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Asumiendo mi papel de cornudo VIII

Nuevamente gracias por los comentarios alentadores y puntos de los lectores. Continúo con el último relato del fin de semana en la quinta con nuestros amigos.

Me dediqué a hacer gozar todo lo posible a Juan y Fernando. El placer que me producía chupar esas pijas era indescriptible, le ponía esmero, las lamía todas, las tragaba, las mamaba. Chupaba y lamía sus huevos, alternando entre uno y otro….
Ellos continuaban diciéndome guarradas y amasando mi culo, metiéndome dedos. Yo volaba de calentura, y a esa altura lo único que deseaba era que me dieran una buena cogida.
Nicolás bajó con nosotros y Juan subió a la habitación en la que estaba mi mujer para cogerla a gusto. Yo seguía prendido a la pija de Fernando chupándosela, extasiado, cuando me la saca de la boca, y me dice, “me parece que esta putita está necesitando que le cojan la cola?”
“¡Sii! ¡Por favor!” le respondí inmediatamente, “No puedo más de la calentura ¡metémela, cógeme!”
“Sí, nena, te voy a dar la acogida de tu vida”, dijo Fernando, “ te voy a coger toda la noche, en mi cama, hoy vas a ser mi putita personal…” M agarró de la mano y me llevó hasta su habitación que estaba al lado del cuarto en el que se cogían a mi mujer.
No les puedo explicar las sensaciones que tenía en ese momento, vestido con lencería, maquillaje de puta, de la mano de un macho que me llevaba a su habitación para emputecerme todo lo que se puede emputecer a una persona, mientras mi mujer era cogida como una prostituta, y lo más increíble es que me gustaba ¡me encantaba!
Antes de comenzar con esta nueva forma de vida, mis fantasías con hombres consistían en chupar una pija y que me cogieran, pero no me atraía para nada besar hombres ni comportarme como mujer. Ahora, con el nivel de morbo y calentura que tenía, no me importaba nada, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa que complaciera a Fernando, lo único que quería en ese momento era ser su putita.
Creo que él lo notó en mi mirada, porque ni bien cerró la puerta de su habitación me comió la boca metiendo su lengua casi hasta mi garganta, agarrando mi culo con sus dos manos. Yo a partir de ese momento rompí todas las barreras, enloquecí de la calentura, me sentía y actuaba como una hembra en celo.
Bajé nuevamente hasta su pija para deleitarme chupándosela, hicimos un 69, el me chupaba y lamía el culo, yo gozaba como perra. No podía tocar mi pija porque la tenía encerrada en el cinturón de castidad, pero la verdad es que no lo necesitaba, gozaba con mi cola y mi boca.
Saqué su pija de mi boca, lo miré mientras el me chupaba el orto y dije, “necesito que me cojas, Fernando, ¡haceme tu puta!” Me puse en cuatro e inmediatamente me empezó a penetrar…
No hizo falta lubricación, Fernando puso un poco de saliva en mi culo y su verga entró con facilidad, mi culo estaba muy dilatado por la calentura.
Cuando la pija de Fernando hizo tope me sentía pleno. El me agarraba firme de mis hombros, presionando con su verga dura hasta el fondo, sin sacarla. Agarró mi cara, haciéndome mirar hacia atrás, y me volvió a besar con pasión…
¿“Quien es tu macho”? me decía…
“Vos, papi”, le respondía…
Entonces retiraba unos centímetros su pija y la volvía a meter hasta el fondo de mi culo. Eso me hacía gemir….
“¿Qué sos? “
“Tu putita, papi” le respondía yo, empujando con mi culo…..
“¿Queres verga de tu macho?”
“Haaaa! Sí, papi!! Me encanta esa verga en mi culo!!”
Fernando fue aumentando el ritmo de a poco, me cogía de una manera espectacular, haciéndome gozar como una perra. Yo estaba entregadísimo, o entregadísima. En cuatro patas, la cintura arqueada, el culo bien en popa. Desde la habitación de al lado se escuchaban los gritos de mi mujer, a quien seguramente le estaban pegando una flor de culeada también.
A la derecha de la cama se reflejaba nuestra imagen en un espejo grande que tenía Fernando. Me veía en la posición que les describía recién, con lencería de puta, maquillaje todo corrido, y una cara de trola gozando terrible. Todo eso ¡me producía un morbo increíble!
