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Reunión de Generación: Primaria (Parte 2)

...

“Tu celular” dijo Alhe y bruscamente se puso de píe, yo subí mis pantalones apresuradamente, saque mi celular que por gracia divina estaba en vibrador; Alhe se giró dándome la espalda y acomodándose la ropa, saque el teléfono y conteste.

“¿Bueno?… ¿Dónde están? ¿Qué Pasó?” dijo Alejandro por la bocina.

“Estamos en los salones cerca de las casetas” contesté en un susurro, “¿Dónde están los demás?” pregunte.

“Conmigo están: Hannan, Paty y Pelón; Frida y Miguel están en un salón de enfrente, Estamos por donde estaba el salón de la maestra Sarita… ¿Recuerdas?”

“Ya… hay que esperar un rato, el velador sigue dando vueltas con la lámpara, yo te marco y saltamos ¿vale?” dije y después colgué. Alhe estaba parada viéndome, se acomodaba el cabello usando sus dedos como peine, yo seguía un poco agitado pero mi erección había desaparecido.

“¿Qué pasó?” me pregunto con voz baja y mirando hacia el piso, se veía un poco apenada, toda la lujuria de su rostro y su respiración, se había esfumado; el embriagante efecto de aquellos besos húmedos había desaparecido dejando una resaca que casi era arrepentimiento.

“Vamos a quedarnos aquí un momento, ha esperar que el guardia vuelva a dormirse” le comente mientras la veía, ella asintió con la cabeza, mantenía sus manos entretenidas en su cabello y la mirada que recobraba a pocos su ternura se quedaba perdida en el piso. Yo dubitativo, temeroso, tratando de atizar las brasas de la pasión que nos había envuelto en un placentero concierto de gemidos y suspiros, me acerque a ella, posé mis manos en su cintura y lento, delicado la hale a mí, ella alzó la mirada, sus brazos quedaron atrapados entre nosotros, no dejaba de jugar con la punta de sus cabellos. Sus labios temblaban, incline mi cabeza unos cuantos grados, y me acerque lento, su respiración se empezó a entrecortar, podía sentir su aliento rebotar en mi barbilla.

“No… no, espera…” dijo en un susurro, su voz sonaba a un quejido contenido de deseo, “no…” reafirmo como convenciéndose a si misma y volteo la cara. Yo guarde mis ganas y me separe de ella.

“Bueno…” comencé después de unos instantes en silencio, “veré si hay alguna ventana abierta, hace frío, tal vez en el salón haga menos frío”.

Le di la espalda y me dirigí hacia las ventanas del salón, me dolían las bolas por haber detenido la corrida casi al final. Toqué el vidrio helado de la primer ventana e intente levantarla sin mucho éxito, probé con la ventana de al lado y nada, tampoco la siguiente abrió; en el reflejo podía ver a Alhelí frotando con sus manos los brazos tratando de entrar en calor. Después de dos intentos más, la última ventana cedió (al parecer el seguro estaba roto).

“Esta abrió” le dije en voz baja y le hice señas para que viniera. Entre los dos alzamos con cuidado el vidrio, como estaba un poco alta la ventana, jale una de las sillas que hacían parte de la montaña de chatarra y la coloque enfrente de la ventana abierta.

Con un ademan le indique a Alhe que subiera y después se colara por la ventana, miro con recelo la banca en la que debía apoyarse, “tranquila” dije mientras me ponía en cunclillas y sostenía la banca para que ella subiera; aún con tiento subió la banca y se inclinó hacia enfrente, su coló quedo parado justo enfrente de mí, era hipnotizante, las piernas unidas y el culo afuera gracias a que se había inclinado, tenía la mitad del cuerpo dentro del salón.

No aguante las ganas, mis manos recorrieron sus piernas lo suficiente fuerte como para que lo notara sobre el pantalón; cuando mis manos llegaron a sus nalgas las apreté y estruje, suaves y esponjosas, una delicia al tacto.

“¿Qué haces?... no, detente” dijo en un susurro que se perdió en la oscuridad y en el cristal de la ventana. No hice caso a su comentario, me pare y me acerque más por la espalda, resbale mis dedos buscando el botón de sus jeans, como pude lo desabroche, ella contuvo la respiración y exhalo en un suspiro. “Es… esp… espera” volvió a decir con la voz temblando mientras bajaba lento su pantalón, poco a poco dejaba al descubierto su piel pálida, bajé hasta la mitad de sus piernas el pantalón dejando libre su hermoso culo, la piel la tenía erizada y sus bragas negras hacían un contraste digno de alguna fotografía erótica.

