Hola, como andan??
Hoy les traigo una historia contada en forma no personal. Lo que da a pensar: me pasó a mi? ¿le pasó a una amiga y me lo contó? ¿es 100% ficcion? No se sabe... A mi me gustaría que cuando la lean, se vayan imaginando a alguien de su entorno viviendo una historia asi. Porque al final, estas cosas pasan y la mayoria de la gente las esconde bajo 7 llaves.... ¿quién cercano a ustedes se imaginan viviendo algo asi?
Espero que la disfruten.
Esa tarde Daiana fue al club más temprano, con la excusa de practicar unos saques en vóley que le estaban costando un poco más que al resto de sus compañeras. Pero en realidad, estaba prácticamente segura de que Marcelo tenía una reunión de padres para charlar asuntos concernientes al equipito de basquet al que asistía su hijo y en general esas reuniones se daban tomando mates en las gradas de la cancha.
Ella hacía meses que quería volver a ser poseída por Marcelo. Pensó que con el tiempo, conociendo nuevos hombres y viviendo nuevas experiencias podría suplir ese profundo deseo carnal que tenía por él. Pero equivocada, el tiempo pasaba y no había día que no sintiera la huella que su dominio había dejado en ella.
Daiana tenia un cuerpo espectacular y lo sabia; rubia de estatura media, cintura muy chiquita, una colita parada de pendeja de 23 años que se cuida y unas tetas justas, medianas, el tamaño ideal para su pequeña espalda. Ese día había elegido ponerse unas calzas rojas muy apretadas y una remerita blanca y caminar sutilmente sexy por al lado de las gradas.
Marcelo dejó de escuchar a los demás papis cuando la vió pasar. Quiso, con toda su alma, que ella le regale una mirada lasciva, pero agradeció que no lo hiciera porque no hubiese podido disimular su cara de embriagado con su belleza.
Cuando Marcelo conoció a Daiana, él sintió sucumbir su vida. Su matrimonio era perfecto, lo que siempre hubiese deseado, casi no encontraba defectos, tenía todo lo que quería… hasta que ella le hizo notar que a sus 42 años, la barrera de sus deseos estaba un poco más allá. Lo que le pasaba no entraba en descripciones habituales; por primera vez en su vida había ejercido el dominio y no sabía si iba a poder librarse de esa práctica aparentemente adictiva.
La relación de dominio entre ellos fue fugaz. Marcelo percibió como su deseo en lugar de saciarse con cada encuentro sexual, aumentaba, por lo que decidió cortar de cuajo con esa relación y desde entonces, tuvo que convivir con los constantes pedidos de Daiana para volver a estar juntos. Pedidos que con el tiempo se volvieron acosos.
Trató de concentrarse en la charla con los padres pero no dejaba de relojear como Daiana se agachaba cada vez que ejecutaba un saque. La muy pícara se había puesto a unos escasos 10 metros de él y podía notarse como la costura de la calza se le incrustaba en medio de las nalgas.
La reunión de padres terminó pero Marcelo se quedó en las gradas. Cuando Daiana terminó de entrenar y salió de la cancha, Marcelo las pescó por detrás. Con la fuerza de su enorme y esbelto cuerpo, la tomó del brazo y la llevó a un lugar escondido detrás de la casita de mantenimiento. Ahí la increpó cansado de su insistencia.
-No te dije que lo nuestro ya terminó? Hasta cuando vas a seguir alrededor mío? Ya no aguantó más.
-No voy a parar hasta conseguir lo que quiero. Sabes que no me gusta ser asi, pero esto esta fuera de mi propio control. –le respondió entregada.
-Dai, te dije que no puedo seguir, vas a arruinar mi vida! –ya sus manos la tomaban de los hombros con fuerza.
-Pero es que ni siquiera me respondes a los mensajes, me desprecias!
-No te desprecio, –le dijo ya más flojo, casi con ternura.