“Como te estoy gozando ese orto, puta”, me decía Fernando, “escuchá a la putita de tu mujer, la deben estar cogiendo así….” Todo esto lo decía pegado a mi oído, mientras metía su pija hasta el fondo…
“¿Te gusta que se cojan a tu mujer, putita cornuda? ¿escucharla mientras te dan pija a vos también?”
“¡Siiii! Me encanta hijo de puta ¡me re calienta, me gusta que se cojan a mi esposa, y me gusta ser tu putita, cogeme papi, dame mucha pija que me encanta!”
Ese polvo fue larguísimo, cambiamos de posición y durante un buen rato me senté arriba de su pija y lo cabalgué a gusto, sin prisa, entregada…..
Despues me puso en cuatro otra vez y me empezó a coger a un ritmo mas fuerte. Me encantaba la cogida que me estaba dando, y también me gustaba mucho el morbo que le ponía diciéndome guarradas todo el tiempo. Eso es algo que me pone loca en estos juegos.
En ese momento yo estaba con la cabeza apoyada en mis brazos, sobre la almohada, y el culo en popa a total disposición de Fernando.
El guacho me hacía pedir pija todo el tiempo, me hacía decir que era su puta, que me encantaba la verga, que él iba a ser mi macho cuando quisiera, que mi culo le pertenecía, y mil guarradas más. Todo eso me hacía decirlo a los gritos.
De repente levanto la cabeza y los veo a mi mujer, Nicolás y Juan, riéndose del espectáculo.
Mi mujer estaba parada, agarrándose la concha. “Mirá el regalito que te traje, cornudito, me lo dejó Juan”, me dijo, se acercó con su concha a la altura de mi cara, y cuando sacó la mano, el olor a leche y concha empapada era impresionante. No lo pensé ni un segundo y me puse a chupar como desesperado, mientras Fernando seguía dándome pija por la cola.
Cuando la concha estuvo bien limpia, mi mujer me hizo limpiarle la mano, que también estaba llena de leche.
De pronto Fernando sacó la pija de mi culo y le dijo a Mariana que se pusiera en cuatro, que quería tirarle toda la leche en el culo y la concha, me pidió que yo lo pajeara, y acabó como un burro una cantidad impresionante de leche enchastrando todo el culo y la concha de Mariana.
Nicolás me sacó el cinturón de castidad y le pedí a mi mujer por favor que me chupara la pija mientras yo la limpiaba. Hicimos un 69, yo abajo, lamiendo la leche de Fernando de su culo y concha, y ella chupándome la pija, que a esa altura casi no se me paraba, hasta que exploté en una acabada impresionante, con la pija medio muerta.
Mi amada mujercita se dio vuelta, me besó dándome toda mi leche, y me hizo limpiar todo lo que se había chorreado por su cara y tetas.
Yo quedé exhausto en la cama, abrazado a mi mujer. Habitualmente, después de acabar, me baja todo el morbo y la excitación, y llega un poco de remordimiento. Por lo cual en esos momentos lo único que quiero es dormir abrazado a mi mujer y terminar con el juego.
De pronto escucho a Nicolás que dice “¿Vamos Mariana?”
Levanto la cabeza y le pregunto “¿a dónde vas?”
“Esta noche voy a dormir con Nicolás, mi amor, vos dormí con Fernando, que por lo que escuché y vi, ahora es tu macho, jajaja”
Quise protestar pero Fernando no me dio tiempo, me agarró de la cintura y con voz segura pero cordial me dijo, “el juego es hasta mañana, nena, así que relájate, date un bañito y volvé a la cama con tu macho. Y ponete la misma ropa de putita”
Mientras tanto mi mujer salía de la habitación con Nicolás que la llevaba de la cintura.
Me bañé un largo rato y volví a ponerme la lencería. Me maquillé como pude y me dirigí a la cama con Fernando. La verdad es que me sentía muy incómodo, no estaba excitado y toda la situación me resultaba angustiante. Sentía mucha necesidad de estar con mi mujer, pero me había quedado claro que ella tenía ganas de seguir jugando.
Me acosté al lado de Fernando y me di vuelta dándole la espalda…
“No te sientas mal, nena” Decía Fernando.
