Parte 1
Cautivado por un cosplay (Parte 2)
Días después del encuentro con la misteriosa chica. No había podido encontrar nada de información sobre ella, aunque tampoco es que haya preguntado demasiado al respecto, ya que, no quería que la gente comparase mis preguntas con las que posiblemente haría un acosador.
Comencé a creer que tal vez esa chica vivía en otra ciudad. Podría ser perfectamente que se tratase de la prima o algún familiar de uno de los dos chicos que la acompañaban. Podría incluso tratarse de alguna extranjera. Eso explicaría el por qué se su silencio que mantuvo durante todo el tiempo que estuvo conmigo… exceptuando sus repentinos gemidos, por supuesto.
Dejando un poco de lado el divague. Tenía que comenzar a asimilar que seguramente no volvería a encontrarme con ella. Por más que me negase dicha idea.
Los días pasaron volando, a la vez que mi estado de ánimo no hacía más que decaer. Aun cuando no entendía el porqué de ese sentimiento, que me impregnaba en malestar gradualmente era capaz de nacer en mi a causa de una persona que, en algún contexto diferente, hubiese juzgado de promiscua y olvidado sin más al cabo de algunas horas…
teniendo eso en mente, ¿Qué hacía diferente a esta chica de alguna otra común?
-Mierda. –Exclame para mí mismo y Salí a caminar para aclarar m cabeza.
Caminando por la banqueta, disfrutaba de la sinfonía perfecta para mi conflicto mental. Al ser ya entrada la noche el ruido era tenue. Las típicas personas frente al establecimiento de comida rápida, reían alegremente por cualquier mal chiste que el duelo del establecimiento soltara hacia sus, evidentes clientes recurrentes. Como si no podría burlarse sutilmente de ellos a la vez que se lo tomaban con humor y le respondía de la misma manera.
Ver esa escena provocó en mí un pensamiento de hambre antes que cualquier otro sentimiento en particular. Recordé que no había comido nada desde la mañana y me dirigí a un minisúper que estaba algunas cuadras delante.
Una pizza para el microondas y un refresco mediano fueron mi elección para esa noche. Bueno, digo “esa noche” cuando en realidad es lo que siempre compro cuando me da pereza preparar comida.
Curioseando por la tienda a ver si encontraba algo más para llevar, un sentimiento amargo me invadió. Sentía como si todo mi día de descanso se hubiese desperdiciado en cosas sin sentido. Me resultaba sumamente tedioso el pensar que, a la mañana siguiente, debería despertar y volver a mi rutina que tanto me fastidiaba.
Mire atravesó de un cristal hacia la calle. La cerecita sobre el pastel se hacía presente para mi día tedioso. Una ligera llovizna había comenzado. No era demasiada agua como para retenerme ahí dentro hasta que pasase, aunque no pude evitar lamentar el no haberme llevado un paraguas tras ver lo nublado.
Termine de cargar a mi canasta algunos pocos artículos que me faltaban en casa. Los cuales curiosamente siempre me escaseaban gracias a mi falta de costumbre hacia lo que era la vida fuera de casa de los padres.
Recién me había mudado. Y aun cuando lo hice por impulso, no me arrepentía aun con las dificultades del día a día en solitario. Más para alguien tan desidioso como lo era yo.
Pague la cuenta con algo de inquietud puesto que, tenía miedo de que la lluvia tomara fuerza y terminase totalmente empapado. Nunca me ha agradado el agua en mis calzoncillos.
Minutos de caminata después. Entre las calles y las banquetas se comenzaron a formar ligeras corrientes de agua. Mi cabello y mis hombros se oscurecieron por la humedad. Tan solo me limite a acelerar el paso tanto como pude.
A lo lejos se apreciaban dos personas que parecían estar discutiendo. Aun cuando yo no podía escuchar nada por la distancia entre ellos y yo. Logre distinguir como uno de ellos gestionaba con las manos ferozmente. Era una señora de cabello corto y bien vestido.
La otra persona era un chico del cual lacios mechones rubios descendían de su cabeza. Sujetaba lo que aparentaban ser un grupo de prendas que aumentaban en número a la vez que él las recogía del piso.
La iracunda señora no dejaba de lanzar ropa a la calle. Hecho por lo que no pude evitar sentirme demasiado incomodo como para querer pasar por esa calle. Sin embargo, las alternativas tampoco eran muy llamativas.