-entonces porque no respondes nunca nada?? Ni siquiera cuando te mandé las fotos que me saqué en el supermercado!! No era lo que querías??? Y vos nada! No reaccionás!
-Mirá Daiana, no me hagas acordar a esas fotos…. Vas a sacar lo peor de mi.
-Vos lo estas buscando! Si no porqué no me bloqueaste?
-Sos una hija de puta! –y con una mano en el brazo y la otra en la nuca la llevo a la rastra a adentro de la deshabitada casita de mantenimiento.
Con golpes en la cola la hizo entrar y trabó la puerta. Con una mano le agarró los dos brazos y con la otra le tomó la mandíbula, le gritó un par de guarangadas con la boca a 5 centímetros de la suya y después la besó profundamente, desatando un deseo contenido por meses.
La dió vuelta con fuerzas para tenerla de espaldas a él y le agarró la cola con solidez, quiso romperle la calza con los dientes pero se contuvo, se la bajó, le corrió la tanga a un costado y se embebió en su deliciosa concha…. Se la chupó con ganas mientras la amenazaba que al mínimo gemido se terminaba todo. Daiana contenía su gritos de placer casi con llanto.
Luego la empujó al piso y obligó a chuparle la pija de rodillas. Pero tal era la desesperación que tenía, que directamente se la estaba cogiendo por la boca. Con sus manos detrás de su nuca empujaba su cabeza hacia su pija casi asfixiándola. Daiana había soñado con esa opresión todas las noches.
De un tirón la levantó, la dio vuelta y la inclinó hacia adelante mientras le tiraba del pelo. Y asi, en esa situación de violencia innecesaria ya que ella no se resistía, le metió la pija de una directamente al fondo. No había obstáculos en esa concha totalmente empapada.
Se la cogió con fuerza, con odio, con desesperación y hasta con un poco de amor. Ambos sabían que la abstinencia no había servido para nada, el deseo estaba intacto y hasta exacerbado.
Daiana ya gemía, no podía contener tanto placer y Marcelo la reprendía, con chirlos en las nalgas.
Mientras se la garchaba bien duro, le iba preparando la cola…. De uno, después dos y hasta tres dedos le metió. Daiana no soportó más el deseo, tomo su pija con la mano y encaró hacia el orto.
-¿Pero qué estás pensando pendeja de mierda? -le gritó – el orto te lo voy a hacer cuando yo quiera, entendiste?
Daiana asintió con la cabeza. No podía controlar muchas de sus acciones, pero cada vez que la retaba se le llenaba el alma de satisfacción. Ambos disfrutan sus roles.
En realidad el desesperado era Marcelo, que después de cagarla a pedos no demoró ni tres segundos en romperle el orto. Le metía la pija bien hondo, hasta hacerla desaparecer. Al principio, despacio y después con ritmo y fuerza. Los testículos golpeaban la concha de Dai una y otra vez, y ese roce con el clítoris hicieron que el orgasmo de Daiana se sintiera en todo su cuerpo, haciéndole temblar toda la espalda, y extremidades, estallando en su cabeza como un fuerte descarga eléctrica.
Marcelo sucumbió ante semejante sensación, la empujó con fuerza hasta dejarla literalmente tendida en el suelo del habitáculo, la golpeó delicadamente en la cara, le obligó a abrir la boca y se la llenó de leche. Dai sonreía y se relamía.
Ya más calmados le dijo que después de este garche no quería que la molestara más, y que si la volvía a ver o si le volvía a mandar mensajitos, él iba a hacer de todo con ella, pero cogérsela jamás.
Daiana se quedó pensando en sus propios deseos… ¿quería que él la posea sexualmente? “si” se respondió a si misma. Pero si no podían coger ¿valía la pena verlo y ser esclava de sus reprimendas? ¿valía la pena ese alto costo solo por estar cerca suyo? Daiana pasó el resto del dia pensando en eso.
¿Qué habrá concluido?
