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Me estoy enamorando de mi Suegra!.


Me estoy enamorando de mi Suegra!.


La verdad, no lo sé. Por mi parte,considero que yo soy un hombre afortunado pues mi vida, hasta ahora, ha estadoplagada de vivencias dignas de un anciano.


 Lastimosamente, la mayoría demis vivencias no pueden ser contadas a todo el mundo. Aunque vivo rodeado de unsin fin de personas, sólo unas cuantas conocen mis historias de primera mano.


¿Cuándo empecé a pensar en el sexo?Creo que a mis 10 años, unos años más unos años menos. Con mis amigos deinfancia siempre jugábamos a las guerras con una infinidad de muñecos, nopasaban más de dos horas que montábamos una orgía entre los muñecos quecualquiera que nos viera pensaría que éramos enfermos mentales.


 Como a mis 12 años, recorríatodo mi barrio esperando a alguna mujer incauta para poder utilizar mi mano enbusca de un conocimiento táctil del sexo opuesto. Cuando llegué a mis 18 años,cursando mi bachillerato, me di cuenta de que aunque era todo un cochino depensamiento, todavía seguía siendo virgen, así que perdí mi virginidad como lamayoría de los hombres, con una puta. A lo largo de ese año, muchas putas, yuna que otra compañera de colegio, me habían ayudado a quitar mi calentura.
Mi vida universitaria fue todo unlogro, me desquité con la mayoría de las novias que tuve. Cada una de ellas eraespecial, así estaba Johanna que aunque era fría en todo el sentido de lapalabra, tenía unas tetas gigantescas. Por otro lado, Claudia era una mujerpequeña, pero todo un terremoto en la cama. Pero si una valió la pena, esa fueMónica.


Conocí a Mónica en la universidad,ella era sumamente sexy. Era pequeña, de 1.58 m para ser exactos. Tenía unacintura pequeñísima y unas caderas algo más grandes que lo normal. Sus senos noeran ni grandes ni chicos, yo diría que poseían un tamaño normal,lastimosamente a mí me gustan grandes. Sus piernas eran hermosas, los musloseran grandes y sus pantorrillas perfectas. 


Ella poseía un rostro muy bonito, nopodría afirmar que era hermosa, pero sí de seguro que llamaba la atención ahoray, con más seguridad, cuando sea una mujer madura. Pero si algo me encantaba deella, era su olor a mujer. Casi todas las mujeres tienen un dejo a pescado,ella no.


Con Mónica experimenté muchas cosas delas que yo siempre tuve curiosidad. Con todas las anteriores sólo me dedicabaal sexo normal y, una que otra vez, al sexo oral. Con ella realicé sexo anal,aunque sólo una vez puesto que su ano era demasiado estrecho, y todo tipo deposiciones. Además, con ella perdí el asco a la menstruación, y nos pasábamosesperando todos los meses sus días críticos para ir manchando todo a nuestropaso.


Así fue que después de 3 años denoviazgo, casi a punto de graduarme de Informática y teniendo 23 años, me casé conMónica.


VIAJE AL PARAÍSO


Mónica nació y creció en una ciudaddel interior de mi país, fue por este motivo que para nuestro matrimonio llegóun montón de gente, incluidos sus hermanos. Ellos eran mayores que nosotros ytenían su propia familia, por suerte me llevé bien con ellos desde el primermomento. ¿Mis suegros? Ellos vivían en la misma ciudad que nosotros, así quelos conocía desde mucho tiempo atrás. No eran una pareja ejemplar, en realidadmi suegro es una persona difícil pero, con un poco de astucia, es llevadero eincluso interesante. Mi suegra es una mujer muy buena y carismática, creo queesperando que Mónica sea así de madura, me casé con ella.


Mónica y su madre, Raquel, se llevabande maravilla. No había un día que no hablaran por teléfono por lo menos 2veces, y cada 2 días era una regla ir a su casa para visitarla. Mi suegroviajaba muy a menudo puesto que su empresa de importación así lo requería.