Las calles opcionales por las que podía llegar a mi casa sin alargan demasiado mi camino, eran consideradas por mí, un tanto peligrosas de noche.
Tampoco podría tomar alguna otra alternativa aún más larga, simplemente porque la lluvia sería un tanto más molesta que seguir directo.
A medida que avanzaba no podía quitarle los ojos de enzima al pobre chico que tenía que pasar por todo eso. En el momento sentí que era algo bueno para él, la escases de personas a esta hora.
Faltando escasos veinte metros para que yo llegase al punto donde se encontraban. “Señora histeria” entro a lo que yo creía era su casa. Golpeando con fuerza la puerta tras de sí. Mientras el chico miraba al piso, sujetando con fuerza una parte de la ropa y temblando ligera mente. No podía adivinar si eras movimientos involuntarios por el frio o por la ira reprimida dentro de sí.
Sin pensarlo demasiado me le acerque con la intención de ayudarle al menos un poco. Pero antes de ponerme a hacerlo, él me mostro su mano en señal de alto. A lo cual exprese mi confusión solo con mi cara, la cual “chico de mechones dorados” no podía ver.
-Vaya… pero mira que desastre. ¿Qué hiciste para qu-
Cerré la boca por precaución. No quería empeorar el estado de ánimo del pobre chico frente a mí. Yo mismo sabía lo que era tener padres necios, aunque nunca tanto como para correrme de la casa o algo así.
El chico me dirigió una mirada y hablo.
-Sinceramente dudo que esta situación sea de tu incumbencia.
-… (Me lo tenía merecido, ¿no?)
Sus palabras reflejaban angustia más que tristeza. Supuse de inmediato que no tenía lugar a donde ir.
Suspire resignado. Presintiendo que me arrepentiría de decir lo que estaba a punto de proponerle.
Me arrodille en el piso y comencé a recoger ropa acomodándola sobre mi pierna. Siempre manteniéndome pendiente de los gestos del chico por si esto le llegase a molestar. Aunque a él no parecía importarle.
-Oye… Gracias por la ayuda.
Su comentario me tomo por sorpresa
-Eh… No, no es nada, no te preocupes por eso. De hecho, si no tienes donde quedarte. Podrías ir a mi casa… ¡Pero no pienses nada raro, es solo que…!
Me ponía un poco nervioso el invitar a un desconocido a pasar la noche a mi casa. Aunque tampoco es como si pudiera dejarlo sin más.
-Bueno, Estoy rentando un departamento para 2 personas que estaba pensado para estudiantes y el amigo con el que vivía se marchó a visitar a sus padres por vacaciones. Así que, lo tengo libre. No creo que le moleste.
-Vaya, eres una persona extraña.
-Quizá lo sea. Pero, ¿Tú le negarías la ayuda al alguien a quien sabes que puedes ayudar? Espera, ¿sabes qué? No hace falta que contestes. Simplemente digo que yo no soy capaz. Es todo.
-… Eres buena persona. Cuento contigo entonces. Y… Gracias
Sus palabras se sintieron cálidas y sinceras. Causándome una leve sonrisa además de un sentimiento agradable por haber ayudado a alguien.
-Oh. Todavía no te digo mi nombre. Soy Erik. No todos los días conozco a buenas personas así que. Un gusto conocerte.
-Jeje. Bueno, aprecio tus palabras, pero… quizá no deberías poner tantas expectativas en mí. No soy tan buena persona. Aun así, Gracias. Mi nombre es Daniel.
La lluvia Rugió con un aire helado. Dando por terminado nuestra presentación formal, aumentamos el paso considerablemente. No tardamos en llegar al departamento.
Una vez dentro, lo dirigí al baño para dejar la ropa mojada que cargábamos cerca de la secadora. Mire hacia su dirección notando que tanto el como yo teníamos en cabello empapado. En su caso en cabello le tapaba parte importante de la cara, por lo cual no me tarde en pasarle una toalla para que al menos se secase un poco.
-Gracias.
Mientras se frotaba la cabeza con la toalla, mis ojos se abrieron totalmente al ver su rostro completo. Era idéntico a la chica de aquella vez.
“Debe tratarse de su hermano, estoy seguro” Pensé.
