EMPIEZA ACÁ
Rosita dejó la cama de los padres deshecha luego de su ardúa paja adolescente, estaba en la etapa de la rebeldía y poco le importaba que supieran que era una pajera. Es más, quería que su padre lo supiera. Y que supiera que era una puta del orto... bah, que quería serlo, jaja, pobre estúpida.
Pero bueno, Rosita esperó a papá en la mesa de la cocina con un café para él y su taza vacía, esperando "la leche que traería papi", pensaba para sí esa idea, y se reía, pues de verdad esperaba la caja de leche, pero también que papi le acabe en su garganta su leche. "Ayyy, qué puta soy" también se decía, y se reía. Qué puta estúpida nuestra Rosita de orto rosadito.
Papi llegó, se sentó frente a ella a merendar, notó su pelo despeinado y el olor a puta de su nena, no le prestó atención, pues vamos: era la adolescencia y era normal, se imaginaba. Hablaron estupideces, papi se dió cuenta que su nena estaba en tetas debajo de su remerita, bueno: en tetitas debajo de su remerita, para ser más exactos, y de que tenía los pezones bien marcados mientras le hablaba.
Ro se levantó a buscar el azucar y papi notó que su nena tenía un shorcito blanco demasiado metido en el culo, y que ese culito era hermoso. Papi se calentó. Siguieron merendando, pero ahora ambos querían cojerse, pero nadie decía nada, pero Ro esperaba que papi se la culée, y hasta tomó la iniciativa cuando se levantó de la silla y fue a sentarse upa de papi, algo que solía hacer, pero esta vez era bien distinto y no tardo mucho para que, entre charlas tontas, la verga de papi se le endureciera debajo del culito danzarín y juguetón de la nena. Papi se levantó, y fue al baño. Qué torpeza, la culpa le impidió seguir y satisfacer a su nena, pero bueno, nuestro papi era correcto, aunque se fue a pajear duro al baño, a pajear una tiesa vergota que quería estar en el orto de su nena.
Rosita se ofuscó un poco, tomó su leche y salió al patio, vestida de puta como estaba, fue a la hamaca en el patio y, en ella, mientras se balanceaba y se acariciaba la concha, vio a su vecino que la saludaba. El vejete le mandó un beso y le dijo, babosamente:
— ¿Cómo estás, princesa..? ¿Querés venir a tomar la leche? JAJA.
Rosita se bajó de la hamaca y se acercó a la cerca:
— Hola, señor, bueno...
Y cruzó la cerca, y el tipo le acarició el pelo, y le dijo lo linda que estaba, demás boludeces; la nena le miraba la verga y luego los ojos. El tipo le tomó la mano y se la llevó adentro:
— Sacate el shorcito, nena, arrodillate, putita, no le vayas a decir nada a Julio, eh! — Tal el nombre del padre de la nena, que seguía pajeándose en el baño, pensando en su nena.
Rosita se arrodilló, frente a ella una pija gruesa y dura se le presentó, ella la besó y lamió tímidamente, hasta que el señor le indicara gentilmente que se diera prisa y la chupe bien.
— Chupala bien, puta de mierda!
El tipo la tomó del pelo y supo así darle el ritmo correcto a la culeada bucal, y le dió una lección apresurada de verga a nuestra Rosita.
Rosita no podía creerlo, era todo muy brusco y hasta asqueante, pero le gustaba como el tipo le daba verga como una completa puta, como la miraba y trataba aquel señor al que nunca había tratado demasiado, entre todos los pensamientos, lágrimas, ahogos y atragantamientos de Ro, el señor supo acabarle mucha leche en la boquita para que tragara todo, como una buena niña:
— Tragá todo, puta de mierda, como la putaza de tu madre, jajaja.
Ro tragó todo, el señor entró a su casa y ella, con la concha totalmente jugosa y el ojete hambriento, se vistió e hizo lo mismo en la suya.
Papi ya habìa acabado mucha leche, pero en el inodoro; mami recién llegaba, ambos vieron pasar a una recién culeada —pero bucalmente— Ro, rápidamente al baño.
