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cuckold

Me contactaron por recomendación de una pareja amiga. . Hablé por telefono con el marido. No tenían ninguna experiencia y buscaban un tercero para jugar al cuckold. -¿Estas seguro?. Vas a abrirle la puerta a un mundo del que quizás no puedas volver- le dije con intención de disuadirlo. -Peor es no animarse a hacer lo que uno desea- respondió. Me pareció que era un hombre que sabía lo que jugaba y su decisión lo trascendía. Acepté. -Que tu mujer no se produzca, que se vista como lo hace todos los días en tu casa- Se sorprendió. Ellos, me dijo, habían pensado en que se vistiera de una manera especial. Insistí. Si quería jugar...jugaríamos. Le pensaba coger la esposa, no a una mujer disfrazada de puta. El principio fue una cena. La mujer en ojotas, una remera de todos los días y pollera acampanada, sin pinturas ni alhajas. Hablamos de los hijos, los de ellos, los mios; de fútbol, de cine. A los postres ya nos animamos a intentar arreglar el mundo. El problema ambiental era el tema cuando ella comenzó a levantar la mesa. Al colocarse a mi lado metí mi mano por debajo de la pollera. Fueron unos segundos, los suficientes para manosearle la concha por encima de su tanga. Fue un gesto grosero, yo mismo me sorprendí. Su rostro ni se alteró, pero miró de una manera tal que me convenció de que había acertado. -Me alegro que no te depiles toda- le dije para acentuar la situación. No respondió, se perdió en la cocina con la pila de platos. Fui tras ella. El marido sentado, en silencio, sin saber que hacer. Estaba acomodando todo en la pileta de la cocina cuando la sorprendí por detrás apoyándole mi erección en el culo y manoseandole las tetas. No fue por mucho tiempo. Se dió vuelta y me comió la boca refregándose contra mi. Me hizo parar el palo de tal modo que tuve que apurarme a dejarlo suelto para que no me doliera. Cuando lo sentí en el aire rozandole la pollera la tomé de los pelos y la hice bajar para ponerselo en la boca. En eso estábamos cuando entró el marido a la cocina. Lo ignoré. Acariciaba el cabello de su mujer en silencio para que se escuchara el ruido que hacia al chuparmela. -Pará putita- le dije alzándola de los pelos-vamos a la cama. Me tomó de la mano y salimos de la cocina. Al pasar al lado de él, le dije con voz amable: -Fijate si hay alguna gaseosa para llevarnos. Cuando llegó con la bandeja, vasos y botella, ya la tenía a su mujer en cuatro patas, mirando para la puerta y cogiendola de manera deliciosa. Suave, lento y profundo. Con mis manos la tomaba de las caderas, casi como una caricia. Se quedó petrificado, con su bandeja, en posición francamente ridícula. Lo miré mientras mojaba mi pedazo en esa laguna que había surgido de entre las piernas de su mujer. La tomé del cabello para levantarle la cabeza. Que la viera, que ella lo viera, mientras yo la gozaba. Ahí nomás se le escapó su primer orgasmo. Escuché el tintinear de los vasos sobre la bandeja y entendí que no era casual. -Dejá la bandeja en el piso y ponete en bolas, dale- le dije con el mismo tono que pudo haber usado su mejor amigo. Cuando perdí la cuenta de los orgasmos que esa mujer había tenido me di un respiro y quedé de espaldas, resollando, mirando el techo. El estaba pajeandose, sentadito en el borde de la cama. -Si tenes ganas podes chuparmela- le dije mientras acariciaba, suavemente, a su mujer. No quise justificarlo en su deseo, no quise disfrazar la situación para que pareciera que lo había forzado. Hice caso omiso de él y me concentré en besuquear el cuello de ella. Al rato sentí que mi pija era devorada con mayor maestría que la demostrada por su esposa. -Mira como la chupa el putito- dije en tono alto para que lo escucharan ambos. Se habrá excitado porque la empezó a chupar con fruición. Al rato se la saqué de la boca y deje que ella se acomodara en el medio, de frente a él y dándome la espalda, en posición de cucharita. Se la puse. Ella gemía mientras le hacía la paja lentamente, siguiendo el ritmo de mis movimientos. Vi como le besaba tiernamente los labios, las mejillas, los pómulos mientras suspiraba de placer por los movimientos de mi pija. Tanta ternura me excitó, me puso la poronga como si fuera un hierro. Lo notó. Cuando intuí que ella estaba a punto de acabar deje de moverme, atraje su cabeza hacia mi y le dije al oido: -Decile lo que sentis-. Nada. Siguió haciendole la paja levemente sin pronunciar palabra. -Decile lo que sentís o te dejo de coger y que siga él-fue un susurro, apenas audible para ella. Murmuró algo. -Mas fuerte decilo-. Guardó silencio. Estaba sacándosela con lentitud cuando oi que le decía al marido con claridad: -Me encanta como me coge- Volví a menearme dentro de ella. Cuando parecía que iba a empapar mi poronga con su acabada paré y volví a murmurar en su oido: -Hacelo acabar- y me quedé quieto dentro de ella. Empezó a mover su mano mas rápido. -Cogeme hijo de puta!- se exasperó. -Hacelo acabar sino no acabas- le dije moviendome apenas para que sintiera el roce de mi pija. Empezó a frotar la chota del marido de manera enérgica. Yo me movía jugando con su orgasmo, retrayendome cuando lo sentía venir. -Haceme acabar hijo de puta. -Si no acaba el no acabas vos- insistí. Lo pajeaba con desesperación, el marido miraba sin comprender y yo haciendo ir y venir a su orgasmo sin dejarlo escapar. Me pareció que no aguantaría mucho en acabar asi que demoré aún mas mis movimientos. El pajeo pasó a ser casi violento, hasta que por fin se escuchó el grito: -!Acabá de una vez puto de mierda¡- El marido se fue en un grito tan intenso y prolongado que hasta me pareció sentir los rios de leche volcados en las manos, en las sabanas. La premié con rápidos bombazos para que ella también pudiera estallar. No se hizo esperar. De ahi en mas continuamos cogiendo sin prestarle mayor atención a su esposo. Una vez que acabé no quise demorarme en la cama. Me vestí y le pedí a él que me acompañara para abrir la puerta. Interrumpió su pajeo infructuoso y compulsivo para acompañarme gentilmente. No volví a tener noticias de ellos. Quizás sea mejor así.


autor: zama

7 comentarios - cuckold

MINIONES +1
bueno, me dejo la pija dura
gaby200432 +1
Me volvió loca imaginar eso