Como a los 6 meses de casado,acompañados de mi suegra, viajamos por primera vez a la ciudad que vio nacer ami esposa. El denominativo de ciudad era mucho para ese pueblo, pero yo estaba más que encantado con aquel lugar.


 El calor reinante y la humedad existente, aumentado considerablemente por lahermosura extrema de las mujeres que lo habitan, hacen de cualquier hombre unesclavo de sus instintos. ¿Exageración? Podría afirmar, sin temor aequivocarme, que no.


El plan de viaje era simple. Íbamos apasar los primeros días en el pueblo, luego nos dirigiríamos a la haciendaganadera de la familia de mi esposa y, por último, volveríamos al pueblo paradescansar.
A nuestra llegada, el recibimiento porparte de mi familia política me turbó. No existía día, hora y minuto que noestemos invitados a algún lugar. Las mujeres de la familia hacían que mi personaesté en constante concentración para evitar erecciones embarazosas, cada primaque conocía me hacía sudar de más, cada tía que conocía me hacia respirar demás. Me di cuenta que la belleza de mi esposa no era otra cosa que el resultadode un árbol genealógico cultivado con mucho esmero.


Para mi tristeza, mi cuñado y sufamilia, acompañados de mi esposa, mi suegra y yo, nos fuimos al campo como loteníamos planeado. Pero mi tristeza sería opacada con un nuevo sentimiento, eseque llamamos morbo. La hacienda de mi esposa era realmente grande, cerca de5000 hectáreas.


 Paradójicamente, la casa donde habitaríamos era pequeña, puesno contaba con más de dos habitaciones. Considerando que éramos 7 personas,tendríamos que acomodarnos lo mejor posible. Así, mi cuñado y su familia seacomodaron en un cuarto y mi esposa, mi suegra y yo en otro.
Después del primer día, en el cualaprendí a montar caballo y realicé mis primeras incursiones en el deporte decaza, yo estaba molido y llegué a dormir como un lirón.


El segundo día, como es costumbre enel campo, me desperté a las 6 de la mañana y pasé el resto del día descansandoy leyendo algunas revistas que, por suerte, existían en la casa. Para esemomento, yo pensé que lo más probable era que el aburrimiento me mate antes quelo haga algún animal extraño del monte. No había nadie en la casa, mi cuñado ysu familia se fue con los trabajadores de la hacienda no sé dónde, y mi esposasalió con mi suegra a pasear.


Para cuando ellas regresaron, yoestaba sentado en un sillón de la sala. Mi esposa sé echó apoyando la mitad desu cuerpo en mis piernas dándome la cara, mi suegra ocupó un sillón individualque se encontraba al frente. Me contaron que caminando por la hacienda habíanllegado a una lagunilla que se encontraba como a 1 kilómetro de la casa,verificando que no había nadie cerca, se despojaron de sus ropas y se dieron unbaño refrescante. Después, al no tener con que secarse, se pusieron sus ropasencima de sus cuerpos mojados. Mónica siempre iba vestida de jeans y camisa, encambio la vestimenta de su madre constaba de un vestido más parecido a una batade baño, pero de una tela delgadísima. Esos vestido-batas que poseía mi suegraeran gigantescos y ocultaban la forma de su cuerpo; en realidad, ella tenía ytiene una obsesión por la gordura y, por ende, toda la ropa que posee no hacemás que ocultar sus formas y hacerla parecer gorda. 


Pero en esa oportunidad,teniendo su cuerpo mojado, la parte superior de su vestido se pegaba de unaforma indecente a su torso. Ella no se daba cuenta y Mónica no podía decirlenada puesto que le daba la espalda. Sus senos, que parecían pequeños, semarcaban perfectamente y, lo que más me llamó la atención, fueron sus pezonesque se encontraban en punta y sobresalían del conjunto. Mientras hablábamos, yotrataba de controlar una erección inminente, no sabía por qué unas pequeñastetas me estaban poniendo cachondo, pero así era. Antes que Mónica se dieracuenta que su madre me traía arrecho, me levanté del sillón y me salí de lacasa a respirar aire puro.