“Relájate que en un rato se te va a pasar esa sensación. Pensá en todo lo que pasó hoy y como lo disfrutaste”
Y la verdad es que tenía razón, mas allá de toda la culpa y el remordimiento que sentía ahora, era innegable que había disfrutado como loco todo lo que había pasado.
Me puse boca abajo para intentar relajarme, y Fernando empezó a acariciarme la espalda, despacio, bajando hasta mi cola, acariciaba mis nalgas y seguía con el dedo por el recorrido de la tirita del colaless en mi raya. Realmente era muy relajante el masaje que hizo efecto porque así me quedé dormido.
Desperté varias veces a la noche con sensación de incomodidad. No terminaba de sentirme cómodo durmiendo con un hombre.
Por la mañana hacía calor, estábamos destapados. Observé nuevamente mi cuerpo con lencería femenina. Tocaba mis piernas enfundadas en medias de red, el portaligas. Recordaba todo lo ocurrido el día anterior.
Desde la habitación de al lado nuevamente llegaban los gemidos de mi mujer. Miré a Fernando que dormía, miré su pija flácida y me detuve mirándola. La agarré delicadamente y descubrí su cabeza húmeda. Mi respiración comenzó a acelerarse y un calor me empezó a recorrer todo el cuerpo.
Bajé lentamente mi cabeza, olí el aroma de su verga, ese olor a pija me resultaba embriagante, y muy suavemente comencé a lamerla. Luego la metí en mi boca mientras sentía como se iba parando de a poco.
Sentí la mano de Fernando acariciando mi nuca, y seguí chupando y lamiendo toda su verga. Bajé a los huevos, los lamí, me los metí a la boca, y volví a su verga para hacerle una soberbia mamada.
Juan guió mi cuerpo para que me pusiera sobre él en 69, corrió la tirita de la tanga y me comenzó a lamer el culo de una manera espectacular.
Así estuvimos un buen rato hasta que Fernando me dijo, “ponete en cuatro putita que te voy a echar el último polvo del fin de semana”.
Como una putita obediente me acomodé con el culo en popa y mi macho me la fue metiendo hasta el fondo para darme una buena cogida mañanera.
A esta altura el culo me dolía bastante, pero Fernando fue delicado y me cogió con firmeza pero suave. Esta vez no me mató a pijazos.
Cómo disfruté ese polvo, me hacía gozar como loca. Cuando me dijo que iba acabar le pedí que lo hiciera adentro, quería sentir como se venía en mi culo, y cuando estaba por acabar yo me empecé a pajear y acabamos juntos.
Nos limpiamos y fimos a la habitación de al lado. Cuando entramos, mi mujer estaba en pleno orgasmo, recibiendo una doble penetración de Nicolás y Juan, que sacaron sus pijas de los agujeros de mi mujer y la bañaron en leche, le acabaron en la cara, las tetas, y me miraron haciendo me señas para que fuera a lamer la leche. Comencé con las pijas de ellos dos y terminé lamiendo la piel toda acabada de mi linda mujercita.
Ahí terminó todo ese fin de semana. Después de bañarnos y comer algo volvimos con Mariana a nuestra casa, haciendo todo el camino de regreso en silencio. Recogimos a nuestros hijos en lo de sus abuelos y el resto del día transcurrió como como cualquier día familiar.
A la noche, después de que se durmieron los chicos, nos acostamos y acariciamos durante un largo rato.
Besé suavemente su culo y su concha que todavía estaban irritados por la cogida que había recibido Mariana, y nos dormimos sin coger.
A partir de ese día, hubo nuevos cambios en nuestra relación y la nueva vida sexual que compartíamos. Pero eso lo cuento en otro relato.

3 comentarios - Asumiendo mi papel de cornudo VIII

GT_001
Tambien estara bien si tu mujer cuenta el relato de lo que hizo ella con las 2 pollas
Frafass
Para cuando el próximo?tiene que seguir...
FlavioOso +1
REALMENTE LOS FELICITO POR VUESTRA APERTURA A PODER GOZAR DEL SEXO LOS DOS Y COMPARTIR AMBOS EL SUMUM DE LA EXITACION, EN VERDAD ME ENCANTARIA PODER DIALOGAR CON USTEDES PERSONALMENTE.
SIGAN ESCRIBIENDO QUE LO HACEN DE MARAVILLA.