Precede de:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2981172/Mi-primer-sesion-con-la-depiladora.html
Es viernes por la tarde y mi esposa llega de viaje. Ya tengo los bolsos preparados para salir para Entre Rios. Ni bien la dejan en la puerta de casa, entra, nos damos un beso y se va a bañar. El auto ya está cargado y aguardando a sus ocupantes. Media hora después partimos para el complejo de cabañas. Fuimos charlando sobre su experiencia en la capacitación y todos los elogios que recibió por su esfuerzo.
Bastaron un par de horas de viaje para llegar a nuestro destino. Un extenso grupo de cabañas rodeaba a la gran pileta y sus bares. Nos ubicamos en la nuestra, descargamos las valijas, acomodamos la ropa y salimos al balcón a disfrutar de la noche estrellada. Allí dimos con una pareja de jóvenes recién casados. El con 20 años y ella 21, dos esposos que parecían salidos de una revista de modas. Muy apuestos los dos y bien vestidos. Nos percatamos de que compartíamos este espacio y nos pareció una buena oportunidad para hacer nuevos amigos.
Volvimos a la habitación y Ludmila se fue a estrenar el hidromasaje. Yo me apresuré a ocuparme del asado. Comimos en el balcón, la charla fue amena, y luego del postre ella se dirigió a la cama y yo a darme una ducha. Hasta ahí, todo venía normal, como siempre. Pero me intrigaba como podría reaccionar mi esposa al verme totalmente depilado entre las piernas.
Nunca había hecho algo así y ella ni se lo imaginaba.
Salgo del baño con un toallón abrazando mi cadera, una luz tenue iluminaba la pieza y mi señora estaba sentada en la cama esperando. Llevaba puesto un babydoll azul con muchas transparencias unos diminutos encajes que apenas adornaban su figura. Debajo una tanga del mismo color y totalmente transparente. Ya al verla así me puse a full. Hacia mucho tiempo que no la veía tan sexy.
Llegó el momento tan esperado y dejo caer mi toalla. Menuda sorpresa la de ella. Un brillo en los ojos y una amplia sonrisa me dieron cuenta de que realmente no se lo esperaba y estaba a gusto con la imagen.
L- ¿Pero que tenemos acá? ¿Que paso ahí?
F- Me lo hice para vos.
L- A ver, acercate que lo quiero examinar más de cerca.
Con el péndulo marcando mis pasos me acerco a la cama y me pego a su lado. Ella palpa, observa, recorre con sus manos y su vista el maravilloso trabajo que hizo Camila.
Me invita a acostarme a su lado y se ocupa de apreciar el gran labor de la depiladora.
F- ¿Te gusta?
L- ¡Me da muchas ganas de comerte! ¡Tengo mucha hambre de pija!
F- Adelante. Es todo tuyo.
De a poco, con suaves caricias, comienza a besar el glande y baja por el tronco de mi pene. Llega a los huevos y es otra alegría que se estampa en su cara. Con mucho placer los chupa y juega con ellos mientras sus manos se ocupan de mi miembro.
Disfrutamos mucho este momento pero ella no es la única con apetito esta noche. Entre mimos y caricias la voy trayendo sobre mí y le saco la tanga. Pasa una pierna y toda su concha mojada se apoya en mi cara. Sus labios están que arden y yo vengo a intensificar ese fuego.
Acaricio su cola mientras le hago sexo oral apasionado. La disfruto como si fuese la última vez. Ella hace lo propio con mi verga comiendosela sin tapujos
Su primer orgasmo se hizo presente empapando mi cara con sus fluidos y ella reaccionó sujetando con los dientes mi pija desde la base cubriendola íntegramente dentro de su boca, y tirando con sus manos de mis huevos estirándolos como queriendo arrancarlos de su saco.
Ella se levantó y giro adaptando la posición del misionero. Mi mástil duro ingreso a su vagina que chorreaba flujos sin parar. Comenzó a cabalgarme con los ojos blancos tirados hacia atrás. Sus pechos acompañan su vaivén de caderas y con mis manos copiaba su anatomía. Jadeos y más jadeos retumbaban por las paredes de la habitación.
Al cabo de unos minutos el cuerpo de mi esposa denotaba cansancio y el ritmo mermaba. Cayó sobre mi pecho, nos besamos y ella se corrió a un costado. Yo salí de abajo, tomé su cadera, la alée y la traje hacia el borde de la cama para hacerlo "de perrito". Ella arrojó su cara contra las sábanas y yo tome el control de la situación. Las embestidas empezaron suaves pero en ese momento sólo deseaba estar dentro suyo. Arremetía con fuerza sobre su humanidad entregada al placer. Un fuerte temblor se apoderó de nuestros cuerpos enganchados y acabamos juntos. Un mar de sensaciones nos tocó hasta el alma.
