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Mi tía, mi amante

Hola! Bienvenidos. Después de un tiempo largo vuelvo a los relatos de incesto y les traigo uno nuevo 😉 Espero que sea de su agrado. Esta vez deje un poco las tramas de incesto entre primos o padre e hija para explorar una relación entre tía y sobrino, tía que tiene más de una sorpresa en sus deseos

Como acostumbro, les dejo imágenes a modo de ilustración para que se hagan una idea de que "tía" estamos hablando 😉



Mi tía, mi amante
oral
tia
Doble Penetracion
vaginal
primera vez
gangbang
incesto




Nadie entendía porque de la noche a la mañana, Alex había cambiado tanto. De comelibros, favorito de los profesores y eterno sacador de dieces, había devenido en casi un despreocupado con actitud punk al que las notas dejaron de interesarle, entre tantas otras cosas.

Alex entraba en el consultorio de la psicóloga Nayla Thomassi por quinta vez. En la escuela la directora se la había asignado para llegar al meollo del asunto (quedaban escuelas que se preocupaban por los buenos alumnos), asunto que estaba por llegar a relatar. El día en el que todo cambió en su vida, especialmente a él.

- Alex, Alex ¿Cómo estás?- Lo saludó cordialmente desde su escritorio, invitándolo a sentarse en el sillón de siempre. – Espero que hayas venido preparado…

El joven lo sabía, ya no podía poner excusas y debía contar un episodio importante, el detonador del cambio.

- Me contaste sobre tu vida, el bajón de tus estudios, y a pesar de sabes sobre la fuente de tus distracciones me esquivaste el tema con toda clase de recursos.

- No es algo fácil de decir doctora. Ni para mí ni para nadie… igual hoy contaré todo.

Una vez que Alex se decidía a algo, lo concretaba. Era un joven muy resuelto.

- No llegaremos a nada si no me lo cuentas. La directora se preocupó mucho por ti, me habló de tu desempeño intachable y está preocupada. Va más allá de la apariencia que decidas tomar, tu nuevo look es lo de menos. Le preocupa tu futuro.

- Mi futuro está bien. Solo tengo que volver a mis rieles. Hoy le contare lo que me ocurrió. Fue hace un mes y medio más o menos. Volvía de la escuela y ponía la Xbox para jugar, como siempre.

- Perfecto. – Lo alentó anotando algunas cosas en su libreta. No era de anotar, pero de seguro estaba satisfecha con su actitud industriosa. Alex era muy maduro para su edad.

- ¿Tus tardes noche de videojuegos? Me las contaste, no quiero que me cuentes con que juego te desvelaste o que géneros te agradan.

- No lo haré. – Replico fastidiado con su impaciencia. Le parecía una conducta rara en una profesional de su tipo.

- Jueves, es cuando tu tía los cuida verdad ¿Cómo se llama?

- Se llama Giuliana. Ella es la culpable a medias de lo que me ocurre. En fin, paso a explicarme…

Con sus palabras elaboradas que iban a contramano de su apariencia rebeldona, Alex contó sin tapujos que lo que parecía una noche normal de videojuegos y pizza al cuidado de Giuliana, se volvió algo completamente distinto.

Su tía, muy joven para ser una tía, de apenas 24 años, los cuidaba a él y Jessica, la menor, cuando su padre, que trabajaba de policía, tomaba los turnos nocturnos. Era bastante aburrida, hablaba en un tono muy bajo, cuando hablaba, ya que estaba pegada a su teléfono constantemente, y solo pocas veces lo acompañaba a jugar con la consola y en juegos muy precisos.

- Ella siempre fue buena conmigo, aunque siempre me pareció deprimente. Tuvo una vida muy dura viviendo con un padrastro. De hecho, mi viejo le da el trabajo de cuidarme para que se sienta útil y tenga unos pesos, no es que necesita una niñera.

- Me dijiste algunas cosas de ella. Intento suicidarse algunas veces ¿Verdad?

-No es que lo haya intentado, más bien tiene la puta costumbre de cortarse. Algo que nunca entenderé. No quiere matarse, creo que quiere llamar la atención aunque no acepta ayuda, algo así como un círculo vicioso.

Paso siguiente, contó que Jessica, su hermanita menor, se durmió a las diez y media, como de costumbre, mientras que él podía trasnochar con la Xbox dado que no tendría clases al día siguiente.

- Era un plan perfecto para mí. Jugar hasta las tres, comer pizza sin que nadie me molestara. Giuliana mientras tenga carga en el celular nunca se metería en mis asuntos. Sin embargo, las cosas salieron… distintas. Muy distintas.