Acerque mis labios a la parte de sus piernas que estaban descubiertas, junto con mis manos subí mi cara hasta las nalgas, la bese y apreté pegándola más a mi cara, como si quisiera perderme en ella, un ligero aroma a sexo emanaba de entre sus piernas, podía sentir calor y humedad debajo de su ropa interior, ella daba ligeros respingos, su piel se calentaba con mis caricias y después se volvía a enfriar con el ambiente; tome sus bragas y las baje, hasta la altura donde estaba el pantalón, pude ver una mancha brillante de humedad, estaba empapada.

Con mi dedo medio y el índice de una mano recorrí su vagina humedeciéndolos de sus jugos, podía sentir el nacimiento de sus vellos, era un picor que se sentía como pequeñas espinas, me preguntaba cómo se sentiría eso en mis huevos y en mi pene; le abrí los labios, su piel se escondía rosa en el interior, respire profundamente inundándome de su aroma, como un imán, su interior húmedo y cálido llamaba a mi lengua; sin esperar más acerque mi boca hambrienta a su coño, al sentir su sabor danzar en mi boca pegué mi cara a sus nalgas la punta de mi nariz quedaba justo en la entrada de su culo y mi lengua se movía frenética recorriendo su vagina de arriba abajo, entrando y saliendo de su humedad, sus jugos se empezaban a mezclar con mi saliva, resbalaba de mi barbilla esa mezcla sexual. Alhe temblaba y sus piernas se querían doblar aunque mantenían arriba su hermoso culo; escuche un pequeño gemido cuando introduje dos dedos en su coño sin despegar mi boca de su sexo. Mi lengua que jugaba perversa en su culo sentía como apretaba las nalgas, mis dedos apresados en las paredes de su vagina se movían entrando y saliendo, chorreando miel deliciosa que tomaba después de mis dedos.

“Espera… Espera…” decía Alhe con voz pervertida y jadeante. “Aquí no… entremos” termino subiéndose un poco el pantalón y escurriéndose por la ventana.

No sé porque demonios le hice caso, debí habérsela metido ahí, mientras tenía el culo levantado y la mitad del cuerpo dentro del salón.

Mis pantalones tenían debajo una erección memorable, pocas veces había sentido la verga así de dura y caliente, me escabullí por la ventana, podía sentir la punta de mi pene mojada, en el interior del salón (notablemente más cálido) Alhe me esperaba, frotándose los labios, tenía los ojos llenos de un deseo atrapado y su respiración eran jadeos primitivos que aclamaban por sexo cada que se alzaban sus pechos al inspirar, ni bien me pare en el salón y la vi, con sus mejillas sonrosadas y mordiéndose los labios, me abalance apresurado borrando los pasos que había entre los dos y cuando la alcance, no hubo palabra o gesto que separara sus labios de los míos, las lenguas se reconocían después de un frio silencio y volvían furiosas a moverse entre nuestras bocas; sin permiso ni pena, mis manos se introdujeron dentro de su pantalón (que seguía desabrochado) y luego debajo de su ropa interior, mis dedos reconocieron su coño de inmediato y con más ímpetu seguí masturbándola, seguí empapando el interior de sus piernas. Sentí su mano desesperada sobre mi pantalón buscando desabotonarlo para liberar mi erección, después de algunos intentos vanos me separe de su boca y libere mi pene apuntando al cielo una vez más. Ella más perdida en la lujuria que en la cordura o en la situación del momentos, lamio la palma de su mano y sujeto mi verga, de la punta se desprendían hilos plateados de lubricante. Se arrodillo metiéndose mi miembro en la boca sin perder tiempo, mamaba intensamente como si lo único que quisiera es mi pene en su boca.

