Rosario era puta, Muy puta. Entró a trabajar unos meses después que yo y compartíamos la oficina. ¿Ya dije que era puta? No está de más repetirlo, entonces. No era fea de cara, pero tampoco una supermodelo, el pelo rubio, casi platinado, la hacía llamativa; no tenía unas gomas gigantes, pero sí un par bien puesto, que le gustaba insinuar siempre con escotes; no tenía un culo fenomenal, pero lo meneaba al caminar y siempre, pero siempre, se jactaba de tenerlo "todo roto", soltando una sonrisa.
Más de una vez se me había insinuado y siempre la había rechazado. Por eso de que "donde se come no se caga", ¿vieron?. Pero ella tenía un dicho: "Donde pongo el ojo, pongo la bala... O la concha, en realidad". Yo era su próxima presa y no pensaba rendirse.
Mis negativas la ponían loca. Me refregaba el orto cada vez que podía, me apoyaba las tetas en el hombro si me encontraba sentado escribiendo y utilizaba cualquier excusa para contar alguna historia caliente, de las que tenía muchas. Me contó de las veces que había garchado, los lugares, las veces que se había comido dos (o más) pijas al mismo tiempo, lo mucho que le gustaba tragar la leche, como le temblaban las piernas y hacía una laguna cuando acababa... Todo, todo, todo con lujo de detalles.
Por supuesto que esos relatos me ponían la pija como un tronco, pero yo no pensaba aflojar. Recién entraba al nuevo laburo y no quería quilombos por un garche. Además, había cortado hacía poco con mi novia y seguíamos cogiendo, por lo que desahogo no me faltaba, Incluso estaba pasando una buena racha con compañeras de la misma empresa, pero de otros sectores. Y, como si fuera poco, había un detalle más sobre Rosario: Tenía novio. Sí. Su tremenda putez era a espaldas del pobre cuerno, que por poco la creía virgen.
Una noche, el jefe de todos nosotros organizó una fiesta en su casa, que era gigante. Los que tenían pareja podían llevarla. Y Rosario lo llevó. Ya entrada la madrugada, había tiroteado con tres o cuatro compañeras, garantizando de una u otra forma, un polvito esa noche. Rosario miraba todo y mientras de vez en cuando le tocaba el bulto a su novio, no paraba de mirarme con su cara más trola posible.
Mientras mandó a su novio a prepararle un tragp, se acercó a mí y me dijo:
-Estas de racha, eh. Ya te vi chamuyando a tres minitas. Ni las tres juntas te chuparían la pija como yo. Eso tenelo en claro
El alcohol y el histeriqueo se combinaron y por fin tuve mi primer desliz:
-Ah, ¿sí? ¿Tan buena sos? Lástima que viniste con el salame de tu novio, si no capaz te dejaba demostrarmelo.
Ella como buena cazadora notó mi flaqueza y respondió:
-¿Ese es el único problema? JA. Lo hace más interesante. Es más, te hago una apuesta. Si gano, vos haces todas las tareas de la oficina por una semana. Si pierdo, las hago yo.
-Dale. Trato hecho. ¿Y en qué consiste la apuesta? - le pregunté ya lanzado.
-Fácil. Vos solo tenes que ir al baño que está al lado de la pieza, en 10 minutos -aclaró- El juego es así: te apuesto que te chupo la pija y mi novio no se va a dar cuenta.
Entre sorprendido y nervioso me reí, pero alcancé a cerrar el trato.
-Vos estas loca -le dije casi como un halago
-Loca por las pijas -soltó antes de darse vuelta, dejarme en primer plano su culo apenas tapado por un shorticto blanco y caminar en dirección a su novio, que ya había vuelto con el trago.
Cumplidos los 10 minutos, fui para el baño indicado. Tenía ganas de mear, así que me bajé el cierre y empecé. Un golpecito en la puerta me interrumpió.
-Ocupado -grité. Pero volvieron a insistir. Así que repetí -Ocupaaadooo
Rápidamente, la puerta se abrió, entró Rosario y la cerró de inmediato.
