Nunca pensé que un calefon averiado pudiera cambiarme tanto la vida. Era el mes de enero, hacia un calor insufrible, y el maldito calefon se estropeó. La verdad es que en pleno verano una se puede duchar con agua fria, pero a mi siempre me ha gustado el agua calentita.
Eran las ocho de la mañana, mi marido acababa de marcharse a trabajar, como siempre, estaría toda la semana fuera, y yo, tambien como de costumbre, sola en casa. Sono el timbre, pensé que sería él que había olvidado algo, y abrí sin mirar por la mirilla. Ante mi aparecieron un hombreton de unos cincuenta años y dos jovenes de entre quince y veinte.
- Somos del service "Tubería feliz", venimos a arreglarle el calefon ¿Es usted la Sra. Maria, verdad?
Mientras hablaba, el que a todas luces era el jefe, no paraba de mirarme. La verdad es que no era para menos, la única prenda que me cubría, discretamente, era una camiseta de futbol americano, de mi marido, que me servía de camisa de dormir. Mis pechos eran bien evidentes, sin sujetador alguno que los contuviera. Mis muslos quedaban totalmente al descubierto. A poco que me moviera se me verían las braguitas sin ningún problema. Y yo, con mis 25 años, aunque me esté feo decirlo, estaba para mojar pan.
- Si, si de acuerdo, pasen ustedes. Siganme, por favor. - - La seguimos donde usted diga, señora. Mientras ibamos hacia la galeria, sentía sus ojos clavados en mis nalgas, y, todo sea dicho, no me molestaba en absoluto.
Llegamos a la puerta de la galeria, entre la lavadora y el marmol de la cocina quedaba un paso estrecho que el Sr. Paco, que asi se llamaba el jefe, aprovechó inmediatamente para darme un buena tocada.
- Huy, perdone Sra. , decia mientra me refregaba su paquete por mis culo , y vaya paquete, que tenía paco!!... Si le parece bien nosotros vamos trabajando...que debe usted tener ganas de que funcione bien ¿no?
Les deje con su trabajo, mientras me dediqué a mis ocupaciones habituales. Estaba haciendo la cama en mi dormitorio, agachada, de espaldas a la puerta, con el culito en pompa, cuando noté una presencia extraña, me volví rápidamente, y ahí estaba uno de los aprendices, mirándome embobado el culo, sin ningún recato. Estaba colorado a mas no poder, yo me hice la timida, estirando un poquito la camiseta, sin demasiado convencimiento.
- Si, dime ¿ necesitas algo? - - Dice el Sr. Paco, que ya está arreglado, que si usted quiere se puede duchar para probarlo.
En eso aparecieron los otros dos - - Señora, si usted quiere puede aprovechar para estrenar el calefon nuevo. - - Muchas gracias, ahora cuando ustedes se hayan ido, me ducharé. - - No mujer, si le parece a usted bien, mejor que lo pruebe ahora, asi si no funciona podemos acabar de arreglarlo. Nosotros aprovecharemos para ir a desayunar. - - Bien, de acuerdo, voy a ducharme.
Los tres hicieron el ademan de irse, pero solo el ademan, llegaron a la puerta la abrieron y la cerraron, pero los chotos se quedaron dentro, en la habitación al lado de la puerta.
Yo como una tonta voy y me meto en la bañera, estaba disfrutando como una colegiala con un chupa-chups, el agua calentita resbalando por mi cuerpo y la verdad es que los tres fontaneros estaban empezando a ponerme cachonda, con el regimen al que me tenía obligada mi marido, no era difícil.
En eso se abre la puerta del baño y aparecen los tres fontaneros con sus "tuberias" en la mano, yo al principio me asusté y estuve a punto de gritar, pero me contuve, afortunadamente.
- Desde luego, estás buenisima, mucho mejor que con la camiseta. Anda hazle sitio al aprendiz, que tiene que "aprender" de todo en esta vida.
Ya me había apeado el tratamiento, ni usted ni nada.Y, dicho y hecho, ya tenía al aprendiz dentro de la bañera acariciandome. Desde luego el muchacho tenia una buena "cañeria", unos veinte centimetros de carne joven a punto de estallar. Me arrinconó contra la pared, mientras me mordisqueaba los pezones y me metía mano en mi concha , que se estaba poniendo a tono. El otro, tampoco era manco y hacía lo que podía. Y el Sr. Paco dirigiendo la operación sentado en el bidet como si fuera su trono.
