿Hace falta que les diga que ya me estoy mojando?
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9 comentarios - Y volvió Pablo...
"...escuchar sus jadeos, provocados por el placer que le proporcionan mis labios, me resulta deliciosamente estimulante, por lo que se la chupo con más fuerza, arrancándole jadeos aún más intensos."
Lo que me hace allí, en ese vórtice infernal, no tiene nombre. Con la lengua recorre una y otra vez los pliegues de mi sexo, con los labios me besa los puntos más álgidos y con los dientes me muerde como si quisiera arrancarme los gajos a mordiscones.
Todavía estoy en pleno polvo, cuando me agarra de las pantorrillas y empieza a garcharme con todo, sacudiéndome hasta el alma con cada embiste."[/i]
Quién es el Tripa?
Este "personaje" no entraba en mis libros.
Pero parece que pronto él hará de las suyas con nuestra querida Mariela, así que a esperarlo con ansias...jajaja
Muy buen relato querida amiga...FELICITACIONES linda!! +10
Besitos
LEON
Me encantó. Te mando un besote.