Todo pasó cuando vivía en el centro. Fue el verano más caluroso que recuerdo. Tal vez porque hacía poco que me había instalado en Córdoba para estudiar y era el primero que pasaba ahí. Con la ayuda de mis padres y el trabajo que conseguí como promotora vivía en una zona bastante acomodada.
La realidad es que si bien pasaba bastante calor por la falta de aire acondicionado, los ventiladores distribuidos por todo el departamento ayudaban a mitigar un poco esa tremenda sensación. Pero lo que realmente me terminaba de aliviar era la pileta. El complejo contaba con una gran pileta que si bien compartía con los vecinos del lugar era suficiente para refrescarme y relajarme.
La verdad no me costó mucho tener confianza con los vecinos. Había una pareja mayor que me trataba como su hija aunque tranquilamente podría ser su nieta y había varios jóvenes con los que compartíamos algunos gustos y pasatiempos con los que también hice amistad pronto, supongo que mis 95 - 65 -95 ayudaron a hacerme popular entre este último grupo.
La verdad era un lugar bastante cómodo y bien ubicado. Un poco viejo en la edificación. Por el fuerte calor cada tanto había algún corte de electricidad momentáneo, nada fuera de lo común en Argentina. Cuando pasaba eso, tenía la opción de quedarme en la pileta tomando sol, con el único problema de la falta de ascensor, pero los 6 pisos de escalera no eran tampoco una tortura china.
Más o menos por mediados de enero a los viejitos del 6to B iniciaron una remodelación en su departamento. Obviamente para eso contrataron un grupo de albañiles que se encargarían de hacer el trabajo.
- Queremos aprovechar ahora que mis nietos están de vacaciones y no los tenemos que cuidar - me comentó Marta, mi vecina. Después de todo, quién era para cuestionarlos?
- Me parece perfecto, se merecen toda la comodidad posible - la apoyé en su iniciativa.
Al ser yo la única mujer soltera del edificio y compartir piso con ellos tome nota de ese detalle y sin ser descortés tome algunas medidas de precaución. Dejé de tener la puerta sin llave, alteré un poco mi rutina y traté de limitar mis visitas a los vecinos mientras estuvieran los desconocidos haciendo sus tareas.
La obra comenzó y los constructores empezaron a aparecer seguido en nuestro piso. Eran varios, la verdad mucha atención no les ponía. La mayoría con esos interesantes cortes de pelo no muy comunes entre la gente del complejo. Cada tanto mis amigos desde la pile hacían algún comentario burlón sobre esos peinados humildes o la ropa que usaban. Si bien no me molestaban solía escuchar las vulgaridades que se decían entre ellos o como hablaban de las mujeres y no era para nada agradable.
- Esos grasas se deben poner al palo al ver una mina como vos - me comentó Peter uno de mis vecinos. Mientras estaba recostada tomando sol junto a la pileta.
- No seas pavo, que después me los cruzo y no se como mirarlos - le dije sonrojada
- Bueno no hay que ser un villerito como esos para calentarse con Ivana, mira lo que son esos melones - bromeó Tomi, otro de mis amigos, mientras con sus dos manos hacia la forma de mis tetas
- Una morocha de ojos verdes con esas curvas cotiza en la bolsa - remató Peter
- Ustedes porque están re necesitados - les respondí para provocar las risas de los presentes
La charla se fue derivando para otro lado por suerte porque solo de pensar en que esos tipos tan desagradables tuvieran fantasías conmigo me daba bastante asco.
No era ingenua tan de pensar que no me miraban pero prefería evitar imaginar ciertas cosas.
Una tarde que volvía del trabajo me quedé charlando en el pasillo con Martita que me pidió ayuda con una actualización del celular. Como promocionaba una marca de telefonía se lo ocurrió decirme a mi.