Yo ya no quería que me la chupara, mamaba de forma excepcional, pero no quería terminar mi orgasmo en su boca o en su cara, al menos aun no y no sin cogérmela. La levante gentilmente con un dulce jalón de cabello, una vez de pie la volví a besar, su saliva tenia lubricante de la punta de mi pene, mi saliva tenía el sabor de su vagina, nuestras salivas juntas bien podían ser el elixir de algún foso del infierno. La tome de la cintura y caminamos hasta el escritorio del salón, la recosté sobre la mesa y luche para quitarle el pantalón junto con las bragas, sus tenis quedaron arrumbados en el piso junto con sus calcetines, poco importaba el frio, ahora sentía el calor de mis caricias, bese sus piernas, centímetro a centímetro, bese incluso la planta de sus pies; subí hasta su dorso, le descubrí los pechos, saboree su piel desnuda, era pálida, lamí con desesperación sus pezones capuchino. Me desvestí a prisa, mi pene erecto palpitaba ansioso por penetrarla, me acomode entre sus piernas, jale sus caderas para que quedaran a la orilla del escritorio, alce y abrí sus muslos, con mi boca y mi saliva moje más su vagina, tome mi pene y con la punta acaricie toda su vagina, así como se ve en los videos porno, ella se mordía los labios tan fuerte que pensé sangrarían en cualquier momento, tome mi verga dura y la metí lentamente en su coño, sentía su cálido, húmedo y apretado interior; la metí toda, me quede un momento así, disfrutando de su interior latente, saque en un movimiento electrizante la mitad de mi miembro para después meterlo y empezar así el vaivén de mis caderas.

Estaba demasiado excitado, mis movimientos se fueron haciendo más rápidos, cuidaba de no empujar muy fuerte para que el escritorio no soltara un quejido con el movimiento; ella rodeo mi cintura con sus piernas obligándome a entrar aún más en ella. Sentía un rumor en mis riñones que dejaban en claro lo prendido que estaba, estaba por terminar, mis piernas empezaron a tensarse, mi respiración se empezaba a entre cortar, sentía el picor de sus vellos al ras contra mis huevos, en cualquier minuto eyacularía, mis jadeos empezaron a ser (en susurros) más fuertes que sus gemidos callados.

Ella advirtió que estaba por terminar y con sus piernas me pego a su cuerpo, rompiendo por completo con el ritmo; no quería que terminara aun.

“No… espera” dijo entre jadeos. Había estado repitiendo esa maldita frase toda la noche, <<no… espera>>, ¡mierda! Yo podía esperar claro, pero mis huevos estaban a punto de reventar.

Saque lentamente mi pene aun erecto y un poco rojo, ella se bajó del escritorio, su calor y sudor habían dejado la huella de su silueta. Estábamos de pie, desnudos en la madrugada, nos besamos una vez más en el salón de clases. “Acuéstate…” me susurro en el oído provocando un escalofrío placentero, apunto hacia el piso, yo obediente (como no obedecer a la dueña de ese culo y esas tetas) me tire en el suelo, mi pene erecto ya no temblaba, ahora daba saltos de excitación, quería más de su interior, más de su vagina.

Coloco con cuidado sus rodillas una a cada lado de mi cadera, tomo mi verga y la puso justo en la entrada de su coño, sentí el calor de su miel escurrir por mi pene, enderezo su espalda y dejo todo su peso resbalar con la gravedad; cuando mi pene estuvo dentro de ella por completo, los dos echamos la cabeza hacia atrás. Me encanta esa posición, ver como se mueven sus pechos al ritmo de sus caderas, ver su cara de placer mientras danza con mi verga atravesada, me encanta ver como disfruta y marca el movimiento la mujer; perdí la noción del tiempo mientras me perdía en sus senos tambaleantes y su rictus lujurioso, se dedicada a saltar, sus nalgas aplaudían al chocar contra mi cuerpo. Sentí de repente que sus piernas temblaban y sus caderas se movían solas de adelante hacia atrás, un gritito se quedó ahogado en su garganta, sentía como las paredes de su vagina se hinchaban y contraían apresando mi miembro.

Dejo caer la cabeza hacia adelante hasta tocar con mi pecho, respiraba agitada. Alzo la cara después de un momento, estaba roja y sudando, tenía una sonrisa perversa en los labios, me vio por un momento con sus pupilas cargadas de deseo, soltó una pequeña risa y me beso.


“Ahora es mi turno…” comente después del beso, ella se levantó de mí y espero instrucciones.