Su tía, esa tarde noche, estaba vestida como siempre. Pollera escocesa corta, muy corta, medias hasta la rodilla, y una campera rotosa de una banda punk que usaba con la capucha incluso en interiores.

Alex casi no se percataba de su belleza, hasta que empezó a cabrearlo: Giuliana hablaba por teléfono con su novio, y como discutían acaloradamente, no lo dejaban escuchar el juego.

- Vayan a discutir a un hotel por favor. – Se quejó volteando levemente, sin embargo, vio de refilón algo que nunca había visto, o notado. Ella estaba abierta de piernas, sin darse cuenta que revelaba su ropa interior a su sobrino.

- Me explico, mi lugar para jugar es el puff en el suelo, ella se sienta atrás en el sillón. Es matemática simple, al voltear, le vi la cara a Dios de frente, o algo así. El día estaba de rojo. Tenía una bombacha de ese color y como un péndulo de hipnosis, no podía dejar de voltear para verla, hasta que descarado, aprovechando que la discusión se calentaba, la miré embobado.

Giuliana quería invitar furtivamente a su novio, como solía hacer, pero por algún motivo el no podía ir y la chica no daba con una razón para convencerlo, haciéndola perder la paciencia. Llevaba varios segundos de contacto visual acompañado de silencioso acercamiento, cuando Giuli lo notó.

- Giré tan rápido que creo que se me torció una vértebra. Mis mejillas calentaban el aire de lo rojo que estaba. Cuando terminara de pelear con su novio, me veía venir un reto de aquellos…

- Pero no te retó. Al contrario.- Acertó su psicóloga y Alex continuo explayando su aventura incestuosa.

Giuliana colgó y se quedó en silencio, resoplando fastidio. Puteando al novio como una señorita no debería.

- Pijacorta del orto, ni chupar concha sabías pelotudo de mierda…- Refunfuñó como una mini camionera borracha.

- Menos mal que mi sister duerme. – Luego de ese comentario distendido ella se calló.

- No dejas de perder, te noto distraído. -Jugaba a uno de futbol poco conocido con personajes de anime, y a pesar de ser un as, lo estaban goleando.

- Puse el juego en muy difícil.- Se defendió, sin atreverse a dar vuelta.

- Deberías dejar tantos videojuegos. Estas noches las podrías aprovechar para invitar a una chica, a una amiguita, así como yo invito a Walter. Aunque no voy a invitar a ese puto de nuevo…

- ¿Pero Walter no viene no?- Creyendo que el detalle de su mirada inapropiada había sido ignorado.

- Es un tarado. No me valora y hace una semana que no quiere verme. Ya ni lo oculta, esta con otra. –
Cambió de tema rápidamente- Mírame, Alex…

Le pidió, con amabilidad. Él volteó rogando que sus mejillas tengan una coloración humana normal.

- ¿Me ves los cuernos?- Riendo con su cara de alivio.

- Puede ser, no sé por qué no pudo venir, no me meto en asuntos de ustedes.

- Sos tan bueno Alex, te pregunto porque sos hombre y debes saber que nos ven como objetos.

- No puedo hablar en nombre de todos. Yo no las veo así.- Se escudó, como siempre esquivando cualquier tema incomodo.

- Por eso no tenes a amiguitas para invitar. Me la juego a que no te dan bola. Eso es porque somos todas boludas, queremos machotes que nos quieran y a la vez nos dominen en la cama y después nos sorprende cuando se van con otra más tetuda.

- Puede ser, tía, no pienso mucho en eso.- Cansado de escuchar que todo su género era una mierda. Él nunca le había hecho daño a una mujer, pero en su juventud, sabía que no todos los hombres eran unos miserables.

- Perdón, te estoy sobrecargando, juga tranquilo. No me hagas caso, sobrino.

- Te escucho, tía, no me sobrecargas, es solo que no soy muy experto en eso. A mí no me dan bola, así que me entretengo con lo que tengo…

- Te pajeas.

- ¡No!- Se atajo, horrorizado ante la verdad dicha.- ¡Me refería al joystick, boluda!

- Te matas a pajas, dale…

- ¡Que no!

- Está bien hacerlo. ¿Qué otra te queda? ¿No vas a creer que la gente que no la pone anda con el tanque lleno? Es un cáncer eso.

Abrumado, Alex quedó en silencio. Ya no sabía ni contra que arco patear. Curiosamente, Giuliana empezaba a acariciarle el pelo.

- Hasta las personas en pareja se masturban. Uno a veces es lo mejor a lo que se puede aspirar.

- Sentate al lado mío, juguemos a alguno.- Expresó incomodo por el contacto de su tía.