Baje la mirada mientras se dibujaba una sonrisa en mi rostro. Imaginando las ventajas que podría tener el hacerme su amigo para conseguir acercarme a la chica que me tenía loco desde aquella noche.
Un sentimiento amargo le siguió casi por reflejo. No me gustaba la idea de hacerme su amigo solo por beneficio propio. Siempre considere basura a la gente con esa mentalidad. Y ahora… ¿de verdad lo había considerado siquiera?
Eso me provoco un tanto de tristeza. Por supuesto no estaba dispuesto a hacerlo. No por ese motivo.
Su mirada fija me devolvió a la realidad. No sé qué clase de cara tenía yo. Pero la suya era de preocupación.
Se acercó a mí a tal punto de que nuestros cuerpos se tocaron. Sus brazos me rodearon y yo me quede inmóvil.
No parecía tener otra intención más que la de darme el abrazo, así que se lo devolví sin titubear. Nos quedamos así cerca de medio minuto. No entendía porque pero eso me había hecho sentir mejor sin duda. Aun así, al separarnos me sorprendió notar que su cara estaba totalmente roja. Pensando un poco, supuse que la mía estaría igual.
-Ah… Te- Te mostrare tu habitación. Es por-
Sus brazos volvieron a sujetarme. Esta vez por la espalda, alrededor de mi cintura
Su boca se posó en mi cuello, Causando que mis respiraciones se volviesen profundas.
-¿De verdad no me recuerdas?
Esas palabras resonaron en mí. “Acaso…” fue lo único que cruzo mi mente en ese momento.
-Pensé que nunca te volvería a ver… Qué bueno que me equivoque.
Al terminar de decir esto, Erik descanso sus labios entre mi hombro y mi cuello. No era un beso, Sino más bien un gesto cariñoso. Y he de admitir que me acelero considerablemente el corazón.
Nunca creí que me excitaría por un chico. Pero él conseguía sobresaltar mis instintos con una facilidad aterradora. Aun a sabiendas de que en realidad se trataba de un chico. Supongo que nunca me ha disgustado la idea de involucrarme con chicos. Simplemente no se había dado la oportunidad.
Me sobresalte cuando comencé a sentir sus manos acariciando directamente sobre mi pecho. Llegando hasta mis pezones.
MI conciencia tambaleaba. Quise girar para pedirle que parara. El me intercepto con un beso en la boca.
Nuestras lenguas chocaron igual que aquella vez. Sentía su saliva mezclarse con la mía y un mar de sentimientos fluyeron en mí.
El placer me consumió. Tome su cabeza suavemente, acercando nuestras bocas como si quisiera devorar la suya.
Erik comenzó a desprenderme de mi camisa torpemente. Yo quería facilitárselo pero me negaba a separarme aunque sea un momento de sus labios.
Él se giró permitiéndome quitarle la camisa a la vez que yo arrojaba la mía a un lado. Su figura era esbelta y delicada. Tal y como la recordaba.
MI temperatura subió aún más. Tanto que no pude evitar acercarme a succionar su cuello. Bajando lentamente. Disfrutando cada segundo del sabor de su piel.
Acariciando sus pezones en círculos, llegue hasta la parte baja de su espalda, donde me detuve y comencé a besar. Entonces mis manos centraron su atención hacia el botón en su pantalón. Rápidamente lo despoje del mismo.
Me sorprendí al ver una sensual panti de color azul claro, un tanto diminuto, cubriendo inútilmente parte de ese trasero tan bien formado.
La deslice un poco con mis dientes. Lo suficiente para dejarme ver el centro de aquellas bellas nalgas blancas.
Sin pensarlo mucho mi lengua entro a la acción. Mientras tanto él solo sujetaba mi cabeza débilmente. Intentando hundirme más dentro de sí.
Sujete firmemente su culo con mis manos. Exponiendo el ano y permitiéndome introducir mejor mi lengua en él.
-Ahhh… Dani~ Métela.
Sus jadeos y su tono de voz me excitaban bastante. Tanto que mi miembro me pedía a gritos que lo hiciera. Palpitando incesantemente.
Poniéndome de pie en un segundo. Tome una de sus lizas piernas y la levante. Mientras me introducía lentamente en él.
La primera envestida consiguió llegas hasta el final de la cabeza. Pero a la tercera ya estaba totalmente dentro.