Caímos rendidos en la cama. Minutos después nos levantamos y nos dimos una ducha ocupándose cada uno del cuerpo del otro. Ludmila estaba anonadada con mi cambio de look. Me pasaba jabón y me enjuaba una y otra vez. Ya más relajados nos entregamos a dormir.
Al dia siguiente arrancamos yendo a la pileta común del predio y allí nos encontramos a Micaela y Adrián, nuestros vecinos. Pantalón malla el y un bikini amarillo ella. Charlamos mucho, almorzamos juntos, nos separamos a la siesta y luego nos volvimos a encontrar. Por la noche salimos a cenar a un pueblito cercano y seguimos intercambiando historias. Llegamos a las cabañas y cada uno fue a la suya.
Nos dimos una ducha y nos acomodamos en la cama para descansar. Pero algo nos descolocó de nuestro cometido. Comenzamos a escuchar muebles que se corrían, gente balbuceando y sentimos como se abrió la puerta corrediza que daba al balcón del lado de nuestros vecinos. Oíamos palabras imposibles de decifrar y fue Ludmila quien se puso de pie primero. Yo entredormido alcé la vista y la encontré a ella parada frente al ventanal. Sólo un culote rosado la vestía. Su mano derecha masajeaba sus senos y tironeaba sus pezones, mientras la izquierda se escondía entre sus piernas por debajo de su ropa interior.
Esa imagen despertó todos mis sentidos. Me levanté y me coloqué detrás de ella. Mis manos se ubicaron en sus hombros y siguieron el camino de sus brazos hasta el final. Su cuello fue presa de mis besos y sus suspiros daban vida a la habitación. Acompaño su mirada a destino y observo qué la tiene tan cautiva.
Nuestros vecinos están en plena guerra sexual en el balcón. Micaela suspendía su cuerpo con sus brazos como pilares sujetos a la baranda y sus piernas rodeaban la cadera de Adrián. Él la sujetaba desde la base de su cola y de pie la penetraba con fuerza. Poderosos choques producían esos dos desbordados de placer. En la constelación mas lejana estaban hasta que numerosas luces del parque de encendieron. Asustados ella se abrazo al cuello de su marido y se fueron para el dormitorio.
Y ahí quedamos nosotros, espectadores privilegiados de un show que se esfumó. Calientes como un volcán sabíamos que la cosa no podía terminar así. Ludmila se dio vuelta, tomó mi rostro y nos besamos apasionadamente. Luego bajó sus manos, agarró mi miembro y me llevó hacia la cama. Se acostó boca arriba en el medio y separó sus piernas. Yo me acerqué arrodillado, levanté su cadera para colocar una almohada debajo para estar más cómodos y sin más preámbulos hicimos conexión.
Nos faltaban manos para acariciarnos, bocas para besarnos, narices para absorber nuestros olores a sexo. El placer fue nuestro amo y nos dominó con excelencia.
Al cabo de unos minutos estallamos en un orgasmo lento y sensual, saboreando el final de un maravilloso día.
Ya es domingo por la mañana y tenemos que volver a nuestros deberes. La escapada del fin de semana está en cuenta regresiva.
Saludamos a nuestros vecinos e intercambiamos teléfonos. Pasamos por la oficina de administración, nos despedimos de todos y emprendimos el viaje de retorno a la ciudad.
Íbamos en silencio tomando mates hasta que comenzaron las preguntas.
L- ¿Cuándo te hiciste eso en el pito?
F- El jueves a la siesta.
L- ¿Y dónde fuiste? ¿Quién te lo hizo?
F- ¿Esta mal?
L- No, es que fue total. ¿Y te bancaste toda esa cera?
F- Busqué por Internet y fuí. La verdad es que fuí resignado a sufrir como loco. Pero la mina que me hizo el trabajo te quita el vello con unas cremas. Sin dolor. Tendrías que probar. Vos sos de hacerte eso. Ponés el grito en el cielo cuando te depilás las piernas y las axilas. Con esta chica la pasarías bomba. Además no tarda mucho tiempo y no es tan caro. $500 me cobró para esto.
L- Saliste contento de ahí, digamos.
F- Y sí. Fuí a poner la cabeza en la guillotina y salí caminando como un rey.
L- Te desnudaste delante de ella y ni un problema.
F- Ja! Me tuve que descambiar detrás de un biombo y salí hecho un tomate. Pero bueno. Ya estaba ahí y quería hacer eso para vos. Asique le puse el pecho a las balas y le dí para adelante. Tenía un cagaso y la madre. Pero por suerte el método de la mina es super tranqui. En serio, tendrías que ir a probar. Es super amable y profesional.
L- Bueno. Quizás vaya.
F- No te vas a arrepentir.