- No se jugar a eso. Dejame acá.- Y su tía joven, se arrimó a él para acariciarle los cabellos más cómoda. Alex no quería mirar pro tenía las rodillas de ella a cada lado de la cabeza, en caso de voltear, vería la panocha en toda la gloria de nuevo.

“Fuera impulso de idiotez. Fuera impulso de idiotez. Fuera impulso de idiotez” Se repetía, pero como un adicto a la adrenalina, quería ver qué pasaría si volteaba. El riesgo de ser descubierto empezó a bombear sustancias desconocidas en sus venas.

- ¿Qué hora es?- Preguntó despreocupado.

- Las once y media.- Contestó verificando su celular. En ese micro segundo, volteó para ver sus bragas nuevamente, sintiéndose victorioso en aquel nuevo juego.

- No creas que no me di cuenta.- Dijo Giuliana apretándole una oreja. Aunque el tono, fue de jocosa,
no de reproche.- No te abuses de tu tía, he.

- Perdón.- Dijo tímidamente, sin saber cómo reaccionar. Toda aquella charla le había dejado las hormonas hechas un revoltijo, un cable en corto saltando en medio de la lluvia.

- ¿Viste a una mujer desnuda alguna vez?

- Obvio que no.- Contestó, haciéndose el tonto, como sin darse cuenta el rumbo que estaba tomando todo.

- Se hizo el silencio por un rato, aunque casi podía oír los engranajes de la cabeza de ella girando.- Le explico a su psicóloga.- Giuliana se fue al baño y regresó al poco tiempo, algo a lo que no le di importancia.

Aunque mentía, una parte de su cuerpo, por haber visto la ropa interior en un acto de alto riesgo, estaba sintiendo la excitación que no debería. Cuando su tía regresaba del baño y se sentaba no sabía cómo sentarse para disimular su vergonzosa reacción.

- De nuevo empezó a hablar por teléfono, creo que con una amiga por un tema irrelevante. Fue una invitación a que volviera a girar, y supe exactamente lo que quería.

Axel mordió el anzuelo, simuló que se hacía sonar el cuello y miró para atrás para ver algo que lo dejó sin aliento: Giuliana estaba sentada abierta de piernas, observándolo mientras hablaba por teléfono sin ropa interior.

Sus ojos iban de la entrepierna desnuda de su tía a los ojos de ella, lascivos, lujuriosos, una invitación a un pecado que hasta hace un segundo, le era desconocido. Entregado a ese juego, se fue girando y acercando mientras ella levantaba su faldita… su vagina empezaba a ser revelada por la luz de la sala para ser devorada por sus ojos vírgenes de esas visiones féminas.

Tenía unos labios delicados con poco bello a su alrededor, que separo cual disección escolar para enseñar cada parte, el clítoris, el meato, y lo deliciosa cavidad más abajo… un coñito pequeño y blanquecino digno de admirarse con la devoción que merecía. El rostro de ella tenía una sonrisa pícara mientras le contaba a una amiga, sobre una posible prueba de historia.

Empezó a frotar su clítoris ante la vista de su sobrino y unos sonidos extraños interrumpieron su conversación telefónica. Estaba excitada a más no poder.

-¿Giuli estás ahí? ¿Hola?- Le llegó la voz extrañada de una joven, antes de que su tía le cortara y se dirigiera a su sobrino.

- ¿Te gusta lo que ves? Ahora al menos viste una concha.

No supo que decir y se volvió un mar de nervios de un segundo a otro.

- No debí verte, perdón. – Expreso tembloroso. Las piernas de ella volvían a envolverlo pero esta vez, sin calzado, era acariciado en la entrepierna erecta con sus dedos.

- Tranquilo sobrino, yo te mostré, y si giras puedo mostrarte mucho más… Solo tenes que animarte.
Sin pensárselo dos veces, como si ninguna conexión neuronal le funcionara, se dio vuelta para volver a mirarla.

- Ja, no te lo pensante nada. Así me gusta.

- No sé porque miré, o porqué lo hago… esto está mal.

- Esta mal que ninguna chica te de bola con lo bueno que sos, está mal que un chico al que le di todo me rechace como si fuera basura… hay tantas cosas mal sobrino ¿Qué le hace al mundo una más?

- Nunca había escuchado a mi tía soltar tantas palabras así. Es como si fuera un discurso ensayado, guionado desde hace tiempo, esas palabras no fueron improvisadas y con ellas me atrapó en su red.

- ¿Y qué ocurrió después? No creo que solo eso haya provocado un cambio.

- Se sentó conmigo en el puff- Le explicó a la profesional- Y empezó a besar mis labios.