Desde esa tarde, mi suegra empezó arondar en mi cabeza. Sabía que yo era un cochino, pero querer tirarme a misuegra no estaba en mis planes, nunca me había llamado la atención y mesorprendía que ahora sus dos pequeñas protuberancias existentes en su pechohagan que me fije en ella como mujer.
Para la noche del tercer y ultimo díaen la hacienda, me entré a dormir mucho más temprano que lo normal, no porquetuviera sueño, sino porque pensaba que estando dormido, o haciéndome aldormido, mi suegra se cambiaría en nuestra habitación. No estaba equivocado, loúnico que no ayudaba al plan es que en la casa no existía luz eléctrica, perola naturaleza sí me ayudó y una luna llena desplegaba su luz y hacía que lavisión fuera pasable pero no buena.


Mónica ya se había acostado junto a míy vi como Raquel entraba al cuarto y se soltaba los tiros de su vestido-bata,dejaba caer esa prenda y quedaba solamente con sus calzones puestos. En esemomento no podría decir si ella tenía un lunar acá o allá, la luz natural no sepresta para los mirones, pero la forma de su cuerpo me turbó. Ella mide como1.70 m, no es flaca, en realidad está pasada de peso, como unos 75 kilogramos. 


Sus senos, como me los había imaginado, eran pequeños pero se notaba que estabanadornados con 2 pezones bien afilados y algo gruesos. Su sobrepeso hacía que suabdomen no sea plano, más bien era algo protuberante, pero no feo. Su cintura,algo raro cuando se conocen mujeres con sobrepeso, no era rollizo. Sus caderaseran anchas, mucho más anchas que las de Mónica si vale la comparación, así quela unión caderas-estomago-cintura hacían de su cuerpo una visión arrechante.Sus nalgas, ocultas en su mayoría por su calzón de mujer madura, eran un pocoplanas pero para nada desagradables.


 Si al conjunto sumamos unos muslos muybien contorneados, ayudados seguramente por la gordura y por la falta de visiónde una posible celulitis, mi suegra logró que mi pene crezca de una maneradescontrolada.


¿Cómo podía ser que una mujer de 50años me la levante? ¿Qué color era la piel de su cuerpo? ¿Tenía celulitis quepodría afear algo a esta gran mujer? ¿Su conejo era peludo? ¿Sus labiosvaginales eran grandes? ¿Le gustaba el sexo? ¿Podría tirármela? ¿Era buena enla cama? Esas son sólo algunas de las preguntas que rondaron por mi cabeza esanoche. Había que hacer algo. Pero, ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo?
Los demás días de mi estadía en elpueblo yo fregaba a la familia para ir a la piscina. Lastimosamente, mi suegrafue con nosotros un solo día y, apenas llegamos, me descuidó y se metió al aguaocultando rápidamente su cuerpo de miradas y críticas que no quería recibir. Sia esto le sumamos que se dedicó a jugar con sus nietos toda la tarde, ya podránimaginar el chasco que me llevé.


Yo esperaba que ella tome sol comotodas las demás mujeres pero, paradójicamente, mis ojos no se prestaron a suscuerpos. En cambio, los demás hombres existentes en la piscina, no hacían másque quitar lo poco que tenían de ropa a mi mujer, cuñada, primas, tías, etc.


Por suerte, en mi papel de tíoamoroso, jugué con mis sobrinos y con mi suegra. Lo mejor fue cuando jugamos alas guerras, todos me atacaban, mis sobrinos se lanzaban sobre mí y yo loslevantaba y los botaba lo más lejos posible. 


