Hola!! llegamos al final de la historia jeje, espero les haya gustado y gracias a todos los que me siguieron!!
MARA
Daniela estaba nerviosa ante la idea de marcharnos de la isla. Los días que había pasado acá ya le habían dado la deliciosa idea de que follaría con papá durante largos días, y si ahora que íbamos a volver a la civilización ella iba a tener que separarse de él, sus sesiones de sexo incestuoso estaban terminando dolorosamente.
Papá nos trajo el resto de las ropas que dejamos en el barco, no queríamos que se nos ensuciaran en la aldea, pero al final de cuentas no había pasado nada porque practicamos nudismo la mayor parte de nuestra estancia aquí.
Yo ya iba vestida con una blusa y unos shorts cortitos, al igual que mi hermana Daniela. Papá estaba muy guapo, con una camisa hawaiana y su gorra. Nin estaba encantada con la ropa nueva que le estábamos prestando, y no dejaba de decir que la minifalda que yo le había dado le quedaba muy bien, y que la blusita le apretaba los pechos, pero que le gustaba cómo se le marcaba por debajo de la tela los pezones. Además Bárbara la había peinado con una bonita cola de caballo y dejado unos mechones negros para que enmarcaran su rostro ovalado y sus ojos grises.
La niña iba a venir con nosotros, eso era un hecho. La despedida con sus padres fue más seca de lo que había pensado, porque para su cultura Nin ya era mayor de edad, a pesar de tener todavía catorce años y medio. Se despidió con sendos besos en los labios de su familia y abrazó muy fuerte a su mamá, que no evitó soltar una pequeña lágrima al ver partir a su hija.
Yo me acerqué a Tamir. Quería sacarle la leche por última vez, así que mientras tuviera un poco de tiempo, me dedicaría a eso. Lo llevé a un rincón mientras los señores amigos de Bárbara se entrevistaban con mi padre y con Daniela y almorzaban una rica comida que la aldea había preparado para ellos.
—No te vayas —dijo el pobrecito de Tamir mientras le bajaba la ropa y me metía su pija hasta la garganta. Iba a extrañar mucho tenerlo para mí.
—Tengo que hacerlo —le dije mientras lo masturbaba con una mano y le acariciaba los huevos con la otra —. Este lugar es peligroso para mí y tengo otra vida a la que quiero volver —me metí su pito a la boca y mamé con fuerza.
Tamir gimió y suspiró. Le practiqué una garganta profunda y acaricié su polla con mi lengua. Mantuve todo dentro de mí hasta que me faltó el aire. Luego de eso me puse a cuatro patas y me bajé los shorts para darle mi culo. Tamir, triste, aunque muy bien caliente, me tomó de las caderas y se encaramó sobre mí para perforarme la conchita con su polla. Lo hacía muy fuerte, violento y sádico.
— ¡Ay! ¡Ay! —gemí con muchísima fuerza con cada embestida. Me quería meter hasta los huevos, porque los sentía chocar contra mis nalgas. Me pellizqué los pezones con una mano mientras me sostenía con la otra. Él, a su vez, me daba de nalgadas tan duras que no dudé en que sus manos se hubiesen marcado en mi piel — ¡Más! ¡Más, papi! —jadeé.
Me giré de tal forma que ahora tenía mis tobillos sobre sus hombros. Con mucha fuerza, Tamir me levantó y me pegó la espalda a la pared. Enredé mis piernas en su torso y le besé la boca al mismo tiempo que su glande rozaba mi útero debido al largo de su polla. Realicé cortes en su espalda con mis uñas y dejé que me mordiera el cuello. Sus manos jugaban feliz con mis pezones.
—¿Mara? —dijo Daniela, acercándose con Nin. Las dos me miraron totalmente asombradas por la tremenda cogida que me estaban dando contra la pared. Tamir no se detuvo ni un momento.
—¿Sí? —pregunté, soportando la polla y sus embestidas.
—Eh… papá dice que vengas a comer.