Como en un acto reflejo, mientras le relataba con lujo de detalles, se relamía. Quedaba restos de aquel placer efímero y a la vez perpetuo que Giuliana plasmó en sus labios. Que besos tan obscenos le obsequió por ser los primerizos, tan cargados de pasión, de arrebato, por decirlo en términos médicos, de pura lengua y chupón.

Se envolvió contra él con brazos y piernas mientras le comía la boquita lentamente, y luego arremetía voraz por todo, como si quisiera metérsele cual aire en su boca. No volvió a abrir los ojos hasta pasados minutos de intercambio bucal de fluidos, y esa fue la primera vez que se besó con alguien, y mantuvo contacto visual por tiempo indefinido. Los ojos azules de Giuliana parecían tener algún poder sobrenatural.

- Te propongo un juego nuevo ¿Aceptas?

- Acepto.- Dijo sumiso, para volver a ser besado, aunque esta vez, las manos habilidosas de la chica lo despojaban de su remera. Era increíble como alguien tan relativo podía desatar una pasión así en un sobrino menor a ella.

Como una depredadora insaciable, le retiro la remera aunque no tuviera anda interesante allí, a su tía no le importaba. El morbo de hacerle sentir placer a un familiar era suficiente para mantener viva la caldera de su pasión. Su torso desnudo no era suficiente, no se conformaría con besarle las tetillas y los pectorales en formación, ella siguió bajando hasta descubrirle el calzoncillo, gastado e inocente, jamás pensó que una mujer observaría tal prenda andrajosa tan de cerca.

- ¿Qué vas a hacer?- Preguntó sin saber exactamente que sentir. Era un amasijo de nervios, se sentía una marioneta con los hilos enredados incapaz de coordinar pensamiento o palabras.

- Te voy a hacer lo que yo quiera, porque soy tu tía y tu niñera.- Le susurró poniendo un dedo en sus labios, para callarlo. El, desparramado en el puf, separó las piernas y se dejó llevar.

Sus dedos se posicionaron en su cadera y estiraron el elástico del calzoncillo como probarlo, a escasos centímetros de su rostro, descubrió su pene oscuro y erecto y lo admiró como si fuera el primero. Lo observó, lo olio, y lo acaricio con su mejilla para sentir su temperatura en ebullición.

- A pesar de que nunca estuviste con una mujer te lo rasuras.

- Me gusta estar prolijo.- Expresó, antes de perder el habla por completo, como ella, solo que Giuliana perdió el habla porque ocupó sus labios en mamarlo con parsimonia, probando el glande cada vez que se introducía e ella.

-Oooh… ohhh.- Soltó como un quejido de moribundo cada vez que la lengua húmeda y caliente se enroscaba en su pequeño hongo, cada vez más grande.

Ella se posicionó muy cómoda con la cabeza en su vientre chato, para mamársela desde allí, como si su sobrino fuera su almohada y lo que residía en su entrepierna su nuevo juguete. Desde esa perspectiva, hundido en el sillón espumoso, le levantó la pollera para revelar su cola, sin animarse a tocársela aún, muriendo de ganas de ver lo que esas nalguitas blancas escondían en su lecho. Giuliana en cambio estaba decidida a todo, se la mamaba cada vez más rápido y ruidosa, escupiendo para lubricarle el rabo.

- Puttt… puttt… jpuuttt.- Hacía para llenarle el pene de baba, embadurnándolo todo y regresando a la succión. Alex la tenía al máximo, a punto de estallar fervorosamente por tal atención que nunca había recibido.

Ella se dio cuenta por los latidos del pene, sólido totalmente, que debía dejar de estirar la funda y pasar a otra zona. Se dio vuelta posicionándose arrodillada bajo sus bolas y le chupó los testículos, uno y luego otro, salivándolos también, sorbiendo la baba y volviéndola a escupir, cosa que ni en los hentai más guarros había visto.

No sabía exactamente que hacía seguir a Giuliana, que le chupaba las bolas a la vez que lo masturbaba con las manos pegajosas y olorosas de baba y polla, con tanta fricción en sus dedos había una mezcla obscena que ella no tenía problemas en succionar para limpiar.

- Ahora si puedes correrte, va a ser mi primera lección.

Volvió a perder su miembro dentro de esa boca que subía y bajaba envolviendo su tronco con sus labios a una velocidad vertiginosa. Sus manos habilidosas le masturbaban la base del tronco a la vez que la otra acariciaba sus testículos y ano.

Tantos estímulos al mismo tiempo, tanto morbo y tan buena mamada de pija, le puso los ojos en blanco y descargo todo el semen que tenía acumulado en un clímax que jamás pensó que llegaría. Ella no dejaba de succionar mientras disparos de esperma salían y salían perdiéndose en su boca, uniéndose a su saliva con sus movimientos casi espasmódicos.