Su cuerpo estaba flexionado. Recargándose con los brazos sobre la lavadora para poder mantenerse de pie.
Sus gemidos eran penetrantes y delicados. Que combinados con su rostro femenino creaba la ilusión de ser una chica realmente. Aun así el hecho de que fuese chico me ponía aún más caliente
Lleve una mano hacia su boca. Metiendo y sacando dos dedos dentro. Me encantaba sentir la sensación de su lengua intentando succionarlos simulando que era un pene… Mi pene.
La otra mano la utilice para atrapar su duro miembro, el cual era aproximadamente del mismo tamaño que el mío.
No tarde en masturbarlo al ritmo de mis movimientos de caderas.
-Mmmh~ Mas… Dame más duro. –Me decía casi como una súplica
Su interior era tan cálido y agradable. En ese momento arremetí frenéticamente, aunque no tanto como para lastimarlo. Tan solo lo suficiente para que su cuerpo perdiese el control de sí mismo.
Espasmos comenzaron. Supe que se había corrido al poner mi mano en la cabeza de su pene. No podía creer que recibiendo por detrás el acabase antes que yo.
Entre mis dedos un líquido viscoso relucía. El cual puse en mi boca por la curiosidad. No era un sabor desagradable. Aunque no podía decir que me encantara ni nada parecido, pero siendo de esta persona, no me importaba en absoluto saborearlo un poco. Supuse que se trataba de la calentura simplemente.
No tarde en sentir unos labios en mi parte baja. Debía admitir que era bastante bueno mamándola.
Ya estaba a punto de terminar, por lo que sujete su cabeza por su sedoso cabello. Invitándolo a trabarse todo mi semen. El aparentemente lo acepto con gusto.
Continuara…
PD: Les estaría agradecido si me dijesen que les parece mi redacción. Ya que, la verdad hago esta historia por 2 razones. La primera y principal porque me gustan mucho los relatos eróticos. Y la segunda es que quiero practicar haciendo pequeñas historias para algún día sacar un libro… Jeje bueno, es mi meta supongo.
PD2: Gracias por leer~
Cautivado por un cosplay (Parte 2)
Días después del encuentro con la misteriosa chica. No había podido encontrar nada de información sobre ella, aunque tampoco es que haya preguntado demasiado al respecto, ya que, no quería que la gente comparase mis preguntas con las que posiblemente haría un acosador.
Comencé a creer que tal vez esa chica vivía en otra ciudad. Podría ser perfectamente que se tratase de la prima o algún familiar de uno de los dos chicos que la acompañaban. Podría incluso tratarse de alguna extranjera. Eso explicaría el por qué se su silencio que mantuvo durante todo el tiempo que estuvo conmigo… exceptuando sus repentinos gemidos, por supuesto.
Dejando un poco de lado el divague. Tenía que comenzar a asimilar que seguramente no volvería a encontrarme con ella. Por más que me negase dicha idea.
Los días pasaron volando, a la vez que mi estado de ánimo no hacía más que decaer. Aun cuando no entendía el porqué de ese sentimiento, que me impregnaba en malestar gradualmente era capaz de nacer en mi a causa de una persona que, en algún contexto diferente, hubiese juzgado de promiscua y olvidado sin más al cabo de algunas horas…
teniendo eso en mente, ¿Qué hacía diferente a esta chica de alguna otra común?
-Mierda. –Exclame para mí mismo y Salí a caminar para aclarar m cabeza.
Caminando por la banqueta, disfrutaba de la sinfonía perfecta para mi conflicto mental. Al ser ya entrada la noche el ruido era tenue. Las típicas personas frente al establecimiento de comida rápida, reían alegremente por cualquier mal chiste que el duelo del establecimiento soltara hacia sus, evidentes clientes recurrentes. Como si no podría burlarse sutilmente de ellos a la vez que se lo tomaban con humor y le respondía de la misma manera.
Ver esa escena provocó en mí un pensamiento de hambre antes que cualquier otro sentimiento en particular. Recordé que no había comido nada desde la mañana y me dirigí a un minisúper que estaba algunas cuadras delante.
Una pizza para el microondas y un refresco mediano fueron mi elección para esa noche. Bueno, digo “esa noche” cuando en realidad es lo que siempre compro cuando me da pereza preparar comida.
