Una historia, un protagonista, una fantasía. Todos nos hemos dejado llevar alguna que otra vez por nuestra mente. En esta página nos interesan las fantasías y los protagonistas de nuestros relatos se encargan de vivir las suyas a flor de piel. Una historia por día, un protagonista nuevo, una fantasía distinta. Dejate llevar por la imaginación...
Prisionera
Los dos están acostados en la cama completamente desnudos, besándose y manoseándose con muchas ganas. De repente él se levanta y ella se queda en la cama. Él va y abre un cajón y saca unas esposas con felpudo, y un pañuelo negro. Ella le sonríe desde la cama y se pone bien en el centro abriendo las manos hacia las puntas. Él le esposa primero una muñeca a los barrotes de la cama y después la otra. Para terminar le tapa los ojos con el pañuelo. Ella se muerde los labios porque sabe lo que viene a continuación y a ella le encanta. Él le abre las piernas y se la empieza a chupar, y como ella no puede usar sus manos ni su vista, todos sus sentidos se concentran ahí abajo, y el placer en inmenso. Él tiene el poder total de la situación y eso también lo estimula. Esa imagen vive en mi cabeza. Para colmo en uno de los videos que encontré la flaca es igual a mi novia.
Mi nombre es Javier y tengo 25 años. Vivo solo, hace 2 años y medio que estoy de novio con Fernanda y mi fantasía es poder atarla a la cama y controlar la situación al 100% yo, que ella no pueda hacer nada y que tenga placer. El problema es que a ella no le gusta. Ya lo hablamos varias veces, pero en el sexo es muy clásica. Besos, caricias, de vez en cuando un pete, y las poses más comunes. Me costó horrores que me entregara el culo y ahora lo hace muy de vez en cuando. De hacerlo en lugares bizarros ni hablar. Una vez la llevé a un descampado con el auto para ver si así se animaba, pero no. Ojo, no es incogible ni mala haciéndolo. Cuando cogemos la pasamos genial y le gusta hacerlo bastante seguido, más ahora que me mudé de lo de mis viejos. Pero yo quiero experimentar, probar cosas nuevas, lugares nuevos, y ella no quiere saber nada.
¡Ni hablar de un trío! Esa sería mi fantasía máxima, pero no me animo ni a sacar el tema. ¿Cómo me va a aceptar eso, si ni siquiera se anima a que la ate a la cama? Así que por ahora me propuse ir despacio y de vez en cuando saco el tema de hacer una noche de dominador y dominada.
- ¡Javier ya lo hablamos!- Me dice cada vez que le digo algo.- ¡Sabes que no me gusta eso! ¡Si tantas ganas tenés de atar a alguien buscate otra y listo!
El problema es que yo no quiero otra. Fer es mi chica. Flaca, alta, con un culo terrible, una pancita divina, una carita hermosa, ojos celestes y una nariz chiquita, sonrisa perfecta. ¡Hermosa! Y aparte tiene una personalidad que me encanta, muy simpática, conversadora, siempre con ganas de ayudarte y tratando de buscar el lado positivo de todo. Esa chica es ideal para mí. Bueno casi… Lo único que necesito es que sea más abierta de mente en cuanto al sexo.
- Amor, sabes que no quiero otra.- Le digo yo siempre que me dice eso.- ¡Dale! Probemos, y si te sentís incomoda me decís y listo.
- ¡No!- Y se enoja.
Lo peor es que siempre después de esa conversación me voy a ver algún video donde un flaco ata a una mina. Así encontré EL video. La chica es igual a Fernanda, la única diferencia era un tatuaje de una mariposa en la cintura del lado derecho. A la flaca esta le encanta que la aten, que le tapen los ojos y se la cojan así. Él tipo del video le hace de todo. Se la chupa, le mete los dedos, se la coge acostado, arrodillado, le levanta las piernas, le hace una turca, y después le acaba en el pecho y ella termina terriblemente satisfecha. Lo vi tantas veces que ya casi sé lo que va a pasar, pero no puedo evitar verlo una y otra vez.
Esa noche volví a sacar el tema.
- ¿Hoy te quedas a dormir en casa?- Le pregunté mientras comíamos.
- Sí.- Me dice.- Me traje el pijama ese que tanto te gusta.- Se refería a una tanga roja y blanca y a una remera transparente que hacía que se le vea todo.
- Podemos hacer algunas locuras.- Le digo levantando las cejas.
- Creo que sé a dónde vas con esto y no me gusta.- Me dijo enojándose un poco.- Ya te dije que no.
- ¡Dale amor! No me hagas rogarte por esto. Es una pavada.
Y empezamos la discusión. “¡Buscate otra!”, “¡Pero no quiero otra!”, “¡Yo no hago cosas de prostituta!”. Y así hasta que se cansó y se fue. Era la primera vez que se iba de mi casa así de enojada. Generalmente se le pasaba y nos íbamos a dormir, algo peleados, pero juntos. Esta vez, se fue. Agarró el bolso y se tomó un taxi hasta la casa. No sabía qué hacer. Le mandé algunos mensajes, pero toda la respuesta que recibí fue “Mañana hablamos. Chau”. Estaba un poco enojado, pero también algo desconcertado.