—Creo que ya está comiendo algo —rió Nin, mirando cómo su hermano me follaba. Daniela y ella se rieron y se fueron. Eso lo agradecí, porque yo quería estar con Tamir un ratito más sintiendo cómo me partía en dos, y por otro lado, al mirarme a los ojos avellana supe que el muchacho de verdad me gustaba, no sólo para que me cogiera.
Con gran alivio sentí la descarga de esperma en mi vagina. En ese momento no me importaba quedar embarazada de Tamir. Me sentí llena al tenerlo para mí, y le besé los labios mientras su leche seguía juntándose en mi coño y luego él sacaba la pija de mi interior y yo hacia fuerza para sacar los restos de semen.
Después de esto Tamir me dio la media vuelta. Se agachó y me abrió las nalgas. Pegó su lengua y recorrió todo el espacio entre ellas, desde mi estrecho anito hasta mi vagina llena de jugos. Yo estaba en la gloria, muy feliz al fin.
Fuimos al comedor donde estaban los amigos de Bárbara. Ella platicaba animadamente con ellos. Había baile. Chicas guapas con faldas de piel y sin sostén se paseaban y bailaban allí para deleite de los hombres y sonrojó de las mujeres. Eran catorce personas en total. La sensual fotógrafa relataba sus aventuras y hablaba con algunas personas de aspecto extranjero.
Daniela y mi papá estaban en una mesa, dándose besitos tiernos mientras se metían mano. Papá parecía enamorado de su hija. Yo sentí un poco de celos nada más. Leandro era el novio de mi mamá, pero todavía así sabía que mi madre, adicta al incesto, vería con buenos ojos esa relación.
—Ve a buscar a Nin —me pidió Anin, la mamá de Tamir. Tenía sus hermosas tetas cubiertas sólo por una delgada tela.
—Si, yo voy.
Fui a buscar a mi nueva hermanita, porque así la había comenzado a llamar. Me emocionaba saber que vendría con nosotras porque siempre había deseado tener una hermana menor con la qué jugar y crecer. Y Nin me caía bien. Era la única de la familia de Tamir que parecía quererme de verdad. La mamá de Tamir sólo deseaba una nuera, y Tamir nada más quería cogerme. El papá era neutral y la hermana mayor, Andra, bueno, estaba todavía en el calabozo.
Encontré a Nin en un rincón besándose con un chico muy lindo. Ella estaba con las piernas enredadas en él y devorándole los labios con la lengua.
— ¡Ejem! —llamé para interrumpirlos. Los dos se separaron —. Nin, tu mamá quiere verte.
—Voy —le dio un ultimo beso al chico y vino conmigo.
Resultaba que los hombres querían hablar con Nin y con la familia de ella para explicarles el proceso de escolarización que quería su pequeña hija. Fue algo fácil de comprender para la mamá en los términos que él le explicó. Como Anin sabía leer más o menos, pudo dar la custodia de su hija a mi papá. Firmaron unos papeles nada más, e hicieron todas esas cosas de abogados que suelen hacer.
Al final de cuentas Nin estaba más cerca de estar en nuestra familia y tendría una oportunidad de ser alguien importante en el mundo exterior. La chiquilla era muy inteligente. Había que aprovechar ese potencial.
Al final de la tarde todos estábamos listos para partir. Fuimos a la playa acompañados por una comitiva de aldeanos, entre ellos el jefe de la aldea, que se despidió de nosotras con sendos besos. Yo le di un abrazo fuerte a la mamá de Nin.
—Bueno —dijo papá —. Suban al bote. Es hora de irnos y terminar con esta aventura.
—Sí —dije con tristeza. Daniela fue la primera en subir, le siguió Nin y papá. Yo fui la última, porque estaba en la playa sosteniendo las manos de Tamir, que lloraba de tristeza al ver cómo me iba.
—Volverá a visitarte — le dije —. Tengo que traer a Nin para que te visite ¿verdad?
—Sí. Cu… cuídate, Mara —me besó muy tierno en los labios, y subí a nuestro bote para emprender un camino a casa.