Yo con un beso la acomode cerca del escritorio y le di la vuelta, sus nalgas se habían tornado frías, ella recargo su torso en el escritorio y alzo el culo, yo rápido acerque mis caderas con su culo, mi pene entro al fondo de ella y empecé a mover las caderas sin importarme el ruido del escritorio, la adrenalina del momento había sido disipada por la excitación que llevaba rato queriendo explotar en chorros de esperma. Me nublo la lujuria, en mis oídos escuchaba el latir de mi corazón, ella no podía contener sus gemidos, mis huevos se balanceaban chocando contra su pubis erizo, sin pensarlo (y después de dos nalgadas) lamí mi dedo pulgar y lo coloque en su ano, lo ponía y quitaba sin meterlo, haciendo una pequeña presión, lo movía en círculos sintiendo en mi yema que hacia un vacío al contraerse y dilatarse; saque mi pene hasta la mitad y lo introduje rápidamente junto con mi pulgar en su culo, al sentir que llenaba sus dos agujeros ella alzo la cara y arqueo la espalda provocando que apresara más mi pene en su vagina, hizo un sonido ahogado. Con mi mano libre, le di más nalgadas, me estaba volviendo loco, alternaba mis movimientos, cuando sacaba el pene, metía el dedo en su culo y cuando sacaba el dedo metía mi pene, tome esa rutina por unos minutos, mis movimientos empezaron a ser más lentos, podía escuchar como los chillidos y gemidos quedaban atrapados entre sus labios aunque algunos se escapaban discretos de su boca; el sudor resbalaba por mi espalda, ella noto que mis movimientos se hacían lentos, presagiando una vez más mi eyaculación, dio un vistazo hacia atrás y vio mi rictus de placer contenido, ella comenzó a mover el culo para encontrarse con mis movimientos, se encajaba mi verga en su interior caliente, ella paraba el culo, me excitaba verla así, la imagen por si sola me hace excitar y cada que la recuerdo es imposible no masturbarme; empecé a sentir que mis muslos se tensaban, un rumor en mis riñones estaba por explotar, sentía escalofríos eléctricos en la punta de mi pene, mi respiración se estaba entrecortando, mis movimientos ahora eran un temblor casi violento, ella sin preguntarme se separó de mi cuerpo; <<¡Maldita zorra!>> pensé, ya sin poder aguantar, me recargue a una mano en el escritorio, con la otra tome mi verga y me comencé a masturbar para que mi blanco esperma terminara en el piso; mi mano se movía frenética, a pesar de que estaba por terminar, el cambio de su interior a mi mano había mermado a la lujuria.

Sentí de repente el contacto de la mano de Alhe con la mía, detuvo el movimiento y ante mis ojos perplejos, con una mano agarro su cabello y mientras se metía mi pene en su boca, con la otra mano acariciaba mis huevos, después de un instante ella comenzó a masturbarme mientras abría la boca y apuntaba la punta de mi polla a su lengua, mantuvo el ritmo así, yo estaba muerto de placer pero más fascinado e impactado al verla saboreando mi miembro; ella como desesperada empezó a mover la punta de la lengua en el ojo de mi pene solo para después tomar mis huevos y seguir mamando. No resistí mas, aguante la respiración y apreté los dientes cuidando de no soltar el rugido – gemido que tenía en la garganta.

Chorros calientes de semen empezaron a salir sin fin de mi pene, ella apreso la punta de mi miembro y mi leche caliente quedaba en su boca; estaba tan sensible que podía sentir como se movía su garganta al tragar. Cerré los ojos con fuerza sintiendo un leve mareo, después abrí los ojos y un bestial instinto se apodero de mis manos al meter todo mi pene en su boca y dejar su cara pegada a mi abdomen, ella intento alejarse, pero la presionaba mientras más chorros de semen salían de mí. Mi orgasmo estaba terminando y ella ya no podía tragar más, logro separarse de mí, soltó la leche que estaba en su boca y aun saltaron unas débiles gotas que terminaron en su mejilla, había terminado a galones, había sido mucho, tal vez porque me excitaba demasiado la imagen de un amor inocente lleno de lujuria y pasión, casi perverso; o quizá era porque había postergado una y otra vez, no sé, solo sé que había soltado demasiado.