Cuando me cansé, todos nosdirigimos a mi suegra, como es de suponer a instancia mía. Mi suegra,imitándome les botaba lo más lejos que podía, en medio de la euforia me uní alequipo de mis sobrinos y levante a mi suegra de la espalda y la parte posteriorde sus piernas para botarla, esta maniobra la repetí muchas veces, poniendoespecial cuidado en tocarle el culo y las tetas lo más que podía. Ella estabafeliz, no se daba cuenta de mis segundas intenciones, así que tampoco decíanada cuando me ponía detrás de ella, para cubrirme de los ataques de losvástagos de la familia, y la abrazaba, pegando mi pene, que por suerte noestaba muy erecto, en su culo. Ella reía y todos me miraban como el maridoideal. Qué chistosa es la vida.


Por desgracia la vacación terminó esedía y, mi suegra, mi esposa y yo, tuvimos que regresar a nuestra ciudad paracontinuar con nuestra vida, una hermosa y feliz vida, por cierto.


RETORNO E INICIO


Habrían de pasar más de 4 meses paraque las cosas realmente se pongan interesantes. 4 meses en los cuales yo medediqué a descubrir cuán cerca tuve una mujer madura que estaba como parapecar.
Mi descubrimiento se inició cuando medetuve a pensar, como a la semana que llegamos del viaje, ¿Qué tenía mi suegrade especial?. Ella, por más que trate de ocultar su cuerpo, es una mujerhermosa. Su rostro es precioso y, seguramente, fue muy bella de joven. Sus ojoscafés claros, su tez blanca y sus labios bien dibujados, acompañados de uncarácter excelente, buen humor y una personalidad nada mojigata hacen de ellauna mujer en todo el sentido de la palabra. Además, si le sumamos la eleganciaque tiene en vestir y la forma de comportarse con la gente, ella pasa de unamujer cualquiera al denominativo de dama.


Como decía, a los 4 meses la cuestiónse puso interesante. Mi mujer y su madre se encontraban pasando unos cursos derepostería y, el día que les fijaron su examen final, la clase se extendió másde la cuenta. A eso de las 10 de la noche llegaron a mi casa y, considerandoque ya era tarde y mi suegro no se encontraba en la ciudad, Raquel quisoquedarse en nuestro hogar a dormir.


Como siempre, ellas dos dormirían enmi habitación y yo me acomodaría en el sillón de mi escritorio. A medianoche,me desperté con unos ruidos que provenían de la cocina, me dirigí a la misma yencontré que mi suegra estaba preparando un café. Como de costumbre, elladormía con un camisón largo que aplacaba cualquier intento de sentirse sexy asu lado. Pero a mí no me importaba.


– Óscar, discúlpame por haberte hecholevantar. ¿Estaba metiendo mucho ruido? -preguntó mi suegra. – No, la verdad yono dormía -mentí. – Bueno, ¿Entonces me acompañarías a tomar un café? Odiosentarme a la mesa sola -afirmó mi suegra. – Claro que la acompaño, pero mejornos sentamos en la sala, así estaremos más cómodos.


– – La charla en la cual nos vimosenfrascados era sumamente trivial y, no sé en qué momento, terminamos hablandodel viaje que hicimos. Hablamos de la hacienda, de sus parientes, de sus nietosy, naturalmente, caímos en nuestra guerra acuática. Ella me comentó que miactitud hacia sus nietos había quitado cualquier duda de mi buena voluntad paracon su familia. Nos reímos recordando y, me pidió disculpas por casi habermeroto la espalda el momento en que la levanté. No dejé que continuara, leaseguré que ella no es ni la mitad de gorda de lo que ella supone. Ahí fuedonde se desarmó.