-Apaa... Ya la tenes afuera. Me estabas esperando de verdad
Esperaba un aviso, un beso, un chiste, ¡algo! Pero no. Agarrandome del pito me acercó a ella, se arrodilló y empezó a pasarme la lengua por el tronco.
-Que linda pija que tenes -me dijo antes de metersela en la boca y empezar a chupar como nunca antes me la habían chupado hasta entonces y como no me la volvieron a chupar hasta el día de hoy. Los movimientos eran perfectos, casi mecánicos, sincronizaba la mano, los labios y la lengua para hacerme estremecer.
-No sabes las veces que le hice petes a mi novio pensando en esta chota. Me la hiciste difícil, putito, pero siempre consigo la verga que quiero -escucharla me calentaba tremendamente y la chupada que me daba me estaba por hacer acabar
-Que puta que sos -alcancé a decirle con un hilito de voz. Eso la hizo calentarse más a ella.
-Aaayy siii.. Muy puta soy. Me encanta chupartela. Me encanta. Y también la quisiera en el culooo...
-Aaaawwgghh -largué, casi como desperezandome
-jajajjaja ¿Que pasa, putito? ¿Estas caliente? -me preguntaba la zorra mientras se pasaba mi pito por la cara y se golpeaba los cachetes, los labios.
-Ay trolaaa me vas a hacerte largar toda la lechee
-Aaauuhh siiii... damela papito, dame toda la lechita -empezó a decir ella, mientras noté que se tocaba la concha por arriba del shortcito, con la mano libre -dame toda la lechita que me la trago y lo voy a besar al cornudo
-Tomaaa... -mientras largaba todo el semen- tomatelo todo, hasta la última gotaa
Largué toda la leche que tenía acumulada y como buena trola se tragó TODO.
Se paró, se acomodó el short, se limpió la comisura de los labios y casi como una amenaza me dijo
-Acordate que te dije que la quisiera en el culo...
Me la agarró fuerte por última vez y salió tan rápido del baño como había entrado.
Esperé un instante para salir, pero fue poco útil disimularlo. La mitad de las miradas de la fiesta estaban sobre mí, apareciendo por el pasillo del baño. La otra mitad estaba sobre Rosario, que besaba apasionadamente a su novio.
Obviamente, termino reconociendo que la siguiente semana trabajé MUCHISIMO en la oficina. Y Rosario, a pesar de no tener laburo, se quedó haciendo horas extras conmigo, pero eso ya lo contaré en otra historia...
Más de una vez se me había insinuado y siempre la había rechazado. Por eso de que "donde se come no se caga", ¿vieron?. Pero ella tenía un dicho: "Donde pongo el ojo, pongo la bala... O la concha, en realidad". Yo era su próxima presa y no pensaba rendirse.
Mis negativas la ponían loca. Me refregaba el orto cada vez que podía, me apoyaba las tetas en el hombro si me encontraba sentado escribiendo y utilizaba cualquier excusa para contar alguna historia caliente, de las que tenía muchas. Me contó de las veces que había garchado, los lugares, las veces que se había comido dos (o más) pijas al mismo tiempo, lo mucho que le gustaba tragar la leche, como le temblaban las piernas y hacía una laguna cuando acababa... Todo, todo, todo con lujo de detalles.
Por supuesto que esos relatos me ponían la pija como un tronco, pero yo no pensaba aflojar. Recién entraba al nuevo laburo y no quería quilombos por un garche. Además, había cortado hacía poco con mi novia y seguíamos cogiendo, por lo que desahogo no me faltaba, Incluso estaba pasando una buena racha con compañeras de la misma empresa, pero de otros sectores. Y, como si fuera poco, había un detalle más sobre Rosario: Tenía novio. Sí. Su tremenda putez era a espaldas del pobre cuerno, que por poco la creía virgen.
Una noche, el jefe de todos nosotros organizó una fiesta en su casa, que era gigante. Los que tenían pareja podían llevarla. Y Rosario lo llevó. Ya entrada la madrugada, había tiroteado con tres o cuatro compañeras, garantizando de una u otra forma, un polvito esa noche. Rosario miraba todo y mientras de vez en cuando le tocaba el bulto a su novio, no paraba de mirarme con su cara más trola posible.