DANIELA
—Vaya aventura —reí mientras papito me clavaba la verga por detrás. El sexo anal era maravilloso, encantador. Con un poco de saliva y mucha práctica, yo me había vuelto un poco adicta a él. Llevábamos todavía unas cuantas horas de viaje, y para matar el tiempo papá y yo habíamos decidido coger en su camarote — ¡Ay! —grité y me colgué de las sábanas.
Me encontraba en la posición del perrito, con un hilo de saliva corriéndome por la boca. Papá, agarrado a mis nalgas y abriéndolas, deslizó su verga. Me derretí de gusto cuando la sacó y volvió a meterla con más velocidad.
— ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! —mis tetas brincaban de gusto. Tenía los ojos bien apretados y ponía carita de dolor, pero de un dolor muy rico —. Dame nalgadas. Dame nalgadas —le rogué y él no perdió tiempo en meterme dos. Se sintió la gloria y tuve mi corrida de una sola vez, manchando la cama con mis jugos. Me apresuré a tocarme la concha para empapar mis labios con mi propio chorrito de placer.
Papá sacó la pija y me tiró a la cama boca arriba. Acto seguido, me abrió las piernas y chupó mi conchita con mucha pasión y fuerza. Noté su lengua excavando entre mis pliegues carnosos y sus dientes mordiendo el capuchón de mi clítoris. Yo me acariciaba los muslos y los pezones, envuelta en muchísimo placer.
Apreté las piernas para mantener su boca pegada a mi vagina y descargué, al fin, otro chorrito de jugos en él, como buena squirter que era. Papá se rió con la cara empapada y luego subió a besarme los pechos y a morder sus puntas como si quisiera arrancarlos.
Luego de eso se posicionó de tal forma que puso sus rodillas a los lados de mi cabeza y dirigió su polla a mi boca. Abrí grande para tragarla, disfrutar con lo caliente que estaba. Me la saqué y mamé sus huevos, metiéndome uno a la boca y jugando con él, y luego el otro hasta llenarlos de mucha saliva. En ese momento la descarga de leche me llegó a la cara, y el semen caliente se me metió hasta en los ojos y me manchó el pelo.
Nos comimos a besos durante un largo rato mientras recuperábamos energías y después salimos del camarote para ver a Mara y a Nin.
Fuera ya era de noche y la hermosa luna brillaba en el firmamento. Las luces de la cubierta estaban encendidas y vi a las dos nuevas hermanas muy cariñosas entre sí, cuchicheando mientras Mara le mostraba a la pequeña una revista de modas y le hablaba sobre las grandes cosas de la ciudad.
Papá se estiró y se sentó allí a disfrutar de la vista y la brisa. Llevaba sólo una trusa, por lo que se le marcaba muy rico el paquete. Yo me senté sobre sus piernas y moví el trasero para darle gusto a él.
—¡Qué rico aire que hace! —dije feliz y me quité la blusa para quedar con las tetas al aire. También me despojé de los shorts. Papá al ver ese espectáculo se quitó la trusa, pero su verga estaba flácida y grande. Me senté sobre él, mirando los dos al cielo.
—Es una bonita noche —apuntó Nin, mirando las estrellas —. La Luna está llena. En mi aldea ahora estarían bailando para ella.
—Es verdad —suspiró Mara con melancolía.
Al poco rato, las dos chicas también se desnudaron y se acostaron en las sillas de la cubierta con las piernitas abiertas para que la hermosa brisa les diera por todos lados. Durante un rato nos quedamos en silencio los cuatro, pensando en las grandes cosas que habíamos vivido. Mara, papá y yo tuvimos contacto con una cultura diferente, con costumbres diferentes y disfrutamos muchísimo en cuanto al sexo se refiere. Yo tenía a papá como amante, y estaba feliz con eso. Iba a permitirle a Mara y a su mamá follar. Lo haríamos los cuatro al mismo tiempo.
Nin tenía la mirada perdida, seguramente pensando en el mundo que dejaba atrás.
— ¡Ey, cálmate! —extendí una mano para acariciarle el muslo —. Te divertirás. El mundo es… interesante. Iremos de compras, al cine, a beber café y a las fiestas ¿vale? Te compraremos mucha ropa y te verás muy guapa.
—Gracias — dijo con una sonrisa sincera.