Hoy les traigo una historia contada en forma no personal. Lo que da a pensar: me pasó a mi? ¿le pasó a una amiga y me lo contó? ¿es 100% ficcion? No se sabe... A mi me gustaría que cuando la lean, se vayan imaginando a alguien de su entorno viviendo una historia asi. Porque al final, estas cosas pasan y la mayoria de la gente las esconde bajo 7 llaves.... ¿quién cercano a ustedes se imaginan viviendo algo asi?
Espero que la disfruten.
Esa tarde Daiana fue al club más temprano, con la excusa de practicar unos saques en vóley que le estaban costando un poco más que al resto de sus compañeras. Pero en realidad, estaba prácticamente segura de que Marcelo tenía una reunión de padres para charlar asuntos concernientes al equipito de basquet al que asistía su hijo y en general esas reuniones se daban tomando mates en las gradas de la cancha.
Ella hacía meses que quería volver a ser poseída por Marcelo. Pensó que con el tiempo, conociendo nuevos hombres y viviendo nuevas experiencias podría suplir ese profundo deseo carnal que tenía por él. Pero equivocada, el tiempo pasaba y no había día que no sintiera la huella que su dominio había dejado en ella.
Daiana tenia un cuerpo espectacular y lo sabia; rubia de estatura media, cintura muy chiquita, una colita parada de pendeja de 23 años que se cuida y unas tetas justas, medianas, el tamaño ideal para su pequeña espalda. Ese día había elegido ponerse unas calzas rojas muy apretadas y una remerita blanca y caminar sutilmente sexy por al lado de las gradas.
Marcelo dejó de escuchar a los demás papis cuando la vió pasar. Quiso, con toda su alma, que ella le regale una mirada lasciva, pero agradeció que no lo hiciera porque no hubiese podido disimular su cara de embriagado con su belleza.
Cuando Marcelo conoció a Daiana, él sintió sucumbir su vida. Su matrimonio era perfecto, lo que siempre hubiese deseado, casi no encontraba defectos, tenía todo lo que quería… hasta que ella le hizo notar que a sus 42 años, la barrera de sus deseos estaba un poco más allá. Lo que le pasaba no entraba en descripciones habituales; por primera vez en su vida había ejercido el dominio y no sabía si iba a poder librarse de esa práctica aparentemente adictiva.
La relación de dominio entre ellos fue fugaz. Marcelo percibió como su deseo en lugar de saciarse con cada encuentro sexual, aumentaba, por lo que decidió cortar de cuajo con esa relación y desde entonces, tuvo que convivir con los constantes pedidos de Daiana para volver a estar juntos. Pedidos que con el tiempo se volvieron acosos.
Trató de concentrarse en la charla con los padres pero no dejaba de relojear como Daiana se agachaba cada vez que ejecutaba un saque. La muy pícara se había puesto a unos escasos 10 metros de él y podía notarse como la costura de la calza se le incrustaba en medio de las nalgas.
La reunión de padres terminó pero Marcelo se quedó en las gradas. Cuando Daiana terminó de entrenar y salió de la cancha, Marcelo las pescó por detrás. Con la fuerza de su enorme y esbelto cuerpo, la tomó del brazo y la llevó a un lugar escondido detrás de la casita de mantenimiento. Ahí la increpó cansado de su insistencia.
-No te dije que lo nuestro ya terminó? Hasta cuando vas a seguir alrededor mío? Ya no aguantó más.
-No voy a parar hasta conseguir lo que quiero. Sabes que no me gusta ser asi, pero esto esta fuera de mi propio control. –le respondió entregada.
-Dai, te dije que no puedo seguir, vas a arruinar mi vida! –ya sus manos la tomaban de los hombros con fuerza.
-Pero es que ni siquiera me respondes a los mensajes, me desprecias!
-No te desprecio, –le dijo ya más flojo, casi con ternura.
-entonces porque no respondes nunca nada?? Ni siquiera cuando te mandé las fotos que me saqué en el supermercado!! No era lo que querías??? Y vos nada! No reaccionás!