- Venga Antonio, muérdele los pezones. Luis métele los dedos en el coño, no veis como la estais poniendo, la muy zorra está que se derrite.
Y la verdad es que el tal Paco tenía razón, me estaban poniendo a cien, mi chocho estaba chorreando y pidiendo verga...
- Dejame que te la coma un poquito. Y, ni corta ni perezosa, le agarro la polla y empiezo a lamersela desde la base hasta la punta. - - Hum, está riquisima... ¿te gusta, cariño? - - Muchisimoooo... Estaba tan salido que en dos chupadas mas se fue en mi boca, llenandomela hasta rebosar. No deje ni una gota.
El otro aprendiz, Luis, ya iba a entrar en la bañera, cuando Paco le dijo:
- Espera, vamos a secarla bien sequita, y a la cama con ella. Te vamos a hacer una mujer, zorrita!!
Empezaron a secarme entre los dos y no paraban de acariciarme, la nuca, los hombros, el culo, el pubis, los muslos. Mientras iban besandome todo el cuerpo y dándome la lengua, alternativamente. Yo no se para que me secaban, si despues me dejaban chorreando de saliva.
- Venga putita, ya está, al catre!!
Yo iba delante, de ellos, totalmente desnuda, y los muy chotos iban pellizcándome el culo y las tetas, los marcas me duraron una semana. Nada mas entrar en el dormitorio, me empujaron sobre la cama y empezaron a meterme mano.
- Anda, chupamela, me decía Paco, poniendome su verga en los labios. Menuda tranca, era mas grande que las otras dos... Realmente, me asustaba, pensar que tenía que metermela, pero lo estaba deseando. Mientras tanto Luis no paraba de sobarme el chocho. Me separaba los labios y me acariciaba el clitoris. Parecía mas experto que Antonio.
- Por favor, métemela ya. Yo nunca había dicho una cosa asi. Habia que verme abierta de piernas, yo misma separando los labios de mi almejita y esperando la acometida de Luis, y la boca ocupada hasta el fondo con la pija de Paco.
A todo esto, Antonio se habia recalentado de nuevo y se incorporaba a la fiesta. Luis me la estaba metiendo hasta el fondo, sus huevos chocaban con mi entrepierna, y no paraba de embestir. Paco le había cedido su puesto a Antonio, que me sujetaba la cabeza y me follaba la boca. Yel "jefe" pronuncio las palabras fatídicas
- Te vamos a dar por culo. Dí un respingo. Nunca le había dejado a mi marido y ahora estos tipos me iban a desvirgar el trasero.
- No por favor, me vas a destrozar.
- Tranquila, no eres la primera ni serás la última, ni yo seré el último en entrar ahí, seguro que le vas a coger gusto.
Ahora, Antonio se tendió en la cama, boca arriba con su mastil al aire. Venga, putita, móntalo, me ordenó Paco. Y no me hice esperar. A horcajadas me coloqué sobre él, metiendomela hasta el fondo. Quedé a cuatro patas con el coño bien lleno con la polla de Antonio. Luis me la metió en la boca. Y por detrás podía notar las manos de Paco preparándome el ojete. Un buen salivazo y empezó a meterme un dedo, dos y tres, Muy despacito, fue muy bueno conmigo, mi esfinter se relajaba y al cabo de un momento noté como su capullo empezaba a empujar...
- Ahhh... Cuidado, que me destrozas.. Los otros dos se pararon para ver el espectáculo de su maestro desvirgando un culito.
Ya estaba la mitad dentro y entonces de un buen empujón me la metió toda. Me dejó sin aliento. Creía que me destrozaba. Y entonces empezó a moverse despacito. Culeando, y girando las caderas, Antonio empezó a coger el ritmo. Sus pijas se debían rozar dentro de mí, estaban enloquecidos. En pocos minutos estaban follándome como si se acabara el mundo y yo no paraba de jadear y de chupar...
El primero en correrse fue Luis, que me lleno la boca, me rezumaba por las comisuras de la boca y no pude tragarmelo todo aunque lo intente.
Antonio me regó el coñito a conciencia y Paco la sacó de golpe y me bañó el culo con su esperma.
Caimos planos sobre la cama.
- Bueno, putita, ¿ la pasaste bien, eh ? Ya sabes cuando tengas algo que arreglar nos llamas. Por el precio de hoy, te podemos ir arreglando la casa poquito a poquito. - - Ahora que lo dices, necesitaré un electricista....