Curioseando por la tienda a ver si encontraba algo más para llevar, un sentimiento amargo me invadió. Sentía como si todo mi día de descanso se hubiese desperdiciado en cosas sin sentido. Me resultaba sumamente tedioso el pensar que, a la mañana siguiente, debería despertar y volver a mi rutina que tanto me fastidiaba.
Mire atravesó de un cristal hacia la calle. La cerecita sobre el pastel se hacía presente para mi día tedioso. Una ligera llovizna había comenzado. No era demasiada agua como para retenerme ahí dentro hasta que pasase, aunque no pude evitar lamentar el no haberme llevado un paraguas tras ver lo nublado.
Termine de cargar a mi canasta algunos pocos artículos que me faltaban en casa. Los cuales curiosamente siempre me escaseaban gracias a mi falta de costumbre hacia lo que era la vida fuera de casa de los padres.
Recién me había mudado. Y aun cuando lo hice por impulso, no me arrepentía aun con las dificultades del día a día en solitario. Más para alguien tan desidioso como lo era yo.
Pague la cuenta con algo de inquietud puesto que, tenía miedo de que la lluvia tomara fuerza y terminase totalmente empapado. Nunca me ha agradado el agua en mis calzoncillos.
Minutos de caminata después. Entre las calles y las banquetas se comenzaron a formar ligeras corrientes de agua. Mi cabello y mis hombros se oscurecieron por la humedad. Tan solo me limite a acelerar el paso tanto como pude.
A lo lejos se apreciaban dos personas que parecían estar discutiendo. Aun cuando yo no podía escuchar nada por la distancia entre ellos y yo. Logre distinguir como uno de ellos gestionaba con las manos ferozmente. Era una señora de cabello corto y bien vestido.
La otra persona era un chico del cual lacios mechones rubios descendían de su cabeza. Sujetaba lo que aparentaban ser un grupo de prendas que aumentaban en número a la vez que él las recogía del piso.
La iracunda señora no dejaba de lanzar ropa a la calle. Hecho por lo que no pude evitar sentirme demasiado incomodo como para querer pasar por esa calle. Sin embargo, las alternativas tampoco eran muy llamativas.
Las calles opcionales por las que podía llegar a mi casa sin alargan demasiado mi camino, eran consideradas por mí, un tanto peligrosas de noche.
Tampoco podría tomar alguna otra alternativa aún más larga, simplemente porque la lluvia sería un tanto más molesta que seguir directo.
A medida que avanzaba no podía quitarle los ojos de enzima al pobre chico que tenía que pasar por todo eso. En el momento sentí que era algo bueno para él, la escases de personas a esta hora.
Faltando escasos veinte metros para que yo llegase al punto donde se encontraban. “Señora histeria” entro a lo que yo creía era su casa. Golpeando con fuerza la puerta tras de sí. Mientras el chico miraba al piso, sujetando con fuerza una parte de la ropa y temblando ligera mente. No podía adivinar si eras movimientos involuntarios por el frio o por la ira reprimida dentro de sí.
Sin pensarlo demasiado me le acerque con la intención de ayudarle al menos un poco. Pero antes de ponerme a hacerlo, él me mostro su mano en señal de alto. A lo cual exprese mi confusión solo con mi cara, la cual “chico de mechones dorados” no podía ver.
-Vaya… pero mira que desastre. ¿Qué hiciste para qu-
Cerré la boca por precaución. No quería empeorar el estado de ánimo del pobre chico frente a mí. Yo mismo sabía lo que era tener padres necios, aunque nunca tanto como para correrme de la casa o algo así.
El chico me dirigió una mirada y hablo.
-Sinceramente dudo que esta situación sea de tu incumbencia.
-… (Me lo tenía merecido, ¿no?)
Sus palabras reflejaban angustia más que tristeza. Supuse de inmediato que no tenía lugar a donde ir.
Suspire resignado. Presintiendo que me arrepentiría de decir lo que estaba a punto de proponerle.
Me arrodille en el piso y comencé a recoger ropa acomodándola sobre mi pierna. Siempre manteniéndome pendiente de los gestos del chico por si esto le llegase a molestar. Aunque a él no parecía importarle.
-Oye… Gracias por la ayuda.
