Habías salido con amigas a tomar algo y a bailar. Chateamos un rato por mensajes mientras tomaban algo en un bar. Te hice saber de las ganas que tenía esa noche de hacerte de todo. Tantas ganas que iba a intentar quedarme despierto hasta que volvieras. Tu entrada al boliche cerró la charla. El silencio en el teléfono y la tele no ayudaron nada, al rato caí dormido.
De repente empecé a sentirme excitado. Tenía los ojos cerrados pero algo pasaba, sentía que mi pija se endurecía y la sensación de placer iba en aumento. Fui abriendo los ojos mientras la sensación de excitación aumentaba. Ahí te ví casi arrodillada arriba mío. Desnuda y con tu lengua recorriendo despacio mi pija desde la base hasta la punta. Me estremecía de placer. Te dejé hacerlo un rato mientras trataba de reaccionar. Cuando me sentí despierto te tome de los hombros, te senté y tomando tus caderas te hice venir hasta mi boca. Casi sentada en mi boca y agarrada de la cabecera de la cama, mi lengua recorría cada centímetro de tu concha, que poco a poco se iba mojando cada vez más. Tu cadera se comenzó a mover, primero despacio y luego cada vez más rápido. Tu respiración se aceleró. Pude sentir como la concha te latía con fuerza y en tus caderas la piel se te erizaba. Era inminente. Explotaste en un orgasmo.
Mientras tratabas de recuperarte salí de esa posición y antes de que te puedas acomodar te ubique al borde de la cama y de un tirón metí mi pija. Te volviste a estremecer. Entraba con fuerza y salía despacio una y otra vez, mientras tus manos apretaban con fuerza la sábana. Aceleré el ritmo hasta que volviste a llegar casi cayendo rendida sobre el colchón.
Te tome del brazo para levantarte. Te bese y te arrodille. Tu boca se apoderó de mi pija. Bastaron unas pocas caricias de tu lengua y tus labios para que quede al borde de explotar. Cuando lo notaste la sacaste de tu boca. La tomaste con tus manos y te encargaste de que cada gota que saliera terminará cayendo sobre tu cuerpo.
Nos repusimos. Nos reímos. Nos saludamos. Te pregunté cómo te fue y me dijiste que muy bien, y que llegaste caliente por algo que te pasó y que después me contarias. Yo no iba a esperar para que me lo contaras. Vos querías fumar un cigarrillo. Me serví un whisky y me dispuse a escucharte. La madrugada recién empezaba.
De repente empecé a sentirme excitado. Tenía los ojos cerrados pero algo pasaba, sentía que mi pija se endurecía y la sensación de placer iba en aumento. Fui abriendo los ojos mientras la sensación de excitación aumentaba. Ahí te ví casi arrodillada arriba mío. Desnuda y con tu lengua recorriendo despacio mi pija desde la base hasta la punta. Me estremecía de placer. Te dejé hacerlo un rato mientras trataba de reaccionar. Cuando me sentí despierto te tome de los hombros, te senté y tomando tus caderas te hice venir hasta mi boca. Casi sentada en mi boca y agarrada de la cabecera de la cama, mi lengua recorría cada centímetro de tu concha, que poco a poco se iba mojando cada vez más. Tu cadera se comenzó a mover, primero despacio y luego cada vez más rápido. Tu respiración se aceleró. Pude sentir como la concha te latía con fuerza y en tus caderas la piel se te erizaba. Era inminente. Explotaste en un orgasmo.
Mientras tratabas de recuperarte salí de esa posición y antes de que te puedas acomodar te ubique al borde de la cama y de un tirón metí mi pija. Te volviste a estremecer. Entraba con fuerza y salía despacio una y otra vez, mientras tus manos apretaban con fuerza la sábana. Aceleré el ritmo hasta que volviste a llegar casi cayendo rendida sobre el colchón.
Te tome del brazo para levantarte. Te bese y te arrodille. Tu boca se apoderó de mi pija. Bastaron unas pocas caricias de tu lengua y tus labios para que quede al borde de explotar. Cuando lo notaste la sacaste de tu boca. La tomaste con tus manos y te encargaste de que cada gota que saliera terminará cayendo sobre tu cuerpo.
Nos repusimos. Nos reímos. Nos saludamos. Te pregunté cómo te fue y me dijiste que muy bien, y que llegaste caliente por algo que te pasó y que después me contarias. Yo no iba a esperar para que me lo contaras. Vos querías fumar un cigarrillo. Me serví un whisky y me dispuse a escucharte. La madrugada recién empezaba.
0 comentarios - Despertarse así es lo más...