Así que agarré la computadora, la prendí y busqué el video. La imagen empezaba con la chica llegando y sentándose encima de él que estaba en la cama. Ella le decía que otra vez estaba con ganas de dominar, pero él la daba vuelta y le decía que hoy ella iba a ser su prisionera. A la chica le gustó enseguida y se empezaron a desnudar. Sabía lo que iba a pasar después. Él se paró y ella le sonrió. Él fue hasta el cajón, lo abrió y se dio vuelta. Pero cuando se dio vuelta lo vi todo en primera persona…
La vi ahí tirada, completamente desnuda, en el medio de la cama, con los brazos bien abiertos pidiéndome que la atara y que la dominara. ¡Era Fernanda! Tenía puesta la tanguita roja y blanca y la remera blanca transparente que deja que se le vean las tetitas. Pero lo que más me sorprendió era ver que tenía el tatuaje de mariposa en la cintura. Me sonrió y me guiñó el ojo. Yo agarré las dos esposas y el pañuelo negro, la até a la cama, le tapé los ojos y me subí a la cama entre sus piernas.
Ella no podía ver nada, pero sonreía, porque sabía que lo que iba a pasar le iba a gustar. Primero le abrí las piernas y le saqué la tanguita. Y después me acomodé para chuparle la concha, como lo hacían en el video. Me acosté y le metí la lengua con todas mis ganas. Fernanda pegó un grito de placer apenas la toqué que retumbó en toda la habitación. Y los gemidos siguieron a medida que se la lamía. Le pasaba la lengua por el clítoris y después por el resto de la concha, y se movía como loca con cada movimiento de mi lengua.
Después probé con los dedos, tal cual lo hacía el flaco del video con la chica de la mariposa. Primero uno, a lo que ella respondió con otro grito de placer. Después dos, y Fer se movió de una manera que me demostraba que lo estaba disfrutando. Por último un tercer dedo le entró. Podía ver como disfrutaba moviéndose de un lado a otro y mordiéndose los labios. Con la otra mano le acariciaba las tetas, cosa que a ella le encantaba, y de vez en cuando le metía un lengüetazo. Ella no podía aguantar más y soltó un grito de “¡Cogeme ya!” al igual que lo hacía la flaca en el video.
Yo obedecí. Me tiré encima de ella, le corrí las piernas y se la metí de una. La agarré de la cintura y me la empecé a coger. Los gemidos de placer de Fernanda se sentían por toda la habitación, lo que era raro, porque ella generalmente no gemía, pero la chica del video sí. De vez en cuando me acercaba a su boca y le daba un beso. Ella me lo devolvía ahogando un grito de placer.
Después me arrodillé a la altura de su cintura, le levanté las piernas y las apoyé sobre mis hombros para volver a cogérmela. Como le gustaba. Movía los brazos tratando de soltarse, pero no podía. Eso la volvía más loca. Le encantaba ser dominada. “¡Ay sí!” me gritaba mordiéndose los labios, mientras le metía la pija bien adentro. Sus piernas golpeaban en mi pecho y su culito en mi cintura con cada movimiento que daba. Y cada vez se la metía más a fondo. “¡Más, más! ¡Cogeme así! ¡Dale dale!” me gritaba como loca.
Al igual que el chico del video, quería terminar la noche de otra manera, no acabándole en la concha. Así que se la saqué y me puse encima de ella a la altura de su panza. Ella seguía respirando agitada del placer que estaba teniendo. Puse mi verga entre sus tetas, que de la nada le habían crecido hasta quedarles de igual tamaño que la chica del video y se las apreté para que pudiera hacerme una turca.
Fer estaba fascinada. Sonreía de placer y a pesar de que no se la estaba metiendo seguía gimiendo, pero esta vez era algo más sensual, quería calentarme más de lo que ya estaba. Le movía la pija por en medio de las gomas y sentía un placer increíble. Era la primera vez que hacíamos eso y a ella le encantaba. Seguía mordiéndose los labios de vez en cuando. Mientras yo disfrutaba de sus tetas que me hacían una paja increíble.
- ¿Me vas a tirar lalechita en el pecho?- Me preguntó ella al igual que lo hacía la chica del video.
Y no me pude resistir. Se la saqué de entre medio de las lolas y me empecé a pajear a lo loco. La veía acostada, con las manos atadas a la cama, con los ojos tapados por el pañuelo negro y con una sonrisa de putita bien satisfecha, que no me pude aguantar. Me salieron varios chorros de semen que fueron a parar a sus tetas y a su cuello. Ella pegó un gritó de placer, le encantaba que le acaben encima. Y la verdad es que mi leche le quedaba excelente sobre todo su cuerpo…
Abrí los ojos. Volvía a estar en la mesa del comedor de mi casa. Las luces estaban apagadas, pero la habitación se iluminaba por la pantalla de la computadora, en donde mi video porno favorito estaba terminando. De repente me di cuenta que no había sido la voz y los gemidos de Fernanda, sino los de la chica del video. La necesidad de atarla y de dominarla me había transportado hasta ver el video en primera persona. Pero eso no iba a quedar ahí, Fernanda iba a ceder. Tarde o temprano, la iba a atar a la cama y la iba a violar hasta que me dijera basta.
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