Eran las ocho de la mañana, mi marido acababa de marcharse a trabajar, como siempre, estaría toda la semana fuera, y yo, tambien como de costumbre, sola en casa. Sono el timbre, pensé que sería él que había olvidado algo, y abrí sin mirar por la mirilla. Ante mi aparecieron un hombreton de unos cincuenta años y dos jovenes de entre quince y veinte.
- Somos del service "Tubería feliz", venimos a arreglarle el calefon ¿Es usted la Sra. Maria, verdad?
Mientras hablaba, el que a todas luces era el jefe, no paraba de mirarme. La verdad es que no era para menos, la única prenda que me cubría, discretamente, era una camiseta de futbol americano, de mi marido, que me servía de camisa de dormir. Mis pechos eran bien evidentes, sin sujetador alguno que los contuviera. Mis muslos quedaban totalmente al descubierto. A poco que me moviera se me verían las braguitas sin ningún problema. Y yo, con mis 25 años, aunque me esté feo decirlo, estaba para mojar pan.
- Si, si de acuerdo, pasen ustedes. Siganme, por favor. - - La seguimos donde usted diga, señora. Mientras ibamos hacia la galeria, sentía sus ojos clavados en mis nalgas, y, todo sea dicho, no me molestaba en absoluto.
Llegamos a la puerta de la galeria, entre la lavadora y el marmol de la cocina quedaba un paso estrecho que el Sr. Paco, que asi se llamaba el jefe, aprovechó inmediatamente para darme un buena tocada.
- Huy, perdone Sra. , decia mientra me refregaba su paquete por mis culo , y vaya paquete, que tenía paco!!... Si le parece bien nosotros vamos trabajando...que debe usted tener ganas de que funcione bien ¿no?
Les deje con su trabajo, mientras me dediqué a mis ocupaciones habituales. Estaba haciendo la cama en mi dormitorio, agachada, de espaldas a la puerta, con el culito en pompa, cuando noté una presencia extraña, me volví rápidamente, y ahí estaba uno de los aprendices, mirándome embobado el culo, sin ningún recato. Estaba colorado a mas no poder, yo me hice la timida, estirando un poquito la camiseta, sin demasiado convencimiento.
- Si, dime ¿ necesitas algo? - - Dice el Sr. Paco, que ya está arreglado, que si usted quiere se puede duchar para probarlo.
En eso aparecieron los otros dos - - Señora, si usted quiere puede aprovechar para estrenar el calefon nuevo. - - Muchas gracias, ahora cuando ustedes se hayan ido, me ducharé. - - No mujer, si le parece a usted bien, mejor que lo pruebe ahora, asi si no funciona podemos acabar de arreglarlo. Nosotros aprovecharemos para ir a desayunar. - - Bien, de acuerdo, voy a ducharme.
Los tres hicieron el ademan de irse, pero solo el ademan, llegaron a la puerta la abrieron y la cerraron, pero los chotos se quedaron dentro, en la habitación al lado de la puerta.
Yo como una tonta voy y me meto en la bañera, estaba disfrutando como una colegiala con un chupa-chups, el agua calentita resbalando por mi cuerpo y la verdad es que los tres fontaneros estaban empezando a ponerme cachonda, con el regimen al que me tenía obligada mi marido, no era difícil.
En eso se abre la puerta del baño y aparecen los tres fontaneros con sus "tuberias" en la mano, yo al principio me asusté y estuve a punto de gritar, pero me contuve, afortunadamente.
- Desde luego, estás buenisima, mucho mejor que con la camiseta. Anda hazle sitio al aprendiz, que tiene que "aprender" de todo en esta vida.
Ya me había apeado el tratamiento, ni usted ni nada.Y, dicho y hecho, ya tenía al aprendiz dentro de la bañera acariciandome. Desde luego el muchacho tenia una buena "cañeria", unos veinte centimetros de carne joven a punto de estallar. Me arrinconó contra la pared, mientras me mordisqueaba los pezones y me metía mano en mi concha , que se estaba poniendo a tono. El otro, tampoco era manco y hacía lo que podía. Y el Sr. Paco dirigiendo la operación sentado en el bidet como si fuera su trono.
- Venga Antonio, muérdele los pezones. Luis métele los dedos en el coño, no veis como la estais poniendo, la muy zorra está que se derrite.