Su comentario me tomo por sorpresa
-Eh… No, no es nada, no te preocupes por eso. De hecho, si no tienes donde quedarte. Podrías ir a mi casa… ¡Pero no pienses nada raro, es solo que…!
Me ponía un poco nervioso el invitar a un desconocido a pasar la noche a mi casa. Aunque tampoco es como si pudiera dejarlo sin más.
-Bueno, Estoy rentando un departamento para 2 personas que estaba pensado para estudiantes y el amigo con el que vivía se marchó a visitar a sus padres por vacaciones. Así que, lo tengo libre. No creo que le moleste.
-Vaya, eres una persona extraña.
-Quizá lo sea. Pero, ¿Tú le negarías la ayuda al alguien a quien sabes que puedes ayudar? Espera, ¿sabes qué? No hace falta que contestes. Simplemente digo que yo no soy capaz. Es todo.
-… Eres buena persona. Cuento contigo entonces. Y… Gracias
Sus palabras se sintieron cálidas y sinceras. Causándome una leve sonrisa además de un sentimiento agradable por haber ayudado a alguien.
-Oh. Todavía no te digo mi nombre. Soy Erik. No todos los días conozco a buenas personas así que. Un gusto conocerte.
-Jeje. Bueno, aprecio tus palabras, pero… quizá no deberías poner tantas expectativas en mí. No soy tan buena persona. Aun así, Gracias. Mi nombre es Daniel.
La lluvia Rugió con un aire helado. Dando por terminado nuestra presentación formal, aumentamos el paso considerablemente. No tardamos en llegar al departamento.
Una vez dentro, lo dirigí al baño para dejar la ropa mojada que cargábamos cerca de la secadora. Mire hacia su dirección notando que tanto el como yo teníamos en cabello empapado. En su caso en cabello le tapaba parte importante de la cara, por lo cual no me tarde en pasarle una toalla para que al menos se secase un poco.
-Gracias.
Mientras se frotaba la cabeza con la toalla, mis ojos se abrieron totalmente al ver su rostro completo. Era idéntico a la chica de aquella vez.
“Debe tratarse de su hermano, estoy seguro” Pensé.
Baje la mirada mientras se dibujaba una sonrisa en mi rostro. Imaginando las ventajas que podría tener el hacerme su amigo para conseguir acercarme a la chica que me tenía loco desde aquella noche.
Un sentimiento amargo le siguió casi por reflejo. No me gustaba la idea de hacerme su amigo solo por beneficio propio. Siempre considere basura a la gente con esa mentalidad. Y ahora… ¿de verdad lo había considerado siquiera?
Eso me provoco un tanto de tristeza. Por supuesto no estaba dispuesto a hacerlo. No por ese motivo.
Su mirada fija me devolvió a la realidad. No sé qué clase de cara tenía yo. Pero la suya era de preocupación.
Se acercó a mí a tal punto de que nuestros cuerpos se tocaron. Sus brazos me rodearon y yo me quede inmóvil.
No parecía tener otra intención más que la de darme el abrazo, así que se lo devolví sin titubear. Nos quedamos así cerca de medio minuto. No entendía porque pero eso me había hecho sentir mejor sin duda. Aun así, al separarnos me sorprendió notar que su cara estaba totalmente roja. Pensando un poco, supuse que la mía estaría igual.
-Ah… Te- Te mostrare tu habitación. Es por-
Sus brazos volvieron a sujetarme. Esta vez por la espalda, alrededor de mi cintura
Su boca se posó en mi cuello, Causando que mis respiraciones se volviesen profundas.
-¿De verdad no me recuerdas?
Esas palabras resonaron en mí. “Acaso…” fue lo único que cruzo mi mente en ese momento.
-Pensé que nunca te volvería a ver… Qué bueno que me equivoque.
Al terminar de decir esto, Erik descanso sus labios entre mi hombro y mi cuello. No era un beso, Sino más bien un gesto cariñoso. Y he de admitir que me acelero considerablemente el corazón.
Nunca creí que me excitaría por un chico. Pero él conseguía sobresaltar mis instintos con una facilidad aterradora. Aun a sabiendas de que en realidad se trataba de un chico. Supongo que nunca me ha disgustado la idea de involucrarme con chicos. Simplemente no se había dado la oportunidad.