– – – Ya quisiera creer eso Óscar,estoy más gorda que un hipopótamo -dijo.
 – No, usted está mucho mejor para laedad que tiene -respondí queriendo ser más galán de lo que acostumbro. 
– Esoquisiera yo, pero si me miras bien, te darás cuenta de lo excedente que tengo. 
– Yo no lo llamaría excedente, yo lo llamaría extra. Pero extra en el buensentido de la palabra -otro dardo de galantería. – ¿Extra? ¿Cuándo has vistoalgo extra, o como yo lo llamo excedente, bueno?
 -me preguntó. – Bueno, unextra bueno es cuando existe algo más de lo socialmente aceptable, pero que hacenal dueño del extra alguien mejor -otro dardo.
 – ¿Mejor? – Vaya, bueno, ustedsabe. Cuando alguien se ve mejor con eso que sin eso. En pocas palabras, ustedes una mujer hecha y derecha.
 – Óscar, si estas tratando de hacerme sentirbien, lo estas logrando. Casi hasta te creo
 -dijo, mostrando sus dientes detrásde esa sonrisa encantadora.
 – ¿Y qué falta para que me crea?
 -Le pregunté. –Lastimosamente algo que tu no puedes darme, ese algo que a nosotras las mujeressiempre nos hace falta. – ¿Qué es ese algo?
 – Tu sabes Óscar, miradas,coqueterías, algo para sentir que una todavía despiertas pasiones en el mundo-dijo con un asomo de tristeza.
 – Si yo no la conociese, le puedo asegurar queme daría la vuelta a mirarle si pasara a mi lado por la calle. Lo que usteddebe hacer, es vestirse un poco más provocadoramente. Por ejemplo, utilizarfaldas un poco más cortas, pantalones de tela un poco más ceñidos… no sé, algodebe haber. – Yo creo que lo único que debe haber, debe ser resignación -dijoriendo.
 – ¡No! ¡En serio! Mire suegra, vamos a hacer un experimento -le dije.
– – Me acerqué a ella, le agarré ambasmanos y la puse de pie. Luego me puse de cuclillas y muy delicadamente, lelevanté el camisón hasta la altura de las rodillas. – – – Si usted se pone unafalda a esta altura, dígame ¿Quién no le vería las pantorrillas?
– – Ella, siguiendo su instinto y comoera de esperarse, agarró su camisón de los costados para que no volviera acaer. Sin esperar a que hable, le quité lentamente las sandalias que llevaba puestas,dedicandole especial atención en acariciar todo su pie, desde sus dedosterminando en su talón. Ella me miraba con una sonrisa para nada sexy, másbien, de diversión e intriga. Le pedí que pensase que estaba con zapatos detacón y, automáticamente, levantó sus talones y terminó apoyando todo su pesoen la punta de sus dedos. Gracias a este movimiento, sus pantorrillasadquirieron una forma mucho más sexual. Le agarré ambas manos, que seencontraban sosteniendo su camisón, y las levanté hasta la altura de mediomuslo. Ella soltó una risita.


– – – Así está mucho -dije. – Esperoque no llegues a querer una minifalda -dijo, su sonrisa era cada vez más ancha.– No se preocupe suegra, ahora viene lo mejor. Si quiere puede bajar sustalones, pero sólo un ratito -le dije.


– – Me levanté poniéndome a la alturade sus ojos, éstos brillaban de una manera nunca antes vista, pero eso sí, esebrilló no tenía nada que ver con sexo. Mientras tanto, yo ya estaba que memoría. Suavemente, giré su cuerpo y la conduje a un espejo de cuerpo entero queexistía en la sala, Raquel seguía manteniendo su camisón a medio muslo conambas manos y yo me encontraba pegado a su espalda. Tomándole de los hombros,la levanté un poco para que ella esté nuevamente de puntillas.


– – – Mírese al espejo suegra -ledije-. ¿Se da cuenta que con un vestido así se ve muchísimo mejor? Cualquierhombre la vería y, de seguro, la desearía.


 – Bueno, creo que tienes razón. Mecompraré unos cuantos -dijo, con una sonrisa divertida en su cara-. Lastimosamente,estos vestidos no arreglan mi vientre. 


– Su estomago, aunque está un pocogrande, no es para nada desagradable -le dije, mientras mis manos rodeaban sucintura y se posaban suavemente sobre su estomago y lo acariciaban. – Sí, peromi cintura es demasiado fea -dijo ella mirándome a los ojos a través delespejo. 