Y la verdad es que el tal Paco tenía razón, me estaban poniendo a cien, mi chocho estaba chorreando y pidiendo verga...
- Dejame que te la coma un poquito. Y, ni corta ni perezosa, le agarro la polla y empiezo a lamersela desde la base hasta la punta. - - Hum, está riquisima... ¿te gusta, cariño? - - Muchisimoooo... Estaba tan salido que en dos chupadas mas se fue en mi boca, llenandomela hasta rebosar. No deje ni una gota.
El otro aprendiz, Luis, ya iba a entrar en la bañera, cuando Paco le dijo:
- Espera, vamos a secarla bien sequita, y a la cama con ella. Te vamos a hacer una mujer, zorrita!!
Empezaron a secarme entre los dos y no paraban de acariciarme, la nuca, los hombros, el culo, el pubis, los muslos. Mientras iban besandome todo el cuerpo y dándome la lengua, alternativamente. Yo no se para que me secaban, si despues me dejaban chorreando de saliva.
- Venga putita, ya está, al catre!!
Yo iba delante, de ellos, totalmente desnuda, y los muy chotos iban pellizcándome el culo y las tetas, los marcas me duraron una semana. Nada mas entrar en el dormitorio, me empujaron sobre la cama y empezaron a meterme mano.
- Anda, chupamela, me decía Paco, poniendome su verga en los labios. Menuda tranca, era mas grande que las otras dos... Realmente, me asustaba, pensar que tenía que metermela, pero lo estaba deseando. Mientras tanto Luis no paraba de sobarme el chocho. Me separaba los labios y me acariciaba el clitoris. Parecía mas experto que Antonio.
- Por favor, métemela ya. Yo nunca había dicho una cosa asi. Habia que verme abierta de piernas, yo misma separando los labios de mi almejita y esperando la acometida de Luis, y la boca ocupada hasta el fondo con la pija de Paco.
A todo esto, Antonio se habia recalentado de nuevo y se incorporaba a la fiesta. Luis me la estaba metiendo hasta el fondo, sus huevos chocaban con mi entrepierna, y no paraba de embestir. Paco le había cedido su puesto a Antonio, que me sujetaba la cabeza y me follaba la boca. Yel "jefe" pronuncio las palabras fatídicas
- Te vamos a dar por culo. Dí un respingo. Nunca le había dejado a mi marido y ahora estos tipos me iban a desvirgar el trasero.
- No por favor, me vas a destrozar.
- Tranquila, no eres la primera ni serás la última, ni yo seré el último en entrar ahí, seguro que le vas a coger gusto.
Ahora, Antonio se tendió en la cama, boca arriba con su mastil al aire. Venga, putita, móntalo, me ordenó Paco. Y no me hice esperar. A horcajadas me coloqué sobre él, metiendomela hasta el fondo. Quedé a cuatro patas con el coño bien lleno con la polla de Antonio. Luis me la metió en la boca. Y por detrás podía notar las manos de Paco preparándome el ojete. Un buen salivazo y empezó a meterme un dedo, dos y tres, Muy despacito, fue muy bueno conmigo, mi esfinter se relajaba y al cabo de un momento noté como su capullo empezaba a empujar...
- Ahhh... Cuidado, que me destrozas.. Los otros dos se pararon para ver el espectáculo de su maestro desvirgando un culito.
Ya estaba la mitad dentro y entonces de un buen empujón me la metió toda. Me dejó sin aliento. Creía que me destrozaba. Y entonces empezó a moverse despacito. Culeando, y girando las caderas, Antonio empezó a coger el ritmo. Sus pijas se debían rozar dentro de mí, estaban enloquecidos. En pocos minutos estaban follándome como si se acabara el mundo y yo no paraba de jadear y de chupar...
El primero en correrse fue Luis, que me lleno la boca, me rezumaba por las comisuras de la boca y no pude tragarmelo todo aunque lo intente.
Antonio me regó el coñito a conciencia y Paco la sacó de golpe y me bañó el culo con su esperma.
Caimos planos sobre la cama.
- Bueno, putita, ¿ la pasaste bien, eh ? Ya sabes cuando tengas algo que arreglar nos llamas. Por el precio de hoy, te podemos ir arreglando la casa poquito a poquito. - - Ahora que lo dices, necesitaré un electricista....
1 comentarios - Ama de casa