Continuará...
http://www.poringa.net/posts/relatos/2985408/Mi-esposa-y-la-depiladora.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/2981172/Mi-primer-sesion-con-la-depiladora.html
Es viernes por la tarde y mi esposa llega de viaje. Ya tengo los bolsos preparados para salir para Entre Rios. Ni bien la dejan en la puerta de casa, entra, nos damos un beso y se va a bañar. El auto ya está cargado y aguardando a sus ocupantes. Media hora después partimos para el complejo de cabañas. Fuimos charlando sobre su experiencia en la capacitación y todos los elogios que recibió por su esfuerzo.
Bastaron un par de horas de viaje para llegar a nuestro destino. Un extenso grupo de cabañas rodeaba a la gran pileta y sus bares. Nos ubicamos en la nuestra, descargamos las valijas, acomodamos la ropa y salimos al balcón a disfrutar de la noche estrellada. Allí dimos con una pareja de jóvenes recién casados. El con 20 años y ella 21, dos esposos que parecían salidos de una revista de modas. Muy apuestos los dos y bien vestidos. Nos percatamos de que compartíamos este espacio y nos pareció una buena oportunidad para hacer nuevos amigos.
Volvimos a la habitación y Ludmila se fue a estrenar el hidromasaje. Yo me apresuré a ocuparme del asado. Comimos en el balcón, la charla fue amena, y luego del postre ella se dirigió a la cama y yo a darme una ducha. Hasta ahí, todo venía normal, como siempre. Pero me intrigaba como podría reaccionar mi esposa al verme totalmente depilado entre las piernas.
Nunca había hecho algo así y ella ni se lo imaginaba.
Salgo del baño con un toallón abrazando mi cadera, una luz tenue iluminaba la pieza y mi señora estaba sentada en la cama esperando. Llevaba puesto un babydoll azul con muchas transparencias unos diminutos encajes que apenas adornaban su figura. Debajo una tanga del mismo color y totalmente transparente. Ya al verla así me puse a full. Hacia mucho tiempo que no la veía tan sexy.
Llegó el momento tan esperado y dejo caer mi toalla. Menuda sorpresa la de ella. Un brillo en los ojos y una amplia sonrisa me dieron cuenta de que realmente no se lo esperaba y estaba a gusto con la imagen.
L- ¿Pero que tenemos acá? ¿Que paso ahí?
F- Me lo hice para vos.
L- A ver, acercate que lo quiero examinar más de cerca.
Con el péndulo marcando mis pasos me acerco a la cama y me pego a su lado. Ella palpa, observa, recorre con sus manos y su vista el maravilloso trabajo que hizo Camila.
Me invita a acostarme a su lado y se ocupa de apreciar el gran labor de la depiladora.
F- ¿Te gusta?
L- ¡Me da muchas ganas de comerte! ¡Tengo mucha hambre de pija!
F- Adelante. Es todo tuyo.
De a poco, con suaves caricias, comienza a besar el glande y baja por el tronco de mi pene. Llega a los huevos y es otra alegría que se estampa en su cara. Con mucho placer los chupa y juega con ellos mientras sus manos se ocupan de mi miembro.
Disfrutamos mucho este momento pero ella no es la única con apetito esta noche. Entre mimos y caricias la voy trayendo sobre mí y le saco la tanga. Pasa una pierna y toda su concha mojada se apoya en mi cara. Sus labios están que arden y yo vengo a intensificar ese fuego.
Acaricio su cola mientras le hago sexo oral apasionado. La disfruto como si fuese la última vez. Ella hace lo propio con mi verga comiendosela sin tapujos
Su primer orgasmo se hizo presente empapando mi cara con sus fluidos y ella reaccionó sujetando con los dientes mi pija desde la base cubriendola íntegramente dentro de su boca, y tirando con sus manos de mis huevos estirándolos como queriendo arrancarlos de su saco.
Ella se levantó y giro adaptando la posición del misionero. Mi mástil duro ingreso a su vagina que chorreaba flujos sin parar. Comenzó a cabalgarme con los ojos blancos tirados hacia atrás. Sus pechos acompañan su vaivén de caderas y con mis manos copiaba su anatomía. Jadeos y más jadeos retumbaban por las paredes de la habitación.
Al cabo de unos minutos el cuerpo de mi esposa denotaba cansancio y el ritmo mermaba. Cayó sobre mi pecho, nos besamos y ella se corrió a un costado. Yo salí de abajo, tomé su cadera, la alée y la traje hacia el borde de la cama para hacerlo "de perrito". Ella arrojó su cara contra las sábanas y yo tome el control de la situación. Las embestidas empezaron suaves pero en ese momento sólo deseaba estar dentro suyo. Arremetía con fuerza sobre su humanidad entregada al placer. Un fuerte temblor se apoderó de nuestros cuerpos enganchados y acabamos juntos. Un mar de sensaciones nos tocó hasta el alma.
