Debo confesar que hacerle el culo a mi adorada esposa ymadre de mis cuatro hijos se había convertido por ese entonces en la piedrafundamental de mi vida. No sabía cómo abordar el tema y odiaba que ellarechazara mi oferta.
Un plan de años se basó en jugar con mis dedos en la virolade su ano y entrar con la punta de los dedos sobre todo cuando presentía susorgasmos.
Nunca una queja, nunca un descredito a mi acción, pero mitemor era terrible.
Recuerdo cuando la tenía en doggy style pasarle el glandepor la puerta era increíble la tentación de apretar el tronco de la pija y mandárselaa guardar. El gran respeto de años me impedía hacerlo, también me impedíahacerlo saber que no tenía charlas sobre lo que hacíamos en la intimidad enforma explícita, más bien lo hacíamos.
Recordaba de nuestra adolescencia como se quejaba de susdolores de carretilla cuando empezaba a chuparme la pija. Hoy ni lo hace, y comome la chupa, y más como le gusta que le acabe en su boca. Pero en ese entonceseran quejas y fue todo un portal que atravesar y lo superamos.
El culo, seria porque ya habíamos superado la juventud se meponía como una barrera, pero ya era casi mi obsesión.
Los que hemos tenido una relación muy larga sabemos que hay díasen los que nuestra excitación está por encima de la media habitual. Bueno eraun día de esos.
Le dije mientras la tenía penetrada de atrás en su vagina:
-hay corazón me muero por hacerte la cola, como me gustaría saberque te voy a acabar en el culo…. Muy melosamente.
-creí que nunca me lo pedirías, hace años que lo espero,pero nunca te decides.
Cuando acabé en su culo y vi su esfínter dilatado por elgrueso de mi poronga y el hilo de leche chorreando desde el bordillo de su culome di cuenta todo el tiempo perdido.
Un plan de años se basó en jugar con mis dedos en la virolade su ano y entrar con la punta de los dedos sobre todo cuando presentía susorgasmos.
Nunca una queja, nunca un descredito a mi acción, pero mitemor era terrible.
Recuerdo cuando la tenía en doggy style pasarle el glandepor la puerta era increíble la tentación de apretar el tronco de la pija y mandárselaa guardar. El gran respeto de años me impedía hacerlo, también me impedíahacerlo saber que no tenía charlas sobre lo que hacíamos en la intimidad enforma explícita, más bien lo hacíamos.
Recordaba de nuestra adolescencia como se quejaba de susdolores de carretilla cuando empezaba a chuparme la pija. Hoy ni lo hace, y comome la chupa, y más como le gusta que le acabe en su boca. Pero en ese entonceseran quejas y fue todo un portal que atravesar y lo superamos.
El culo, seria porque ya habíamos superado la juventud se meponía como una barrera, pero ya era casi mi obsesión.
Los que hemos tenido una relación muy larga sabemos que hay díasen los que nuestra excitación está por encima de la media habitual. Bueno eraun día de esos.
Le dije mientras la tenía penetrada de atrás en su vagina:
-hay corazón me muero por hacerte la cola, como me gustaría saberque te voy a acabar en el culo…. Muy melosamente.
-creí que nunca me lo pedirías, hace años que lo espero,pero nunca te decides.
Cuando acabé en su culo y vi su esfínter dilatado por elgrueso de mi poronga y el hilo de leche chorreando desde el bordillo de su culome di cuenta todo el tiempo perdido.
3 comentarios - Tiempo perdido