—Extraño a Tamir —Eso era evidente para todos. Mara, al parecer, si se había enamorado del muchacho —. Extrañaré esas cogidas que me daba.
—¿Te casarás con otro? —preguntó Nin.
—Pues… a lo mejor cuando regresemos Tamir ya se haya casado. No los sé. No hablemos de eso que me pongo tristona.
Reímos y ella se sonrojó. Poco a poco y debido a mis movimientos con el culo, la verga de papá se paró y yo la unté descuidadamente por toda mi raja, mojándola con mis jugos. Él mientras tanto me besaba los hombros. Yo no tenía que mirarle. Tenía los ojos puestos al frente, en el inmenso océano negro y en las estrellas.
— Bueno… —dijo papá mientras me dedeaba — . Dejen de llorar.
Mara y Nin le miraron. Las dos chicas habían dejado a gente importante.
—Es cierto — resolvió Mara —. Fue una bonita aventura.
—Estoy emocionada —exclamó Nin, limpiándose los ojos.
—Pronto conocerás a mi mamá, Nin —Mara estaba muy emocionada —. Ella te caerá muy bien.
—Gracias por la hospitalidad.
— Bueno —dijo papá cuando ya no aguantó más —. Allí se ve el faro. Estamos cerca. ¿Les parece si… nos divertimos todos un rato?
Ante esa propuesta, las tres chicas nos miramos con traviesas y picaronas sonrisas, y así, sobre la cubierta, a la luz de la luna y de las estrellas, dejando atrás una singular experiencia, los cuatro celebramos por un par de horas el nacimiento de una nueva etapa en nuestra vida.
FIN
************
Bueno! la historia llegó a su fin xD, les dejo el resto de lo que pasó a la imaginación jaja ahora na preguntam ¿la proxima historia les gustaria que tuviera trama incestuosa o ya se cansaron? jaja, ustedes comenten y opinen, besos a todos!!
MARA
Daniela estaba nerviosa ante la idea de marcharnos de la isla. Los días que había pasado acá ya le habían dado la deliciosa idea de que follaría con papá durante largos días, y si ahora que íbamos a volver a la civilización ella iba a tener que separarse de él, sus sesiones de sexo incestuoso estaban terminando dolorosamente.
Papá nos trajo el resto de las ropas que dejamos en el barco, no queríamos que se nos ensuciaran en la aldea, pero al final de cuentas no había pasado nada porque practicamos nudismo la mayor parte de nuestra estancia aquí.
Yo ya iba vestida con una blusa y unos shorts cortitos, al igual que mi hermana Daniela. Papá estaba muy guapo, con una camisa hawaiana y su gorra. Nin estaba encantada con la ropa nueva que le estábamos prestando, y no dejaba de decir que la minifalda que yo le había dado le quedaba muy bien, y que la blusita le apretaba los pechos, pero que le gustaba cómo se le marcaba por debajo de la tela los pezones. Además Bárbara la había peinado con una bonita cola de caballo y dejado unos mechones negros para que enmarcaran su rostro ovalado y sus ojos grises.
La niña iba a venir con nosotros, eso era un hecho. La despedida con sus padres fue más seca de lo que había pensado, porque para su cultura Nin ya era mayor de edad, a pesar de tener todavía catorce años y medio. Se despidió con sendos besos en los labios de su familia y abrazó muy fuerte a su mamá, que no evitó soltar una pequeña lágrima al ver partir a su hija.
Yo me acerqué a Tamir. Quería sacarle la leche por última vez, así que mientras tuviera un poco de tiempo, me dedicaría a eso. Lo llevé a un rincón mientras los señores amigos de Bárbara se entrevistaban con mi padre y con Daniela y almorzaban una rica comida que la aldea había preparado para ellos.
—No te vayas —dijo el pobrecito de Tamir mientras le bajaba la ropa y me metía su pija hasta la garganta. Iba a extrañar mucho tenerlo para mí.
—Tengo que hacerlo —le dije mientras lo masturbaba con una mano y le acariciaba los huevos con la otra —. Este lugar es peligroso para mí y tengo otra vida a la que quiero volver —me metí su pito a la boca y mamé con fuerza.
