A Luci la conocí chateando, en una página porno… siempre me imaginé que la cogería, incluso varias veces tuvimos hermosas y calientes charlas, donde los dos acabábamos, fruto de nuestra imaginación, y común calentura.
El caso es que un día viajé a Capital, ella me había dado hacía muy poco tiempo su celular, y la llamé, aunque pensé que me podría alguna excusa, que no querría salir, no sé, esas cosas que inventan las mujeres cuando no quieren verte, o no están seguras de hacerlo. El caso es que aceptó enseguida encontrarse conmigo, salimos a tomar un trago (eran las 7 de la tarde), y recordando nuestras conversaciones, influídos por el trago (que fueron dos para cada uno) y con una bruta excitación a cuestas, a la hora y media estábamos en un telo.
Cuando se desnudó, vi lo que siempre había soñado: unos pechos hermosos, armónicos, deseables; un vientre plano y liso, una cintura bien dibujada, unos muslos bien formados y tersos, unas piernas largas; comenzó hacer algunos movimientos de baile, y al acercarse vi sus hermosos pechos en primer plano, con aquellos pezoncitos color marrón, siguió con los movimientos, ya se imaginaran como estaba yo, me arrimé rápidamente a su cuerpo, mi pija estaba saliendo de su letargo, fruto de la memoria emotiva de nuestras charlas, y así fue que la apreté contra mí, seguramente quiso que la admirara en toda su dimensión, entonces me dio la espalda, como bailando, pude ver su cabello a dos tercios de su espalda, una espalda muy lisita, unas nalguitas hermosas y redonditas y la separación de sus nalguitas, ella se inclinó adelante, pude ver en todo su esplendor su anito, ese hoyito oscuro y cerradito; hizo como que buscaba algo, la muy guacha estaba calentándome cada vez más y me preguntó con voz de nena si yo le iba a enseñar todo del sexo y los placeres.
-¿Me vas a enseñar todo, papi?, me dijo.
- Pero vos ya debés saber todo, bonita.
- No creas, siempre tuve novios boludos, a los que yo les tenía que enseñar, así que con una persona adulta como vos, todo va a ser aprendizaje, me dijo.
Yo me había sentado a observar el show. Ella avanzó, se sentó en mi pierna, tomó mi cabeza y me besó, yo la acompañé en el beso con pasión, con una mano la tomé de su cabeza y con la otra acariciaba su desnudo cuerpo, una y otra vez nos besamos, yo estaba fascinado, tenía ese frágil cuerpo desnudo a mi alcance, me separé y la volví a contemplar.
-Te llevaré a la cama…
La llevé cargando por la escalera, ella besaba mi cara y mi oreja, ya iba muy excitado, la deposite en la cama, me tiré sobre ella, comencé a darle besos, comenzando por el cuello, bajando, recorriendo morosamente sus pechos con mi lengua, y así seguir bajando, quedarme largos minutos en su clítoris, saboreando cada uno de sus pliegues, mordisqueando despacito esa conchita fragante que tanto había deseado, comencé a girar lentamente, cuando empezamos un inolvidable 69, yo mordía suavemente su clítoris, mi nariz jugaba a meterse en su conchita, y mis dedos tejían círculos en su culito, que a cada estímulo respondía abriéndose más… ella comenzó a lamer mi verga, con unos lengüetazos que recorrían todo el tronco de mi pene, su lengua tanto iba por debajo de mi pene, como por encima, besó esta vez mis testículos, yo estaba extasiado, ella metió un poco de la cabeza de mi verga en su boquita, después toda la cabeza, rodeó con su lengua esta, introdujo un poco más, hasta que ya no pudo meter más, un poco más de la mitad de mi verga estaba dentro de ella, luego comenzó a sacarla para inmediatamente volverla a meter, era una delicia, parecía que alguien la había aleccionado, pero yo lo disfrutaba, estaba fuera de mí, sentí que iba a acabar, por lo que fui regulando, alejando mi verga de su boca, y dedicándome con esmero a esa concha que pedía lucha.