Mis músculos se destensaron, me quede sin aliento, estaba mareado, me recargue en el escritorio, veía destellos y manchas de colores en la oscuridad. Ella estaba enfrente de mí, de rodillas y con las manos sobre el piso, jadeaba y podía ver el sudor en su espalda, levanto la cara para verme, estaba sin aliento y yo casi ebrio, sonrió, tomo la pequeña gota de semen de su mejilla con un dedo y se lo llevo a la boca, quería hasta la última gota de mi semen… <<un momento…semen>>pensé recuperando la cordura, había una mancha de semen enfrente de ella, no podía notar la diferencia pero apuesto a que salón olía a sexo.

Alhe me vio contrariada, después vio a su alrededor, era como despertar de un sueño, como despertar al otro día de una borrachera y sentir que los recuerdos llegan por pedazos; ella se levantó y camino hacia su ropa. Reaccione de pronto, busque mi pantalón y saque el celular, las piernas me temblaban con cada paso, prendí la pantalla, la luz me hizo lagrimear y sentir un pequeño dolor detrás de los ojos. En la pantalla, dos llamadas perdidas con 5 minutos de diferencia y un mensaje, ambos del mismo número, <<donde madres están? comunícate>> decía el mensaje.

Me puse los pantalones y la playera, empezaba a sentir frio, Alhe ya estaba vestida y caminaba por el salón como buscando algo. Tome el celular y presione el nombre de << Alejandro Prim>> en mis contactos, me acerque el aparato a la oreja, Alhe curioseaba entre las bancas, un tono… tenía que quitar la mancha de semen del piso o habría problemas, dos tonos… mis manos olían a su vagina, a mi pene y a su culo, tres tonos… busque entre mis pantalones y encontré unos cuadros de papel higiénico, se los ofrecí a Alhelí, cuatro tonos… estaba sudado y cansado, cinco tonos…

“¿Bueno?... ¿Luis?... ¿dónde mierda están?” decía Alejandro un poco alterado y asustado.

“Shhh…” comencé a susurrar, “No te pude contestar, el guardia estuvo un rato buscando con la linterna en el callejón de los besos, no podía contestar… no te preocupes, estamos bien”.

“Espero que las llamadas no te hayan complicado las cosas” voltee hacia Alhe y vi que su rostro se ilumino.

“Por suerte mi celular estaba en silencio” en alguno de los muebles había encontrado una botella de agua, “Alex, hay que irnos, sigue cerca el vigilante, cuando vea que se guarda, te marco y saltamos” se dio la vuelta dándome la espalda, su culo era espectacular, si no fuera por lo sensible y cansado que estaba mi verga, se hubiera parado; tomo el papel higiénico y lo metió junto con su mano debajo del pantalón, deduje que estaba limpiándose la mezcla de nuestros lubricantes.

Se acercó hacia mi “alguien olvido una botella de agua por suerte” dijo haciendo referencia a la botella plástica que tenía en la mano, “hay que lavarnos las manos y refrescar el aliento” concluyo acercándose a la ventana.

“Antes hay que limpiar eso” dije apuntando al semen del piso. Se quedó pensando un momento.

“quítate un calcetín” dijo mientras se incaba y desabrochaba sus tenis, yo hice lo propio con mi zapato izquierdo (curiosamente ella se quitó el calcetín derecho).

Tomo mi calcetín y como si fuera un trapo de cocina limpio el semen, no vasto con el mío así que uso su calcetín también, una vez que la macha era solo una sombra de humedad en el suelo ella enrolló los calcetines uno dentro de otro y después me dio la pequeña pelota de calcetines.

“Ven, hay que lavarnos” dijo mientras se ponía en la ventana y sacaba la mitad de su cuerpo, en la posición en la que le había lamido el culo y el coño. Vertió agua en el recipiente improvisado de su palma y se lavó las manos dos veces, después tomo otro poco de agua y se lavó un poco la cara, bebió un largo sorbo antes de darme la botella, yo hice lo mismo, nos arreglamos todo lo que pudimos y tome el celular.

“Alex… hay que saltar ahora” le dije brevemente antes de colgar, no había tiempo que perder. En cuanto se terminó la llamada arroje la bola de calcetines sobre la barda, quedaron abandonados, mi calcetín, su calcetín y mi semen en la calle de al lado.