Tamir gimió y suspiró. Le practiqué una garganta profunda y acaricié su polla con mi lengua. Mantuve todo dentro de mí hasta que me faltó el aire. Luego de eso me puse a cuatro patas y me bajé los shorts para darle mi culo. Tamir, triste, aunque muy bien caliente, me tomó de las caderas y se encaramó sobre mí para perforarme la conchita con su polla. Lo hacía muy fuerte, violento y sádico.
— ¡Ay! ¡Ay! —gemí con muchísima fuerza con cada embestida. Me quería meter hasta los huevos, porque los sentía chocar contra mis nalgas. Me pellizqué los pezones con una mano mientras me sostenía con la otra. Él, a su vez, me daba de nalgadas tan duras que no dudé en que sus manos se hubiesen marcado en mi piel — ¡Más! ¡Más, papi! —jadeé.
Me giré de tal forma que ahora tenía mis tobillos sobre sus hombros. Con mucha fuerza, Tamir me levantó y me pegó la espalda a la pared. Enredé mis piernas en su torso y le besé la boca al mismo tiempo que su glande rozaba mi útero debido al largo de su polla. Realicé cortes en su espalda con mis uñas y dejé que me mordiera el cuello. Sus manos jugaban feliz con mis pezones.
—¿Mara? —dijo Daniela, acercándose con Nin. Las dos me miraron totalmente asombradas por la tremenda cogida que me estaban dando contra la pared. Tamir no se detuvo ni un momento.
—¿Sí? —pregunté, soportando la polla y sus embestidas.
—Eh… papá dice que vengas a comer.
—Creo que ya está comiendo algo —rió Nin, mirando cómo su hermano me follaba. Daniela y ella se rieron y se fueron. Eso lo agradecí, porque yo quería estar con Tamir un ratito más sintiendo cómo me partía en dos, y por otro lado, al mirarme a los ojos avellana supe que el muchacho de verdad me gustaba, no sólo para que me cogiera.
Con gran alivio sentí la descarga de esperma en mi vagina. En ese momento no me importaba quedar embarazada de Tamir. Me sentí llena al tenerlo para mí, y le besé los labios mientras su leche seguía juntándose en mi coño y luego él sacaba la pija de mi interior y yo hacia fuerza para sacar los restos de semen.
Después de esto Tamir me dio la media vuelta. Se agachó y me abrió las nalgas. Pegó su lengua y recorrió todo el espacio entre ellas, desde mi estrecho anito hasta mi vagina llena de jugos. Yo estaba en la gloria, muy feliz al fin.
Fuimos al comedor donde estaban los amigos de Bárbara. Ella platicaba animadamente con ellos. Había baile. Chicas guapas con faldas de piel y sin sostén se paseaban y bailaban allí para deleite de los hombres y sonrojó de las mujeres. Eran catorce personas en total. La sensual fotógrafa relataba sus aventuras y hablaba con algunas personas de aspecto extranjero.
Daniela y mi papá estaban en una mesa, dándose besitos tiernos mientras se metían mano. Papá parecía enamorado de su hija. Yo sentí un poco de celos nada más. Leandro era el novio de mi mamá, pero todavía así sabía que mi madre, adicta al incesto, vería con buenos ojos esa relación.
—Ve a buscar a Nin —me pidió Anin, la mamá de Tamir. Tenía sus hermosas tetas cubiertas sólo por una delgada tela.
—Si, yo voy.
Fui a buscar a mi nueva hermanita, porque así la había comenzado a llamar. Me emocionaba saber que vendría con nosotras porque siempre había deseado tener una hermana menor con la qué jugar y crecer. Y Nin me caía bien. Era la única de la familia de Tamir que parecía quererme de verdad. La mamá de Tamir sólo deseaba una nuera, y Tamir nada más quería cogerme. El papá era neutral y la hermana mayor, Andra, bueno, estaba todavía en el calabozo.
Encontré a Nin en un rincón besándose con un chico muy lindo. Ella estaba con las piernas enredadas en él y devorándole los labios con la lengua.