– ¡No le permito que mienta de esa manera! Su cintura es perfecta, hacede usted una mujer muy bien proporcionada -repliqué al mismo tiempo que mismanos retrocedían hacia su cintura y acariciaban la misma con menos delicadezaque a su estomago.


 – Tú dices que mi estomago está bien no más y que mi cinturaesta muy bien. Pero no podrás afirmar lo mismo de mis senos -replicómostrándome una mirada diferente y, ahora, sin un ápice de la sonrisa que hastaese momento la acompañó. Yo dudé un momento en seguir mis exploraciones, hastaque dijo-. ¿No vas a continuar Óscar? 


– No puedo mentirle suegrita, a mí megustan los senos grandes -y mis manos subieron hasta ambos senos y losapretaron suavemente, mi pene se despabiló y sentí cómo iba tomando contactocon el culo de Raquel.
 – Tu boca dice que no te gustan, pero tus manos y otraspartes de tu cuerpo dicen lo contrario -dijo, lanzando unos gemidos algoentrecortados. Se calló un momento, cerró los ojos y soltó el camisón, quetodavía lo tenía levantado hasta la altura de sus muslos, para luego dirigirsecon sus manos a mis caderas y apretar mi paquete a su culo-. Mi culo no es muyrespingón. ¿No te parece Óscar?


– – Ya no pude continuar con lacharla, la llevé a un sillón mientras le pedía que mantenga silencio porMónica, que se encontraba en el cuarto durmiendo. Le abrí el camisón y mis ojoscontemplaron esas dos tetas como si fueran las primeras que veía en toda mivida. Eran pequeñas y muy blancas, sus pezones eran de color café claro yestaban durísimos, las puntas eran anchas y largas, como de 1 centímetro. Mimano agarró una teta para facilitar la succión de mi boca, primero suave yluego algo más fuerte depositando mucha saliva sobre la misma; mientras tanto,la otra mano levantaba el camisón de Raquel hasta su cintura y se depositabasuavemente sobre su coño. El calzón que traía puesto era muy delgado, gracias aesto, mi mano sentía su pelambre y una temperatura algo elevada.


– – Bajé mi cabeza a su estomago, ledediqué unos cuantos besos y lamidas, y continué mi descenso hasta llegar a sucoño. Éste se veía grande y expedía un olor acre muy parecido al de Mónica, esdecir, riquísimo. Mi pichi estaba totalmente erecto y comenzaba a dolerme. Laspiernas las tenía abiertas y, como supuse, eran muy blancas, gruesas y notenían nada de celulitis. Mi suegra levantó los pies y los apoyó en la mesacentral, yo me encontré atrapado en medio de dos macizos bloques de carne. Beséla parte interior de los mismos, bajando poco a poco hasta su calzón. Empecé abesar su coño por encima de la tela, ésta se mojó muy rápido gracias a la uniónde mi saliva y los jugos que empezaba a despedir esa gruta, que de seguroestaba ardiendo.


– – – Hace mucho tiempo que no me chupanel sapo. Hoy quiero que lo hagas muy bien Óscar. Seguro será fácil, pues sientoque estoy empapada -dijo Raquel mientras apartaba, con una mano, la tela de sucalzón.


– – La visión de su coño me encantó,era muy peludo, y sus pendejos eran de un color café oscuro como el de sucabello. Unos labios gruesos se vislumbraban por medio de sus pelos púbicos, yéstos brillaban gracias a sus líquidos, los mismos que empezaban a chorrear eintroducirse en sus nalgas, las cuales se encontraban aplastadas por su peso.


– – – Abra bien esos labios suegrita-le dije, al mismo tiempo que ella utilizaba dos dedos de la mano que seencontraba libre para responder a mi petición.