Me sobresalte cuando comencé a sentir sus manos acariciando directamente sobre mi pecho. Llegando hasta mis pezones.
MI conciencia tambaleaba. Quise girar para pedirle que parara. El me intercepto con un beso en la boca.
Nuestras lenguas chocaron igual que aquella vez. Sentía su saliva mezclarse con la mía y un mar de sentimientos fluyeron en mí.
El placer me consumió. Tome su cabeza suavemente, acercando nuestras bocas como si quisiera devorar la suya.
Erik comenzó a desprenderme de mi camisa torpemente. Yo quería facilitárselo pero me negaba a separarme aunque sea un momento de sus labios.
Él se giró permitiéndome quitarle la camisa a la vez que yo arrojaba la mía a un lado. Su figura era esbelta y delicada. Tal y como la recordaba.
MI temperatura subió aún más. Tanto que no pude evitar acercarme a succionar su cuello. Bajando lentamente. Disfrutando cada segundo del sabor de su piel.
Acariciando sus pezones en círculos, llegue hasta la parte baja de su espalda, donde me detuve y comencé a besar. Entonces mis manos centraron su atención hacia el botón en su pantalón. Rápidamente lo despoje del mismo.
Me sorprendí al ver una sensual panti de color azul claro, un tanto diminuto, cubriendo inútilmente parte de ese trasero tan bien formado.
La deslice un poco con mis dientes. Lo suficiente para dejarme ver el centro de aquellas bellas nalgas blancas.
Sin pensarlo mucho mi lengua entro a la acción. Mientras tanto él solo sujetaba mi cabeza débilmente. Intentando hundirme más dentro de sí.
Sujete firmemente su culo con mis manos. Exponiendo el ano y permitiéndome introducir mejor mi lengua en él.
-Ahhh… Dani~ Métela.
Sus jadeos y su tono de voz me excitaban bastante. Tanto que mi miembro me pedía a gritos que lo hiciera. Palpitando incesantemente.
Poniéndome de pie en un segundo. Tome una de sus lizas piernas y la levante. Mientras me introducía lentamente en él.
La primera envestida consiguió llegas hasta el final de la cabeza. Pero a la tercera ya estaba totalmente dentro.
Su cuerpo estaba flexionado. Recargándose con los brazos sobre la lavadora para poder mantenerse de pie.
Sus gemidos eran penetrantes y delicados. Que combinados con su rostro femenino creaba la ilusión de ser una chica realmente. Aun así el hecho de que fuese chico me ponía aún más caliente
Lleve una mano hacia su boca. Metiendo y sacando dos dedos dentro. Me encantaba sentir la sensación de su lengua intentando succionarlos simulando que era un pene… Mi pene.
La otra mano la utilice para atrapar su duro miembro, el cual era aproximadamente del mismo tamaño que el mío.
No tarde en masturbarlo al ritmo de mis movimientos de caderas.
-Mmmh~ Mas… Dame más duro. –Me decía casi como una súplica
Su interior era tan cálido y agradable. En ese momento arremetí frenéticamente, aunque no tanto como para lastimarlo. Tan solo lo suficiente para que su cuerpo perdiese el control de sí mismo.
Espasmos comenzaron. Supe que se había corrido al poner mi mano en la cabeza de su pene. No podía creer que recibiendo por detrás el acabase antes que yo.
Entre mis dedos un líquido viscoso relucía. El cual puse en mi boca por la curiosidad. No era un sabor desagradable. Aunque no podía decir que me encantara ni nada parecido, pero siendo de esta persona, no me importaba en absoluto saborearlo un poco. Supuse que se trataba de la calentura simplemente.
No tarde en sentir unos labios en mi parte baja. Debía admitir que era bastante bueno mamándola.
Ya estaba a punto de terminar, por lo que sujete su cabeza por su sedoso cabello. Invitándolo a trabarse todo mi semen. El aparentemente lo acepto con gusto.
Continuara…
PD: Les estaría agradecido si me dijesen que les parece mi redacción. Ya que, la verdad hago esta historia por 2 razones. La primera y principal porque me gustan mucho los relatos eróticos. Y la segunda es que quiero practicar haciendo pequeñas historias para algún día sacar un libro… Jeje bueno, es mi meta supongo.
PD2: Gracias por leer~
7 comentarios - Cautivado por un cosplay Parte 2 (Trap)