— ¡Ejem! —llamé para interrumpirlos. Los dos se separaron —. Nin, tu mamá quiere verte.
—Voy —le dio un ultimo beso al chico y vino conmigo.
Resultaba que los hombres querían hablar con Nin y con la familia de ella para explicarles el proceso de escolarización que quería su pequeña hija. Fue algo fácil de comprender para la mamá en los términos que él le explicó. Como Anin sabía leer más o menos, pudo dar la custodia de su hija a mi papá. Firmaron unos papeles nada más, e hicieron todas esas cosas de abogados que suelen hacer.
Al final de cuentas Nin estaba más cerca de estar en nuestra familia y tendría una oportunidad de ser alguien importante en el mundo exterior. La chiquilla era muy inteligente. Había que aprovechar ese potencial.
Al final de la tarde todos estábamos listos para partir. Fuimos a la playa acompañados por una comitiva de aldeanos, entre ellos el jefe de la aldea, que se despidió de nosotras con sendos besos. Yo le di un abrazo fuerte a la mamá de Nin.
—Bueno —dijo papá —. Suban al bote. Es hora de irnos y terminar con esta aventura.
—Sí —dije con tristeza. Daniela fue la primera en subir, le siguió Nin y papá. Yo fui la última, porque estaba en la playa sosteniendo las manos de Tamir, que lloraba de tristeza al ver cómo me iba.
—Volverá a visitarte — le dije —. Tengo que traer a Nin para que te visite ¿verdad?
—Sí. Cu… cuídate, Mara —me besó muy tierno en los labios, y subí a nuestro bote para emprender un camino a casa.
DANIELA
—Vaya aventura —reí mientras papito me clavaba la verga por detrás. El sexo anal era maravilloso, encantador. Con un poco de saliva y mucha práctica, yo me había vuelto un poco adicta a él. Llevábamos todavía unas cuantas horas de viaje, y para matar el tiempo papá y yo habíamos decidido coger en su camarote — ¡Ay! —grité y me colgué de las sábanas.
Me encontraba en la posición del perrito, con un hilo de saliva corriéndome por la boca. Papá, agarrado a mis nalgas y abriéndolas, deslizó su verga. Me derretí de gusto cuando la sacó y volvió a meterla con más velocidad.
— ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! —mis tetas brincaban de gusto. Tenía los ojos bien apretados y ponía carita de dolor, pero de un dolor muy rico —. Dame nalgadas. Dame nalgadas —le rogué y él no perdió tiempo en meterme dos. Se sintió la gloria y tuve mi corrida de una sola vez, manchando la cama con mis jugos. Me apresuré a tocarme la concha para empapar mis labios con mi propio chorrito de placer.
Papá sacó la pija y me tiró a la cama boca arriba. Acto seguido, me abrió las piernas y chupó mi conchita con mucha pasión y fuerza. Noté su lengua excavando entre mis pliegues carnosos y sus dientes mordiendo el capuchón de mi clítoris. Yo me acariciaba los muslos y los pezones, envuelta en muchísimo placer.
Apreté las piernas para mantener su boca pegada a mi vagina y descargué, al fin, otro chorrito de jugos en él, como buena squirter que era. Papá se rió con la cara empapada y luego subió a besarme los pechos y a morder sus puntas como si quisiera arrancarlos.
Luego de eso se posicionó de tal forma que puso sus rodillas a los lados de mi cabeza y dirigió su polla a mi boca. Abrí grande para tragarla, disfrutar con lo caliente que estaba. Me la saqué y mamé sus huevos, metiéndome uno a la boca y jugando con él, y luego el otro hasta llenarlos de mucha saliva. En ese momento la descarga de leche me llegó a la cara, y el semen caliente se me metió hasta en los ojos y me manchó el pelo.
Nos comimos a besos durante un largo rato mientras recuperábamos energías y después salimos del camarote para ver a Mara y a Nin.
Fuera ya era de noche y la hermosa luna brillaba en el firmamento. Las luces de la cubierta estaban encendidas y vi a las dos nuevas hermanas muy cariñosas entre sí, cuchicheando mientras Mara le mostraba a la pequeña una revista de modas y le hablaba sobre las grandes cosas de la ciudad.