Sujete la mano de Alhe, me sentí con una gran confianza, me detuve en la puerta del salón, sin preguntar o temer me voltee hacia ella y le di un largo beso mientras sujetaba su cintura “vamos” le dije al separarnos y caminamos sigilosos por la escuela, en la plaza cívica nos esperaban los demás, nos vimos y en silencio lo dijimos todo, <<uno... dos… tres…>> contamos sin sonido y echamos a correr, saltaron dos chicas y dos chicos, cuando saltaba otra mujer más, las luces del cuarto del vigilante se prendieron, la chica se apresuró a saltar y después ayude a Alhe “Corran” le dije y con señas le dije a Alejandro que saltáramos por otro tramo de barda que aunque era fácil salir, por afuera estaba más alto, salió disparado el haz de la linterna buscando a todas partes, saltamos al mismo tiempo, sonó un titileo metálico cuando chocamos con la malla de metal <<¡malditos chamacos!>> dijo en voz alta el velador y apunto la lámpara hacia donde nosotros nos aventábamos fuera de la escuela; al caer, resbale con una piedra y me torcí el tobillo, mi adrenalina era tal que no sentí nada, corrimos mientras aullábamos como lobos a la luna.

La euforia termino a dos calles de la casa, note pinchazos de dolor en el tobillo, empecé a cojear, cuando llegamos a la casa me senté y revise mi pie, Alejandro me pregunto porque no tenía calcetín.

“Se rompió y lo tire porque me cortaba la circulación” conteste.

Llegamos exhaustos, medio acomodamos las cosas y nos metimos a la sala, acordamos dormir todos en el piso de la sala, yo me acomode estratégicamente cerca de Alhe, cuando se quitó los zapatos se escuchó a sus amigas preguntar por su calcetín extraviado, ella invento alguna historia que jamás conocí; Alejandro al escuchar eso me miro intrigado, empezaba a atar cabos en su mente.

Pocos minutos después se apagaron las luces, alguien puso canciones en su celular y uno por uno fueron cayendo dormidos, a mí me punzaba el tobillo doblado, sentía sensible mi miembro y mis brazos estaban cansado, estaba recordando la cogida que le había dado a Alhe cuando sentí otro pie desnudo tocar con el mío. Alhe se había deslizado a mi lado, tomo mi mano, en la oscuridad diluida pude ver su sonrisa, la misma sonrisa inocente y dulce con la que la recordaba solo que en las comisuras se alcanzaba a asomar una sombre de lujuria y pasión.

Estaba sonando <<Persiana Americana de Soda Estéreo>>, se escuchaban de fondo los ronquidos de alguien “sé que te excita pensar hasta donde llegare” susurro en mi oído alborotando mi corazón, me dio dos besos, uno por mejilla y después regreso a su lecho.

Al día siguiente desayunamos y poco a poco el día nos fue alcanzando, se fueron yendo uno por uno mis ex compañeros, cuando Alhe se despidió de mí, puso en mi mano una servilleta y me guiño un ojo, en la servilleta venia su número telefónico. Fui de los últimos en irme, el penúltimo de hecho.

“Bueno, me voy” le dije al anfitrión. Me despedí de Alejandro dándole un abrazo fraternal.

“Eres un maldito suertudo” me dijo con mirada acusadora.

“No sé de qué hablas… yo no recuerdo nada”.

“Hijo de puta” alcanzó a decirme mientras me daba la vuelta y salía de la casa.

Camine cojeando hasta mi casa, llegue, comí algo y platique con mis papas un poco acerca de la noche (omitiendo claro la incursión nocturna a la escuela). La en la noche guarde el número de Alhe en mi celular y le envié un mensaje: <<Cogerte tiene belleza… :*>>

En su contacto apareció <<Escribiendo…>>.

Nos vimos después de eso unas veces más hasta que eventualmente volvimos a tomar distancia y regresamos a los caminos de nuestras respectivas vidas, Alejandro ha intentado cada que coincido con el que le cuente que paso esa noche, espero el buen Alex lea esto. Nunca hable de lo sucedido con Alhelí, muchos tenían sus sospechas de que habíamos salido, pero no saben hasta donde llegamos.

Si escribí este relato es porqué Alhe se casó hace algunos meses… no me invito a su boda (no es rencor,es nostalgia).

Así sucedió, créanlo o no.

Espero les haya gustado. Por su atención y tiempo, gracias.

1 comentarios - Reunión de Generación: Primaria (Parte 2)

ManuelElegante
El final estuvo tremendo, también me dio nostalgia, se quedan 10 ptos. 😉