Rosita descubre su dulce ano - relato español
Rosita habìa desarrollado un curioso y bello culo demasiado tempranamente, haciendo que cantidad de vejetes de cuarta se lo ansiaran por demás, al igual que sus compañeritos, tontos todos en general. Ese culo no era exagerado, era firme y de bellas curvas, perfectamente combinado con preciosas piernas, Y esa carita de nena…
Pasaron numerosos admiradores de Rosita, pero ella ni consideró ceder su estrellita fantástica y rosadita, y entre amigas, decía que nunca iba a entregar la colita, como sí «todas esas negras putas», pero un dìa durante una paja pendeja, que se hacía fuertecito en la concha nuevita nuestra pendeja cheta, supo meterse su primer dedito en el ojete, sintiendo el hambre que tenía su orto; trató en seco, pero enseguida supo que debía ensalivarlo bien, y así, mientras se pajeaba del modo más dulce su virginal vagina, metía y sacaba su dedo mayor izquierdo por el ojete, de vez en cuando lamiéndose el sucio dedo para torpemente lubricarlo, saboreando también su orto rosadito… qué puta y sucia se sentìa, y cómo le gustaba.
Rosita empezó así a sentir el deseo de verga, el real deseo y ansia de pija, y la quería en su boca, en su concha y en el ojete. La paja dejó toda mojada a la pendeja, además de satisfacer bien su vagina de nena, supo meterse dos deditos en el orto, mientras gemía despacito, y murmuraba:
— Papi, rompéme el culo, ¿viste que puta soy papi? Mmm...
Y así nuestra nena acababa fuerte; todo esto, en la habitación de los padres, sobre la cama de una casa que, hasta las 18 hs, sólo ella ocuparía.
Verga, eso necesitaba Rosita para acallar sus angustias de pendeja y el estar tan caliente a esas horas. Rosita rezò por su principe azul esa tarde, toda sucia, en cuatro, sobre la cama de papá y mamá: «Quiero un principe azul que me llene el orto de leche, que me la de a «probar» en la boca —«yo no trago», decía la estúpida mentirosa a sus amiguitas —mentirosas casi todas, y virgas hambrientas— pero se moría de ganas que la enlechen bien, que la atraganten de semen.
Papi llegaría a las 6 de la tarde con la leche para que ella meriende, y ella ansiaría leche tanto tanto…
CONTINUARÁ
Rosita habìa desarrollado un curioso y bello culo demasiado tempranamente, haciendo que cantidad de vejetes de cuarta se lo ansiaran por demás, al igual que sus compañeritos, tontos todos en general. Ese culo no era exagerado, era firme y de bellas curvas, perfectamente combinado con preciosas piernas, Y esa carita de nena…
Pasaron numerosos admiradores de Rosita, pero ella ni consideró ceder su estrellita fantástica y rosadita, y entre amigas, decía que nunca iba a entregar la colita, como sí «todas esas negras putas», pero un dìa durante una paja pendeja, que se hacía fuertecito en la concha nuevita nuestra pendeja cheta, supo meterse su primer dedito en el ojete, sintiendo el hambre que tenía su orto; trató en seco, pero enseguida supo que debía ensalivarlo bien, y así, mientras se pajeaba del modo más dulce su virginal vagina, metía y sacaba su dedo mayor izquierdo por el ojete, de vez en cuando lamiéndose el sucio dedo para torpemente lubricarlo, saboreando también su orto rosadito… qué puta y sucia se sentìa, y cómo le gustaba.
Rosita empezó así a sentir el deseo de verga, el real deseo y ansia de pija, y la quería en su boca, en su concha y en el ojete. La paja dejó toda mojada a la pendeja, además de satisfacer bien su vagina de nena, supo meterse dos deditos en el orto, mientras gemía despacito, y murmuraba:
— Papi, rompéme el culo, ¿viste que puta soy papi? Mmm...
Y así nuestra nena acababa fuerte; todo esto, en la habitación de los padres, sobre la cama de una casa que, hasta las 18 hs, sólo ella ocuparía.
Verga, eso necesitaba Rosita para acallar sus angustias de pendeja y el estar tan caliente a esas horas. Rosita rezò por su principe azul esa tarde, toda sucia, en cuatro, sobre la cama de papá y mamá: «Quiero un principe azul que me llene el orto de leche, que me la de a «probar» en la boca —«yo no trago», decía la estúpida mentirosa a sus amiguitas —mentirosas casi todas, y virgas hambrientas— pero se moría de ganas que la enlechen bien, que la atraganten de semen.
Papi llegaría a las 6 de la tarde con la leche para que ella meriende, y ella ansiaría leche tanto tanto…
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