Papá se estiró y se sentó allí a disfrutar de la vista y la brisa. Llevaba sólo una trusa, por lo que se le marcaba muy rico el paquete. Yo me senté sobre sus piernas y moví el trasero para darle gusto a él.
—¡Qué rico aire que hace! —dije feliz y me quité la blusa para quedar con las tetas al aire. También me despojé de los shorts. Papá al ver ese espectáculo se quitó la trusa, pero su verga estaba flácida y grande. Me senté sobre él, mirando los dos al cielo.
—Es una bonita noche —apuntó Nin, mirando las estrellas —. La Luna está llena. En mi aldea ahora estarían bailando para ella.
—Es verdad —suspiró Mara con melancolía.
Al poco rato, las dos chicas también se desnudaron y se acostaron en las sillas de la cubierta con las piernitas abiertas para que la hermosa brisa les diera por todos lados. Durante un rato nos quedamos en silencio los cuatro, pensando en las grandes cosas que habíamos vivido. Mara, papá y yo tuvimos contacto con una cultura diferente, con costumbres diferentes y disfrutamos muchísimo en cuanto al sexo se refiere. Yo tenía a papá como amante, y estaba feliz con eso. Iba a permitirle a Mara y a su mamá follar. Lo haríamos los cuatro al mismo tiempo.
Nin tenía la mirada perdida, seguramente pensando en el mundo que dejaba atrás.
— ¡Ey, cálmate! —extendí una mano para acariciarle el muslo —. Te divertirás. El mundo es… interesante. Iremos de compras, al cine, a beber café y a las fiestas ¿vale? Te compraremos mucha ropa y te verás muy guapa.
—Gracias — dijo con una sonrisa sincera.
—Extraño a Tamir —Eso era evidente para todos. Mara, al parecer, si se había enamorado del muchacho —. Extrañaré esas cogidas que me daba.
—¿Te casarás con otro? —preguntó Nin.
—Pues… a lo mejor cuando regresemos Tamir ya se haya casado. No los sé. No hablemos de eso que me pongo tristona.
Reímos y ella se sonrojó. Poco a poco y debido a mis movimientos con el culo, la verga de papá se paró y yo la unté descuidadamente por toda mi raja, mojándola con mis jugos. Él mientras tanto me besaba los hombros. Yo no tenía que mirarle. Tenía los ojos puestos al frente, en el inmenso océano negro y en las estrellas.
— Bueno… —dijo papá mientras me dedeaba — . Dejen de llorar.
Mara y Nin le miraron. Las dos chicas habían dejado a gente importante.
—Es cierto — resolvió Mara —. Fue una bonita aventura.
—Estoy emocionada —exclamó Nin, limpiándose los ojos.
—Pronto conocerás a mi mamá, Nin —Mara estaba muy emocionada —. Ella te caerá muy bien.
—Gracias por la hospitalidad.
— Bueno —dijo papá cuando ya no aguantó más —. Allí se ve el faro. Estamos cerca. ¿Les parece si… nos divertimos todos un rato?
Ante esa propuesta, las tres chicas nos miramos con traviesas y picaronas sonrisas, y así, sobre la cubierta, a la luz de la luna y de las estrellas, dejando atrás una singular experiencia, los cuatro celebramos por un par de horas el nacimiento de una nueva etapa en nuestra vida.
FIN
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Bueno! la historia llegó a su fin xD, les dejo el resto de lo que pasó a la imaginación jaja ahora na preguntam ¿la proxima historia les gustaria que tuviera trama incestuosa o ya se cansaron? jaja, ustedes comenten y opinen, besos a todos!!
17 comentarios - Trio familiar en la isla --final--
Gracias graciaaaaas...., saludos
Y vos tenes talento "Natural" con lo incestuoso jaja así que seguí haciendolas de ese tipo
Te dejo los +10 de siempre 😉
El apoyo vos te lo ganas hermosa y espero una próxima historia
te felicito por la saga,. espero leerte mas...