- A José se le ocurrió comprar estos aparatos. Yo con el teléfono de linea estaba bien - se quejaba
- No se haga problema Martu, para mi no es molestia ayudarlos, ya casi está - la calmé
Mientras estaba ahí parada mirando la pantalla del celular, en el espacio compartido, con mi calza blanca y mi top rojo que como buena ropa de promotora me marcaban detalladamente cada curva de mi cuerpo
La puerta del ascensor se abrió detrás de mi y salieron tres de los albañiles . Cuando me voltee a ver, los tres estaban mirando de la forma más grotesca posible mi cola, que parada por los tacos y expuesta por la ajustada calza blanca al parecer los tenía hipnotizados de la calentura.
Al darme vuelta lejos de intimidarse me empezaron a mirar con cara de pervertidos el escote que me hacía el top. Que para colmo era tan ajustado como la calza por lo que mis pechos quedaban apretados y bien juntos. Como para completar la imagen, estaba totalmente traspirada y toda mi piel brillaba como si estuviera aceitada para una sesión de fotos.
Maldije a los genios de la mercadotecnia por haberme vestido tan trola.
Fueron unos segundos nada más que para mi se hicieron interminables en los que los tres tipos me miraron por todos lados como decidiendo que podían agarrar primero. Por suerte Marta no se dio cuenta. Hubiera sido más humillante la situación. Estoy acostumbrada a que los tipos me miren cuando trabajo pero no estos y no en la puerta de mi casa.
A penas terminé de ayudar a mi vecina con la tontería del teléfono, me metí a la cada y me saqué la ropa de promotora lo más rápido que pude. Con la puerta mía y la de los vecinos cerradas se oían igual las voces de los marginales riéndose, me imaginé que estarían contando al resto lo que vieron y acotando alguna cosa lo suficientemente ordinaria como para provocar esas reacciones.
Esa noche ocurrió algo que impensado hasta ese momento. Afectada por las horas para al sol me dormí profundamente.
Me desperté a la madrugada y me levanté a tomar algo fresco. Mientras estaba frente a la heladera con una botella de Gatorade. Escuché un ruido a mis espaldas. Miré y ahí estaban los tres tipos que me había cruzado a la tarde. Quise gritar pero uno de ellos rápido de reflejos me tapo la boca antes de que el sonido saliera.
Los otros dos lo siguieron abalanzándose sobre mi y cerrando la heladera. En la oscuridad de la noche no distinguía bien cual era cual pero lo que si sabía era que sentía unas manos subiendo por mis piernas y otras deslizándose por mi cintura y metiéndose debajo de mi remera hacia mis pechos quería zafarme pero el primero de ellos aparte de tapar mi boca había agarrado mis dos manos juntas apretando mis muñecas.
Tenía muchas ganas de llorar, mientras sentía que las manos de esos sucios don nadies se metían lentamente entre mis piernas y apretaban mis pechos.
- Que buena esta - decía agitado uno de los tres
- Mira lo que es, tiene toda la concha peladita la puta - dijo el otro. Que rozaba los labios de mi vagina y me apoyaba su bulto en la cola. Se me escapó un gemido al sentir sus dedos
- Te dije que esta trola con esa ropita debía ser muy calentona - comentó el que me tenía apresada.
El que mejor me tocaba empezó a bajarme la tanga y su otro amigo me levantó del todo la remera dejando mis pechos al desnudo.
uno me pasó la lengua por la concha y él otro se puso a chupar una de mis tetas como si fuera un bebé. Mis gemidos se fueron repitiendo y eso convenció al tercero de soltarme la boca. Al ver que ya no gritaba me soltó una mano y la otra la llevó a su pija.
- Mira como me pones trola - me decía mientras frotaba su bulto con mi mano.
- Está como te gustan a vos no? - dijo el que me practicaba sexo oral al ver eso. Yo me mordí los labios y le hice que si moviendo la cabeza.
- Bueno nena es toda tuya - me dijo empujándome para abajo. Quede con su erección frente a la cara así que le bajé el pantalón y su pija salió como rebotando.
Lo miré a los ojos y sin mediar palabra se la empecé a chupar lentamente provocando toda clase de expresiones de placer en su rostro. Mientras esa gran pija atravesaba mis labios los otros dos empezaron a envidiar a su compañero y sacaron sus pijas dejándolas a mi disposición. Veía de reojo como se pajeaban a cada lado de mi cara. Y sentía las manos de los tres chocándose mientras tocaban mis tetas por todos lados.
Fui girando y chupando una por una sus pijas y viendo como se retorcían de placer ante mis lentas e intensas mamadas. Mientras saboreaba cada verga masturbaba a los otros dos. Estaba muy excitada y deseosa de que acabaran para tomarme toda su leche, me encanta que me acaben en la boca.
Aceleré tanto las pajas como la mamada de turno, y los tres comenzaron a mostrar que las ricas acabadas estaban por llegar. Pero entonces pasó algo muy extraño, el ansiado semen empezó a brotar de las tres pijas a la vez. Y para colmo era una cantidad exagerada. No eran pequeños chorros que saltaran entre espasmos sino que era algo constante que rápidamente llenó mi boca desbordandola y no paraba. Me asusté. No entendía que pasaba y los tres fuertes chorros aparte de mojarme toda ya no me dejaban respirar.
Todo tuvo sentido al segundo siguiente. Me desperté en mi cama ahogada por las sabanas que se habían enroscado. Evidentemente había sido eso lo que causo esa sensación aterradora de ahogo del final, pero cuando entré en razón me di cuenta que la excitación previa había sido todo producto de mi imaginación y aún peor de mi deseo.
Para confirmarlo me toqué la tanga y estaba húmeda por el sueño erótico que había tenido con esos sucios marginales, me chupé el dedo húmedo con el que había tocado la tanga y me levanté con el presentimiento de que algo más traería ese sueño...
Pero para eso tendrán que esperar la segunda parte jijiji
Para ver la segunda parte sólo hagan click acá abajo:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2962736/Encerrada-con-los-albaniles-2.html
La realidad es que si bien pasaba bastante calor por la falta de aire acondicionado, los ventiladores distribuidos por todo el departamento ayudaban a mitigar un poco esa tremenda sensación. Pero lo que realmente me terminaba de aliviar era la pileta. El complejo contaba con una gran pileta que si bien compartía con los vecinos del lugar era suficiente para refrescarme y relajarme.
La verdad no me costó mucho tener confianza con los vecinos. Había una pareja mayor que me trataba como su hija aunque tranquilamente podría ser su nieta y había varios jóvenes con los que compartíamos algunos gustos y pasatiempos con los que también hice amistad pronto, supongo que mis 95 - 65 -95 ayudaron a hacerme popular entre este último grupo.
La verdad era un lugar bastante cómodo y bien ubicado. Un poco viejo en la edificación. Por el fuerte calor cada tanto había algún corte de electricidad momentáneo, nada fuera de lo común en Argentina. Cuando pasaba eso, tenía la opción de quedarme en la pileta tomando sol, con el único problema de la falta de ascensor, pero los 6 pisos de escalera no eran tampoco una tortura china.
Más o menos por mediados de enero a los viejitos del 6to B iniciaron una remodelación en su departamento. Obviamente para eso contrataron un grupo de albañiles que se encargarían de hacer el trabajo.
- Queremos aprovechar ahora que mis nietos están de vacaciones y no los tenemos que cuidar - me comentó Marta, mi vecina. Después de todo, quién era para cuestionarlos?
- Me parece perfecto, se merecen toda la comodidad posible - la apoyé en su iniciativa.
Al ser yo la única mujer soltera del edificio y compartir piso con ellos tome nota de ese detalle y sin ser descortés tome algunas medidas de precaución. Dejé de tener la puerta sin llave, alteré un poco mi rutina y traté de limitar mis visitas a los vecinos mientras estuvieran los desconocidos haciendo sus tareas.
La obra comenzó y los constructores empezaron a aparecer seguido en nuestro piso. Eran varios, la verdad mucha atención no les ponía. La mayoría con esos interesantes cortes de pelo no muy comunes entre la gente del complejo. Cada tanto mis amigos desde la pile hacían algún comentario burlón sobre esos peinados humildes o la ropa que usaban. Si bien no me molestaban solía escuchar las vulgaridades que se decían entre ellos o como hablaban de las mujeres y no era para nada agradable.
- Esos grasas se deben poner al palo al ver una mina como vos - me comentó Peter uno de mis vecinos. Mientras estaba recostada tomando sol junto a la pileta.
- No seas pavo, que después me los cruzo y no se como mirarlos - le dije sonrojada
- Bueno no hay que ser un villerito como esos para calentarse con Ivana, mira lo que son esos melones - bromeó Tomi, otro de mis amigos, mientras con sus dos manos hacia la forma de mis tetas
- Una morocha de ojos verdes con esas curvas cotiza en la bolsa - remató Peter
- Ustedes porque están re necesitados - les respondí para provocar las risas de los presentes
La charla se fue derivando para otro lado por suerte porque solo de pensar en que esos tipos tan desagradables tuvieran fantasías conmigo me daba bastante asco.
No era ingenua tan de pensar que no me miraban pero prefería evitar imaginar ciertas cosas.
Una tarde que volvía del trabajo me quedé charlando en el pasillo con Martita que me pidió ayuda con una actualización del celular. Como promocionaba una marca de telefonía se lo ocurrió decirme a mi.
- A José se le ocurrió comprar estos aparatos. Yo con el teléfono de linea estaba bien - se quejaba
- No se haga problema Martu, para mi no es molestia ayudarlos, ya casi está - la calmé
Mientras estaba ahí parada mirando la pantalla del celular, en el espacio compartido, con mi calza blanca y mi top rojo que como buena ropa de promotora me marcaban detalladamente cada curva de mi cuerpo
La puerta del ascensor se abrió detrás de mi y salieron tres de los albañiles . Cuando me voltee a ver, los tres estaban mirando de la forma más grotesca posible mi cola, que parada por los tacos y expuesta por la ajustada calza blanca al parecer los tenía hipnotizados de la calentura.
Al darme vuelta lejos de intimidarse me empezaron a mirar con cara de pervertidos el escote que me hacía el top. Que para colmo era tan ajustado como la calza por lo que mis pechos quedaban apretados y bien juntos. Como para completar la imagen, estaba totalmente traspirada y toda mi piel brillaba como si estuviera aceitada para una sesión de fotos.
Maldije a los genios de la mercadotecnia por haberme vestido tan trola.
Fueron unos segundos nada más que para mi se hicieron interminables en los que los tres tipos me miraron por todos lados como decidiendo que podían agarrar primero. Por suerte Marta no se dio cuenta. Hubiera sido más humillante la situación. Estoy acostumbrada a que los tipos me miren cuando trabajo pero no estos y no en la puerta de mi casa.
A penas terminé de ayudar a mi vecina con la tontería del teléfono, me metí a la cada y me saqué la ropa de promotora lo más rápido que pude. Con la puerta mía y la de los vecinos cerradas se oían igual las voces de los marginales riéndose, me imaginé que estarían contando al resto lo que vieron y acotando alguna cosa lo suficientemente ordinaria como para provocar esas reacciones.
Esa noche ocurrió algo que impensado hasta ese momento. Afectada por las horas para al sol me dormí profundamente.
Me desperté a la madrugada y me levanté a tomar algo fresco. Mientras estaba frente a la heladera con una botella de Gatorade. Escuché un ruido a mis espaldas. Miré y ahí estaban los tres tipos que me había cruzado a la tarde. Quise gritar pero uno de ellos rápido de reflejos me tapo la boca antes de que el sonido saliera.
Los otros dos lo siguieron abalanzándose sobre mi y cerrando la heladera. En la oscuridad de la noche no distinguía bien cual era cual pero lo que si sabía era que sentía unas manos subiendo por mis piernas y otras deslizándose por mi cintura y metiéndose debajo de mi remera hacia mis pechos quería zafarme pero el primero de ellos aparte de tapar mi boca había agarrado mis dos manos juntas apretando mis muñecas.
Tenía muchas ganas de llorar, mientras sentía que las manos de esos sucios don nadies se metían lentamente entre mis piernas y apretaban mis pechos.
- Que buena esta - decía agitado uno de los tres
- Mira lo que es, tiene toda la concha peladita la puta - dijo el otro. Que rozaba los labios de mi vagina y me apoyaba su bulto en la cola. Se me escapó un gemido al sentir sus dedos
- Te dije que esta trola con esa ropita debía ser muy calentona - comentó el que me tenía apresada.
El que mejor me tocaba empezó a bajarme la tanga y su otro amigo me levantó del todo la remera dejando mis pechos al desnudo.
uno me pasó la lengua por la concha y él otro se puso a chupar una de mis tetas como si fuera un bebé. Mis gemidos se fueron repitiendo y eso convenció al tercero de soltarme la boca. Al ver que ya no gritaba me soltó una mano y la otra la llevó a su pija.
- Mira como me pones trola - me decía mientras frotaba su bulto con mi mano.
- Está como te gustan a vos no? - dijo el que me practicaba sexo oral al ver eso. Yo me mordí los labios y le hice que si moviendo la cabeza.
- Bueno nena es toda tuya - me dijo empujándome para abajo. Quede con su erección frente a la cara así que le bajé el pantalón y su pija salió como rebotando.
Lo miré a los ojos y sin mediar palabra se la empecé a chupar lentamente provocando toda clase de expresiones de placer en su rostro. Mientras esa gran pija atravesaba mis labios los otros dos empezaron a envidiar a su compañero y sacaron sus pijas dejándolas a mi disposición. Veía de reojo como se pajeaban a cada lado de mi cara. Y sentía las manos de los tres chocándose mientras tocaban mis tetas por todos lados.
Fui girando y chupando una por una sus pijas y viendo como se retorcían de placer ante mis lentas e intensas mamadas. Mientras saboreaba cada verga masturbaba a los otros dos. Estaba muy excitada y deseosa de que acabaran para tomarme toda su leche, me encanta que me acaben en la boca.
Aceleré tanto las pajas como la mamada de turno, y los tres comenzaron a mostrar que las ricas acabadas estaban por llegar. Pero entonces pasó algo muy extraño, el ansiado semen empezó a brotar de las tres pijas a la vez. Y para colmo era una cantidad exagerada. No eran pequeños chorros que saltaran entre espasmos sino que era algo constante que rápidamente llenó mi boca desbordandola y no paraba. Me asusté. No entendía que pasaba y los tres fuertes chorros aparte de mojarme toda ya no me dejaban respirar.
Todo tuvo sentido al segundo siguiente. Me desperté en mi cama ahogada por las sabanas que se habían enroscado. Evidentemente había sido eso lo que causo esa sensación aterradora de ahogo del final, pero cuando entré en razón me di cuenta que la excitación previa había sido todo producto de mi imaginación y aún peor de mi deseo.
Para confirmarlo me toqué la tanga y estaba húmeda por el sueño erótico que había tenido con esos sucios marginales, me chupé el dedo húmedo con el que había tocado la tanga y me levanté con el presentimiento de que algo más traería ese sueño...
Pero para eso tendrán que esperar la segunda parte jijiji
Para ver la segunda parte sólo hagan click acá abajo:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2962736/Encerrada-con-los-albaniles-2.html
6 comentarios - Encerrada con los albañiles
Avisa porfa. bss.!!
Espero con ansias la segunda parte.
Van puntos y te sigo!
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