Mientras mandó a su novio a prepararle un tragp, se acercó a mí y me dijo:
-Estas de racha, eh. Ya te vi chamuyando a tres minitas. Ni las tres juntas te chuparían la pija como yo. Eso tenelo en claro
El alcohol y el histeriqueo se combinaron y por fin tuve mi primer desliz:
-Ah, ¿sí? ¿Tan buena sos? Lástima que viniste con el salame de tu novio, si no capaz te dejaba demostrarmelo.
Ella como buena cazadora notó mi flaqueza y respondió:
-¿Ese es el único problema? JA. Lo hace más interesante. Es más, te hago una apuesta. Si gano, vos haces todas las tareas de la oficina por una semana. Si pierdo, las hago yo.
-Dale. Trato hecho. ¿Y en qué consiste la apuesta? - le pregunté ya lanzado.
-Fácil. Vos solo tenes que ir al baño que está al lado de la pieza, en 10 minutos -aclaró- El juego es así: te apuesto que te chupo la pija y mi novio no se va a dar cuenta.
Entre sorprendido y nervioso me reí, pero alcancé a cerrar el trato.
-Vos estas loca -le dije casi como un halago
-Loca por las pijas -soltó antes de darse vuelta, dejarme en primer plano su culo apenas tapado por un shorticto blanco y caminar en dirección a su novio, que ya había vuelto con el trago.
Cumplidos los 10 minutos, fui para el baño indicado. Tenía ganas de mear, así que me bajé el cierre y empecé. Un golpecito en la puerta me interrumpió.
-Ocupado -grité. Pero volvieron a insistir. Así que repetí -Ocupaaadooo
Rápidamente, la puerta se abrió, entró Rosario y la cerró de inmediato.
-Apaa... Ya la tenes afuera. Me estabas esperando de verdad
Esperaba un aviso, un beso, un chiste, ¡algo! Pero no. Agarrandome del pito me acercó a ella, se arrodilló y empezó a pasarme la lengua por el tronco.
-Que linda pija que tenes -me dijo antes de metersela en la boca y empezar a chupar como nunca antes me la habían chupado hasta entonces y como no me la volvieron a chupar hasta el día de hoy. Los movimientos eran perfectos, casi mecánicos, sincronizaba la mano, los labios y la lengua para hacerme estremecer.
-No sabes las veces que le hice petes a mi novio pensando en esta chota. Me la hiciste difícil, putito, pero siempre consigo la verga que quiero -escucharla me calentaba tremendamente y la chupada que me daba me estaba por hacer acabar
-Que puta que sos -alcancé a decirle con un hilito de voz. Eso la hizo calentarse más a ella.
-Aaayy siii.. Muy puta soy. Me encanta chupartela. Me encanta. Y también la quisiera en el culooo...
-Aaaawwgghh -largué, casi como desperezandome
-jajajjaja ¿Que pasa, putito? ¿Estas caliente? -me preguntaba la zorra mientras se pasaba mi pito por la cara y se golpeaba los cachetes, los labios.
-Ay trolaaa me vas a hacerte largar toda la lechee
-Aaauuhh siiii... damela papito, dame toda la lechita -empezó a decir ella, mientras noté que se tocaba la concha por arriba del shortcito, con la mano libre -dame toda la lechita que me la trago y lo voy a besar al cornudo
-Tomaaa... -mientras largaba todo el semen- tomatelo todo, hasta la última gotaa
Largué toda la leche que tenía acumulada y como buena trola se tragó TODO.
Se paró, se acomodó el short, se limpió la comisura de los labios y casi como una amenaza me dijo
-Acordate que te dije que la quisiera en el culo...
Me la agarró fuerte por última vez y salió tan rápido del baño como había entrado.
Esperé un instante para salir, pero fue poco útil disimularlo. La mitad de las miradas de la fiesta estaban sobre mí, apareciendo por el pasillo del baño. La otra mitad estaba sobre Rosario, que besaba apasionadamente a su novio.
Obviamente, termino reconociendo que la siguiente semana trabajé MUCHISIMO en la oficina. Y Rosario, a pesar de no tener laburo, se quedó haciendo horas extras conmigo, pero eso ya lo contaré en otra historia...
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