Cuando Giuliana decidió dejar la palanca en paz, le enseño una boca sucia de leche e hilos de saliva pendiendo de su mentón y nariz como lianas. Fue lo último que vio hasta que lo tomó de los pelos y lo besó con una pasión desmesurada…

- Disculpe los detalles doctora, pero si quería escuchar lo que me volvió loco ese día, tengo que ser explícito.

- Dijiste que estabas acostumbrado a ver pornografía japonesa ¿No?

- Hentai, es algo así, animación mejor dicho.- Era común que saliera con preguntas de otras sesiones, a veces, casi de manera inconexa o aleatoria.

- También me aclaraste que te gustaban los hentai de incesto. ¿Crees que eso te condiciono haciéndote tolerar aquello que para otros sería una violación, o nauseabundo?

- No, nunca pensé que viviría una trama de incesto, o que existía ese nivel de perversión en la vida real. Las hormonas y cada poro de mi piel me alentaban a seguir y seguir. No me importo nada.

Y siguió y siguió. No fue una violación ni nada parecido, aunque tomó el papel de marioneta de su tía en los días siguientes, cada vez que se quedaba. Como su ama, exigía besos apasionados con una frecuencia en aumento. También le dio de probar sus tetas por primera vez, alentándolo a succionar con fuerza sus pezones rozados ocasionando gemidos peligrosos, que podían ser oídos hasta por los vecinos. Giuliana, entraba en un trance de cachondez y exigía ya no una mamada de tetas, sino un cuantioso tributo seminal en sus labios, también le exigía besos cada vez más sucios y por primera vez, otra clase de tributo.

Fue en su habitación, el nuevo escenario del desenfreno lujurioso. Allí le hacía mamadas antes de ir a dormir y ahora, sentada en su silla de la pc. pedía un cunnilingus levantando la pollera levemente.

- Ya te la mame suficiente y la tenes engarrotada todavía, ahora vas a hacerme correr a mí.

Gateando, se movió desde su cama hacia la entrepierna tan deseada de su tía, abierta de par en par.

Giuli seguía con su look habitual de rebeldona conflictuada, que estaba a medio camino entre lo punk y lo emo. Bajo la pollera escocesa albergaba unas bragas rosas diminutas que apenas le cubría el coñito que le enseño el primer día.

- Vení, sobrinito, cómeme la concha.- ordenó, descubriendo su sexo corriendo la prenda a un lado.- ¿No sabes cómo? ¿No te enseñan esos anime de mierda a chupar concha?

Ya te voy a mostrar si me enseñaron o no” Pensó acercándose sin despegarle los ojos sobre los suyos. Cuando estuvo a la distancia adecuada comenzó a refregarse la nariz y el rosto en el hueco húmedo y prohibido de su relativa. Hizo esperar su acción bucal, tentándola con fuertes aspiraciones para impregnarse de esa fragancia nueva, intensa, que nunca había tenido el gusto de probar.

- Vamos, chupa, chupa…- Exigió mordiéndose un dedo. Él la complació como bien sabia, tras horas y horas de ver videos de sexo oral, no fue difícil para él, que nunca le había visto la cara a Dios, desprender gemidos de los labios de Giuliana al lamer sus labios inferiores, abriéndolos, explorándolos, chupando el pequeño clítoris.

Supo dónde atacar, por cuanto tiempo, de qué manera. Pasando del clítoris a la vulva, introduciendo su lengua lo más profundo que pudo, no tardó en sentir las manos poseídas de ella tomándolo de los cabellos, manipulándolo como un maniquí para llevarlo de una parte a otra en su sexo, hasta que en un gemido que se prolongó en un loop con fade-out, se corrió chorreándole la nariz y boca con su ardiente flujo.

Giuli rió al verlo lamerse el flujo como poseso.

- Vaya, que linda sorpresa, por fin alguien que la chupa como debe. Que sorpresa que sea mi sobrino.-
Tomándolo del cuello para comerle la boca a besos, muy cerca de ella.

En eso sonó su celular. Podía ser su hermano mayor, padre de Alex, Lautaro, pero no. Era su novio, o ex novio, Walter, que quizás quería saber el porqué de la indiferencia de Giuliana.

Ella se puso de pie para hablar por teléfono, de la manera más desinteresada que una mujer podía hablar. Se notaba que lo estaba “boludeando” contestándolo con simples “no”, o que “no sabía” Alex decidió interceder, al ver a su tía de pie, con esa colita blanca tan apetecible, tan respingada, se arrodillo frente a ella para ver el rostro de su nuevo dios, al que se decidió a adorar.