Caímos rendidos en la cama. Minutos después nos levantamos y nos dimos una ducha ocupándose cada uno del cuerpo del otro. Ludmila estaba anonadada con mi cambio de look. Me pasaba jabón y me enjuaba una y otra vez. Ya más relajados nos entregamos a dormir.
Al dia siguiente arrancamos yendo a la pileta común del predio y allí nos encontramos a Micaela y Adrián, nuestros vecinos. Pantalón malla el y un bikini amarillo ella. Charlamos mucho, almorzamos juntos, nos separamos a la siesta y luego nos volvimos a encontrar. Por la noche salimos a cenar a un pueblito cercano y seguimos intercambiando historias. Llegamos a las cabañas y cada uno fue a la suya.
Nos dimos una ducha y nos acomodamos en la cama para descansar. Pero algo nos descolocó de nuestro cometido. Comenzamos a escuchar muebles que se corrían, gente balbuceando y sentimos como se abrió la puerta corrediza que daba al balcón del lado de nuestros vecinos. Oíamos palabras imposibles de decifrar y fue Ludmila quien se puso de pie primero. Yo entredormido alcé la vista y la encontré a ella parada frente al ventanal. Sólo un culote rosado la vestía. Su mano derecha masajeaba sus senos y tironeaba sus pezones, mientras la izquierda se escondía entre sus piernas por debajo de su ropa interior.
Esa imagen despertó todos mis sentidos. Me levanté y me coloqué detrás de ella. Mis manos se ubicaron en sus hombros y siguieron el camino de sus brazos hasta el final. Su cuello fue presa de mis besos y sus suspiros daban vida a la habitación. Acompaño su mirada a destino y observo qué la tiene tan cautiva.
Nuestros vecinos están en plena guerra sexual en el balcón. Micaela suspendía su cuerpo con sus brazos como pilares sujetos a la baranda y sus piernas rodeaban la cadera de Adrián. Él la sujetaba desde la base de su cola y de pie la penetraba con fuerza. Poderosos choques producían esos dos desbordados de placer. En la constelación mas lejana estaban hasta que numerosas luces del parque de encendieron. Asustados ella se abrazo al cuello de su marido y se fueron para el dormitorio.
Y ahí quedamos nosotros, espectadores privilegiados de un show que se esfumó. Calientes como un volcán sabíamos que la cosa no podía terminar así. Ludmila se dio vuelta, tomó mi rostro y nos besamos apasionadamente. Luego bajó sus manos, agarró mi miembro y me llevó hacia la cama. Se acostó boca arriba en el medio y separó sus piernas. Yo me acerqué arrodillado, levanté su cadera para colocar una almohada debajo para estar más cómodos y sin más preámbulos hicimos conexión.
Nos faltaban manos para acariciarnos, bocas para besarnos, narices para absorber nuestros olores a sexo. El placer fue nuestro amo y nos dominó con excelencia.
Al cabo de unos minutos estallamos en un orgasmo lento y sensual, saboreando el final de un maravilloso día.
Ya es domingo por la mañana y tenemos que volver a nuestros deberes. La escapada del fin de semana está en cuenta regresiva.
Saludamos a nuestros vecinos e intercambiamos teléfonos. Pasamos por la oficina de administración, nos despedimos de todos y emprendimos el viaje de retorno a la ciudad.
Íbamos en silencio tomando mates hasta que comenzaron las preguntas.
L- ¿Cuándo te hiciste eso en el pito?
F- El jueves a la siesta.
L- ¿Y dónde fuiste? ¿Quién te lo hizo?
F- ¿Esta mal?
L- No, es que fue total. ¿Y te bancaste toda esa cera?
F- Busqué por Internet y fuí. La verdad es que fuí resignado a sufrir como loco. Pero la mina que me hizo el trabajo te quita el vello con unas cremas. Sin dolor. Tendrías que probar. Vos sos de hacerte eso. Ponés el grito en el cielo cuando te depilás las piernas y las axilas. Con esta chica la pasarías bomba. Además no tarda mucho tiempo y no es tan caro. $500 me cobró para esto.
L- Saliste contento de ahí, digamos.
F- Y sí. Fuí a poner la cabeza en la guillotina y salí caminando como un rey.
L- Te desnudaste delante de ella y ni un problema.
F- Ja! Me tuve que descambiar detrás de un biombo y salí hecho un tomate. Pero bueno. Ya estaba ahí y quería hacer eso para vos. Asique le puse el pecho a las balas y le dí para adelante. Tenía un cagaso y la madre. Pero por suerte el método de la mina es super tranqui. En serio, tendrías que ir a probar. Es super amable y profesional.
L- Bueno. Quizás vaya.
F- No te vas a arrepentir.
Continuará...
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2 comentarios - Escapada de fin de semana (II)