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Nos fue para el orto

Estaba a sus espaldas y levanta la vista como pudo entre sushombros y me miro con terror en el momento mismo que arrimaba la pija a lapuerta de su culo que se lo iba a penetrar por primera vez en su vida.
Su terror era visible, evidente, no bastaba con mi amor ycon mi ternura y me parecía lógico sino con la percepción de eso que elladeseaba y a la vez temía.
Repetía como lo hacía Cortázar la pija gorda de su amor pordonde no podía entrar su dedo flaco y fino.
Pude entender sus dudas, pero debía optar entre su placer ysu temor. Debí imaginar, y pueden pensar que incliné la balanza a mis ganas. Noes así. El placer en ese momento pasaba en la entrega y no propiamente en laconciencia de que hacía y con quien lo hacía. Había descubierto el antes y eldespués de un asunto.
Apoyo la mano contra mi vientre, dejo caer su largo pelo porla espalda y temblando como una hoja me dijo suavemente empuja.
La pija entro en la cola lubricada hasta el glande. Fuesuave y correcto ni se inmuto, por lo que supuse que no existió dolor. Me quedéun rato así, y fue donde me di cuenta poco a poco comenzaba a mover su anatomíay con la lubricación aplicada previamente, la pija en toda su dimensión fuehasta el fondo.
Todo el amor tiene la pauta del deseo y el dolor, el dolor lohabíamos resumido en algunos actos, ahora quedaba solo esperar los buenos díasde amor que brindaba el conocer que el culo era receptivo y placentero paraambos y que superado el miedo éramos de nuevo el alma gemela.
Cuando acabe en su estrecho culo sentí como se estremecía,le susurre al oído teniéndola atrapada por el vientre: como te gusta puta.Todos sabemos el valor de la palabra en estos momentos y sentí como sus uñaspasaban mi piel y como su saliva caía en mi pecho.

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