– – Su coño, ahora que estaba abierto,era aún más delicioso. Su color, rosado tirando a rojo, estaba adornado por unliquido blanquecino que salía de su interior. Mi lengua y mi boca se dedicaronbastante rato a chupar esa gruta, mi suegra gemía despacio pero constante. Dosde mis dedos penetraron en su interior de una forma muy fácil. Con una mano,saqué mi instrumento amoroso de su encierro y proseguí con una paja.


– – – Ay Óscar, ay, estoy por terminar-dijo al mismo tiempo que mis dedos y mi boca aceleraban el trabajo. – Eso eslo que quiero putita, termine de una vez, que luego me la chupará hasta que meharte de su boca. – Esos tus dedos me matan, dale yernito, dale y no pares. Hasterminar a esta vieja. – Mójeme la mano suegra, llene con sus líquidos mi boca-dije yo, mientras la paja que me hacía estaba por cumplir su objetivo.


– – Raquel botó una cantidad delíquido que, por más que intenté, mi boca no pudo abarcar. Ella puso suspiernas alrededor de mi cuerpo y me apretó muy fuerte lanzando un gemido muyfuerte y algo ronco. Me levanté rápidamente y acerqué mi pichi a su boca,lastimosamente no pude llegar a mi destino y solté todo mi semen en su cara ysu pecho, ella lo relamía y se reía mientras los esparcía por sus dos teticas.– – Cuando mi pichi empezó a desinflarse, Raquel me agarró de los huevos y, deun bocado, se lo metió a la boca. Me lo dejó limpio. Justo cuando iba a decirmealgo, oímos como la puerta de mi cuarto se abría. Me acomodé el pijama y misuegra se abotonó el camisón y se bajó la parte que se encontraba enrollada ensu cintura.


– – – ¿Y qué hacen despiertos a estahora? -preguntó Mónica. – Hijita, tu sabes que a mí me cuesta dormir y tumarido, que es todo un amor, me estaba haciendo compañía -respondió mi suegra.– Bueno, mejor será que traten de dormir, ya son las 4 de la mañana y tenemosmuchas cosas que hacer “tomorrow” -dijo Mónica. – Sí amor, no te preocupes, yanos dormiremos -dije tratando de que mi respiración no me delate-. Bueno, adormir suegra.


– – Todos nos levantamos, pero unamancha en el sillón llamó la atención de Mónica. Mi suegra le explicó, de unaforma poco convincente, que había echado el café ahí. Mónica, sin darle mayorimportancia, me dio un beso de buenas noches en la boca y, para sorpresa detodos, Raquel la imitó dándome un beso algo mojado también en los labios.


– – – Pero Óscar, por lo menos dame tumejilla -dijo mi suegra, haciéndose la ofendida. – Pobre Óscar, esta tancansado que ya no se fija en lo que hace -dijo Mónica. – Lo único que sé-replicó mi suegra-, es que este muchacho hace bien muchas cosas hijita. Poreso, quiero pedirte que me lo prestes mañana, que tengo algunas cosillas en lacabeza, que sólo él puede hacer. – Pero claro mama, si a Óscar no le molesta,por supuesto. – ¿A mí? -pregunté-. Para nada Mónica, para eso estoy yo. Para“darle” a tu mamá lo que ella quiera -dije riéndome.


– – Raquel me acompañó en la risa yMónica nos miró con cara de “qué les pasa a estos”. Levantó los hombros y semetió al cuarto acompañada de mí queridísima suegra.

7 comentarios - Me estoy enamorando de mi Suegra!.

sexysophie
treeeeemenda

que ricaa

te la chuparia por horas

😍

😃


😋😋😋

Soy de Cordoba como si te interesa 😃
siempremassexo
Muuuuuy bueno, solo faltaron algunas fotitos de las tetas ( sin ropa) de la suegra. Espero más muy pronto
KokVega
Muy buen relato amigo, espero y algún día poder llegar cogerme a mi suegra, espero la continuación
Juancitox17
muy bueno... excelente historia..!!! felicitaciones.!!