- Mmm Alex ¿Qué haces pendejo?- Le preguntó en un jadeo cuando se decidió a abrirle las nalgas y comerle el culito. Una voz nerviosa en el teléfono exigía más respuestas y tras superar la sorpresa de sentir una lengua acariciando su ano, siguió hablando.

- Mira, Walter, no puedo verte, estoy… ocupada.
Alex abrió las nalgas con fuerza, y tras refregar su nariz en el anillito rosado y salivado, lo atacó con su lengua cual ariete a puerta de castillo…

- Estoy en el médico, no sé cuando me dan el alta… me están analizando. Sí, a esta hora… me está analizando.- Alex introdujo un dedo entero que entró fácil por tener la entrada lubricada.- Me están analizando a fondo… mmm. Muy a fondo.

Acto seguido le cortó y se dejó llevar poniéndose en posición de perrito en la cama, dejando que su sobrino se dé un festín anal desde todas direcciones, lengueteándole el anillito de mil formas, en especial su favorita, los chupones sonoros.

- Sos una caja de sorpresas Alex, que rico besito negro por dios…

Tuvo que ser ella la que se despegó del obsceno beso, para comerle la boca nuevamente en la insana costumbre de compartir sabores, a modo de felicitarlo, le hizo una nueva mamada. Tanto anilingus le había puesto la polla como piedra de nuevo.

- Mmm tía, no quiero correrme en tu boca de nuevo.

Con ese nuevo acercamiento, él no perdió el tiempo y decidió, por la cercanía de los sexos, se sintió listo y seguro para dejar una vida de virginidad atrás. Sin preguntar, fue acercando el glande latiente al flujo que chorreaba hasta la silla.

- ¿Seguro?- Le susurró- No hay vuela atrás de esto. Te la puedo mamar mil veces o vos chupármela a mí, pero solo se debuta una vez.

- Lo sé, no quiero debutar con nadie más.- Y sin previo aviso, dio un empellón para enterrar su sexo en su oquedad ardiente.- Quiero debutar con vos, tía.

La cama empezó a rechinar con el peso del joven cayendo una y otra vez sobre la vagina de Giuliana, que estiro tanto la pierna que pateó el monitor. La joven, incomoda, tiró todo lo que había sobre la mesa y de un salto, sin despegarse, se posiciono sobre la mesa para ser cogida con las piernas abiertas como hélices.

Aunque tenía experiencia aguantando su semilla durante el sexo oral, aquel frenesí incestuoso fue demasiado y terminó corriéndose de nuevo, dentro de la vagina prohibida, ocasionando más gemidos, más empellones y una contracción final que dejó hasta la última gota dentro de ella. El gemido de ella terminó solo cuando aflojo las piernas atenazadas a su torso…

- ¿Habrá escuchado Jessica?- Se pregunto una vez que saco el pene exhausto de la vagina.

- No creo, le puso una película de pixar con los auriculares. Deja de preocuparte, ya sos un hombre.- Palmeándole la espalda.

Eso inicio un nuevo nivel de perversión, porque una cosa era intercambiar fluidos oralmente, sin embargo, dejar el semiente en el vientre de su tía varias veces en cada encuentro, sabían que terminaría en nada bueno.

Peligrosamente, terminaban minutos antes de que su padre llegara: Lautaro. Cansado del patrullaje urbano. Por suerte, siempre le dejaban comida lista para calentarse en el microondas y la casa en orden. Alex ya lo había conocido enojado por dejar desorden o ser desconsiderado y no volvería a hacerlo enojar. El trabajo de policía era estresante, duro, peligroso, y un hombre al llegar a su hogar solo quiere paz y armonía.

Lautaro era serio y refinado. Amante de las películas de acción, la ley y el orden y un poco obsesivo con la limpieza, por ello, no le sería difícil adivinar que algo extraño ocurría en la casa si no eran cuidadosos. Por suerte, no entraba en la habitación de Alex por lo que podía lidiar con la evidencia del sexo muy bien. Las cosas parecían ir bien, Lautaro se comportaba como siempre, iba a despertar a su hija cada vez que llegaba y nada hacía creer que la subtrama prohibida saldría a flote… Alex se sentía en la cima del mundo por llevar semejante doble vida.

- Creí que todo quedaría entre los dos, pero fui muy ingenuo doctora, muy ingenuo.

Un día, Alex, tras quedarse haciendo un trabajo grupal en la casa de uno de sus amigos (de los pocos que tenía) regreso a su casa más tarde. Tanto Giuliana como Lautaro sabían que llegaría pasada las 12, ya que no habían hecho las cosas cuando debieron.