CONTINUARÁ
Rosita dejó la cama de los padres deshecha luego de su ardúa paja adolescente, estaba en la etapa de la rebeldía y poco le importaba que supieran que era una pajera. Es más, quería que su padre lo supiera. Y que supiera que era una puta del orto... bah, que quería serlo, jaja, pobre estúpida.
Pero bueno, Rosita esperó a papá en la mesa de la cocina con un café para él y su taza vacía, esperando "la leche que traería papi", pensaba para sí esa idea, y se reía, pues de verdad esperaba la caja de leche, pero también que papi le acabe en su garganta su leche. "Ayyy, qué puta soy" también se decía, y se reía. Qué puta estúpida nuestra Rosita de orto rosadito.
Papi llegó, se sentó frente a ella a merendar, notó su pelo despeinado y el olor a puta de su nena, no le prestó atención, pues vamos: era la adolescencia y era normal, se imaginaba. Hablaron estupideces, papi se dió cuenta que su nena estaba en tetas debajo de su remerita, bueno: en tetitas debajo de su remerita, para ser más exactos, y de que tenía los pezones bien marcados mientras le hablaba.
Ro se levantó a buscar el azucar y papi notó que su nena tenía un shorcito blanco demasiado metido en el culo, y que ese culito era hermoso. Papi se calentó. Siguieron merendando, pero ahora ambos querían cojerse, pero nadie decía nada, pero Ro esperaba que papi se la culée, y hasta tomó la iniciativa cuando se levantó de la silla y fue a sentarse upa de papi, algo que solía hacer, pero esta vez era bien distinto y no tardo mucho para que, entre charlas tontas, la verga de papi se le endureciera debajo del culito danzarín y juguetón de la nena. Papi se levantó, y fue al baño. Qué torpeza, la culpa le impidió seguir y satisfacer a su nena, pero bueno, nuestro papi era correcto, aunque se fue a pajear duro al baño, a pajear una tiesa vergota que quería estar en el orto de su nena.
Rosita se ofuscó un poco, tomó su leche y salió al patio, vestida de puta como estaba, fue a la hamaca en el patio y, en ella, mientras se balanceaba y se acariciaba la concha, vio a su vecino que la saludaba. El vejete le mandó un beso y le dijo, babosamente:
— ¿Cómo estás, princesa..? ¿Querés venir a tomar la leche? JAJA.
Rosita se bajó de la hamaca y se acercó a la cerca:
— Hola, señor, bueno...
Y cruzó la cerca, y el tipo le acarició el pelo, y le dijo lo linda que estaba, demás boludeces; la nena le miraba la verga y luego los ojos. El tipo le tomó la mano y se la llevó adentro:
— Sacate el shorcito, nena, arrodillate, putita, no le vayas a decir nada a Julio, eh! — Tal el nombre del padre de la nena, que seguía pajeándose en el baño, pensando en su nena.
Rosita se arrodilló, frente a ella una pija gruesa y dura se le presentó, ella la besó y lamió tímidamente, hasta que el señor le indicara gentilmente que se diera prisa y la chupe bien.
— Chupala bien, puta de mierda!
El tipo la tomó del pelo y supo así darle el ritmo correcto a la culeada bucal, y le dió una lección apresurada de verga a nuestra Rosita.
Rosita no podía creerlo, era todo muy brusco y hasta asqueante, pero le gustaba como el tipo le daba verga como una completa puta, como la miraba y trataba aquel señor al que nunca había tratado demasiado, entre todos los pensamientos, lágrimas, ahogos y atragantamientos de Ro, el señor supo acabarle mucha leche en la boquita para que tragara todo, como una buena niña:
— Tragá todo, puta de mierda, como la putaza de tu madre, jajaja.
Ro tragó todo, el señor entró a su casa y ella, con la concha totalmente jugosa y el ojete hambriento, se vistió e hizo lo mismo en la suya.
Papi ya habìa acabado mucha leche, pero en el inodoro; mami recién llegaba, ambos vieron pasar a una recién culeada —pero bucalmente— Ro, rápidamente al baño.
CONTINUARÁ
5 comentarios - Rosita y su primer verga
Muy bueno