En esta oportunidad nos dedicaremos a un caso muy sorprendente y peculear del que mucho se ha hablado, pero del que poco se sabe a ciencia cierta. Conocido es el dicho popular de que cuando la pendeja está estúpida y rebelde, “viene siendo hora de que la agarre el rompeculos de la calle boedo”, o “anda teniendo ganas de que la agarre el culedor de boedo”, o similares frases que usan padres, aunque principalmente madres, conocedoras de las necesidades de sus hijas a esa edad: calientes y hambrientas, apretadas.
Se ha sabido de casos de jovencitas que, luego de visitar al “Rompeculos”, ya dejan de ser las mismas y comienzan una nueva vida de cariño, estudio y dedicación, como si acaso esa tremenda verga de la que se dice tiene Roberto —tal el nombre del rompecolitas (pero a quién le importa)— tuviera un efecto sanador o correctivo en sus “pacientes”, y por ello la concurrencia a la piecita del vergón Roberto —donde sea que se presente— de madres deseosas, llevando a sus temerosas hijas de la mano, a que Roberto les de su "bendición" —bendición láctea— profundo en el ojete de esas jovencitas.
Se dice que Roberto las recibe cordialmente en una pequeña habitación, las invita/ordena a que se sienten y tomen un vaso de leche tibia con galletitas, luego les convida pija en la mano, para que la masajeen mientras él escucha fraternalmente las inquietudes de la pendeja dada y siga merendando. Luego de un momento, y quizás para callar a la jovencita que no deja de decir sus tonterías, les invita/ordena, sin más, a que le chupen la verga.
— Chupame la verga, puta de mierda — es la conocida frase gentil que les dice el honorable Rompeculos de Boedo a sus pacientes, quizás para callarlas, empezando así la parte del tratamiento más intensa y jugosa.
Las jovencitas maman —del modo que puedan, pues muchas veces pasa que tremenda pija cuesta que les entre en la boca— y Roberto las festeja y les masajea el pelo y la cabeza, quizás terapéuticamente. Cuando es notorio que la pendeja con la vergota no sabe hace mucho, Roberto suele tomarles la cabeza y directamente culeárles la boquita y garganta, mientras él se rie, y las jovencitas se atragantan y ahogan. Pero cuidado, que se dice que Roberto es cauto y nunca se excede, y, luego de unos cuantos vergazos y bombeo bucal, suele sacar la pija de la boca de jovencitas llorosas y chorreantes de baba y flema, y preguntarles cómo están. Ellas siempre responden, palabras más, palabras menos:
— Estoy bien, señor, quiero más verga, quiero másss…
Y Roberto se las sigue culeando bucalmente.
Rara vez nuestro Rompeculos de la Calle Boedo les acaba en la boca/garganta de sus pacientas, pues guarda tamaña recompensa lechosa para los rectos de esas pendejas putitas, pero ha habido veces en las que sucedió — Dios bendiga a esas jovencitas entusiastas que mamaron tan bien, que tuvieron leche en la boca y en la cola.
Luego de la primer etapa del citado tratamiento, sigue el plato fuerte y la etapa definitoria, que es, como muchos imaginarán, el culéo duro de esas pendejas apretadas y rosaditas, y es así que Roberto las invita/ordena a que se pongan en cuatro sobre la cama, separando con sus manitos los cachetes, para que él pueda inspeccionar, saborear, lubricar esos culitos, en general virginiales, o mal penetrados. Pero bueno, la descripción de esa etapa del tratamiento, será en el siguiente capítulo.
Gracias por leerme.
Lo, investigadora de lo juvenil y anal.
Fuente:
https://steemit.com/nsfw/@gololita/informe-especial-el-rompeculos-de-la-calle-boedo
Se ha sabido de casos de jovencitas que, luego de visitar al “Rompeculos”, ya dejan de ser las mismas y comienzan una nueva vida de cariño, estudio y dedicación, como si acaso esa tremenda verga de la que se dice tiene Roberto —tal el nombre del rompecolitas (pero a quién le importa)— tuviera un efecto sanador o correctivo en sus “pacientes”, y por ello la concurrencia a la piecita del vergón Roberto —donde sea que se presente— de madres deseosas, llevando a sus temerosas hijas de la mano, a que Roberto les de su "bendición" —bendición láctea— profundo en el ojete de esas jovencitas.
Se dice que Roberto las recibe cordialmente en una pequeña habitación, las invita/ordena a que se sienten y tomen un vaso de leche tibia con galletitas, luego les convida pija en la mano, para que la masajeen mientras él escucha fraternalmente las inquietudes de la pendeja dada y siga merendando. Luego de un momento, y quizás para callar a la jovencita que no deja de decir sus tonterías, les invita/ordena, sin más, a que le chupen la verga.
— Chupame la verga, puta de mierda — es la conocida frase gentil que les dice el honorable Rompeculos de Boedo a sus pacientes, quizás para callarlas, empezando así la parte del tratamiento más intensa y jugosa.
Las jovencitas maman —del modo que puedan, pues muchas veces pasa que tremenda pija cuesta que les entre en la boca— y Roberto las festeja y les masajea el pelo y la cabeza, quizás terapéuticamente. Cuando es notorio que la pendeja con la vergota no sabe hace mucho, Roberto suele tomarles la cabeza y directamente culeárles la boquita y garganta, mientras él se rie, y las jovencitas se atragantan y ahogan. Pero cuidado, que se dice que Roberto es cauto y nunca se excede, y, luego de unos cuantos vergazos y bombeo bucal, suele sacar la pija de la boca de jovencitas llorosas y chorreantes de baba y flema, y preguntarles cómo están. Ellas siempre responden, palabras más, palabras menos:
— Estoy bien, señor, quiero más verga, quiero másss…
Y Roberto se las sigue culeando bucalmente.
Rara vez nuestro Rompeculos de la Calle Boedo les acaba en la boca/garganta de sus pacientas, pues guarda tamaña recompensa lechosa para los rectos de esas pendejas putitas, pero ha habido veces en las que sucedió — Dios bendiga a esas jovencitas entusiastas que mamaron tan bien, que tuvieron leche en la boca y en la cola.
Luego de la primer etapa del citado tratamiento, sigue el plato fuerte y la etapa definitoria, que es, como muchos imaginarán, el culéo duro de esas pendejas apretadas y rosaditas, y es así que Roberto las invita/ordena a que se pongan en cuatro sobre la cama, separando con sus manitos los cachetes, para que él pueda inspeccionar, saborear, lubricar esos culitos, en general virginiales, o mal penetrados. Pero bueno, la descripción de esa etapa del tratamiento, será en el siguiente capítulo.
Gracias por leerme.
Lo, investigadora de lo juvenil y anal.
Fuente:
https://steemit.com/nsfw/@gololita/informe-especial-el-rompeculos-de-la-calle-boedo
4 comentarios - Informe especial: el rompeculos de la calle Boedo
Van putos merecidos 😉
muy bueno van puntos