“Estás distraído he” “¿A qué se debe el cambio de ropa?” “Por fin te actualizaste a Alex. 1. 5 animal” Le decían sus compañeros, desde que sus aventuras alzaron su autoestima y generaron cambios drásticos. Aquellos que lo bulleaban ya no tenían una respuesta satisfactoria y dejaron de hacerlo. Se notaba a leguas que estaba más allá de todo lo que pasara en ese aula, incluso los estudios, por eso volvía a su casa pasadas las 1 de la mañana, apurado en la noche porteña.

Si Lautaro había llegado, le esperaba una catarata de retos, a pesar de que no dejó de avisar a Giuliana de su situación, como sea, no era hora de hacer deberes, y se debía a su negligencia… y lo peor: no habría tenido un happy time con su amante. Si Giuliana seguía al menos se salvaría de los reproches merecidos.

Cauteloso, abrió la puerta a penas… sin hacer un solo ruido, como un ninja o un ladrón. La arquitectura conspiraba a favor de llegadas improvisadas, tras la puerta, un pasillo de tres metros daba a la cocina y las mesadas de losa, que estaba antes del living con el sillón y la tv. Tras eso, el pasillo seguía formando un cuadrado alrededor de las habitaciones y el baño. Podía pasar agachado oculto por la mesada y pasar rápidamente a la sección de habitaciones.

- Llevamos un buen rato hablando de tu aventura, creo que es admirable que te soltaras y dijeras todo, aunque no me especificaste que parte te resulto negativa, dado que estuviste mentalmente preparado para sobrellevar tu… acción.

- La idea de hacerlo con mi tía se volvió algo posible, como mínimo, solo me envalentonó, me cambió para bien, pero deje todo atisbo de locura la noche que llegue a hurtadillas.

- ¿Hay más?- Pregunto Nayla casi sin poder contener su curiosidad. Aunque la hora había pasado Alex no dejaría ningún cabo suelto.

- Sí, mucho más. Porque que una tía cachonda quiera olvidar una mala experiencia conmigo, con alguien más inocente, me parece posible, o al menos, lo es con Giuliana. Lo siguiente que viví me superó.

Y es que Alex no era el único familiar que había caído en su red, allí, en el mismo sillón donde había visto su ropa interior que inicio todo el morbo, estaba s padre Lautaro, devorándole el coño como un poseso mientras ella gemía.

- Hay sí, sí, sí… Comeme la concha, sí, síiii, ahh, ahah, ahaha, hahaah.- Gemía como puta nueva. Lautaro no tenía prenda alguna de la cintura para abajo, Giuliana tampoco. Habían pasado a lo importante, al meollo del asunto y se notaba que se comieron los sexos unos a otros. Ella estaba atada con las esposas reglamentarias al respaldo, dándole la espalda, se contorsionaba como una serpiente al fuego para que Lautaro la devore de todas direcciones.

- ¿Te gusta que tu hermano mayor y sobrino te coman la concha, no puta?

- ¿Si me gusta? Me encanta…. Sí, sí, sí… ahaha, sí, sí, ahahaaa.- Poniendo los ojos en blanco, seguro que por un acabadón de aquellos. Giuliana era tan pasional, tan guarra. Y pensar que tras esa apariencia seria, conflictuada, se escondía una felatriz profesional.

Lautaro dejó el cunnilingus para acercar su polla a su boca, entonces tomó a su hermana de los cabellos y le enterro la verga hasta la garganta.

- Agghk, agghk, agghk, aggg, agkkk. – Brotaban esas onomatopeyas impronunciables a no ser que se tengan veinte centímetros en las cuerdas bucales, y entre mares de saliva brotando de a chorros.

En eso, ocurrió el detonante del cortocircuito en su vida. Lautaro lo vio asomado tras la mesada, lo miro algo sorprendido, y miró a su hermana como si hubiera estado poseído todo el momento.

- ¿Te gustó el espectáculo sobrino?- Le dijo acariciando el glande con una mano impedida por las esposas.- Veni, acercate que te tenemos que explicar algo.

- Hijo… Ella ya me contó varias cosas, es hora de que sepas la verdad. Sé que estás listo para saberla.

La verdad, era que no era el único en la trama de incesto, de hecho, era un triángulo y él fue el último eslabón. Lautaro y Giuliana habían tenido una historia hace años, que por decoro, culpa, o quién sabe qué, Lautaro abandonó.

Ella, astuta, lo había usado para traer a su hermano mayor de nuevo al ruedo enviándole fotos y vídeos de su nueva hazaña: Mamársela a su sobrino. Aquel día, hace horas, Giuliana se salió con la suya volviendo a su hermano a un viejo vicio: el sexo filial.