-Mirá Daiana, no me hagas acordar a esas fotos…. Vas a sacar lo peor de mi.
-Vos lo estas buscando! Si no porqué no me bloqueaste?
-Sos una hija de puta! –y con una mano en el brazo y la otra en la nuca la llevo a la rastra a adentro de la deshabitada casita de mantenimiento.
Con golpes en la cola la hizo entrar y trabó la puerta. Con una mano le agarró los dos brazos y con la otra le tomó la mandíbula, le gritó un par de guarangadas con la boca a 5 centímetros de la suya y después la besó profundamente, desatando un deseo contenido por meses.
La dió vuelta con fuerzas para tenerla de espaldas a él y le agarró la cola con solidez, quiso romperle la calza con los dientes pero se contuvo, se la bajó, le corrió la tanga a un costado y se embebió en su deliciosa concha…. Se la chupó con ganas mientras la amenazaba que al mínimo gemido se terminaba todo. Daiana contenía su gritos de placer casi con llanto.
Luego la empujó al piso y obligó a chuparle la pija de rodillas. Pero tal era la desesperación que tenía, que directamente se la estaba cogiendo por la boca. Con sus manos detrás de su nuca empujaba su cabeza hacia su pija casi asfixiándola. Daiana había soñado con esa opresión todas las noches.
De un tirón la levantó, la dio vuelta y la inclinó hacia adelante mientras le tiraba del pelo. Y asi, en esa situación de violencia innecesaria ya que ella no se resistía, le metió la pija de una directamente al fondo. No había obstáculos en esa concha totalmente empapada.
Se la cogió con fuerza, con odio, con desesperación y hasta con un poco de amor. Ambos sabían que la abstinencia no había servido para nada, el deseo estaba intacto y hasta exacerbado.
Daiana ya gemía, no podía contener tanto placer y Marcelo la reprendía, con chirlos en las nalgas.
Mientras se la garchaba bien duro, le iba preparando la cola…. De uno, después dos y hasta tres dedos le metió. Daiana no soportó más el deseo, tomo su pija con la mano y encaró hacia el orto.
-¿Pero qué estás pensando pendeja de mierda? -le gritó – el orto te lo voy a hacer cuando yo quiera, entendiste?
Daiana asintió con la cabeza. No podía controlar muchas de sus acciones, pero cada vez que la retaba se le llenaba el alma de satisfacción. Ambos disfrutan sus roles.
En realidad el desesperado era Marcelo, que después de cagarla a pedos no demoró ni tres segundos en romperle el orto. Le metía la pija bien hondo, hasta hacerla desaparecer. Al principio, despacio y después con ritmo y fuerza. Los testículos golpeaban la concha de Dai una y otra vez, y ese roce con el clítoris hicieron que el orgasmo de Daiana se sintiera en todo su cuerpo, haciéndole temblar toda la espalda, y extremidades, estallando en su cabeza como un fuerte descarga eléctrica.
Marcelo sucumbió ante semejante sensación, la empujó con fuerza hasta dejarla literalmente tendida en el suelo del habitáculo, la golpeó delicadamente en la cara, le obligó a abrir la boca y se la llenó de leche. Dai sonreía y se relamía.
Ya más calmados le dijo que después de este garche no quería que la molestara más, y que si la volvía a ver o si le volvía a mandar mensajitos, él iba a hacer de todo con ella, pero cogérsela jamás.
Daiana se quedó pensando en sus propios deseos… ¿quería que él la posea sexualmente? “si” se respondió a si misma. Pero si no podían coger ¿valía la pena verlo y ser esclava de sus reprimendas? ¿valía la pena ese alto costo solo por estar cerca suyo? Daiana pasó el resto del dia pensando en eso.
¿Qué habrá concluido?
11 comentarios - Una relación viciosa
Beso.
voy a investigar un poco más a ver qué más tenés.
Lo tuyo promete
Me reservo lo provocado en mi para no quedar tan expuesto.
Me encantó
Buenisimo, Nati!!