Después de ese preludio, hicimos el amor en la cama, en el suelo, parados en la ducha, yo jugando a que labraba un mueble, cepillándola como un artesano, ella jugando a la doctora conmigo, me escudriño, me sometió a rigurosos exámenes, a radiografías imaginarias, a intensos masajes provenientes de desconocidos lugares de Oriente, los dos sometiéndonos a inolvidables caricias, ella no dejando lugar de mi cuerpo sin recorrer con su lengua curiosa, yo sintiendo que soy un toro de lidia, aserrando y martillando, buscando más y mejores orgasmos, mientras el cielo se llenaba de fuegos artificiales y el sexo era la religión que en ese momento nos evangelizaba. Cuando me dijo que debía despedirse, le comenté que no le había enseñado nada, tal como había sido su pedido. Me dijo que todo el tiempo había aprendido, que no hacía falta dividir ese combate sexual en capítulos, que esa noche había sentido cosas inimaginadas, y que ahora todo habría de cambiar en lo que a placeres se refiere. Le señalé que tenía que despedirme, tomé su cuerpo, la besé con deleite, la tendí en la cama, fui recorriéndola toda con mis labios, sin llegar nunca a su conchita, ella se prendía de mi cabello, en un momento la acomodé boca abajo, comencé a besar desde su nuca, bajando por su espalda, llegué a sus caderas, seguí hasta la separación de sus nalguitas, besé una nalguita y después la otra pasando por su abertura, fui más abajo, la recorrí hasta las plantas de los pies, fui de nuevo arriba, pero esta vez iba recogiendo sus piernas, para dejarla completamente empinada, ella se dejaba llevar, gemía de placer, cuando llegaba de abajo hacia arriba encontré la parte posterior de su conchita, la lamí con cuidado y placer, ella gemía mas, llegue a la entrada de su culito, le planté un beso, ella reaccionó con un suspiro, yo succioné un poco su ano, lo lametee, ella suspiró y contrajo su colita, inmediatamente se vació, sus líquidos salían de su conchita, fui por ellos sin propinar presión, solo los recogía, hasta que extendió sus piernas, era la prueba de que había tenido el orgasmo final, un poco después la volteé y la bese, ella entreabrió sus ojitos y se entregó al beso, fui a sus tetitas y las disfruté de tal forma que quedaron un poco irritadas. No quiso ser menos, besó mi pija, que ya había tenido muchas batallas esa noche, lamió con delicadeza la punta, le dio pequeños besitos, me agradeció los momentos vividos.. yo me dí vuelta, pensé que ya se vestía y se iría, un par de minutos después sentí su lengua jugando en mi cola, me dio un mordisco, cuando me dí vuelta se rió, me dijo que se iba, que aún quería aprender cosas nuevas, y que ya nos encontraríamos otra vez, para una segunda lección. Me puse a pensar cómo se iría. No me preocupé mucho, Luci se daba maña para todo. Mi verga disfrutó con nuevo estremecimiento… es que la deseaba mucho…
El caso es que un día viajé a Capital, ella me había dado hacía muy poco tiempo su celular, y la llamé, aunque pensé que me podría alguna excusa, que no querría salir, no sé, esas cosas que inventan las mujeres cuando no quieren verte, o no están seguras de hacerlo. El caso es que aceptó enseguida encontrarse conmigo, salimos a tomar un trago (eran las 7 de la tarde), y recordando nuestras conversaciones, influídos por el trago (que fueron dos para cada uno) y con una bruta excitación a cuestas, a la hora y media estábamos en un telo.
Cuando se desnudó, vi lo que siempre había soñado: unos pechos hermosos, armónicos, deseables; un vientre plano y liso, una cintura bien dibujada, unos muslos bien formados y tersos, unas piernas largas; comenzó hacer algunos movimientos de baile, y al acercarse vi sus hermosos pechos en primer plano, con aquellos pezoncitos color marrón, siguió con los movimientos, ya se imaginaran como estaba yo, me arrimé rápidamente a su cuerpo, mi pija estaba saliendo de su letargo, fruto de la memoria emotiva de nuestras charlas, y así fue que la apreté contra mí, seguramente quiso que la admirara en toda su dimensión, entonces me dio la espalda, como bailando, pude ver su cabello a dos tercios de su espalda, una espalda muy lisita, unas nalguitas hermosas y redonditas y la separación de sus nalguitas, ella se inclinó adelante, pude ver en todo su esplendor su anito, ese hoyito oscuro y cerradito; hizo como que buscaba algo, la muy guacha estaba calentándome cada vez más y me preguntó con voz de nena si yo le iba a enseñar todo del sexo y los placeres.
-¿Me vas a enseñar todo, papi?, me dijo.
- Pero vos ya debés saber todo, bonita.
- No creas, siempre tuve novios boludos, a los que yo les tenía que enseñar, así que con una persona adulta como vos, todo va a ser aprendizaje, me dijo.
Yo me había sentado a observar el show. Ella avanzó, se sentó en mi pierna, tomó mi cabeza y me besó, yo la acompañé en el beso con pasión, con una mano la tomé de su cabeza y con la otra acariciaba su desnudo cuerpo, una y otra vez nos besamos, yo estaba fascinado, tenía ese frágil cuerpo desnudo a mi alcance, me separé y la volví a contemplar.
-Te llevaré a la cama…
La llevé cargando por la escalera, ella besaba mi cara y mi oreja, ya iba muy excitado, la deposite en la cama, me tiré sobre ella, comencé a darle besos, comenzando por el cuello, bajando, recorriendo morosamente sus pechos con mi lengua, y así seguir bajando, quedarme largos minutos en su clítoris, saboreando cada uno de sus pliegues, mordisqueando despacito esa conchita fragante que tanto había deseado, comencé a girar lentamente, cuando empezamos un inolvidable 69, yo mordía suavemente su clítoris, mi nariz jugaba a meterse en su conchita, y mis dedos tejían círculos en su culito, que a cada estímulo respondía abriéndose más… ella comenzó a lamer mi verga, con unos lengüetazos que recorrían todo el tronco de mi pene, su lengua tanto iba por debajo de mi pene, como por encima, besó esta vez mis testículos, yo estaba extasiado, ella metió un poco de la cabeza de mi verga en su boquita, después toda la cabeza, rodeó con su lengua esta, introdujo un poco más, hasta que ya no pudo meter más, un poco más de la mitad de mi verga estaba dentro de ella, luego comenzó a sacarla para inmediatamente volverla a meter, era una delicia, parecía que alguien la había aleccionado, pero yo lo disfrutaba, estaba fuera de mí, sentí que iba a acabar, por lo que fui regulando, alejando mi verga de su boca, y dedicándome con esmero a esa concha que pedía lucha.
Después de ese preludio, hicimos el amor en la cama, en el suelo, parados en la ducha, yo jugando a que labraba un mueble, cepillándola como un artesano, ella jugando a la doctora conmigo, me escudriño, me sometió a rigurosos exámenes, a radiografías imaginarias, a intensos masajes provenientes de desconocidos lugares de Oriente, los dos sometiéndonos a inolvidables caricias, ella no dejando lugar de mi cuerpo sin recorrer con su lengua curiosa, yo sintiendo que soy un toro de lidia, aserrando y martillando, buscando más y mejores orgasmos, mientras el cielo se llenaba de fuegos artificiales y el sexo era la religión que en ese momento nos evangelizaba. Cuando me dijo que debía despedirse, le comenté que no le había enseñado nada, tal como había sido su pedido. Me dijo que todo el tiempo había aprendido, que no hacía falta dividir ese combate sexual en capítulos, que esa noche había sentido cosas inimaginadas, y que ahora todo habría de cambiar en lo que a placeres se refiere. Le señalé que tenía que despedirme, tomé su cuerpo, la besé con deleite, la tendí en la cama, fui recorriéndola toda con mis labios, sin llegar nunca a su conchita, ella se prendía de mi cabello, en un momento la acomodé boca abajo, comencé a besar desde su nuca, bajando por su espalda, llegué a sus caderas, seguí hasta la separación de sus nalguitas, besé una nalguita y después la otra pasando por su abertura, fui más abajo, la recorrí hasta las plantas de los pies, fui de nuevo arriba, pero esta vez iba recogiendo sus piernas, para dejarla completamente empinada, ella se dejaba llevar, gemía de placer, cuando llegaba de abajo hacia arriba encontré la parte posterior de su conchita, la lamí con cuidado y placer, ella gemía mas, llegue a la entrada de su culito, le planté un beso, ella reaccionó con un suspiro, yo succioné un poco su ano, lo lametee, ella suspiró y contrajo su colita, inmediatamente se vació, sus líquidos salían de su conchita, fui por ellos sin propinar presión, solo los recogía, hasta que extendió sus piernas, era la prueba de que había tenido el orgasmo final, un poco después la volteé y la bese, ella entreabrió sus ojitos y se entregó al beso, fui a sus tetitas y las disfruté de tal forma que quedaron un poco irritadas. No quiso ser menos, besó mi pija, que ya había tenido muchas batallas esa noche, lamió con delicadeza la punta, le dio pequeños besitos, me agradeció los momentos vividos.. yo me dí vuelta, pensé que ya se vestía y se iría, un par de minutos después sentí su lengua jugando en mi cola, me dio un mordisco, cuando me dí vuelta se rió, me dijo que se iba, que aún quería aprender cosas nuevas, y que ya nos encontraríamos otra vez, para una segunda lección. Me puse a pensar cómo se iría. No me preocupé mucho, Luci se daba maña para todo. Mi verga disfrutó con nuevo estremecimiento… es que la deseaba mucho…
3 comentarios - Con Luci, primera lección de sexo...
Van besos y puntos de agradecimiento.