- No te asustes, Alex, es que los hombres con uniforme me pueden, y a él le queda tan bien… No me importa que sea mi big brother.

Alex miró a los ojo de ambos, su padre, parecía consternado, horrorizado. Ella lo gozaba como si hubiera deseado ese momento desde hace tiempo ¿Tan pervertida podría ser una persona?

- Perdóname hijo, no pensé que esto te llegaría, yo…

- Viejo, no te preocupes.- Resolvió al fin para romper su silencio. Hasta Giulana se estaba incomodando ante la extravagante visión de un hermano desnudo, cubriéndose la entrepierna con un almohadón, y su hijo, con ojos de reproche.

- Entiendo todo, yo también me metí en esto. Ahora quiero que me atiendas a mi… no voy a dejar a tu hermana tan fácil viejo.- Y para sorpresa de ambos, en especial de Giuliana que no se lo esperaba, descubrió una polla semierecta.

Fue el principio de su fin. Noche tras noche, ya sea en ese sillón cuando Lautaro llegaba, o en auto cuando dejaban a Jessica con su madre los fines de semana, le daban a Giuliana a la vez por turnos, por atrás, por adelante, por todas partes, a toda hora como un grupo comando, le llenaron los agujeros de balas de semen.

La última vez antes de la consulta con la doctora Nayla Tomassi, ambos en el auto, entre padre e hijo, complacieron a esa ninfómana de carne familiar oralmente rebalsándole la boca de semen haciéndola atragantar, para luego penetrarla uno de cada lado. A Lautaro, le encantaba tomarla por culo.

- Lauti, hoy no. Quiero que me la meta en el culo Alex.

- ¿Sabes hacerlo hijo?- Expreso ubicándose para debajo de su hermana para que se sentara sobre él. No te olvides de lubricar bien, para que nadie salga lastimado.

- Algo aprendí.- Contesto confiado. Se escupió la mano, y tras colarle unos dedos húmedos, le metió la pija en esa cavidad tan estrecha y ardiente.

- Muy bien, ahora vamos a balancearnos juntos o nos podemos molestar…

- Mmm que coordinados, les recuerdo que me están reventando hijos de puta, más despacio.-
Expresó en una falsa queja para calentar los oídos. En realidad lo gozaba tanto que se babeaba.

Eso fue lo que lo cambió para siempre, desde entonces, Alex dejó los libros, las pintas desaliñadas, y casi todo lo que era para ser un auténtico cazador de chochas, alentado por las rondas de sexo carnal con su tía, que lo hacían aprender más y más. Todo bajo la tutela mirada de su padre, ya un mentor del sexo en ese entonces.

- ¿Entiende porque no me interesan los estudios? DE solo contar estas cosas, me puse así…- Y ante su psicóloga, descolgó la manguera enseñándola semierecto con naturalidad.

- No puedo pensar bien ni volver a mis cabales cuando la tengo así. Me pide descargar y tengo que hacerle caso o mi día se complica ¿entiende mi problema?

Nayla lo miró con descaro y se llevó la punta de una lapicera a la boca.

- ¿Leíste la Naranja Mecánica, Alex? Me recordas un poco a su protagonista…

- No lo leí…- Poniéndose de pie, masturbándose frente a ella.- ¿Es buena?

- Te pareces un poco a su protagonista. No importa.- La psicóloga tomó el teléfono y tras mantener un botón se comunicó con su secretaria: “Cancela todas mis citas y tómate el día. Este muchacho no está nada bien.

Nayla Thomassi se desabrochó el cabello, se desabotonó la camia, y se movió por el estudio gateando, hasta llegar a ese inesperado manjar. El nuevo Alex no tenía cura, y ella lo sabía mejor que nadie.




sobrino


Espero que les haya gustado! 😃 No se olviden que comentar y puntuar es agradecer 😉 Hasta la próxima.

Fuente de las fotos: http://www.ero-lust.com/photos/39081/fedorov-hd-solana-dreams-red-hair-young-teen-stockings/

amante

2 comentarios - Mi tía, mi amante

horrotika +1
Muy buen relato, bien escrito, caliente, van puntos y te invito a pasar por nuestros post, tal vez leas alguno y te guste, saludos!!!
El_Cochinoco
Gracias por el apoyo! ya estare pasando y viendo que hay en breve 😉
jorvac164 +1
AnilingusDa gusto poder disfrutar de un relato como este,van 10 y a ella la adoptaría como tía sin ningún tipo de problema !!!!!!
El_Cochinoco
Ni hablar! jaja Gracias por el apoyo! :like: